O3
Cuando Yoongi le había dicho que irían a un lugar el sábado por la mañana, lo último que Jungkook imaginó fue que terminarían en la entrada de un refugio para animales. Pensó en ir de compras, a comer a alguna parte, tener un picnic, incluso jugar basketball cerca del río Han. Se armó varios escenarios distintos, pero ninguno de esos era en un refugio. Tal parecía que Jung Hoseok al fin había logrado convencer a Yoongi de adoptar un cachorro, después de meses de insistirle para que se consiguiera una mascota y así "llenar el vacío" en su departamento, porque se encontraban los tres en la entrada de un tal lugar llamado Patitas. Curiosamente, eso no fue lo más sorprendente que pasó ese día, sino que la verdadera sorpresa se la llevó al entrar al lugar.
Aunque lo había visto una sola vez, Jungkook sabía muy bien quién era ese chico parado al otro lado del mostrador, así como sabía también que nunca sería capaz de olvidar su rostro; aquel muchacho que lo miraba sorprendido era inconfundible para él. Después de todo, era difícil que se olvidara del rostro bonito de Kim Taehyung, la persona que había salvado su vida tan sólo dos noches atrás. De todas maneras, e incluso si había pasado los últimos dos días pensando en Kim Taehyung casi sin parar, en ningún momento creyó que volvería a verlo. No tan pronto ni en una situación tan diferente a su primer encuentro, al menos, y a juzgar por la expresión en su rostro, Kim Taehyung tampoco esperaba verlo allí. Teniendo en cuenta que se habían conocido en un callejón de mala muerte durante una situación muy turbia... sí, era normal que ambos se mostraran sorprendidos por encontrarse en un refugio para animales dos días más tarde.
—Buenos días —pronunció repentinamente una voz grave, llamando la atención de todos—. ¿En qué los puedo ayudar?
Jungkook salió del trance al escuchar el saludo del recién llegado, entonces se dio la vuelta para encontrarse con el dueño de aquella voz (Choi Minho, según la etiqueta en forma de huella de perro en su camiseta) conversando con sus amigos sobre las políticas de adopción del lugar. Jungkook en verdad quería escuchar lo que aquel chico apuesto les estaba diciendo porque era información útil y valiosa, pero sus sentidos estaban puestos en algo más. Incluso si no podía verlo de frente desde donde se encontraba parado, podía sentir la mirada fija de Kim Taehyung en él, quemándolo y monopolizando toda su atención, haciéndolo incapaz de concentrarse en nada más.
¿Debía saludarlo, estaría eso bien? ¿Estaría Kim Taehyung esperando a que lo hiciera? ¿Qué se suponía que debía decirle si lo hacía? Jungkook no era el mejor relacionándose con gente nueva más allá de cobrar en la tienda o tomar una orden en la cafetería, en la gasolinera apenas si hablaba con los clientes, y su abanico de escasas interacciones sociales no cubría encontrarse de nuevo con el chico que lo salvó de recibir la paliza del siglo en un callejón oscuro de todos modos. Tampoco estaba seguro de poder mantener una conversación con alguien así, cuando en el fondo sentía que le debía devolver el favor, incluso de forma simbólica, o algo así. Que Kim Taehyung lo mirase con ese gesto de absoluta sorpresa no ayudaba mucho, aunque intuía que él tendría una expresión parecida también.
—Jungkookie —lo llamó Hoseok de repente mientras lo tomaba del hombro—, ¿vienes?
—¿Uh? —balbuceó él, girándose para mirar al mayor—. ¿Ir a dónde?
—A elegir un perro, tonto —dijo Hoseok entre risitas—. ¿No estabas escuchando?
—Ah, eh, sí. Sí, lo siento. Vamos.
—Muy bien, mi compañero los llevará —informó Choi Minho, dedicándoles una sonrisa radiante antes de girarse hacia Kim Taehyung—. Hey, ¿Taehyungie?
—Uh, ¿sí?
—¿Podrías llevarlos, por favor? —pidió Choi Minho—. Sangchu sigue un poco decaída, no quiere comer si no se lo doy directamente en la boca...
—Oh, sí, sí, ve con ella —se apresuró a decir Kim Taehyung.
Jungkook empalideció un poco cuando divisó por el rabillo del ojo a Kim Taehyung acercándose a ellos, la mueca de sorpresa aún haciendo sombra en su rostro. Tras aquel intercambio, Choi Minho desapareció por donde había llegado antes, aunque Jungkook se encontraba más atento a los movimientos de Taehyung como para estar seguro de eso. En ese momento, Kim Taehyung se encontraba parado frente a Yoongi y Hoseok, un paso por delante de Jungkook, mirándolos fijo y sin decir nada, relamiéndose los labios. Jungkook, incómodo, tragó saliva luego de que el chico abriera la boca para decir algo que terminó guardándose al cerrarla de nuevo.
—Hola —dijo finalmente Kim Taehyung, haciendo una reverencia algo torpe—. ¿Cómo están?
—¿Bien...? —medio aseguró, medio preguntó Hoseok, ajeno a la situación—. ¿Y tú? ¿Estás bien?
—Muy bien, gracias.
