1O

Advertencia: alcohol, violencia, sangre. 

Leve mención de homofobia, maltratos y muerte de un familiar.

~


Habían pasado unos cuantos días desde la misión de rescate de Gureum, eran finales de enero en una bella Seúl cubierta de nieve. Luego de una profunda reflexión, Jungkook había decidido que lo mejor para todos, sobretodo para Gureum, era dejarlo en el refugio. Era lo correcto. En ese momento tan caótico de su vida él no tenía el tiempo ni las herramientas para cuidar de una mascota como debía, pero sabía que Taehyung y los demás colaboradores se harían cargo de él y lo atenderían muy bien. Además, ir a ver a Gureum era también la excusa perfecta para ver a Taehyung incluso más seguido de lo que ya se veían normalmente. No era como si no se vieran todos los días desde antes ya, cuando Taehyung se había empeñado en acompañarlo durante las tardes en la gasolinera. Todo marchaba bien, o al menos eso parecía.

En realidad, Jungkook estaba en problemas.

Esa noche del viaje a Busan, al encontrarse a solas en casa, se torturó con los pensamientos que se había prometido no tener antes. No durmió pensando en las consecuencias que ese casi beso podría tener en su amistad con Taehyung, atormentado por la idea de perderlo por culpa de un impulso en medio de un momento de euforia, enojado consigo mismo por haberse pasado de esa manera, temiendo que las cosas cambiaran entre ellos por eso. Sin embargo, cuando llegó al refugio para ver a Gureum al día siguiente, Taehyung actuó normal, como siempre. No lo miró con asco, no se comportó de manera extraña, no cambió su forma cariñosa de ser ni un ápice; todo seguía igual. A excepción de un pequeño detalle: para Jungkook todo había cambiado.

De repente, hasta en los momentos más mundanos, su mente y su corazón le jugaban malas pasadas. Taehyung le sonreía, como siempre hacía, y sus latidos se convertían en una orquesta de desaforados golpeteos dentro de su pecho. Cada vez que el mayor lo abrazaba o le revolvía el cabello, incluso cuando lo rozaba sin querer, su piel ardía allí donde Taehyung había tocado, un cosquilleo le recorría el cuerpo, haciéndolo estremecer ante el más leve contacto. Se sonrojaba hasta las orejas cuando Taehyung usaba algún apodo cariñoso, cosa que sucedía más cada día. De a ratos, cuando estaba solo, se encontraba ansioso por verlo; anhelaba su compañía todo el tiempo, al punto de soñar despierto con la sonrisa cuadrada, el perfume floral, el lunar en la nariz, el cabello negro alborotado, los ojos oscuros e intensos, los abrazos, el cuerpo cálido, el aliento caliente cuando sus labios casi se encontraron... los labios, esos labios que casi había probado, esos labios de los que ya no podía despegar la vista cuando Taehyung hablaba, labios hipnotizantes, labios tentadores, labios que lo invitaban a dejarse caer al abismo...

Jungkook estaba volviéndose loco. Sabía lo que estaba pasando, pero no quería aceptarlo porque negarlo era mejor que dejarse llevar... tener sentimientos por Kim Taehyung era una pésima idea. Lo único que obtendría enamorándose de Taehyung era un boleto sólo de ida por el camino del amor no correspondido, un corazón roto y una amistad pura y genuina arruinada. ¡Estaba tan bien unos días atrás, cuando lo único que sentía por Taehyung era aquel profundo agradecimiento! Ahora se encontraba dividido entre su corazón, que pedía más, y su mente, que le gritaba que huyera antes de que fuera demasiado tarde.

Era un sábado por la noche, casi dos semanas después, cuando Jungkook volvía a casa luego de su turno en la tienda. Había tenido un día muy largo. Había visto a Taehyung en el refugio por la mañana y había pasado todo el tiempo mirando sus labios, pensando en lo mucho que quería besarlo, cosa que siguió pensando todo el día aunque ya era cerca de la medianoche. Sabiendo que al día siguiente iban a reunirse otra vez, lo que lo único que quería era llegar y dormir para que pronto fuera hora de verlo de nuevo. Sin embargo, apenas abrió la puerta y escuchó música y voces, supo que eso no sería posible. Entró despacio, deshaciéndose del abrigo y la bufanda en el camino hacia la sala, donde encontró a su hermano bebiendo con algunos amigos.

—¡Jungkookie! —exclamó Junghoon al verlo, tambaleándose hacia él—. ¡Qué sorpresa verte!

