O7

—Ya llegamos, Tannie —susurró Taehyung, levantándose de su asiento—. Al fin estamos en Seúl... el viaje se me hizo eterno, ¿a ti no?

Por supuesto, Yeontan no podía responder y seguirle la conversación, por razones obvias. Claro que eso nunca antes había detenido a Taehyung y ciertamente no iba a detenerlo ahora; sin inmutarse por las miradas juzgadoras de los demás pasajeros que lo veían como si fuera un chiflado por hacerle preguntas a un perro, siguió manteniendo una conversación unilateral con su mascota mientras se enredaba la enorme bufanda alrededor del cuello y recuperaba su bolso para bajarse del tren. Una vez que estuvo caminando por la estación, había tanta gente que no tardó en perderse entre la multitud y ya nadie le prestaba atención.

Nadie, a excepción de una persona.

—¡Jungkookie! —exclamó ni bien divisó al castaño, que levantaba la mano para llamar su atención.

Jungkook se encontraba en el mismo lugar en el que lo había dejado la última vez que se vieron un poco más de una semana atrás, apoyado en una columna. Aunque llevaba un barbijo y una gorra que ocultaban su rostro bonito casi por completo, Taehyung lo reconoció de inmediato y se apresuró en llegar a su lado, ansioso por agradecerle de forma apropiada por el regalo que le había dado en aquella ocasión. Sin embargo, le tocó detener el paso de golpe cuando estuvo lo suficientemente cerca para notar que había algo diferente desde aquel último encuentro.

—¿Qué te pasó? —preguntó, alarmado, viendo unas feas manchas moradas debajo del ojo del menor.

—Ah, ¿te refieres a esto? —dijo Jungkook a la vez que se señalaba el ojo, luego sacudió la mano para restarle importancia—. Me lastimé en el trabajo el otro día, no es nada.

—Se ve bastante mal para no ser nada, Jungkook.

—Fue un accidente tonto, Yugyeom me lastimó sin querer —insistió Jungkook, y sonrió en un vano intento por transmitirle la calma con la que hablaba—. No te preocupes, hyung. Ya ni me duele.

Taehyung no estaba convencido, algo dentro suyo le gritaba que no creyera en lo que Jungkook decía. Está mintiendo, pensó, pero se obligó a descartar la idea tan pronto cruzó por su cabeza porque no quería desconfiar de Jungkook. Luego de la carta tan especial que le había escrito, ¿por qué le mentiría la primera vez que se vieran desde entonces? Si no tuviera intención de ser honesto no se habría tomado esa molestia, ni habría pasado esos nueve días hablando a diario con él, ni mucho menos habría aceptado ir a buscarlo a la estación en su día de descanso. No tenía sentido pensar que el chico seguiría ocultándole cosas importantes luego de todo eso, por lo que decidió creer que en verdad fue un accidente tonto y dejar el asunto atrás.

—Tienes que ser más cuidadoso, Jungkookie.

—Te prometo que lo seré —aseguró el menor, llevando una mano al pecho y levantando la otra en un gesto solemne. Empezando a caminar, hizo el intento de tomar el bolso de Taehyung—. Déjame llevar eso por ti.

Taehyung dejó que Jungkook llevara su bolso mientras él llevaba la correa de Yeontan y salieron finalmente de la estación. El plan del día era cocinar algo juntos en casa del menor, pasear un poco por la ciudad aprovechando la nieve y luego pasar el resto de la tarde en el refugio hasta que fuera hora de que Jungkook entrara al 7-Eleven; Taehyung planeaba acompañarlo en el camino de regreso a casa. Con el itinerario previamente acordado, se limitaron a caminar hacia el metro hablando, Taehyung sobre su viaje en el tren y Jungkook sobre su turno en la cafetería, del que venía llegando.

Una vez pasado el disgusto inicial de ver el rostro de Jungkook con ese horripilante hematoma, Taehyung pudo empezar a disfrutar del reencuentro. No estaban haciendo nada importante ni hablando de nada muy serio o profundo, nada más caminaban y se contaban algún detalle de sus semanas que no se habían mencionado en los mensajes de texto que habían intercambiado todos esos días, pero el simple hecho de estar en compañía de Jungkook era suficiente para que Taehyung se encontrara a gusto. Si tenía que ser sincero consigo mismo, la verdad era que había extrañado a Jungkook y había esperado ansioso a que llegara el domingo para verlo. Tal vez se debía al regalo, ese dichoso regalo, que el menor le había dado, que durante esos días que pasó en Daegu había pensado constantemente en Jungkook y en lo mucho que quería agradecerle por aquel gesto, y había terminado por extrañarlo. No sabía con exactitud qué era lo que sentía ni por qué, sólo sabía que estaba feliz de verlo, al fin.

Tras el viaje en metro y una corta caminata hasta el edificio donde vivía el menor, subieron los tres pisos en el ascensor y llegaron, por fin, a su apartamento. A Taehyung le intrigaba ver cómo sería el hogar de Jungkook, si acaso tendría fotografías o carteles o cualquier cosa que pudiera indicarle algo nuevo sobre su amigo, quizá incluso dibujos o pinturas tanto suyas o de artistas que le gustaran, pero se encontró en un piso pequeño y sombrío de colores apagados y paredes desnudas. La casa estaba ordenada y limpia, sí, pero era demasiado sobria, contaba con pocos muebles y nada de color, al punto de dar la impresión de que Jungkook no vivía allí realmente, sino que nada más estaba de paso y pronto a irse de nuevo.