Yoongi carraspeó luego de que Taehyung se quedara en silencio, simplemente mirándolos con una sonrisa sutil. Fueron unos cuantos segundos de silencio incómodo y pura agonía en los que los cuatro intercambiaban miradas extrañas sin saber bien qué decir, Jungkook mortificado al pensar que, de cierta forma, era un poco su culpa. Era evidente que había incomodado a Kim Taehyung.
—¿Vamos a ir a ver a los perros? —preguntó Yoongi de súbito, salvándolos a todos de la situación tan incómoda.
—¡Oh, sí, disculpen! Síganme, es por aquí —indicó finalmente el anfitrión, y los tres lo siguieron a través de un pasillo—. Cachorros, ¿verdad?
—¡Sí! —respondió Hoseok.
—Y si es posible, pequeños —agregó Yoongi.
—¿Departamento? —preguntó Kim Taehyung, mirando a Yoongi de reojo mientras avanzaban, y éste asintió—. Los cachorros están al fondo del pasillo.
Mientras Kim Taehyung hablaba con Yoongi y Hoseok, Jungkook aprovechó para ir mirando a través de las puertas transparentes del pasillo, viendo a los animales detrás de éstas: gatos, aves, conejos y, por supuesto, perros. Kim Taehyung se detuvo frente al último compartimiento del pasillo, sacando un manojo de llaves del bolsillo, a través de la puerta se podía apreciar a simple vista a unos cinco cachorros durmiendo, comiendo o jugando entre ellos. Jungkook los observó detenidamente en lo que el más alto elegía la llave correcta y la metía en la cerradura.
—Son adorables, ¿verdad? —preguntó sonriente Kim Taehyung—. ¿Quieren pasar?
—¿Sí se puede? —preguntó Hoseok, ilusionado—. ¡Por favor!
Kim Taehyung le dedicó una sonrisa a Hoseok, entonces destrabó la puerta y se adentró en la habitación, seguido de cerca por ellos tres. En menos de un segundo los cachorros notaron su presencia y comenzaron a rodearlo, parándose en dos patitas o revolcándose frente a él para llamarle la atención y ganarse alguna caricia. Él no se hizo de rogar mucho, los miró a todos con una enorme sonrisa cuadrada y, aparentemente olvidándose de la presencia de Jungkook y los demás, se agachó y se dispuso a repartir un poco de cariño para cada uno de los cachorros, dejando que lamieran y mordieran sus manos y rostro como quisieran. Jungkook se dio cuenta de que estaba sonriendo ante la escena cuando se giró a mirar a Yoongi y éste lo miró con curiosidad, sonriendo también inmediatamente después. Jungkook se sonrojó, no sabía por qué pero se sentía avergonzado.
Kim Taehyung, mientras tanto, seguía en su mundo, ignorando la presencia del resto por completo. Hoseok se acercó a él para comenzar a mimar a los cachorros también, acto con el que Taehyung pareció recordar que no estaba solo. Tras disculparse en voz baja se puso de pie y los invitó a conocer a los perritos, ante lo cual tanto Jungkook como Yoongi se agacharon para acercarse a los cachorros. Jungkook repartía caricias por igual a dos de ellos, mientras tanto Hoseok jugaba con otros dos; Yoongi, en cambio, los observó a todos uno por uno y terminó por acercarse al único que seguía durmiendo sin importarle que estuvieran ahí. Se trataba de una cosita diminuta cubierta de rizos de color chocolate, más parecido a una nube que a un perro.
—Esos dos son Ramen y Yuki —indicó Kim Taehyung, señalando a los dos perritos que jugaban con Hoseok—, ellos Coco y la linda Soju —agregó, señalando a los que cargaba Jungkook, para finalmente señalar al que aún dormía—. Aquel amiguito holgazán se llama Holly.
Yoongi asintió con la cabeza sin despegar la vista de Holly, totalmente perdido en el pequeño animal. Luego de acariciarlo unos pocos segundos se giró a mirar a Kim Taehyung.
—Me lo llevo.
Unos minutos más tarde se encontraban de nuevo en la entrada, Yoongi rellenando papeles y escuchando atentamente a Choi Minho mientras éste le daba algunas instrucciones. Hoseok estaba parado a su lado, escuchando con atención también, sosteniendo a Holly en brazos. Jungkook, por su parte, se había quedado unos pasos atrás, manteniendo la vista fija en la nada misma en lo que esperaba por Yoongi y Hoseok para ir a comer a casa del último, como habían acordado anteriormente.
—¿Jeon Jungkook-ssi?
Al escuchar su nombre se sobresaltó ligeramente, viéndose obligado a sacudir la cabeza y parpadear para volver a activar los cinco sentidos. De nuevo en el mundo real, se volteó para encontrarse frente a frente con Kim Taehyung, quien lo miraba con una expresión que parecía de duda. Jungkook lo miró también, a la espera de que dijera algo, así los dos permanecieron en silencio por unos segundos, observándose sin decir nada. ¿Debía hablar primero? Tal vez Kim Taehyung estaba esperando a que le agradeciera de nuevo, algo que en verdad quería hacer pero le causaba un poco de vergüenza. Jungkook siempre había sido tan torpe e incómodo en presencia de desconocidos... sobretodo en un caso tan particular como ese, el desconocido siendo ni más ni menos que la persona que acababa de salvarle la vida. Que Kim Taehyung fuera tan apuesto y simpático sólo hacía que todo fuera el doble de difícil para el simple mortal Jeon Jungkook.