—Lo mismo digo —murmuró él, apresurándose en sujetar a su hermano antes de que tropezara con sus propios pies—. Dios, ¿cuánto bebiste? ¿Qué haces aquí?

—Nos echaron del bar en el que estábamos, así que decidimos continuar la fiesta por nuestra propia cuenta —explicó el mayor, arrastrando las palabras—. ¿Qué dices, quieres unirte?

—Tengo que trabajar mañana, hyung. No puedo.

—Tú nunca puedes divertirte, eres tan aburrido —se burló Junghoon, sacándole carcajadas a sus amigos—. Qué vergüenza, mi hermanito es un amargado.

—¡Aguafiestas! —soltó alguno de ellos, y todos volvieron a reír.

Jungkook nada más suspiró, mordiéndose la lengua para no decir lo que realmente pensaba. Hizo el intento de soltar a Junghoon e ignorarlos a todos para encerrarse en su cuarto y dormir, pero su hermano se aferró a él, rodeando sus hombros con un brazo y apoyando la mano libre en su pecho, para luego dirigir la vista sólo a él.

—¿No te vas a quedar, en serio? —preguntó entonces, tan cerca que Jungkook podía sentir el olor a alcohol saliendo de su boca—. ¿Vas a hacerme quedar como un idiota frente a todos mis amigos?

—¿Por qué pensarían que eres un idiota por esto?

—Sólo quédate un rato, bebe una cerveza nada más.

—Hyung, tengo que madrugar mañana —insistió él, intentando soltarse—. Entro a las 7:30 al trabajo, necesito dormir.

—Realmente piensas que eres mejor que yo porque tú trabajas y yo no, ¿verdad? —escupió su hermano con tono acusador, su rostro entero se había transformado—. Siempre te creíste mejor que yo.  

—Eso no es cierto —se defendió Jungkook, tratando de no tomarse muy a pecho las palabras del contrario—. Nunca dije algo así, ¿de qué hablas?

Junghoon no respondió, sino que lo soltó y se apartó de él de golpe, mirándolo con desprecio. La fiesta, que hasta entonces había seguido su curso sin ellos dos, parecía haberse detenido abruptamente; aunque la música seguía sonando, los amigos de Junghoon habían dejado de hablar y de beber para observarlos a ellos, ahora parados a cierta distancia. Junghoon estaba enojado y parecía a punto de estallar, su rostro rojo tanto por el alcohol como por la rabia, y Jungkook sólo quería salir de ahí cuanto antes y olvidarse del asunto. Sentía las miradas de los demás fijas en él, todos parecían estar juzgándolo, presionándolo para que hiciera "lo correcto" y aceptara unirse a la fiesta, y aunque en verdad no quería, se sentía atrapado, no tenía opción. La otra alternativa era negarse y enfadar a Junghoon, y él sabía de lo que era capaz su hermano una vez que el alcohol le nublaba la mente.

—Sólo una cerveza —cedió, resignado—. Beberé una cerveza y me iré a la cama.

—Sabía que podía contar contigo, Jungkookie.

—Ya me parecía que el hermano de Junghoon no podía ser un amargado —se burló uno de los amigos de Junghoon, alcanzándole un vaso que él aceptó con pesar.

Por un rato la fiesta siguió sin sobresaltos, al menos de parte de Junghoon, que ya se había calmado y bebía y hacía tonterías con sus amigos como si nada hubiera pasado. Jungkook no la estaba pasando tan bien, no se hallaba cómodo entre esas personas y no le gustaba las cosas que estaban contando, tampoco le hacía mucha gracia ver esa faceta de su hermano que, si bien conocía, normalmente no veía. Cuando por fin estaba a punto de terminar su vaso, Junghoon se acercó a rellenarlo hasta el tope de nuevo, sonriendo como un niño travieso ante su mirada de reproche. Con temor de hacerlo enojar de nuevo, Jungkook le dio el gusto y se quedó un poco más, esta vez tomando más despacio para que el vaso le durara más tiempo. Lo mismo ocurrió una vez más, y todo parecía indicar que sucedería una cuarta cuando Junghoon vio su vaso casi vacío y sacó una botella de whisky de alguna parte.

—No quiero tomar más —anunció, bebiendo de un sorbo lo que quedaba y dejando el vaso en el suelo—. Me voy a dormir.

—Dijiste que tomarías una cerveza.

—Eso no es cerveza.