—Voy a tener que ayudarte a decorar este lugar cuanto antes, Jungkookie —dijo tras examinar el departamento, quitándole la correa a Yeontan—. Le falta personalidad.

—Como apenas paso tiempo aquí, nunca pensé en decorar —admitió Jungkook mientras se quitaban los abrigos y los zapatos—. ¿Para qué lo haría?

—¡Para disfrutar el poco tiempo que estés aquí! —exclamó Taehyung, sintiendo un poco de culpa por su comentario—. Para que se note que aquí vive alguien. Que se note que vives tú, Jeon Jungkook.

—¿No alcanzan mis zapatos en la puerta?

—¡Claro que no!

Jungkook rió por lo bajo, desapareciendo un momento tras la puerta que, suponía Taehyung, daba a su habitación. Yeontan ya se había acomodado en el sillón y dormía, posiblemente cansado por el ajetreo del viaje en tren, la caminata y el paseo en metro, y en cuanto Jungkook volvió a la sala, sin el barbijo y la gorra, sonrió al ver al cachorro. Taehyung, en cambio, frunció el ceño al ver el rostro de Jungkook porque notó que tenía la nariz lastimada, como si se hubiera golpeado el tabique también. Era como un dèjá vu, de repente Taehyung volvía a esos primeros encuentros torpes con el menor en los que su rostro estaba repleto de moretones y cortes. Se obligó a guardar silencio a pesar de lo mucho que quería preguntar porque, aunque no era tonto y se daba cuenta de que Jungkook ocultaba algo, él estaba decidido a respetar los límites que, comprobaba, seguían existiendo. 

—Te diré la verdad, no sé cocinar mucho además de ramen instantáneo —dijo de repente el menor, dejando algunas caricias detrás de la oreja de Yeontan—, pero tengo algunas verduras y un poco de carne si quieres intentar algo más elaborado.

—Yo tampoco sé cocinar —admitió él, todavía incómodo por los golpes en el rostro ajeno, intentando sonreír—. Pero para algo tenemos Internet, ¿no? Podemos buscar una receta y ver qué pasa.

En tales condiciones, la única receta que podían seguir al pie de la letra era la del desastre. Sin embargo, tras una rápida búsqueda en la web terminaron por escoger una receta de japchae, la comida favorita de Taehyung, al comprobar que tenían lo primordial para intentarlo y sin más rodeos se pusieron manos a la obra. Jungkook era el encargado de pelar las verduras (decisión tomada luego de comprobar que Taehyung era pésimo para eso) y se las iba dando a Taehyung para que las cortara en trozos pequeños (que tampoco se le daba tan bien, pero algo tenía que hacer), al mismo tiempo los fideos se cocían en una olla. Taehyung había insinuado algo sobre escuchar música mientras cocinaran y para su sorpresa, en lugar de encender la radio o poner algo en su teléfono, Jungkook le preguntó qué quería escuchar y empezó a tararear y cantar todas las canciones que él iba pidiendo con voz melodiosa y dulce, muy bonita. Sobraba decir, Taehyung se sentía flotando entre nubes en ese momento.

Por un rato las cosas se sintieron bien y Taehyung fue capaz de olvidarse de sus dudas sobre la honestidad de Jungkook y de las feas marcas que ensombrecían su rostro tan bonito, tal vez por la sonrisa de conejo que se asomaba cada tanto en sus labios y seguía siendo encantadora a pesar de las heridas. Una vez más, se encontraba en compañía del Jungkook relajado y risueño, alegre, y le gustaba mucho saber que el castaño podía bajar la guardia a tal punto estando con él. En esa cocina, en ese momento, mientras salteaban las verduras y preparaban una rica salsa agridulce, Jungkook parecía haberse olvidado de los problemas con su hermano, de su carrera en pausa, de sus tres turnos de trabajo y de cualquier cosa otra que pudiera causarle dolor... o al menos eso deseaba Taehyung, porque lo que más quería era aliviar al menos un poco la tristeza del menor. Además, ¿por qué negarlo?, le gustaba ver esa faceta de Jungkook. La posibilidad de que, tal vez, él era la causa, al menos en parte, de las sonrisas y carcajadas de aquel muchacho tan especial lo hacía feliz.

Cuando terminaron de cocinar se sentaron en el sillón para comer mientras miraban televisión, Yeontan no tardó en acomodarse sobre el regazo de Jungkook, acurrucándose para dormir en ese lugar privilegiado. La comida les había quedado mucho mejor de lo que Taehyung había esperado, aunque habían preparado una cantidad exagerada, como si fueran a alimentar a todo un ejército. Comieron sin mucha ceremonia, riéndose con las tonterías que veían en la tele y haciendo bromas entre ellos, y una vez que terminaron se dispusieron a juntar todo y ponerle a la engorrosa tarea de lavar los cientos de platos, cubiertos y demás que habían usado. Yeontan, ya descansado, correteaba de aquí para allá por la cocina y la sala.

—¿Disfrutaste la comida? —preguntó Jungkook, enjuagando los vasos.

—Mucho, creo que nos lucimos —respondió él, risueño, secando todo lo que Jungkook ya había enjuagado—. Quisiera mandarle mis felicitaciones al chef... ah, espera, ¡soy yo!