—No pensé volver a verte tan pronto —dijo al fin el chico, dedicándole esa sonrisa fugaz que ya había visto antes—. Tus heridas se ven un poco mejor, ¿te duelen todavía?
—Sólo la del labio —murmuró él en respuesta, aclarándose la garganta antes de elevar el tono de voz a uno más normal—. No es tan grave.
—Me alegra oír eso —contestó el contrario, manteniendo la sonrisa—. No se ven tan terribles como creí la otra noche, eso es bueno. No tardarán mucho en irse las marcas.
—Uh, eso espero.
Kim Taehyung asintió con la cabeza, y Jungkook intentó pensar en algo más que decir, aunque no se le ocurrió nada. El chico lo miraba con aquella sonrisa amistosa, una invitación a dejar de sentirse tan incómodo y torpe, pero era difícil para alguien tímido y desconfiado como Jungkook. En ese momento, se encontró deseando que Yoongi terminara rápido con el asunto del papeleo, o incluso que Hoseok volviera a la carga con sus intentos efusivos de amistad para poder escapar de aquella situación.
No era como si la presencia de Kim Taehyung fuera lo que lo incomodaba... pero sí era eso. Jungkook se sentía eternamente en deuda con aquel chico, la presión de estar frente a él terminaba siendo casi insoportable. Kim Taehyung lo había salvado de una paliza, se había ganado unos cuantos golpes por protegerlo, le había abierto las puertas de su casa y hasta había curado sus heridas a pesar de no conocerlo y no saber si acaso Jungkook era de confianza o no. Eso era algo que no cualquiera haría. Kim Taehyung lo había ayudado sin pedirle nada a cambio y Jungkook no tenía idea de cómo compensarlo, más sabía que un simple agradecimiento nunca sería suficiente.
—Es un perrito muy dulce Holly —dijo de repente Kim Taehyung, ganándose una mirada confundida de parte de Jungkook—. También es súper cariñoso, aunque es tímido —agregó, sonriendo—. Espero que tu amigo lo cuide bien.
—Jungkookie, ¿vamos?
Una vez más, Jungkook se sobresaltó al escuchar su nombre ser llamado y al sentir una mano posándose sobre su hombro. Al apartar la vista de Kim Taehyung se encontró con Hoseok, que lo miraba sonriente, sosteniendo todavía a Holly, que ahora lucía un llamativo collar amarillo. Yoongi aguardaba detrás de él, acomodando los papeles que acababa de revisar en una carpeta que luego guardó en su mochila. Jungkook terminó por salir del trance y asintió luego de que Hoseok repitiera sus palabras, entonces se volvió a mirar a Taehyung.
—Adiós, Holly —pronunció el chico, sonriendo en dirección al pequeño animal, para luego girarse hacia Jungkook—. Me dio gusto verte, también. Espero que te mejores pronto, Jeon Jungkook-ssi.
—Gracias, Kim Taehyung-ssi —respondió él, asintiendo con la cabeza a modo de despedida antes de salir detrás de sus amigos.
✿✿✿
Cuando Jungkook se levantó el jueves por la mañana para ir a trabajar, se encontró con la misma imagen que venía viendo hacía ya casi una semana: Yoongi siendo un idiota por Holly. Hablándole con tono meloso, llamándolo por apodos cariñosos, dejando que el cachorro comiera de su plato y demás cosas de las que no se avergonzaba ni siquiera cuando Jungkook se burlaba. En ese momento, por ejemplo, Yoongi se encontraba sentado en el suelo, mirando con total adoración al perro mientras éste mordía unos audífonos que había roto la noche anterior. En el fondo, Jungkook lo envidiaba un poco.
Ni bien Jungkook terminó de ducharse se sentaron a desayunar juntos. Por supuesto que no lo diría en voz alta, pero a Jungkook le gustaba mucho desayunar con Yoongi incluso si la mayoría de las veces sólo comían en silencio; hacía tiempo que se había acostumbrado a desayunar solo, si es que acaso desayunaba siquiera. Se sentía bien comenzar el día en compañía otra vez. Hubo una época en la que él y Junghoon desayunaban juntos todos los días sin excepción, pero no podía recordar la última vez que su hermano había pasado tiempo con él. Volver a desayunar con alguien era bonito.
—Jungkook-ah —llamó Yoongi, y Jungkook levantó la vista de su cuenco de cereales para mirarlo—. ¿Puedo preguntar algo?
—¿Hm?
—¿Hablaste con Junghoon estos días? —cuestionó el mayor, casi como si le hubiera leído la mente y hubiera adivinado que estaba pensando en su hermano—. ¿Te llamó o algo? Porque no ha hablado conmigo.
Jungkook suspiró con pesadez antes de negar con la cabeza, perdiendo el apetito al pensar en eso que había tratado de ignorar toda la semana. Llevaba siete noches durmiendo fuera de casa, pero su hermano no parecía muy preocupado pues no lo había llamado ni había intentado comunicarse con él de ninguna forma para saber si estaba bien, o por qué no había vuelto a casa en todos esos días. Intuía que Junghoon ni estaría enterado de su ausencia, dado que rara vez pasaba tiempo en la casa en primer lugar, aunque no sabía cuál de las dos posibilidades era la más triste. ¿Ignorado u olvidado?
—Puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras, no me molesta —agregó Yoongi ante su silencio—. De hecho, me gusta tenerte aquí.
—Gracias, hyung.
—Mi propuesta de ser compañeros de piso sigue en pie, también.
—Pero Junghoon hyung n-
—Junghoon es grande, puede cuidarse solo —lo cortó el mayor, serio—. No eres su niñera, y ni siquiera eres el hermano mayor, él lo es. Bastante haces por él ya, ¿no crees?
—Hyung...
—Lo siento, sé que no te gusta hablar de esto pero no puedo quedarme de brazos cruzados viendo cómo tu hermano se aprovecha de ti, Jungkook. —Yoongi apoyó su taza sobre la mesa, exasperado—. Junghoon tiene 23 años, es hora de que haga algo por su vida y te deje a ti vivir en paz la tuya. No puedes seguir así.
Era más fácil decirlo que hacerlo, pero Jungkook no quería discutir con Yoongi por eso, mucho menos cuando sabía que su amigo tenía razón y le decía todo eso porque se preocupaba por él más que nadie. Más que su propio hermano, incluso, que parecía preocuparse cada vez menos. Por eso, se encontró prometiendo que pensaría en lo que Yoongi había dicho, sorprendiéndose a sí mismo al darse cuenta de que esta vez lo decía en serio. El resto del desayuno lo pasaron en silencio.
Tras terminar de comer era hora de que cada uno fuera a su respectivo trabajo, Yoongi en una librería y Jungkook en la cafetería que le quedaba de paso al mayor, por eso siempre lo llevaba. No era necesario que lo hiciera pero igualmente lo hacía, esa era otra de las infinitas razones por las que Jungkook quería a Yoongi tanto como si él fuera su hermano también. Muchas veces había deseado que fuera así, las cosas serían muy distintas si Yoongi fuera su hermano en vez de Junghoon. Siempre que pensaba eso, sin embargo, terminaba enfadado consigo mismo, porque en realidad Yoongi era más que un hermano para él, unidos por la sangre o no. Era su hermano del alma, la persona que más lo quería y más lo cuidaba, a quien había elegido como parte de su familia y con quien lo unía un vínculo mucho más fuerte y profundo.
—¿Quieres que comamos pizza esta noche? —preguntó el mayor mientras Jungkook se quitaba el casco en la entrada de la cafetería.
—Suena bien.
—De acuerdo. Nos vemos a la noche, Kook.
Con eso, Yoongi arrancó la moto y en cuestión de segundos se perdió de vista entre los demás vehículos que circulaban por Seúl. Jungkook entró a la cafetería, saludando a los dueños, y se dirigió a la parte trasera para colocarse el uniforme. Se abotonó la camisa blanca, se calzó el pantalón negro y finalmente se ató el delantal marrón, listo para comenzar con su primer turno del día.
Las mañanas en la cafetería siempre eran atareadas, especialmente durante los días hábiles de la semana. Apenas tenía tiempo para respirar, de modo que no tuvo oportunidad de pensar demasiado en la conversación que había tenido con Yoongi durante el desayuno, algo que en el fondo agradecía un poco. Aún así, durante los pocos minutos de descanso que encontraba entre pedido y pedido... terminaba pensando en eso. Pensaba en irse realmente a vivir con Yoongi y dejar a Junghoon por su cuenta, también en todo el drama que eso podría causar. No le costaba imaginarse a su hermano metiéndose en problemas, pidiéndole prestado dinero a alguien más, generando deudas que luego no podría pagar, ¿y quién se haría cargo si no era él, entonces? ¿Y si su hermano terminaba metido en algo serio o peligroso? Sería culpa de Jungkook por haberlo dejado solo en primer lugar, ¿cómo podría soportarlo?
—El planeta Tierra está hablándole a Jungkook, ¿hola?
De repente, alguien aplaudió justo en su rostro, trayéndolo de regreso a la realidad. No se había dado cuenta de que aquel chico había llegado, mucho menos de que estaba hablándole. Se trataba del hijo del dueño de la cafetería, también su único amigo además de Yoongi, Yugyeom.
—¿Regresaste de Marte? —preguntó su amigo, jocoso—. ¿En qué pensabas?
—En que extrañaré la paz que había sin ti por aquí —bromeó Jungkook, ganándose un codazo de parte de Yugyeom—. Deberías ausentarte más seguido.
—Me lastimas, Jeon Jungkook —se quejó con tono dramático el más alto—. Ven, tómate un descanso.
Jungkook iba a protestar porque estaba en pleno horario de trabajo, pero sabía que Yugyeom podía hacer lo que se le diera la gana en la cafetería en su condición de hijo menor consentido. Siendo así, se dejó arrastrar por el chico, que había pasado un brazo alrededor de sus hombros, sin objetar nada. Una vez que llegaron al patio trasero Yugyeom lo soltó y se sentó en el suelo, entonces palmeó el lugar a su lado para invitar a Jungkook a hacer lo mismo.
—Me enteré de lo que te pasó la semana pasada —comenzó a decir Yugyeom—. ¿Te encuentras bien? Tu ojo todavía está...
—Estoy bien, no te preocupes —se apresuró a decir—. Tuve suerte, un chico que pasaba por ahí me ayudó a escapar.
