O5
Jungkook sabía que Junghoon no estaría en casa cuando llegara, en verdad ni siquiera esperaba encontrarlo. Aún así, cuando entró a la casa aquella noche después de la espontánea cena con Taehyung, una parte de él había deseado con todo su corazón abrir la puerta y ver a su hermano allí, incluso si sólo estaba durmiendo, y mentiría si dijera que no se sintió un poco decepcionado cuando se dio cuenta de que estaba solo. Le dolía, después de todo ese tiempo todavía le dolía.
A fin de cuentas, haber sacrificado pasar la noche con Yoongi para llegar a una casa vacía... no valía la pena. Pero si pensaba que su hermano mayor, la única familia que le quedaba, no valía la pena, sentía un dolor punzante en el pecho que le impedía respirar. Por eso había tenido la ingenua esperanza de volver a su hogar y reunirse con su hermano después de días sin verlo y sin tener noticias de él, por eso se enojaba cada vez que Yoongi y Yugyeom lo regañaban por seguir a su lado, por eso trabajaba en tres lugares a la vez para no dejarlo a la deriva. ¡Junghoon era su hermano! A pesar de todo, era la persona más importante en su vida.
Fue a la mañana siguiente que Jungkook al fin volvió a ver a su hermano después de casi dos semanas. Cuando salía de ducharse y se alistaba para ir a trabajar, Junghoon justo se deshacía de sus zapatillas en la puerta, todavía abierta, tambaleándose como si le costara mantenerse en pie sin sostenerse de las paredes. No pasó inadvertido para Jungkook que su hermano había bebido, era más que evidente, y parecía que se había metido en alguna pelea recientemente a juzgar por el ojo morado y la mejilla cortada.
—¡Jungkookie! —canturreó el mayor al verlo, riéndose como si hubiera algo chistoso en su nombre—. Así que decidiste honrarme con tu presencia después de tanto tiempo, ¿eh?
Jungkook no dijo nada, sino que se limitó a mirarlo fijo, aún secándose el cabello con la toalla de mano. Junghoon terminó de ponerse cómodo y cerró la puerta detrás de sí, adentrándose a la casa en lo que dejaba caer sus llaves y su ropa de calle por ahí. Jungkook ya había notado al llegar la noche anterior lo desordenada que estaba la casa, ropa tirada por todas partes, basura regada por la cocina y trastes sucios, lo cual no le sorprendía considerando que si él no limpiaba su hermano no solía hacerlo.
—¿Dónde estabas? —preguntó de repente Junghoon, dirigiéndose directamente al refrigerador y sacando la botella de jugo.
—En casa de Yoongi hyung —respondió él, disponiéndose a juntar la ropa ajena del suelo—. ¿Y tú?
—Por ahí —dijo con simpleza su hermano, encogiéndose de hombros—. ¿Vas a desayunar antes de irte? Estoy muriendo de hambre.
Quién sabe desde cuándo no come bien, pensó Jungkook.
—Iba a desayunar en la cafetería —explicó tras negar con la cabeza—. Si te bañas rápido puedes venir conmigo.
—Ah, excelente —festejó el mayor mientras guardaba la botella, luego se acercó hasta Jungkook. Apestaba a cigarrillo y alcohol—. Tú invitas, ¿verdad?
—Sí, hyung.
En lo que Junghoon se duchaba, Jungkook se dejó caer en el sillón y ahogó un suspiro, tirando la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados. No era una novedad que su hermano disfrutaba de salir por la noche y terminaba metiéndose en peleas, tampoco que se aprovechara de cualquier ocasión para pedirle dinero prestado, ni nada de lo que hacía, en verdad. Y a pesar de lo mucho que podía frustrarle lo irresponsable que Junghoon era, incluso si sabía que debería de estar enojado con Junghoon por múltiples razones, nada de eso podía eclipsar el hecho de que iban a comer juntos por primera vez en muchísimo tiempo.
O al menos, eso había querido creer por un momento.