—Tonto.

—El tonto que te hace reír un montón —canturreó Taehyung, pellizcándole la mejilla a Jungkook mientras sonreía triunfante.

—Me río de ti, no contigo —bromeó el menor, sacándole la lengua.

—Pero te hago reír, eso es lo importante.

Jungkook no le dijo nada, se limitó a ocultar la risa haciendo que dos pequeños hoyuelos asomaran en sus mejillas por el esfuerzo de no reírse. Taehyung no tenía tanta fuerza de voluntad como el castaño, no podía ocultar sus emociones, tan a flor de piel, con esa misma facilidad. Por esa misma razón, tuvo la valentía para decir lo que pensaba en ese instante.

—Me gusta mucho cuando sonríes, Kookie —dijo de sopetón—. Sobretodo si es por mí.

Ni bien las palabras salieron de su boca, supo que lo que había dicho fue demasiado arrojado. Jungkook no respondió sino que fingió estar más que concentrado en dejar reluciente la sartén que habían usado para las verduras, aunque sus mejillas sonrosadas delataban que se había avergonzado por el comentario tan audaz de Taehyung. Tal vez por el apodo cariñoso tan cursi, por el tono tan íntimo o por el comentario en sí, quizá por las tres cosas; fuera lo que fuera, Taehyung definitivamente había logrado avergonzarlo... y por alguna extraña razón, eso lo complacía un poco.

—Hoy sonreíste mucho —continuó, resuelto.

—La pasé muy bien. —Taehyung aguardó pues parecía que Jungkook todavía tenía algo que decir, pero lo tomó unos cuantos segundos volver a hablar—. Siempre la paso bien contigo.

—¿Siempre?

—Cuando vas a visitarme a la gasolinera o cuando comemos juntos —admitió el menor, las orejas se le tornaban cada vez más rojas—. La fiesta de navidad fue divertida también.

—Es bueno que te diviertas conmigo, Kookie, porque tengo intenciones de molestarte por toda la eternidad —dijo Taehyung, colocando un brazo alrededor de los hombros ajenos—. Ya no te puedes librar de mí nunca más, estaré aquí para siempre.

—Eh, eso no estaba en el contrato.

—Debiste leer las letras pequeñas, Jeon Jungkookie.

✿✿✿

Hacer un inventario era una tarea sencilla, Jungkook lo había hecho incontables veces en la tienda, a veces incluso en la cafetería. Con un pequeño anotador y un bolígrafo en mano se encerró en el depósito del refugio y se dispuso a anotar las cantidades de cosas que tenían y de cosas que faltaban, satisfecho consigo mismo por ser capaz de ayudar a Taehyung con sus obligaciones, aunque fuera con algo tan sencillo como hacer un inventario. Taehyung al principio no se había mostrado de acuerdo con ponerlo a trabajar porque "bastante trabajas ya durante la semana, Jungkookie", pero Jungkook no podía quedarse toda la tarde sin hacer nada, solamente persiguiendo a Taehyung y estorbando mientras el mayor realizaba sus tareas cuidando a los animales. Por eso él había insistido un poco, hasta que Taehyung aceptó la ayuda, un poco a regañadientes y bajo la promesa de que no hiciera nada pesado ni forzoso.

Tras observar todo lo que tenían guardado en el almacén, desde artículos de limpieza hasta juguetes, pasando por alimentos y medicina, supo que debían hacer unas cuantas compras, noticia que se encargaría de transmitirle a Taehyung. Salió del depósito con la intención de decírselo, encaminándose por el pasillo de puertas transparentes y viendo a otros colaboradores (a algunos ya los conocía), hasta que llegó al sector de los perros más grandes, esos que difícilmente serían adoptados por su tamaño, donde encontró a Taehyung mimando al perro más anciano del refugio, Gojo, un gigante de pelo blanco.

Antes de entrar a la habitación, Jungkook necesitó de un minuto para nada más observar a través del vidrio la escena tan tierna. Le daba la impresión de que no sería correcto entrar y arruinar el momento, reventar la burbuja en la que Taehyung parecía estar metido mientras dejaba suaves caricias detrás de la oreja del animal, que movía la cola con ímpetu y miraba a Taehyung con completa adoración, como si fuera el mismísimo sol brindándole calor. Siendo honesto, Jungkook no estaba en posición de juzgar a ese anciano perro, porque era algo que le sucedía a menudo, venía a notarlo ahora, eso de quedarse embobado observando a Taehyung. Más de una vez Jungkook se había encontrado en esa situación, estar admirando a Taehyung a la distancia mientras el pelinegro hacía cualquier cosa. Hablar con alguien, jugar con un perrito callejero, tratar con empleados cuando compraban algo, hacerle caras a los bebés que veían en sus paseos... Todas las veces, Jungkook no podía evitar sonreír.

—Se ve muy lindo y tierno, ¿verdad? —preguntó una voz suave de repente, sobresaltándolo. Al darse la vuelta se encontró con Park Jimin dedicándole una sonrisa amistosa—. Lo siento, no quería asustarte.