—Te gustará más que la cerveza —aseguró uno de los amigos de Junghoon, jocoso—. Es una edición limitada, viene de Japón. Nikka, malta, de lo mejor que beberás en tu vida.

—¿Edición limitada? —inquirió Jungkook, sintiendo que se avecinaban malas noticias—. ¿De dónde sacaste una edición limitada japonesa, hyung? 

—Me lo consiguió este tipo... ah, ¿cómo demonios se llamaba? —balbuceaba el mayor, mirando la botella como si ésta fuera a darle la respuesta—. Es un amigo de este otro tipo, el que siempre me prestar dinero... ¡Siyang! ¡Kim Siyang! 

Jungkook no se sintió capaz de responder, demasiado ocupado procesando lo que su hermano acababa de decir. No tenía idea de quién sería el tal Kim Siyang, pero si era amigo de uno de los contactos de Junghoon, no podría ser bueno. Sintió un nudo en el estómago de sólo pensar en todo el dinero que le debería en ese momento al desconocido Kim Siyang, al punto de sentir un fuerte ardor en la garganta y los ojos por las inminentes ganas de llorar. De repente recordó que le había faltado dinero hacía unos pocos días y no le costó mucho sacar conclusiones sobre el paradero del mismo.

—¿Le pagaste a Kim Siyang por la botella, hyung? —se atrevió a preguntar con voz débil—. ¿Le debemos algo a alguien?

—Pagué la botella... bueno, tú la pagaste, en realidad. Espero que no te moleste, agarré algo de dinero hace unos días —respondió Junghoon con todo burlón, confirmando las sospechas de Jungkook—. Pero no le pagué las otras cuatro que traje...

—¿Le robaste cuatro botellas a Kim Siyang? —repitió Jungkook, incrédulo, y juraría que estaban fallándole los pulmones porque de repente no podía ni respirar— ¿Cuánto cuesta cada una?

—Te enterarás cuando haya que pagarlo, Jungkookie.

Junghoon reía mientras hablaba, al igual que todos sus amigos. Jungkook se sintió enfermo, y no precisamente por los tres vasos de cerveza que había tomado hacía rato. Ya no quería estar en ese lugar, no se creía capaz de aguantar un minuto más allí, por lo que nada más asintió con la cabeza para finalizar la conversación e intentó alejarse de Junghoon rumbo a su habitación, sin embargo el mayor lo impidió poniéndose en su camino.

—¿No vas a probarlo? —le reclamó Junghoon, acercándole la botella al rostro—. Tu propio malta que te trajeron desde Japón, Jungkookie.

—Prefiero irme a dormir. 

—¡No seas amargado!

—Hyung, en serio —dijo él, tratando de apartar la botella con la mano libre—. No quiero más.

—Prueba primero, sólo un traguito —empezó a decir el mayor, tomándolo de la muñeca luego de destapar el whisky.

—Un trago hasta te ayudará a dormir mejor, niño.

—Me estás lastimando, hyung —se quejó Jungkook, cada vez más incómodo—. No quiero tomar más, ya tuve suficiente. Tú también, y todos tus amigos, todos bebieron demasiado.

—¿Acaso eres mi madre? —soltó el mismo que lo había llamado aguafiestas más temprano—. ¿Escucharon al mocoso, diciendo que ya bebimos demasiado?

—No te dejaré ir hasta que no lo pruebes, Jungkook.

—¿Quién se cree que es este niño? —se quejó otro, el mismo que acababa de decirle que un trago lo ayudaría a dormir.

—Hyung, de verdad, no voy a tomar eso.

—¡Cómo puede ser que el hermano menor de Jeon Junghoon sea un santurrón insoportable!

Era demasiado, todo al mismo tiempo. Los amigos de su hermano burlándose de él, Junghoon lastimándole la muñeca por agarrarlo con tanta fuerza, sus intentos patéticos por esquivar la botella, la música agresiva sonando de fondo, el tira y afloje de "bebe" y "no quiero", el ligero mareo y dolor de cabeza por haber bebido cerca de una botella de cerveza sin haber dormido ni comido bien, el cansancio acumulado de toda la semana. Todo, demasiado. Su mente iba a mil por hora y las cosas sucedían tan deprisa que, antes de que se diera cuenta, terminó dándole un manotazo a la botella para alejarla de su rostro y ésta cayó al suelo hecha añicos. Un silencio total invadió la sala, todos mirando la botella rota y el líquido esparciéndose en el suelo, y no tardaron en reaccionar.