—¿Sabes, Jungkook? Me temo que debemos cancelar el desayuno —dijo el mayor ni bien salió del baño, sonriéndole a su teléfono—. Me surgió algo ahora mismo.
Y así, tan pronto como había llegado, Junghoon se iba de nuevo. ¿Qué sería aquello mejor que desayunar con Jungkook para Junghoon? Prefirió nunca saber la respuesta. A pesar de ser tan temprano, Jungkook ya estaba exhausto; supo de inmediato que ese día iba a ser eterno.
Tal como había predicho, estaba teniendo un pésimo día. La cafetería estuvo repleta en todo momento y no tuvo un minuto de paz para sentarse a descansar en toda la mañana, además cuando llevaba apenas unos minutos en la gasolinera tuvo un encuentro muy poco placentero con un cliente grosero que lo maltrató sin una verdadera razón. Todavía no eran las dos de la tarde y Jungkook ya quería que el día acabase o que ocurriera algo, cualquier cosa que pudiera mejorar su humor al menos un poco.
De repente, oscuridad: unas manos le habían cubierto los ojos.
—Adivina quién soy —pronunció una voz inconfundible a su espalda.
Por supuesto, Jungkook supo de inmediato quién era el dueño de esa voz. Era imposible no reconocerlo, desde la voz grave y el leve acento de Daegu, hasta el aroma frutal y dulce que desprendía, además de la risita tonta que soltó en cuanto Jungkook pronunció su nombre en un susurro. Kim Taehyung. No podía ser otro, por supuesto. Kim Taehyung, el ángel que ya lo había salvado y que parecía empeñado en volver a hacerlo cada vez que sus caminos se cruzaban, era quien había quitado las manos de sus ojos y le dedicaba una sonrisa cuando Jungkook se dio la vuelta para mirarlo y admirarlo en todo su esplendor.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó, sorprendido.
—Moví algunos hilos, y con eso quiero decir que busqué en el sistema de Patitas el número de Min Yoongi y lo soborné con croquetas especiales para Holly a cambio de información, y supe que trabajabas aquí —dijo el chico con total simpleza, visiblemente orgulloso de su hazaña—. Quería venir a verte. Además, traje algo.
Recién entonces, cuando Taehyung lo mencionó, Jungkook notó la bonita bolsa de pastelería que colgaba de la muñeca ajena. Imaginaba que lucía sorprendido y confundido todavía por la risita burlona que dejó salir Taehyung, que ahora le ofrecía la bolsa.
—Es para ti —agregó el recién llegado—, tómala.
Jungkook acató la orden y tomó la bolsa con algo de timidez, sin estar seguro de por qué el mayor estaba regalándole algo. No obstante, ante la mirada expectante del contrario, aceptó el obsequio y saco de la bolsa una caja que rápidamente abrió para ver qué contenía dentro. Lo que encontró fueron seis cupcakes de distintos colores y decoraciones, todos con muy buena pinta, y no pudo evitar sentirse infinitamente conmovido y agradecido ante el gesto.
—Sé que unos cuantos cupcakes no son la gran cosa —empezó a decir Taehyung ante su falta de reacción—, pero te dije que iba a compensarte por lo de anoche.
¿De eso se trataban aquella visita inesperada y aquel regalo, entonces? Jungkook no sabía si reír o llorar. ¿De verdad Kim Taehyung acababa de tomarse todas esas molestias para ir a verlo nada más porque tenía la tonta y equivocada idea de que había hecho algo malo la noche anterior y debía compensarlo por eso? Cada vez estaba más convencido de que aquel chico en verdad era un ángel, no podía ser de otra manera. Al darse cuenta de los problemas que había causado por dejarse ganar por las emociones la noche anterior, es decir, causar que el bondadoso Taehyung se sintiera tan culpable como para verse obligado a hacer todo eso y tener ese gesto innecesario (muy dulce, pero innecesario) con él, se sintió como un verdadero tonto.
—En verdad no debiste, hyung —dijo finalmente—. Siento que no me merezco algo tan lindo, no puedo aceptarlo...