A Jungkook le tomó unos cuantos segundos dejar de sentirse tan avergonzado por haber sido descubierto en el momento exacto en el que observaba a Taehyung como una especie de acosador, sobretodo porque se trataba de Park Jimin, el mejor amigo de Taehyung. Una vez pasado el estupor, saludó a Jimin con una respetuosa inclinación de cabeza y una incómoda sonrisa. Jimin devolvió el gesto para luego desviar la vista al centro de la habitación, donde Taehyung seguía mimando a Dojo, totalmente ajeno a lo que sucedía afuera, en el mundo real.

—¿Lleva mucho tiempo así? —le preguntó entonces el rubio con tono burlón.

—Probablemente —respondió Jungkook, intentando ocultar la sonrisa delatora—. No quise interrumpir.

—En algún momento habrá que hacerlo.

Jungkook asintió con la cabeza como única respuesta, molesto por su poca habilidad a la hora de mantener una conversación, aunque notaba un pequeño cambio positivo desde que había conocido a Taehyung. Jimin, como si supiera lo que pasaba por su mente, le dedicó una sonrisa amistosa que logró tranquilizarlo un poco, luego susurró algo sobre interrumpir a Taehyung y así lo hizo, golpeando la puerta. Jungkook llevó la vista hacia Taehyung rápidamente, viendo cómo su expresión cambiaba y se iluminaba por completo al verlos a los dos ahí, una sonrisa cuadrada muy genuina naciendo en sus labios. Sin dejar de sonreír, Taehyung les abrió la puerta, entonces Jimin y Jungkook entraron y se aseguraron de evitar que alguno de los perros saliera al cerrarla de nuevo. Ni bien tuvieron un pie dentro, un perro enorme de pelo largo rojizo se arrojó encima de Jungkook, parándose sobre las patas traseras para apoyar las delanteras en su pecho;  el tercer perro, más parecido a un oso de pelaje negro que a un can, siguió recostado sin prestarles atención.

Gucci, deja a Jungkookie tranquilo —pidió Taehyung, para nada amenazante, en lo que el animal trataba de lamerle el rostro—. Este perro tonto no se da cuenta de que es demasiado grande para hacer eso. Lo siento, Jungkookie.

—No me molesta —se apresuró a decir él, riendo por las cosquillas que los besos de Gucci le causaban y luchando por mantenerse en pie.

—Me siento reemplazado, antes hacía eso conmigo —se quejó Jimin, mirando a Gucci con reproche, y luego se dirigió a Taehyung—. Venía a preguntarte si vas a ir a comprar ahora.

—Debería ir por algunas cosas, sí. Necesitaría que Jungkookie me diga qué hace falta comprar.

—¡Ah, el inventario! —recordó Jungkook, sacando el cuaderno de su bolsillo con la mano que no acariciaba a Gucci—. Venía a avisarte que ya terminé.

—Me imaginaba —dijo Taehyung en tono burlón, tomando el cuaderno de su mano—. Déjame echar un vistazo.

—Lo más urgente es alimento para cachorros, queda menos de 1kg —informó él, recordando todavía lo que había anotado en la lista.

—Parece que tenemos que comprar unas cuantas cosas —murmuró Taehyung, y se giró a mirar a Jimin—. ¿Podrías buscar a Minho hyung y pedirle que nos lleve?

—No hace falta, tenemos auto ahora —dijo Jimin, triunfante, y rió ante la mueca de sorpresa de Taehyung—. Traje refuerzos, en realidad. Hoseok hyung está afuera.

Oh. Jungkook había olvidado que Hoseok y Jimin se conocían. Luego de la fiesta de navidad no había vuelto a ver a Hoseok, apenas veía a Yoongi ahora que había regresado a su casa, porque trabajaba la mayor parte del día y pasaba su poco tiempo libre con Taehyung. Hoseok no había tratado de contactarlo tan frecuentemente como lo hacía unas semanas atrás, tal vez se había aburrido de insistirle. Jungkook imaginaba que nadie insistiría tanto porque tampoco era como si valiera tanto la pena, de todas formas. Por eso, la idea de ver a Hoseok lo hizo sentirse tanto culpable como incómodo.

—Jungkookie —lo llamó Taehyung, trayéndolo de regreso al presente—. Hey, tonto, ¿en qué pensabas?

—En nada, disculpa. ¿Me dijiste algo?

—Te pregunté si te parece bien ir a comprar lo que falta, o si prefieres que alguien más lo haga. Podemos irnos a pasear o algo hasta que te toque entrar al trabajo.

—Te prometí ayudarte, hyung —le recordó él, casi ofendido por la sugerencia—. Iré a donde tengas que ir, todavía tengo tiempo.

—¿Verdad que es una dulzura? —le preguntó Taehyung a Jimin, abultándole a él las mejillas con una mano—. Tan diligente y servicial, lindo Jungkookie.

—Hyung...

Taehyung nada más rió ante el tono suplicante, tan patético, acompañado de un sonrojo de su parte. Jimin sonreía con complicidad también, dándole la razón a Taehyung antes de que éste soltara su rostro, no sin antes apretarle los cachetes un poco más. Luego, siendo que ya habían acordado ir a comprar, se despidieron de los perros y salieron del refugio. Encontraron a Hoseok en la puerta, apoyado en su auto mientras revisaba su teléfono; al recibirlos esbozó una sonrisa que se ensanchó aún más cuando notó que Jungkook estaba ahí y, para su sorpresa, se acercó con toda la intención de abrazarlo, aunque se detuvo al llegar a su lado.