—¡Mira lo que hiciste, mocoso! —le recriminó alguien.

—No puede ser, un Nikka puro...

—¡Imbécil!

Pero Jungkook no estaba escuchando, no le importaban los reclamos e insultos de aquellos desconocidos. Lo que sí le importaba era Junghoon, que no se había movido todavía, sino que mantenía la vista fija en los pedazos de vidrio desparramados en el suelo. Jungkook temía que se hubiera lastimado o, peor, que estuviera enfadado. Junghoon era uno de esos borrachos violentos que se enojaban y buscaban pelea por cualquier cosa, le constaba por todas las veces que tuvo que ir a recogerlo al hospital o recibirlo en casa hecho un desastre, por lo que era natural que tuviera miedo. Temeroso, dio un paso hacia adelante, acercándose a su hermano con cuidado, como si fuera una bomba a punto de explotar, y en realidad lo era.

—Hyung, no era mi intención, lo siento. Te compraré otra botell-

Sucedió todo tan rápido, que de no haber sido por el dolor punzante Jungkook ni siquiera se habría dado cuenta de lo que pasó. Un minuto estaba tratando de disculparse y asegurándole que haría algo para compensarlo, al siguiente se encontraba sosteniéndose la mejilla lastimada con una mano mientras Junghoon se sacudía agitado, parado frente a él con el puño temblando en el aire. Jungkook no sabía qué le dolía más, si haber recibido un puñetazo en pleno rostro o el hecho de haber sido golpeado por su hermano. En el fondo sabía cuál. Que Junghoon lo mirara con tanto enojo mientras él se incorporaba no hacía más que empeorar las cosas.

—Junghoon, está sangrando... —murmuró el que lo había llamado aguafiestas, acercándose para sostener a Junghoon.

—¿Vas a pegarme de nuevo? —se escuchó decir Jungkook en un tono patético, notando que, en efecto, sentía aquel líquido cálido y viscoso en la mano.

—¿Acaso eres estúpido? —escupió Junghoon, tal vez sin haberlo escuchado, demasiado perdido para razonar—. ¡Mira lo que hiciste!

—Lo siento.

—¡Me las vas a pagar!

Junghoon acababa de pasar todos los límites, completamente fuera de sí. Furioso, se soltó del agarre de su amigo y arremetió contra Jungkook, tomándolo del cuello de la camiseta y sacudiéndolo mientras soltaba más amenazas. Jungkook se limitó a esperar el próximo golpe, con resignación porque no quería pelear con su hermano, que lo empujó y logró tirarlo al suelo, haciendo que se golpease la espalda contra el sillón. Antes de que Junghoon volviera a atacarlo, dos de sus amigos finalmente pudieron sostenerlo y mantenerlo alejado. Un tercero le ofreció una mano a Jungkook para ayudarlo a levantarse mientras le explicaba que Junghoon solía volverse agresivo cuando bebía, como si él no lo supiera.

—Será mejor que te vayas —le aconsejó el sujeto, el más sobrio de todos, aunque estaba casi tan ebrio como Junghoon o tal vez más—. No se va a calmar por un buen rato, seguro quiera pegarte de nuevo.

¿Está echándome de mi propia casa?

—¿Que me... vaya? ¿A dónde se supone que vaya?

—Es por tu propio bien —insistió el tipo, mirándolo como si le hiciera un favor—. Ve a pasar la noche en otro lado si no quieres problemas.

—Está bien —aceptó él, porque ya nada tenía importancia.

Y así, sin más, tomó su abrigo y se fue.

✿✿✿

Estaba oscuro, muy oscuro, no veía nada más allá de la niebla espesa como humo negro que lo envolvía. Hacía frío, tanto frío que por un momento creía que el invierno se había instalado en su interior y que ya nunca se iría, el alivio de la primavera nunca llegaría para llevarse el frío. Caminó por las tinieblas de la noche, estaba solo y asustado, nervioso, sin saber exactamente a dónde iba, qué buscaba. ¿Cuánto tiempo llevaba perdido en la oscuridad? ¿Cuánto tiempo más podría resistir ese frío gélido, profundo, calándole hasta los huesos? Estaba perdiendo la esperanza, ya no le quedaban fuerzas para seguir avanzando, pero justo cuando iba a rendirse vio el destello de luz y sintió el calor; entonces lo vio a él, entonces supo que había encontrado eso que tanto buscaba.