—Esa es la cosa más tonta que he escuchado hoy.
—La cosa más tonta que he escuchado hoy es que creas que tienes que compensarme cuando no hiciste nada malo en primer lugar —se defendió Jungkook—. ¡Venir hasta aquí para traerme un regalo que no merezco! Eso es tonto.
—¿Que no mereces? ¡Tú sí que eres tonto! —contraatacó Taehyung, dándole un golpe suave en el hombro—. Jeon Jungkook, soy dos años mayor que tú... he estado en este planeta más tiempo, he vivido y conocido más cosas, y te digo que lo que dices es muy tonto. Deberías hacerme caso porque soy más sabio y experimentado que tú por dos años enteros.
—Muy bien, retiro lo dicho anteriormente —soltó Jungkook tras escuchar aquel discurso, y Taehyung sonrió—. Es oficial, lo que acabas de decir es la cosa más tonta que he escuchado. No sólo hoy, sino en todo el mes.
—¡Oye! —reclamó el mayor llevándose una mano al pecho, exageradamente ofendido—. Sólo... deja que te consienta un poco, me sentí culpable por ponerte triste anoche. ¿Por favor?
Jungkook volvió a protestar, porque quería hacerle entender a Taehyung que en verdad no había hecho nada malo y que todo eso era ridículo, que no tenía que compensarlo ni mimarlo ni nada de eso que estaba pensando que debía hacer. Taehyung, entonces, sacó un cupcake de la caja y se lo estrelló en el rostro sin siquiera parpadear, llenándole la nariz y los labios de crema mientras se reía como un niño haciendo una travesura. Al ver la expresión de sorpresa que puso él rió aún más, y pronto Jungkook se encontró riéndose también.
—Lo siento, pero te lo merecías por terco —se defendió Taehyung, devolviendo el cupcake a la caja en lo que Jungkook se limpiaba el rostro—. A partir de ahora haré lo que quiera y tú lo vas a aceptar porque ya viste de lo que soy capaz.
—Muy bien, muy bien —se rindió Jungkook, levantando las dos manos en señal de paz—. ¿Qué quieres hacer, entonces?
—Ahora mismo, quedarme y hacerte compañía un rato antes de irme al trabajo.
—¿Quedarte aquí, en serio? —preguntó Jungkook, sin creer lo que escuchaba—. ¿Quieres gastar tu tarde aquí, viéndome llenar los tanques de los autos?
—No me hagas tirarte otro cupcake a la cara, Jeon Jungkook.
Jungkook terminó por aceptar sin objetar nada más.
Al amable Kim Taehyung no parecía molestarle que Jungkook fuera más bien silencioso y muy malo conversando, incluso hasta logró hacerlo hablar más de lo normal. A él, por su parte, Kim Taehyung le parecía de lo más cautivador: cuanto más lo escuchaba hablar, más se convencía. Las historias sobre el refugio, los proyectos en los que se involucraba, sus intereses variados, el cariño con el que hablaba de sus amigos y de su familia, todo resultaba fascinante. Y lo que más le llamó la atención sobre el chico era que parecía ser una persona feliz, muy feliz. A Jungkook le resultaba extraño, ¿qué era lo que alguien tan alegre y positivo podía ver de bueno o interesante en alguien como él, tan ordinario y sin nada especial para ofrecer? ¿Por qué Taehyung quería ser amigo de él entre todas las personas del mundo? No terminaba de entenderlo, pero se encontró deseando que el pelinegro no cambiara de opinión.
Pasado un rato, Taehyung tenía que irse. Aunque Jungkook se ofreció a pagarle el taxi, Taehyung se negó y lo amenazó con volver a atacarlo con un cupcake si se atrevía a ofrecerle algo así la próxima vez. Derrotado, Jungkook se limitó a agradecer una vez más por el regalo al momento de despedirse, y observó cómo el chico comenzaba a caminar hacia el paradero de autobús. Sin embargo, tras caminar unos pocos metros, Taehyung se dio la vuelta y regresó sobre sus pasos.