—Jeon Jungkookie —pronunció entonces, revolviéndole el cabello con una timidez inusual en él—. No esperaba verte aquí.

—Vine a ayudar a Taehyung hyung.

—Ya veo... ¿vienes conmigo ahora, entonces?

Jungkook asintió con la cabeza.

—¿Te gustaría ir de copiloto? —ofreció el mayor, dedicándole su sonrisa simpática, con hoyuelos y todo—. Estoy seguro de que Jiminie querrá ir con su alma gemela.

Tanto Jimin como Taehyung confirmaron las palabras de Hoseok, e incluso se adelantaron a la respuesta de Jungkook y simplemente abrieron las puertas traseras del auto, acomodándose. Por obvias razones, Jungkook aceptó la propuesta de Hoseok y subió al asiento de adelante, para el agrado del chico. Tras abrocharse los cinturones de seguridad Hoseok encendió el motor y Taehyung le indicó la dirección, mientras tanto Jimin ponía algo de música, y no tardaron en arrancar.

El viaje pasó sin sobresaltos más allá de Taehyung y Jimin deleitándolos con un concierto en vivo desde la parte de atrás, cantando todas las canciones a todo pulmón. Jungkook nada más reía en su asiento, sin intenciones de cantar, pero eso cambió cuando Hoseok pidió una canción que a él le gustaba mucho y no pudo evitar empezar a tararear, luego a cantar en voz más bien bajita y apenas audible. Dejó de cantar, avergonzado, al notar que Hoseok lo miraba de reojo y sonreía, quizá burlándose de él en silencio. De todos modos, pronto llegaron al lugar que había indicado Taehyung, por lo que la música se detuvo en ese momento.

—Jiminie y yo iremos, esperen aquí —indicó Taehyung y así, sin más, se bajaron del auto.

Jungkook miró por la ventanilla del auto hasta perder de vista a Taehyung y Jimin, que entraron a comprar las bolsas de alimento, y luego se giró hacia Hoseok, que estaba observándolo. Al encontrarse sus miradas, el mayor sonrió.

—Se te ve bien, Jungkookie —dijo entonces—. Quiero decir, ignorando los golpes en tu cara, que se ven muy mal. Dejando eso de lado, te ves saludable y relajado. Más animado, incluso.

—¿De verdad?

—De verdad. Hace un rato hasta estabas cantando y sonriendo, creo que es la primera vez que te veo sonreír así, con ganas.

Sus palabras eran sinceras, Jungkook hasta creía intuir cierto alivio en la voz de Hoseok, como si lo alegrara el hecho de que Jungkook hubiera estado cantando una canción y sonriendo. Tal vez por eso sonreía antes, y no porque pensara que Jungkook se veía tonto o ridículo cantando. Él no estaba muy seguro de qué decir sin volver la situación incómoda, por lo que sólo asintió con la cabeza y se permitió sonreír de nuevo.

—Yoongi hyung me había dicho que últimamente estabas pasando mucho tiempo con Taehyung —agregó el mayor, desviando la vista hacia adelante—. Debo admitir que al principio estaba un poco celoso, incluso molesto, porque conmigo no eres tan amistoso como con él... pero ahora que los vi juntos, me siento un poco tonto por eso.

—¿Tonto? —repitió Jungkook, confundido, tratando de ignorar el agudo pinchazo de la culpa—. ¿Por qué te sentirías tonto?

—Entiendo por qué prefieres a Taehyung sobre cualquier persona, incluso Yoongi hyung —dijo Hoseok con simpleza, risueño—. Te hace bien estar con él.

—No es así como dices, hyung —se defendió Jungkook sin entender del todo qué insinuaba Hoseok, pero igualmente dolido por lo que intuía—. Yoongi hyung es la persona más importante para mí... 

—Pero no de la misma forma que Taehyung, me imagino. —Hoseok lo miró por un momento, la intriga bailando en su rostro, luciendo preocupado—. Con Yoongi hyung son como hermanos, ¿o no? Si fuera de otra forma me lo habría dicho... quiero creer que mi mejor amigo me contaría si estuviera enamorado.

Recién entonces Jungkook logró entender a qué se refería Hoseok. ¿Acaso acababa de decir que creía que había algo romántico entre él y Taehyung, había escuchado bien? La mera idea lo hizo enrojecer violentamente, a tal punto que Hoseok lo notó y empezó a reír al confirmar sus locas sospechas erróneas. Lo que Hoseok no estaba teniendo en cuenta al pensar esa locura era que una persona tan increíble como Kim Taehyung jamás estaría con alguien como Jeon Jungkook, porque Jeon Jungkook, tan simplón, no era lo suficientemente especial como para que alguien así de maravilloso se fijara en él. Jungkook y Taehyung eran amigos y nada más, porque ni en sus sueños más locos y disparatados Jungkook era capaz de imaginarse siendo tan afortunado como para ganarse el corazón de alguien como Kim Taehyung. Eso era lo que estaba a punto de explicarle a Hoseok, pero alguien golpeó su ventanilla.

—Oh, Jiminie —pronunció Hoseok mientras Jungkook bajaba el vidrio—. ¿Qué ocurre?

—Ya que tú tienes las llaves del auto, ¿te importaría ir con Taehyungie? Yo me quedo aquí con Jungkook.

—Claro, no hay problema.