—¿Y de verdad te robaron como creen mis papás o fue de nuevo por tu hermano? —preguntó su amigo en tono de reproche, lo conocía demasiado bien para creerse eso.
—¿Cómo van tus clases? —preguntó Jungkook en cambio, ignorando la pregunta de Yugyeom por completo.
Su amigo, resignado, murmuró un simple "ya veo" mientras asentía con la cabeza.
—Mis clases siguen siendo aburridas, como siempre —bufó Yugyeom—. Otra vez tengo un trabajo en grupo, y luego empiezan todos los exámenes, como se acerca el fin de semestre...
—Eres un malagradecido —lo reprendió Jungkook, receloso—. Al menos estás a punto de terminar el año, no como yo.
—Lo había olvidado, Kook, perdóname —murmuró el menor, notoriamente avergonzado—. No quería...
—Está bien, Gyeom —mintió Jungkook—. No importa.
No estaba bien y sí que importaba, pero Yugyeom no tenía la culpa de que Jungkook se hubiera visto obligado a poner sus estudios en pausa para trabajar porque el dinero no le alcanzaba y descargar su frustración con él sería injusto. Yugyeom era el único además de Yoongi que sabía sobre su relación complicada con su hermano y toda la historia detrás, había sido un gran apoyo para Jungkook todo ese tiempo y siempre hacía todo lo posible por ayudarlo, como conseguirle ese trabajo, por ejemplo. Jungkook le debía mucho.
—Puedes retomar las clases el año que viene, ¿o no? —sugirió Yugyeom—. Tu promedio era bastante bueno, si les explicas al centro de estudiantes y al rector sobre tu situación hasta podrían ofrecerte hacer algún examen para recuperar el semestre perdido.
—No tengo tiempo para estudiar —murmuró Jungkook, derrotado—. No podría dar el examen, así como no puedo ir a clase ahora. No creo que las cosas cambien de forma mágica de aquí a marzo.
—Eres difícil de persuadir, ¿sabes?
—No se trata de persuadirme —se defendió Jungkook, sabiendo lo frustrante que la situación era para su amigo—. No puedo dejar de trabajar, Gyeom.
—Porque tienes que ayudar al perdedor de tu hermano, lo sé —farfullo Yugyeom, poniendo los ojos en blanco—. Bueno, ayudar no es la palabra, eso sería si él trabajara también. La palabra correcta es mantenerlo, porque eso haces.
—Suenas como Yoongi hyung ahora mismo —se quejó Jungkook, cansado de tener esa conversación—. ¿Qué se supone que haga? ¿Dejar de trabajar y quedarnos sin dinero, que nos echen de la casa? Es mi hermano...
Yugyeom iba a decir algo, probablemente iba a protestar, pero su madre apareció en la puerta y lo regañó por estar distrayendo a Jungkook, de modo que la charla se vio suspendida por el momento. Jungkook volvió al trabajo y siguió sin interrupciones hasta el final de su turno. Yugyeom se había ido poco antes del mediodía para asistir a su clase de la tarde, por lo tanto le tocó almorzar solo de camino a la gasolinera para su segundo turno de trabajo.
El trabajo en la gasolinera era en parte bueno y en parte malo. Era bueno porque al ser durante la tarde no acudía mucha gente y no tenía tanto que hacer. No obstante, era malo porque el tiempo pasaba mucho más lento cuando no tenía nada que hacer, entonces tendía a pensar demasiado en esas cuatro horas sin trabajo. Considerando las cosas que ocupaban su mente... Jungkook prefería no pensar, o pensar lo menos posible. Ese día, afortunadamente, estuvo ocupado la mayor parte del tiempo sin pensar en nada muy tormentoso. Al terminar sus cuatro horas hizo una parada por la casa de Yoongi para merendar algo, al llegar lo encontró dormido en el sillón con Holly acurrucado sobre su pecho en una imagen digna de postal. Luego de taparlos con una manta para protegerlos del frío, bebió una taza de café y juntando la poca energía que le quedaba salió rumbo al 7-Eleven donde tenía, al fin, su último turno de trabajo del día.
El trabajo en la tienda era el menos pesado de todos, estaba sentado la mayor parte del tiempo. Siendo que por la noche no iban tantas personas a comprar, lo dejaban poner la música que quisiera siempre y cuando no generara quejas entre los clientes, también podía comer cualquier cosa, aunque se lo descontaban del sueldo. Muchas veces solía llevar ramen o cualquier comida instantánea para él y su hermano, aunque esos días que había pasado en casa de Yoongi la cena ya no era más una de sus tantas responsabilidades porque Yoongi se encargaba de cocinarle "comida de verdad" (como la llamaba) todos los días, a pesar de sus protestas. Se preguntó por un momento si Junghoon habría cenado bien durante esos días, si acaso comían él y sus amigos siquiera. Junghoon sería un bastardo egoísta a ojos de todos, pero seguía siendo su hermano y la única familia que le quedaba, Jungkook no podía evitar preocuparse.
Lamentablemente, no contestó ninguno de sus mensajes esa noche.