—¡Casi lo olvido! —exclamó una vez que estuvieron frente a frente—. Como sabes, el domingo es nochebuena... me habías dicho que no tienes planes todavía, ¿cierto?
Jungkook asintió con la cabeza.
—Tengo esta pequeña tradición de hacer fiestas con mis amigos en esta clase de fechas... Y como siempre, haremos una este domingo —explicó entonces Taehyung—. ¿Te gustaría venir?
—Realmente no sé si deba, no conozco a tus amigos...
—Ya les avisé que quería invitarte, a todos les pareció bien —dijo el mayor—. Si eres mi amigo eres amigo de ellos también, no te preocupes por eso. Si no quieres venir solo puedes invitar a Min Yoongi y a Jung Hoseok, ¡hasta pueden traer a Holly!
—¿Estás seguro? —preguntó él, dudando—. No soy precisamente... simpático.
—¡Claro que lo eres! —se apresuró a contradecirlo Taehyung—. Tenemos que pulir un poco aquí y allá, trabajar en tu timidez, ¡pero podemos hacerlo! Me gustaría mucho que vinieras, sería como hacer la amistad completamente oficial.
Jungkook se mordió el labio, considerándolo seriamente. No era que estuviera haciéndose de rogar ni nada de eso, y en realidad no quería volver a pasar otra festividad solo, esperando un milagro de parte de Junghoon. Además, quería ir porque Taehyung se lo pedía, porque era su nuevo amigo y se mostraba tan amable y considerado con él, tan atento, que sencillamente no podía decirle que no. Porque después de ese rato que había pasado en compañía del mayor, de repente se daba cuenta de que quería repetirlo; quería conocerlo mejor, quería verlo de nuevo, quería pasar más tiempo con él, quería sentirse así de querido una vez más.
—Te veo ceder —canturreó Taehyung, sonriendo—. Préstame tu teléfono, anotaré la dirección y todo eso, ¿sí? Espero verte ahí.
✿✿✿
Por primera vez en meses, Jungkook había tenido el día libre gracias a que era nochebuena y no dudó en dedicarse el día entero a dibujar como hacia tiempo no lo hacía. Aunque al principio le costó encontrar inspiración, pasado un rato se hallaba haciendo garabatos y antes de darse cuenta las líneas aleatorias comenzaban a tomar forma. Al contemplar su trabajo finalizado no pudo contener el asombro, sonrojándose hasta las orejas. No lo había hecho deliberadamente, mas al ver los ojos afilados, la sonrisa cuadrada, las cejas pobladas... lo supo sin lugar a dudas, aquel chico que le sonreía desde el papel era Kim Taehyung. No comprendía por qué acababa de hacer un dibujo así, pero después de pensarlo por unos minutos asumió que sería porque durante esa semana Kim Taehyung había sido una visita frecuente en la gasolinera, había ido a verlo a cada tarde, y logró calmarse, quedando más o menos conforme con esa explicación.
Además, ese día era la fiesta de navidad a la que Taehyung lo había invitado y él, incluso si quisiera negarlo, había pasado toda la tarde pensando en eso. No sabría decir qué era ese sentimiento que se había anidado en su estómago cuando recibió la invitación y que no había hecho más que crecer conforme avanzaba la semana, lo único que sabía era que en lo que se hacía la hora se volvía cada vez más fuerte. Tal vez era algo a medio camino entre los nervios y la anticipación, el miedo, las ansias. Estaba tan asustado como emocionado por la dichosa fiesta, la verdad era esa, porque estaría rodeado de gente que no conocía y no sabía manejarse entre extraños, pero sería la primera vez en años que pasaría esa fecha en compañía de alguien que en verdad quería su presencia allí, contrario a Junghoon, y era precisamente Kim Taehyung, el ángel.