Así de rápido, la conversación había quedado suspendida en el aire, Hoseok yéndose con la idea equivocada. Antes de alejarse y desaparecer en la tienda le sonrió con complicidad a Jungkook, como si acabaran de compartir un secreto, pensando algo que no era cierto y estaba muy lejos de serlo. Jungkook soltó un suspiro de frustración, mordiéndose el pulgar en lo que pensaba en la posibilidad de que Hoseok le dijera algo comprometedor a Taehyung en ese rato que estarían a solas, temblando ante la idea. ¿Qué pensaría Taehyung...?

—¿Te encuentras bien, Jungkook?

La voz de Jimin, que ya se había acomodado en el asiento trasero, lo sacó de sus cavilaciones. Todavía medio perdido en sus pensamientos, asintió con la cabeza a la vez que se aclaraba la garganta para responder con un débil "sí"; Jimin le sonrió (lo pudo ver por el espejo retrovisor) y asintió con la cabeza también, entonces se adelantó un poco para poder abrazar el respaldo del asiento del conductor y mirar directamente a Jungkook.

—¿Puedo preguntarte algo? —soltó súbitamente, inclinando la cabeza. Jungkook asintió una vez más—. ¿Qué piensas de Jung Hoseok?

Jungkook se sorprendió, no esperaba eso. No esperaba nada, en realidad, pero lo más posible era que Jimin preguntara qué había entre él y Taehyung, tal vez influenciado por las teorías locas de Hoseok, no cuál era su opinión sobre Hoseok. Miró a Jimin, confundido, porque tal vez había querido decir Taehyung y se había equivocado, pero el chico no se corrigió y Jungkook terminó por comprender que había dicho bien, y él había oído bien también.

—¿De Hoseok hyung? —repitió, para estar seguro.

—Ajá.

—¿Por qué preguntas?

—No puedes responder a una pregunta con otra pregunta, Jeon Jungkook —lo reprendió Jimin con tono burlón—. Sólo los tontos hacen eso.

—Soy un tonto —murmuró Jungkook para sí mismo, rascándose la nuca—. Estaba sorprendido, pensé que preguntarías sobre Taehyung hyung.

—Pregunté sobre Hoseok hyung. Y aún no respondes.

—Creo que es muy buena persona —dijo Jungkook finalmente, certero—. Siempre que nos vemos es muy amable y atento conmigo, como soy amigo de Yoongi hyung y ellos son muy cercanos...

—¿Crees que te trata bien porque eres amigo de Min Yoongi? —inquirió Jimin, mirándolo con escepticismo.

Jungkook dudó, algo en el tono de Jimin le hizo sentir que había respondido mal. Por eso fue que se encogió de hombros a modo de respuesta, aunque terminó por asentir débilmente con la cabeza, porque en realidad sí pensaba eso. A pesar de que Yoongi siempre le decía que Hoseok quería ser su amigo y se preocupaba por él, a Jungkook le daba más la impresión de que Jung Hoseok era amable y estaba al pendiente de él simplemente porque tenían a Yoongi en común.

—Hoseok hyung se preocupa mucho por ti, Jungkook —dijo entonces el rubio, totalmente serio—. Por ti, Jeon Jungkook, no por el amigo de Min Yoongi.

—Lo siento.

—¿Por qué lo sientes?

—No lo sé.

Jimin lo miró por unos segundos, incrédulo. Jungkook no estaba seguro de si acaso lo había ofendido o hecho enojar, pero por alguna razón se sentía culpable... tal vez por dudar de las intenciones de Hoseok, porque sabía que Hoseok era un muy buen chico, le constaba. Sin embargo, Jungkook era desconfiado por naturaleza y estaba acostumbrado a que nadie le prestara atención, por eso le costaba mucho creer que alguien tan popular y extrovertido como Hoseok podría estar interesado en él, que ni siquiera era tan simpático en primer lugar. 

—Disculpa si me estoy pasando, pero... tú de verdad tienes una opinión muy baja de ti mismo, ¿verdad? —adivinó Jimin, hablando casi en un susurro—. Taehyung siempre dice que lo tratas como si fuera un héroe, pero creo que no es eso. Creo que lo tratas como si fuera mejor que tú, superior a ti.

—No... no sé qué decirte, Jimin-ssi. No sé qué quieres que te diga.

—A mí nada, no nos conocemos tanto y sé que estoy hablando de más —se apresuró a decir el mayor, mirando por encima del hombro de Jungkook, hacia afuera—. Pero creo que deberías confiar en él, dejar que se acerque. Hoseok hyung te tiene mucho aprecio... quiere ser tu amigo y ayudarte, Jungkook.

Antes de que Jungkook tuviera tiempo de responder, escuchó las voces de Hoseok y Taehyung, que regresaban con dos bolsas enormes de alimento. La conversación con Jimin también debió quedar suspendida porque ambos bajaron del auto para ayudar a traer las demás bolsas que faltaban, el asunto quedando olvidado entretanto. En lo que Hoseok acomodaba las bolsas en el maletero, Jungkook se permitió observarlo en lo que trataba de procesar lo que Jimin acababa de decirle, intentando hacerse a la idea de que él, el insípido y poca cosa Jeon Jungkook, había rechazado a Jung Hoseok y se había esforzado por mantenerlo lejos porque tenía miedo de salir lastimado, cuando Hoseok nada más quería ser su amigo y estar ahí para él. La culpa le retorció el estómago, se sentía como todo un estúpido.