Taehyung despertó de golpe, angustiado, con el nombre de Jungkook ahogado en los labios. Era tal vez la séptima u octava vez que soñaba algo así desde el día en el que rescataron a Gureum, la tercera vez que sucedía en noches consecutivas, y por más que intentara buscarle un sentido, no tenía idea de qué significaba. Siempre se encontraba solo, perdido en la oscuridad, buscando algo tan desesperadamente sin poder encontrarlo hasta que creía divisar a Jungkook allí donde las tinieblas se terminaban, allí donde empezaba la primavera, pero se despertaba siempre antes de llegar a él. Sobraba decirlo, Taehyung sentía que estaba volviéndose loco.

Sabiendo que lo esperaba una nueva noche en vela, se levantó de la cama y prendió la luz de su habitación. Luego de que lo mismo le sucediera varias veces en las últimas dos semanas, estaba comenzando a quedarse sin ideas de qué hacer durante las largas noches de insomnio: ya había leído algunos libros cortos, había estudiado, había lavado ropa, incluso la noche anterior había intentado hornear algo (lo cual no salió muy bien). Esa noche optó por ordenar su cuarto, empezando por doblar la ropa que había lavado y no había guardado todavía. Barrió, cambió las sábanas, llevó unas botellas de agua de regreso a la cocina... por último, se puso a acomodar sus cuadernos, apuntes y el lío de hojas que tenía en su escritorio. Fue así que se encontró con un pedacito de Jungkook allí, en medio del desastre.

—El dibujo de Jungkookie —murmuró, sonriendo al verlo de nuevo—. Cierto que iba a enmarcarlo...

Se permitió un tiempo para contemplarlo de una manera nueva, distinta a como lo había hecho antes, porque ya había pasado casi un mes desde su cumpleaños y las cosas entre él y Jungkook habían cambiado bastante. Jungkook confiaba más en él y ya no lo trataba como si fuera una especie de deidad inalcanzable, con ese respeto tan exagerado que parecía rayano en el temor. Seguía siendo torpe y tímido, pero Taehyung sabía que era parte de su personalidad. De hecho, era una de las partes que más le gustaban del menor, porque la timidez de Jungkook le parecía adorable y hacía que los momentos en los que el chico abría su corazón fueran incluso más significativos. Pero lo que más había cambiado, tal vez, eran los sentimientos de Taehyung.

Recientemente había empezado a ver a Jungkook bajo una nueva luz. Por supuesto que el chico le parecía atractivo, tan bonito con sus llamativos ojos grandes y su adorable sonrisa de conejo, pero había algo nuevo sobre el castaño que hacía que Taehyung quisiera más. En esas noches sin dormir había leído la carta más veces de las que le gustaría admitirlo, al punto de recordarla palabra por palabra. No podía quitarse de la mente que Jungkook había dejado todo de lado para acompañarlo cuando Dojo murió, quedándose con él toda la noche y cuidándolo como nadie lo había hecho antes. Tampoco podía dejar pensar en la mirada determinada que tenía el chico cuando decidieron recuperar a Gureum, lo valiente que fue ese día al regresar a un lugar en el que, era evidente, no quería estar. Y ese momento tan extraño e intenso que habían tenido; Taehyung no se atrevió a preguntar, pero estaba bastante seguro de que, de no haber sido interrumpidos, se habrían besado. Desde entonces tenía esos sueños extraños y pensaba todo el tiempo en eso, en Jungkook, en el beso que no fue, en las ganas que tenía de hacerlo realidad...

Tal vez habría seguido pensando en eso toda la noche, como le sucedió algunas veces en esos días, pero el sonido del timbre seguido por los ladridos ansiosos de Yeontan lograron impedir que eso sucediera. Un poco confundido, sorprendido y asustado porque no era normal recibir visitas a esas horas de la madrugada, caminó sigiloso hasta la puerta sin encender las luces, asomándose a ver por la rendija. Por un instante creyó que esa nueva obsesión con Jungkook había terminado de quemarle las neuronas y estaba alucinando, o en realidad no se había despertado y estaba teniendo un sueño increíblemente lúcido, porque si la vista no le fallaba, la persona que se encontraba del otro lado era el mismísimo Jeon Jungkook. Era oficial, se había vuelto loco. Pasados unos segundos, Jungkook volvió a tocar el timbre y Taehyung creyó oírlo pedir por favor entre sollozos, y tuvo un muy mal presentimiento. Sin esperar más, abrió la puerta.