Pasadas las cuatro horas del turno Jungkook finalmente fue libre de volver a casa a descansar. Le resultó extraño que Yoongi no se encontrara en la puerta de la tienda esperando por él como había hecho todos los días desde el incidente del jueves anterior, aunque también recordaba su orden de tomar un taxi cuando no fuera a buscarlo. Sin embargo, pecando de idiota temerario, tenía tantas cosas en mente que decidió tomar el riesgo de ir a pie para tener un momento a solas y así poder pensar. Por eso, tras ponerse su abrigo empezó a recorrer el camino que solía hacer antes, siempre atento y mirando por encima de su hombro por si acaso tenía la desdicha de cruzarse con alguien peligroso otra vez. Aquella otra noche había sido tan afortunado como para cruzarse con alguien como Kim Taehyung, pero sabía que esa clase de suerte no solía repetirse, menos para alguien como él.
Cuando se encontraba pasando cerca del parque sintió pisadas cerca suyo y podía jurar que su corazón realmente se detuvo por un momento, un miedo insoportable le heló la sangre. Incluso si su instinto de supervivencia lo puso alerta y lo único que quería hacer era huir a toda prisa, trató de mantener la compostura y siguió caminando a paso lento, tal vez porque de repente sus piernas parecían ser de plomo y no podía moverlas más que eso. De golpe, se escuchó el ladrido de un perro en medio del silencio nocturno, luego una voz profunda y grave hizo eco llamando un nombre que, Jungkook intuía, sería el del perro. En contra de todo pronóstico, Jungkook se sintió afortunado esa noche.
—¡Yeontan, la gente duerme a esta hora! —decía la voz que no tardó en identificar—. ¿Quieres que me pelee con los vecinos de todo el distrito por defenderte, perro malcriado?
Kim Taehyung, Jungkook pronunció en un susurro. Tenía aquella voz grabada para siempre en la memoria, al igual que su rostro; sabía que jamás podría olvidarla, la reconocería hasta en el fin del mundo. Sin lugar a dudas, ese era Kim Taehyung. Jungkook sintió un inmenso alivio, casi como Kim Taehyung fuera todo lo contrario al peligro, como si su presencia fuera suficiente para sentirse a salvo en la soledad de la noche otrora peligrosa y de temer. Su corazón volvía a latir con normalidad ante el pensamiento de que esta vez se cruzaba con aquel chico que estaba dispuesto a protegerlo, y no con alguno de esos hombres que quería hacerle daño.
—¿A quién le estás ladrando así, pequeño loco? —seguía regañando al perro Kim Taehyung—. Creo que alguien quiere dormir en el sillón hoy.
Jungkook realmente quería reír al escuchar cómo ese chico regañaba a su perro como si fuera un niño, por un segundo hasta recordó a Yoongi volviéndose un tonto sin remedio por Holly. Luego se dio cuenta de las circunstancias y la poca comicidad se fue al diablo. Era un jueves pasadas las once de la noche, ¿qué demonios hacía Kim Taehyung en la calle a esa hora de nuevo? ¿Acaso no tenía noción del peligro, le gustaba la adrenalina, era tonto...? No tuvo mucho tiempo para seguir elaborando preguntas, porque de un momento a otro una cosita diminuta de pelo negro y marrón apareció a su lado y empezó a ladrarle, interrumpiéndose para olfatearlo y darle pequeñas patadas con las patitas delanteras en la pierna. Jungkook se agachó para poder acariciar al cachorro, dejando primero que oliera su mano y se familiarizara con su aroma.
—¡Yeontan! —exclamó Kim Taehyung de repente, sus pasos resonando cada vez más cerca, hasta llegar detrás de él—. Lo siento, de repente empezó a ladrar y a correr hasta aquí y no sé por- ¿oh? ¡Jeon Jungkook-ssi!
—Hola —logró decir él tímidamente, levantando la vista y encontrándose con aquella mueca sorprendida de Kim Taehyung una vez más—, Kim Taehyung-ssi.
—Hola —repitió el otro, sacudiendo ligeramente la cabeza—. Wow, hola. Hola. Vives por aquí, ¿verdad?
—Más o menos, a unas quince calles.
—Oh, yo estoy a cinco.
Jungkook nada más asintió, no sabía de qué otra forma responder. Podría haber dicho algo como "sí, conozco tu casa", pero todavía sentía demasiado respeto por Kim Taehyung como para ser capaz de bromear en su presencia con tanta comodidad. Conocía su casa porque el chico lo había llevado allí para curarle las heridas, no sentía que pudiera bromear con eso.
—Aunque eso ya lo sabes, claro —agregó el más alto luego de unos larguísimos segundos de silencio, luego levantó la mano para señalar una esquina—. Es por allá, yendo por esa esquina.
Nuevamente, Jungkook asintió. Encontrarse agachado con una mano todavía acariciando al cachorro mientras Kim Taehyung estaba parado luciendo como un gigante no le resultaba favorecedor en ese momento, sino todo lo contrario. De por sí había creado esta imagen de Kim Taehyung como un ser totalmente superior a él, pero tener que levantar la cabeza para poder mirarlo lo hacía sentir como una cosa insignificante al lado del chico. Terminó bajando la vista como si mirarlo a los ojos fuera faltarle el respeto, paseando los ojos del cachorro a los zapatos ajenos, demasiado formales para sacar a pasear a un perro, ida y vuelta.
—No eres un chico muy hablador, ¿verdad? —preguntó Kim Taehyung, sonando risueño—. O... Jeon Jungkook-ssi, ¿te incomodo?