Fuera lo que fuera aquel desconocido sentimiento, que con el pasar de las horas se fue intensificando, Jungkook tenía que ignorarlo porque ya casi era hora de irse. Ducharse y elegir un atuendo fue más difícil de lo que había imaginado, pero logró cumplir con aquella importante misión justo a tiempo para cuando Yoongi y Hoseok llegaron a buscarlo, el mayor cargando a Holly en brazos y Hoseok llevando un pastel.
—¡Wow, Jeon Jungkookie! —exclamó Hoseok apenas lo vio, dedicándole una sonrisa enorme—. ¡Qué apuesto!
—¿Ya estás listo? —preguntó Yoongi, intentando disimular la sonrisa.
Jungkook asintió con la cabeza nada más, tomó un abrigo y las bebidas que había preparado y finalmente estuvo listo para salir. En la calle estaba aparcado el auto de Hoseok, el conductor asignado para la noche, y tras guardar las botellas en el maletero salieron rumbo a la dirección que Taehyung le había dado aquel día en la gasolinera, muy cerca del refugio. El viaje fue corto y ameno, la mayor parte la pasaron nada más escuchando las canciones navideñas que pasaban en la radio, Jungkook sintiéndose cada vez más emocionado y menos nervioso a medida que se acercaban al lugar.
Cuando llegaron y tocaron el timbre, Jungkook pensó en lo extraña que era todo. No veía a su hermano hacía casi una semana, las dos personas a su lado parecían preocuparse más por él y quererlo más que el propio Junghoon, y estaba a punto de entrar a la casa de un desconocido a rodearse de aún más desconocidos para una fiesta que solía encantarle de pequeño y ahora odiaba nada más porque no se atrevió a decirle que no al chico bonito que le había salvado la vida y lo trataba con mucha amabilidad. Sólo él podía meterse en una situación así. Al abrirse la puerta, él parecía un loco aguantándose la risa.
—¿Hoseok hyung? —pronunció el chico bajito y atractivo que les había abierto, su rostro iluminándose entero—. ¡Hola!
—¡Jiminie! —exclamó a su vez Hoseok, su sonrisa ensanchándose también—. Me alegro mucho de verte.
—Yo igual, en serio —aseguró el chico, y luego se giró hacia Yoongi y Jungkook—. Ustedes deben ser Min Yoongi y J-
—¡Jungkookie! —exclamó una voz familiar, interrumpiendo al chico, y Taehyung apareció detrás suyo—. ¡Viniste! Pasen, pasen.
Con esto, Taehyung y su amigo se apartaron de la puerta y ellos tres pudieron entrar. No pasó desapercibida para Jungkook la manera en la que Hoseok y el chico bajito se vieron cuando conectaron miradas ni la risita burlona que soltó Yoongi a su lado, también testigo de aquel intercambio recargado de palabras no dichas. Taehyung también sonreía y le guiñó un ojo a Jungkook, que se sintió un poco tonto al ser el único que, aparentemente, no sabía lo que estaba pasando entre esos dos. Se sintió aún más fuera de lugar cuando Taehyung pasó un brazo alrededor de su hombro, abrazándolo y atrayéndolo hacia sí una vez que estuvieron todos adentro.
—Jungkookie, déjame presentarte —dijo entonces—. Él es mi mejor amigo, Park Jimin. Jimin, él es Jeon Jungkook, y su amigo Min Yoongi. A Hoseok ya lo conoces...
—Es un gusto conocerlos, chicos —saludó cordialmente Park Jimin, sonriéndoles con dulzura—. He oído mucho sobre el famoso Jeon Jungkook estos últimos días.
—Cosas buenas, espero.
—Sólo tengo cosas buenas que decir sobre ti, Jeon Jungkook —aseguró Taehyung, fortaleciendo el abrazo—. Ven, voy a presentarte a los demás.
Antes de darle tiempo de responder Taehyung ya lo estaba llevando hacia la sala donde se encontraba la fiesta, dejando atrás a Yoongi y Hoseok, que siguieron a Jimin hacia la otra punta. Por alguna razón, de todas formas, Jungkook no se sintió incómodo; sabía que estaría a salvo siempre y cuando contara con la presencia de Taehyung.