—¿Jungkookie?

—Tae...

Apenas lo vio Jungkook se arrojó a sus brazos sin darle tiempo de nada, dejando salir un sonido lleno de dolor y angustia que a Taehyung le desgarró el corazón. Luego de cerrar la puerta como pudo, rodeó el cuerpo tembloroso y frío del menor, abrazándolo con fuerza, como si así pudiera protegerlo de lo que fuera aquello que le había causado tanto daño. Aunque tenía demasiadas preguntas, prefirió callar en lo que Jungkook se desahogaba, y se dedicó a (intentar) confortarlo con caricias en su espalda y besos en su cabeza. Se quedaron así por un tiempo que Taehyung no podría decir, ¿había sido sólo un instante o había sido toda una vida? Lo único que sabía era que el menor se separó lentamente, limpiándose las lágrimas con el dorso de la mano y revelando la mejilla hinchada y con un corte del que todavía parecía salir un poco de sangre. Taehyung se horrorizó.

—Perdón por llegar así, a esta hora y sin avisarte antes —empezó a decir Jungkook, todavía sollozando—. No sabía a dónde más ir, yo sólo... lo siento.

—Siempre eres bienvenido aquí, Jungkookie —susurró él, acunando su rostro para terminar de limpiarle las lágrimas con los pulgares—. Y no te preocupes, estaba despierto todavía. ¿Qué tal si entramos y me dejas limpiarte la herida?

Dócil, Jungkook nada más asintió con la cabeza para luego aceptar la mano que Taehyung le ofrecía y se dejó llevar hasta la habitación, entonces se sentó en la cama mientras él sacaba el botiquín del armario y lo llevaba a su lado, sentándose junto al menor. Tal como había hecho varias semanas atrás, primero tomó el rostro ajeno desde la mandíbula, examinando de cerca aquella lastimadura que parecía ser obra de un golpe contra algo filoso. Se trataba de un corte profundo justo debajo del pómulo, intuía que se le haría un moretón y se inflamaría. Sin decir nada, Taehyung quitó la sangre seca y limpió la herida, preguntándose cómo podría Jungkook haberse lastimado de tal manera, pero no se atrevió a vocalizar sus dudas en lo que terminaba de desinfectar el corte que finalmente cubrió con una venda adhesiva.

—Vas a dejarte la tirita hasta mañana, si se te hace costra quiero que te pongas una compresa caliente poco antes de acostarte —le indicó al menor a la vez que guardaba sus cosas en el botiquín—. Pero no te des calor si no se te hace costra o si tu mejilla sigue hinchada y te duele. ¿Está bien?

—Gracias —murmuró Jungkook, asintiendo con la cabeza.

—¿Quieres que te prepare un poco de té?

—No, siento que si como o bebo algo voy a vomitar.

—Jungkookie...

—No quiero nada, de verdad —insistió el castaño, luego bajó la vista—. Sólo quería verte. Necesitaba verte. No quería estar solo.

—Está bien, estoy aquí.

Taehyung llevó las manos a las del menor, rodeándolas con delicadeza antes de darle un suave apretón. Para su sorpresa, Jungkook correspondió el gesto dejando caer la cabeza sobre sus manos juntas, apoyando la frente sobre estas, y fue recostándose de a poco hasta quedar acurrucado sobre su regazo. Sin necesidad de decir nada, los dos terminaron por acomodarse de forma casi automática, terminando Taehyung sentado contra el respaldo de la cama y Jungkook recostado sobre él, suspirando al sentir las caricias suaves que Taehyung iba dejando por su cabello, cuello, nuca y mejilla sana. Todo parecía indicar que Jungkook se había dormido, a juzgar por sus ojos cerrados y su respiración lenta, pero de repente el menor abrió los ojos y, sin mirar a Taehyung, habló.

—Quiero contarte todo, Taehyung —anunció—. Sin ocultarte nada, estoy cansado de ocultar las cosas. Me duele.

—Estoy aquí, cariño —le recordó él, acomodándole el cabello detrás de la oreja—. Te escucho.

Jungkook nada más suspiró, asintiendo con la cabeza después, como si asimilara las palabras de Taehyung. Una vez más permaneció en silencio, quizá organizando sus pensamientos, tal vez armándose de valor antes de empezar a hablar. Taehyung aguardó, confiando en que Jungkook hablaría cuando se sintiera listo, lo cual sucedió unos pocos minutos más tarde. 