—No, no, para nada —dijo con prisa él, negando casi frenético. Al darse cuenta de su reacción tan exagerada, se aclaró la garganta—. Soy realmente... malo conversando, lo siento. Además tú...
Auch. Eso no había estado bien.
—Además yo... ¿qué? —repitió el chico, inquisidor.
Jungkook se maldijo mentalmente, luego se obligó a respirar profundo para calmarse y dejar de parecer un idiota en frente de Kim Taehyung. Seguía sin atreverse a mirarlo, pero al menos juntó la fuerza necesaria para levantarse del suelo y ponerse a su altura aunque mantuviera la vista fija en cualquier parte lejos de su interlocutor. Esto no pasó desapercibido para Kim Taehyung, por supuesto.
—Jeon Jungkook-ssi —insistió, ladeando la cabeza—. ¿Qué ibas a decir?
Jungkook supo que no podía no mirar al chico luego de eso, así que tras tomar una profunda bocanada de aire se atrevió, finalmente, a mirarlo. Ahora intentando sostenerle la mirada, se sintió diminuto al verse reflejado en los ojos oscuros e intensos que lo observaban casi sin pestañear. Tragó saliva.
—Lo que hiciste el otro día por mí, te lo agradezco mucho —comenzó a decir, tocándose el cuello con la mano que, de no tenerla ocupada, sacudiría por los nervios—. No sé cómo agradecerte...
—Bueno, en realidad ya me diste las gracias más de una vez —respondió el chico con simpleza, encogiéndose de hombros—. No fue nada, hice lo que me pareció correcto nada más.
—¡Aún así! En verdad estoy agradecido, lo juro.
—Espera, creo que ya entendí lo que está pasando —lo cortó el más alto, primero frunciendo el ceño, luego sonriendo—. Jeon Jungkook-ssi, ¿acaso crees que me tienes que recompensar por lo de esa vez? —preguntó, y el leve sonrojo de Jungkook pareció hablar por él—. ¡Oh, cariño, no! No tienes una deuda conmigo, no te sientas como si tuvieras que pagarme por haberte ayudado, ¿cómo puedes pensar eso?
Jungkook no supo qué decir, en realidad no sabía por qué había sacado esa conclusión. Tal vez era porque la idea de que existiera alguien tan amable como para hacer lo que Kim Taehyung había hecho por él sin querer nada a cambio, simplemente por ayudar a alguien, le parecía irreal, demasiado bueno para ser cierto. No se atrevió a decir tal cosa por temor a ofenderlo, optó por quedarse callado una vez más. Sentía todavía el corazón latiendo a un ritmo más veloz de lo normal, pero las palabras del pelinegro sí que lo habían aliviado un poco.
—Entonces era eso, ya veo —agregó Kim Taehyung todavía sonriente, luciendo hasta divertido—. Está bien, Jungkook-ssi, no me debes nada... haz de cuenta que ya pagaste tu deuda y podemos empezar desde cero. Te prometo que soy un tipo normal con el que te cruzas en la tienda, ya no quiero que me trates como si fuera Superman.
—Un tipo normal no sale con su perro a estas horas, Taehyung-ssi —se atrevió a decir Jungkook, un poco más animado—. Es peligroso, lo sabes. Lo viste.
—Tú también estás aquí a esta hora y sin perro, Jungkook-ssi —contraatacó el contrario—. Salir a la misma hora y por la misma zona después de lo que te pasó, eso es peligroso. Lo viste... ¡y lo sentiste! —agregó, señalándolo con el dedo acusador—. Y... lo siento, no debería bromear con eso. Lo que estaba tratando de decir es que ni tú ni yo somos tipos normales, en realidad.
Jungkook se sorprendió ante la elocuencia con la que Taehyung hablaba, no supo muy bien cómo contraatacar sin humillarse a sí mismo. En vez de hablar, lo miró con los ojos un poco más abiertos de lo normal, parpadeando rápido mientras asimilaba aquel discurso. No sabía si debía reírse u ofenderse, tal vez las dos cosas, pero como Kim Taehyung comenzó a reírse, quizá por su cara y su expresión confundida, Jungkook no luchó contra las ganas de reírse y pronto se unió a él.
—Ahora me das la razón, Jungkook-ssi —murmuró Taehyung todavía risueño, dándole un codazo suave en las costillas—. Después de eso me ofreces caminar juntos, ¿es que no sabes nada?
—Lo siento —balbuceó Jungkook aún riendo, y luego se obligó a detenerse para seguir hablando—. Tienes razón, Taehyung-ssi.
—¿Y...?
—Y... ¿quieres... caminamos?
—En verdad eres terrible para conversar, no estabas exagerando —se mofó el más alto, riendo—. Mejor déjamelo a mí. Jeon Jungkook-ssi, ¿te gustaría caminar conmigo?
Jungkook nada más asintió con la cabeza, ante lo cual Kim Taehyung puso los ojos en blanco y soltaba una risilla, luego tomó a Yeontan en brazos y empezó a caminar. Él, por su parte, se apresuró a seguirlo, acomodándose a su ritmo mientras se daba ánimos mentalmente. Podía sobrevivir unas cinco calles sin quedar como un completo tonto, ¿verdad? Además, Taehyung parecía estar dispuesto a pasar más tiempo en su compañía a pesar de ya haber comprobado que Jungkook no era capaz de mantener una conversación normal, no se espantaría tan fácil siendo ese el caso. Si Jungkook ya pensaba antes que Taehyung era demasiado bueno para ser real, terminaba de confirmarlo.