La casa en la que estaban se encontraba decorada muy acorde a la fecha, por supuesto, con un árbol rodeado por muchos regalos en el centro, cerca de la chimenea, y luces y guirnaldas por doquier. Había también algunos muérdagos colgados aquí y allá. Y, claro, había gente, aunque no tanta como había creído que habría. Jungkook se imaginaba que Kim Taehyung era la clase de persona amistosa que tenía cientos de amigos, pero en esa sala no habría más de veinte personas. No era un número pequeño, pero cuando Taehyung dijo "fiesta", él se imaginó algo mucho más salvaje y numeroso. Más que una fiesta, parecía una especie de reunión íntima, más si notaba la forma tan cercana y familiar en la que todos los presentes se trataban. La idea de estar en una reunión tan exclusiva hizo que Jungkook se sintiera... especial.
El ambiente era tranquilo, todos hablaban y comían, tal vez cantaban a la par de los clásicos navideños, un chico afinaba una guitarra mientras hablaba con Yoongi, Hoseok, Jimin y otro muchacho mucho más alto que los demás. Taehyung fue señalando uno a uno a sus amigos, diciéndole a Jungkook los nombres de cada uno, aunque no pudo retener muchos más allá de los que ya había escuchado antes (Kim Minjae, compañero de trabajo, Kim Namjoon, el primo favorito, Kim Seokjin, el de la guitarra, y Choi Minho y Park Seojoon, compañeros del refugio). Una vez que terminó con eso, simplemente dijo en voz alta y clara "él es Jungkookie" para que todos se enterasen y, así de fácil, todos habían sido oficialmente presentados. No fue tan terrible como Jungkook había imaginado, lo cual era un alivio.
—¿Quieres tomar o comer algo? —preguntó entonces Taehyung—. ¿O quieres ir a sentarte? Pídeme lo que quieras.
—Trajimos bebidas y un pastel —soltó él de repente, recordándolo ante la oferta—. ¿Debería traerlo todo?
—Tenemos suficiente aquí, cariño —lo tranquilizó Taehyung, negando con la cabeza—. Pero si se terminan las reservas vamos a buscar lo que trajeron. ¿Quieres ir con tus amigos un momento? Yo ya vuelvo.
Jungkook aceptó ya que no tenía muchas otras opciones, y se acercó a donde Yoongi y Hoseok estaban, todavía hablando con el chico de la guitarra y con el,, ahora sabía, primo de Taehyung. El chico de la guitarra, Seokjin, estaba explicando algo sobre unas partituras en ese momento, aunque se interrumpió al notar que Jungkook llegaba hacia ellos.
—Al fin conozco al famosísimo Jeon Jungkook —pronunció, sonriéndole como si de verdad lo hubiera estado anticipando—. Es un placer. Yo soy Kim Seokjin, tu anfitrión por hoy.
—Tienes una casa muy bonita —dijo él, no por quedar bien, sino porque realmente lo creía—. Gracias por invitarme.
—Aw, Taehyung no mentía cuando dijo que eres adorable —soltó el dueño de casa, sonriendo—. Gracias a ti por venir, Jungkook. Me alegra que estés aquí.
—Disculpa —pronunció Park Jimin, llamando su atención—, ¿Taehyung fue a buscar sus regalos?
—¿Regalos?
—Ah, cierto, se me olvidaba que está es tu primera fiesta con Taehyung —recordó el más bajo, dándose un golpe suave en la frente.
—Taehyung suele preparar un regalo pequeño para todos cuando nos reunimos en días festivos —le explicó Kim Namjoon—. Usualmente son dulces de la pastelería donde trabaja.
—No tenía idea...
—Jiminie me había dicho algo al respecto —intervino Hoseok, sonriendo, y el chico le devolvió el gesto.
—Eso es muy tierno de su parte —agregó Yoongi, y frunció el ceño—. ¿Es así de feliz y tierno todo el tiempo?
—Sí, lo es —confirmó Namjoon, riendo—. Ah, miren, ahí viene.