—Mi mamá murió cuando yo tenía diez. Cuatro años después, mi papá se casó con mi madrastra —contaba sin emoción, como si estuviera en modo automático—. Al principio me emocionaba tener una nueva mamá y dos hermanos, pero me di cuenta muy rápido de que ella no era como mi mamá. Me maltrataba, siempre nos despreciaba a Junghoon hyung y a mí para favorecer a Minsoo y Minji.

—No me sorprende que sea la típica madrastra malvada de Disney, fue muy grosera conmigo el otro día —murmuró Taehyung, ganándose un suspiro de parte del menor—. Minsoo me pareció un imbécil.

—Desde pequeño era caprichoso y consentido, ahora debe ser peor... ella siempre lo mimó demasiado y mi papá le daba todo lo que pedía para ganarse su confianza —explicó Jungkook, para luego reír con amargura—. Intenté llevarme bien con él, quería ser un buen hermano mayor, pero siempre hacía que me regañaran o que me castigasen. Al final logró poner a mi papá en mi contra.

—Suena terrible, ¿cómo hiciste para soportar eso?

—Tenía a Junghoon hyung, no me importaban los demás. El problema fue que un año después se fue a la universidad y me quedé solo en una casa en la que nadie me quería —continuó relatando el menor, su voz sonando cada vez más triste—. Estaba tan enojado todo el tiempo, me convertí en un chico problemas. Me metía en peleas, tenía malas notas, maltrataba a Minsoo, me escapaba de casa para ir a fiestas... todas esas cosas.

—Tenías tus motivos para volverte rebelde, Kookie —justificó Taehyung, lo creía de verdad—. Tu familia estaba tratándote de forma injusta, eras sólo un niño. Ni hablar de que habías perdido a tu mamá y ya no tenías cerca a tu hermano...

—Esa era la peor parte, no tener a Junghoon hyung en casa para defenderme... los dos años que pasé con ellos antes de venir a Seúl fueron una pesadilla.

—¿Dos años? —inquirió él, sacando cuentas en su cabeza—. Perdón, no me dan los cálculos. Si se casaron cuanto tenías catorce y tu hermano se fue cuando tenías quince...

—Hice mi último año de escuela aquí, hyung —aclaró rápidamente Jungkook—. Tuve una pelea muy grande con Minsoo y luego de eso... ah, ¿qué sentido tiene adornar la verdad ahora? Minsoo descubrió que yo estaba saliendo con un chico y se lo dijo a mi madrastra, esa misma noche mi papá me echó de la casa.

Taehyung enmudeció, soltando nada más un jadeo de sorpresa mientras se cubría la boca por la impresión que las palabras del menor le habían provocado. No podía terminar de decidir qué era peor de todo aquello: la historia tan triste de Jungkook, la forma tan injusta en la que habían actuado su padre y su madrastra, o la resignación con la que el castaño le contaba todo, como si se hubiera merecido ser tratado de esa manera por su propia familia. Taehyung sintió ganas de llorar al imaginarse a un Jungkook más joven, herido, solo, perdido, deambulando por las calles de Busan, desterrado de su hogar nada más por salir con un chico. Luego de todo lo que le había pasado, ¿cómo podían haberle hecho eso?

—¿Qué hiciste entonces, Jungkookie? —se animó a preguntar.

—Vine a Seúl con Junghoon hyung, sabía que él me iba a ayudar. No lo hizo, por cierto —ironizó el menor, y por su tono de voz parecía que estaba a punto de llorar otra vez—. Pero lo conocí a Yoongi hyung, y él sí me ayudó. En unos pocos días pude entrar a una escuela por un contacto de su familia, también me consiguió un cuarto para vivir.

—Me alegra tanto que hayas conocido a Min Yoongi, Kook. ¿Las cosas mejoraron entonces?

—Por un tiempo. Yoongi hyung me ayudaba en todo, veía más seguido a mi hermano, conseguí el trabajo en la gasolinera y conocí a Yugyeom en la escuela, ya no estaba tan solo —siguió contando el menor, llegando a la parte que a Taehyung más le intrigaba—. Pero cuando empecé la universidad y me mudé a mi casa actual con Junghoon hyung...