—¿No le pones correa al perro? —preguntó entonces, luego de media cuadra, decidido a intentar mantener una conversación decente.
—Debería, pero quiero tratar de entrenarlo para que no haga falta —explicó Taehyung—. Ahora dime, ¿qué haces en la calle tan tarde? De verdad, digo.
—¿De verdad? —preguntó él, confundido—. ¿A qué te refieres?
—Bueno, no creo que estés en busca de otra pelea o algo así.
—No, definitivamente no —murmuró, negando rápidamente con la cabeza—. Vuelvo de la tienda en la que trabajo, a unas calles de aquí.
—¿El 7-Eleven? —inquirió Taehyung y Jungkook asintió—. Trabajé en uno durante mi primer semestre... y tuve que dejarlo porque me quedaba dormido en todas partes después. Asumo, entonces, que tienes un horario terrible.
—Lo tengo, sí —confirmó él, suspirando—. ¿Y tú por qué estás en la calle tan tarde si ya no tienes el horario terrible del 7-Eleven?
—Es una muy buena pregunta —apremió el más alto, frotándose la barbilla—. Cené afuera y no pude pasear a Yeontan antes, y el pequeño se merece su paseo nocturno diario aunque yo tenga otros compromisos, ¿verdad?
—Verdad, sí.
—Aunque tengo una teoría, ¿quieres oírla?
—Soy todo oídos.
—Igual que el otro día, hoy salí por un impulso —comenzó a explicar el más alto—. Quise salir y lo hice, eso es todo. Y también como el otro día, salí y te encontré en mi camino sin querer. Jeon Jungkook-ssi, siempre creí que hay una fuerza mayor que nosotros, ¿sabes? Y esa fuerza mayor parece estar empeñada en hacer que nos encontremos —prosiguió, y se detuvo frente a una puerta que Jungkook identificó como la de su casa—. Primero en el callejón, luego en el refugio, ahora aquí, tres veces en una semana... no puede ser casualidad. Yo creo en el destino y en las casualidades, por eso te digo que esto ahora mismo es el destino interviniendo. Jungkook-ssi, ¡tú y yo tenemos que ser amigos!
Tras decir aquello, Kim Taehyung rebuscó en su bolsillo hasta dar con la llave que introdujo en la cerradura, dejándola ahí. No abrió la puerta, sino que se volteó a ver a Jungkook y le dedicó la sonrisa amistosa de siempre, esa con la que no enseñaba los dientes y se le inflaban las mejillas.
—¿Qué dices, Jungkook-ssi? —insistió—. ¿No crees que tengo razón? Tenemos que ser amigos, ¿verdad?
La primera reacción de Jungkook fue huir. Su instinto le decía que corriera lejos de allí cuando todavía podía, porque él apenas lograba decir dos palabras frente a Kim Taehyung, pero el lunático le estaba hablando del destino y las casualidades, y todo eso no era para Jungkook. Tener amigos, encariñarse y confiar en la gente eran cosas que Jungkook no quería, no de nuevo, no le importaba lo mucho que tuviera que torcer su propio destino para protegerse. Yoongi y Yugyeom eran la excepción porque sabían su historia y no lo juzgaban por ello, pero no tenía intención de arriesgarse a apegarse con alguien que luego podía irse y dejarlo con el corazón roto, ya había perdido antes a demasiadas personas y sabía que no lo soportaría una vez más.
Sin embargo, se quedó ahí parado, de piedra, mirando a Kim Taehyung mientras procesaba sus palabras y lo poco que sabía sobre él, ¿y por qué estaba considerándolo?
Kim Taehyung, que ayudaba en un refugio de animales y recordaba los nombres de cada uno. Kim Taehyung, que se esforzó por mantener una conversación a pesar de lo terrible que era Jungkook para eso. Kim Taehyung, que estaba dispuesto a arriesgar su propia vida para salvar la de un desconocido simplemente porque "es lo correcto". Kim Taehyung, que pensaba que debían ser amigos porque se habían visto tres veces. Kim Taehyung, que parecía ser un ángel (porque Jungkook no podía concebir que existiera una persona así, tan amable, tan bondadosa, tan llena de amor y energía, mucho menos que tal persona quisiera ser su amigo). Ese chico, Kim Taehyung, que lo miraba con dulzura y esperaba una respuesta.
Jungkook en verdad quería decir que no, quería darse la vuelta y correr lejos para nunca volver a mirar atrás, pero había algo en ese chico que se lo impedía. La amabilidad en todo lo que hacía, la sonrisa cuadrada tan amistosa, sus ojos brillantes de mirada intensa. Parecía auténtico y Jungkook en el fondo quería creer que todavía tenía la oportunidad de no salir herido, por una vez. Quería creer que Kim Taehyung, el ángel, no iba a ser como los demás. No podía negarse.
—Creo que tienes toda la razón, Kim Taehyung-ssi —dijo finalmente, sonriendo sin enseñar los dientes—. Tal vez tengamos que ser amigos.
~
Referencia un tanto irrelevante, imagino el refugio como algo así:
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