—¿Pasa algo, Kookie? —preguntó Taehyung al notar lo raro que estaba actuando, colocando una mano en su hombro.

—Sólo estaba distraído, perdona —murmuró él, sonriéndole a Taehyung para tranquilizarlo—. ¿Qué más hay que comprar?

—Por hoy nada, es domingo —le recordó el mayor, abrazándolo por el hombro como siempre hacía—. Durante la semana iremos consiguiendo lo que hace falta.

—Ya, todo listo —anunció Hoseok, llegando a su lado y mirándolos con un gesto sugerente, tal vez todavía pensando que pasaba algo entre ellos—. ¿A dónde vamos ahora?

—En realidad yo tengo que irme a trabajar —dijo Jungkook, viendo la hora en su teléfono—. Si no tomo rápido un autobús llegaré tarde.

—¿Autobús? ¡Nada de eso! —dijo Hoseok con tono de reclamo—. Yo te llevo. Los llevo a todos, para algo tengo auto.

—A nosotros dos nos puedes dejar en mi casa —agregó Jimin—. Así no te demoras y Jungkook puede llegar a tiempo.

Por un momento, Jungkook sintió la mirada de Jimin fija en él y supo que el rubio tramaba algo. No podría jurarlo, pero creía que el plan de Jimin era dejarlos a solas para hablar, lo cual no sonaba tan mal si lo pensaba un poco. ¿Qué mejor oportunidad que esa, en ese momento en el que sentía las emociones a flor de piel, para sincerarse con Hoseok? De modo que, en lugar de negarse e irse por su cuenta como haría en cualquier otra ocasión, aceptó el aventón ofrecido por Hoseok sin rodeos, para sorpresa del dueño del auto, que sonrió como si Jungkook acabara de decirle que había ganado la lotería o algo así.

Una vez más subieron los cuatro al auto, Jungkook ahora en el asiento trasero, con Taehyung casi encima suyo, que le fue agradeciendo todo el camino hacia la casa de Jimin por haber pasado el día juntos y por haber ayudado en el refugio. Cuando llegaron a destino se encargó de saludarlo apretándole las mejillas, como hacía cada vez más seguido, le agradeció una vez más y finalmente se despidió, bajando del auto en compañía de Jimin. Éste, antes de entrar a la casa, le dedicó una última mirada a Jungkook, casi como si le dijera sin palabras que aprovechara la oportunidad para compensar a Hoseok, o al menos eso fue lo que Jungkook sintió que debía hacer.

—Hyung, ¿está bien si me siento adelante? —preguntó Jungkook apenas se encontraron solos.

Hoseok accedió encantado, de modo que Jungkook se bajó del auto para pasarse al asiento del copiloto.

—¿Quieres poner algo de música? —ofreció entonces Hoseok, acercando la mano al estéreo—. Lo que quieras escuchar.

—En realidad... no, no quiero escuchar música ahora mismo.

—Oh, está bien, como prefieras —aceptó el mayor, llevando la mano al volante, listo para arrancar—. ¿Dónde era tu trabajo?

—La gasolinera del puente Yeongdong.

—Muy bien, allá vamos.

Pronto el auto entró en movimiento, dejando atrás la casa de Park Jimin. Jungkook se removió en su asiento, armándose de valor para empezar a hablar, buscando las palabras adecuadas para decir todo aquello que normalmente no diría. Por alguna razón que ignoraba, en ese instante la imagen de Taehyung acudió a su mente de repente. Pensó en cómo había dudado sobre ser su amigo, en el pánico que había sentido cuando notó que estaba empezando a encariñarse y el miedo que tuvo de que esa amistad se esfumara tan fácil como había llegado, lo que solía pasarle cada vez que era honesto sobre la situación con su familia con las personas, que terminaban huyendo espantadas por tanto drama. Recordó también lo diferente que eran las cosas tan sólo un mes atrás, cuando todavía no conocía a Kim Taehyung: se lo había dicho el propio Hoseok hacía un rato, que lo veía bien, más alegre, mejor. Antes de Taehyung... bien, Jungkook no tenía nada positivo en su vida. Ahora... ¿ahora qué?

—¿Te encuentras bien, Jungkook? —preguntó Hoseok de súbito, mirándolo de reojo—. Estás un poco pálido, ¿te marea ir en auto?

—Hoseok hyung, necesito hablar de algo contigo —soltó él, asumiendo que no volvería a tener una oportunidad como esa.

—Está bien, dime.

—Si ahora te contara algo muy personal, ¿estaría bien eso? ¿Estarías dispuesto a escucharlo?

Hoseok se giró por un momento para mirarlo, sorprendido. Rápidamente desvió la vista, porque todavía estaba manejando, pero asintió con la cabeza.

—Puedes decirme lo que quieras, Jungkookie. Puedes confiar en mí.

—Tú quieres que seamos amigos cercanos, ¿verdad? Como lo soy con Yoongi hyung, o como lo son ustedes dos.

—Me gustaría bastante, sí —admitió el mayor, sonriendo con melancolía—. He intentado ser tu amigo todo este tiempo, pero estaba comenzando a rendirme. Me daba la impresión de que no estabas interesado.

—Si te contara esto, que es muy malo, ¿igual querrías ser mi amigo?