Silencio. Jungkook se quedó callado, dejando sus palabras suspendidas en el aire y haciendo que la curiosidad de Taehyung llegara a su punto de ebullición. De todos los secretos y tabúes que existían con Jungkook, la figura de Jeon Junghoon era la más intrigante, y Taehyung sabía que la relación entre los hermanos era la clave para terminar de develar el misterio. Había pasado los últimos dos meses esperando para entender de qué se trataba todo eso, por qué Jungkook guardaba tanto dolor en su corazón, y queriendo ayudarlo a sanar, esperando pacientemente a que el menor confiara lo suficiente en él como para querer contárselo. Esa noche, el momento de saberlo por fin había llegado.

—¿Qué fue lo que pasó con tu hermano, Koo? —preguntó entonces, dándole el último empujón que hacía falta—. Habla conmigo. Ya no te guardes todo, te prometo que siempre estaré aquí para escucharte. Por favor.

—Él había cambiado demasiado, Tae. Salía de fiesta todo el tiempo, bebía, se metía en peleas... desaparecía por días enteros y volvía hecho un desastre, ya no lo reconocía —susurró Jungkook finalmente, abatido, acurrucándose más contra Taehyung—. Lo echaron de su trabajo, tuve que conseguir otro porque sin su ayuda ya no podía pagar mis clases y la casa. Después empezó a pedir dinero prestado en todas partes, para poder salir de fiesta, y se endeudaba con personas que... malas, con personas malas. 

—Y por eso dejaste la universidad, para conseguir otro trabajo y hacerte cargo de él —concluyó Taehyung, terminando de atar los cabos sueltos—. La noche en la que nos conocimos... ¿fue por su culpa, Koo? ¿Te metiste en problemas por protegerlo a él?

—Esos sujetos... lo siguieron a casa un día, él regresaba de una fiesta y yo me iba a trabajar. Logré convencerlos de que no le hicieran daño, les prometí que les pagaría todo antes de que termine diciembre —admitió Jungkook—. Pensé que habíamos llegado a un acuerdo, pero ese día me los crucé volviendo de la tienda y... bueno, ya sabes lo que pasó. 

De repente, para Taehyung fue como si la habitación hubiera comenzado a dar vueltas a su alrededor. Su mente ya había arrancado y no podía dejar de recordar situaciones, momentos y palabras que le habían resultado extrañas pero tuvo que dejar pasar para no incomodar a Jungkook, ahora que conocía la historia completa no le costaba entender lo que antes no tenía forma de saber.

—Te encontraron y te golpearon cuando yo estaba en Daegu, ¿cierto? Por eso estabas todo lastimado ese día —logró decir después de una eternidad y alcanzó con ver la expresión de Jungkook para confirmarlo—. ¿Te golpearon hoy también? ¿Te encontraron y te pegaron de nuevo?

—Ojalá hubieran sido ellos.

Era suficiente, Taehyung definitivamente había oído más de lo que podía soportar sin echarse a llorar. Sin dudar, rodeó el cuerpo de Jungkook con los brazos, acercándolo más contra su pecho, acunándolo en un abrazo que deseaba durara para siempre, porque ni siquiera un para siempre alcanzaba para darle a Jungkook todo el cariño que merecía. Sujetó el cuerpo que ahora sentía tan frágil y vulnerable entre sus brazos, tan pequeño e inseguro, ahora a salvo entre sus brazos, y lo abrazó con fuerza para protegerlo de todo. Tal vez por haber revivido todos esos recuerdos tan tristes o tal vez contagiándose de sus lágrimas, Jungkook derramó unas cuantas lágrimas más que humedecieron su camiseta, a la que se había aferrado. Taehyung ya había pensado muchas veces cuánto quería ayudar a Jungkook a sanar, pero en ese momento en el que el menor temblaba contra su pecho Taehyung supo que no descansaría hasta no asegurarse de que nadie volviera a lastimar a su dulce chico de ojos grandes y sonrisa de conejo nunca más.

—No dejaré que nadie vuelva a hacerte tanto daño, Koo —susurró—. Lo juro.

—Taehyung —pronunció Jungkook también en susurros, hundiendo el rostro en su cuello, y su aliento cálido le hacía cosquillas—. Lo sé.

—Gracias por confiar en mí y contarme todo esto.

—Gracias a ti por escucharme.

Taehyung no discutió esta vez si acaso Jungkook debía agradecerle o no, las palabras sobraban. En lugar de volver a hablar, se limitó a seguir abrazando a Jungkook, mimándolo, besando su frente y párpados con dulzura y dejando que el menor se relajara en sus brazos hasta dormirse. Con él podía dormir tranquilo, Taehyung se encargaría de mantenerlo a salvo a partir de ahora.

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