Cuando Namjoon dijo eso, los seis se giraron hacia la escalera, de donde bajaba Taehyung en compañía de su compañero de trabajo cargando dos cajas, una cada uno. Suponía que ahí llevaban los regalos, algo que Jungkook todavía estaba tratando de procesar porque no podía creer lo dulce que era que Taehyung tuviera ese gesto en cada fiesta con sus amigos. Los demás presentes no tardaron en notar su presencia y empezaron a aplaudir y celebrar, sacándole una sonrisa de esas cuadradas, muy bonita. Una vez que llegaron al centro de la sala Taehyung se aclaró la garganta, luego apoyaron los dos las cajas en la mesita de café e hicieron reverencias muy pronunciadas al mismo tiempo que alguien bajaba el volumen de la música.
—¡Feliz navidad para todos, mis amores! —exclamó Taehyung al incorporarse—. Como saben, llegó ese momento de la fiesta.
—¡Regalos! —gritó alguien desde alguna parte de la sala, haciéndolos reír a todos.
—¡Regalos! —repitió Taehyung, y se giró hacia su acompañante—. Jae, ¿me ayudas a repartirlos, por favor?
—Con gusto, cómo no —respondió con el mismo tono solemne exagerado que Taehyung había estado usando, y abrió la caja, sacando una bolsita de colores—. La primera... me la quedo yo.
Todos se rieron por la broma de Minjae. Jungkook contemplaba la escena entre sorprendido y maravillado, le costaba un poco imaginarse lo que se sentía tener algo así, tan ajeno a lo que él acostumbraba. Entonces Taehyung y Minjae empezaron a arrojar las bolsas de colores a cada uno de los presentes y Jungkook los observó con un poco de envidia al verlos recibir sus respectivos regalos con total naturalidad, realmente acostumbrados a ese trato tan especial que el chico les daba. No tenían idea de cuán afortunados eran.
—¡Jin hyung, nuestro buen anfitrión! —llamó Taehyung, y arrojó la bolsa en su dirección—. ¡Namjoonie hyung, nuestro activista favorito!
Así, uno a uno, todos fueron recibiendo una bolsita. Incluso Hoseok y Yoongi recibieron las suyas, cortesía de Minjae ("a los dos amigos nuevos que no conozco", había dicho al arrojarles sus respectivos regalos, para sorpresa de Jungkook). Al final quedaba sólo una sola bolsa por entregar y Jungkook era el único que no había recibido una. Al notarlo se sintió expuesto, como si todos estuvieran viéndolo y esperando por su reacción a recibir su primer regalo, todos los ojos puestos en él. Taehyung, sin embargo, no le arrojó la bolsa, sino que se encaminó hacia donde estaba él, acercándose con una sonrisa dulce, sutil.
—A ti no te quería lanzar tu primer regalo —le confesó al llegar a su lado—. Pero aquí lo tienes, el primero de muchos —agregó, sonriendo mientras le entregaba la bolsa—. Espero que te guste.
Con una leve inclinación de cabeza, Jungkook aceptó la bolsa y se dispuso a abrirla con rapidez, invadido por la curiosidad. Se encontró con un cupcake de chocolate cubierto con frosting blanco, encima tenía un dibujo de un conejo y un pequeño corazón. Se vio obligado a levantar la vista del dulce para mirar a Taehyung, confundido, porque había mirado de reojo los regalos de sus amigos y estaba seguro de que ninguno tenía frosting blanco ni conejos, o al menos no los que había llegado a espiar. ¿Acaso Kim Taehyung había hecho cupcakes personalizados para todos, era eso posible...?
No puede ser, pensó Jungkook. Es demasiado tierno.
—No sé qué decir, esto es tan lindo —balbuceó, tan conmovido que no lograba reaccionar—. Yo... gracias, hyung. De verdad.
—Feliz navidad, Jungkookie —dijo entonces el mayor, sonriendo con dulzura al pellizcarle una mejilla—. Y bienvenido a la familia.
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