—Estás empezando a asustarme un poco... pero me atrevo a decir que sí, sería tu amigo a pesar de eso —respondió Hoseok, deteniéndose en un semáforo, y recién entonces pudo mirarlo bien—. Confío en el juicio de Yoongi hyung y él te adora, no creo que su cariño sea en vano. Sea lo que sea, estoy seguro de que no es tan terrible.

—¿No te irías de mi lado?

—Dios, Jungkook, ¿qué ocurre? —soltó entonces Hoseok, exasperado, mirándolo con dolor justo antes de volver a arrancar—. ¿Quién te lastimó tanto para que seas así de desconfiado ahora? Te prometo que con esto sólo haces que tenga aún más ganas de ser tu amigo.

—Por empezar, mi propio hermano —confesó Jungkook de golpe, señalándose el rostro, con lo que se ganó una mirada de sorpresa e intriga de Hoseok—. Quiero decir, no directamente, pero... pero fue por su culpa. Supongo. Fue por algo que hizo él.

—Cuando conocí a Yoongi hyung, él era muy amigo de tu hermano. Los veía siempre juntos en la universidad —comenzó a decir Hoseok cuando Jungkook fue incapaz de seguir hablando—. Ya desde entonces, Jeon Junghoon era conocido por estar metido en problemas todo el tiempo. La primera vez que lo vi tenía un ojo morado por haber coqueteado con la novia de un tipo muy celoso.

—Suena como algo que Junghoon hyung haría —aceptó Jungkook con resignación, desviando la vista porque no era capaz de mirar a Hoseok a los ojos—. La noche en la que conocí a Kim Taehyung, unos tipos a los que hyung les debía dinero estaban tratando de quitármelo a la fuerza. Esa vez Taehyung hyung pudo ayudarme, pero... digamos que no tuve la misma suerte cuando me los crucé de nuevo el jueves.

—¿Por eso regresaste a tu casa en lugar de seguir quedándote con Yoongi hyung? —inquirió Hoseok en un hilo de voz débil, asustado, a lo que él asintió—. ¿No sabe que te golpearon de nuevo?

—No le digas nada, por favor —se oyó pedir, no podía evitar querer defender a Junghoon—. Creo que si se entera asesinará a mi hermano.

—Aunque le ofrecería ayuda en caso de que quiera hacerlo, guardaré el secreto. Cuando digo que puedes confiar en mí lo digo en serio, Jungkook. De verdad.

Jungkook asintió lentamente con la cabeza, todavía procesando aquel intercambio, y se quedó en silencio por el resto del camino hacia su trabajo. Hoseok no insistió, al parecer esperaría a que él retomara la palabra, por lo que ninguno de los dos habló hasta que el mayor no aparcó el vehículo a unos metros de la gasolinera. Jungkook recordó entonces aquella carta que le había escrito a Taehyung unos días antes y lo nervioso que se había sentido esa mañana, temeroso de que el pelinegro hiciera preguntas al respecto, y el gran alivió que sintió cuando Taehyung no lo mencionó en absoluto, sino que se mostró en más confianza que antes y con eso fue suficiente para los dos.

—Te prometo que hay gente que te quiere, Jungkook. Aunque creas que no por cómo te trata tu hermano, hay personas que sí se preocupan por ti —dijo de repente Hoseok, al mismo tiempo que Jungkook pensaba exactamente lo mismo al recordar a Kim Taehyung—. Yoongi hyung, por ejemplo. Kim Taehyung, es obvio. Y yo.

—Estoy empezando a creerlo...

Hoseok sonrió, apoyando una mano en su hombro y presionando ligeramente, como si tratara de darle fuerzas con aquel simple gesto. Jungkook se permitió suspirar, entonces empezó a contarle toda la historia a Hoseok desde el principio. A medida que hablaba notaba cómo la expresión de Hoseok se volvía sombría, sus ojos llenándose de compasión al mirarlo casi como si quisiera llorar, el apretón en su hombro cada vez más fuerte y, en general, el ambiente volviéndose cada vez más tenso. Jungkook dudó, tal vez Hoseok estaba arrepintiéndose de sus palabras, de haber prometido algo que no podría cumplir... no lo culparía por eso. Sin embargo, cuando Jungkook terminó de explicar la situación, dejando a Hoseok al tanto de cómo estaban las cosas en su vida hasta el momento, Hoseok no parecía espantado, ni siquiera enojado, sino triste.

Entonces, de repente y sin mediar palabra, Hoseok se acercó un poco más y lo estrechó contra sí. Hasta ese instante, Jungkook no se había percatado de lo mucho que necesitaba un abrazo, sino que lo supo al sentir el calor del mayor causando una reconfortante sensación de calidez que había extrañado. Era como volver a ser pequeño, cuando lloraba por cualquier cosa y Junghoon acudía a consolarlo: esa sensación de tener a su hermano mayor con él, cuidándolo, protegiéndolo, haciéndole compañía, preocupándose por él como ya no lo hacía. Y aunque le avergonzaría reconocerlo, en ese momento lloró en brazos de Hoseok. Un poco por nostalgia y la tristeza ante su familia derrumbada, otro poco por alivio por sacarse todo eso del pecho, pero sobretodo porque esa tarde supo con certeza que las cosas podían mejorar si contaba con la ayuda y el cariño de amigos como Kim Taehyung, Min Yoongi y Jung Hoseok en el camino. 

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