13

Con la llegada de febrero, así como el invierno empezaba a terminarse, las clases también llegaban a su fin. Taehyung había finalizado sin pena ni gloria con sus exámenes, ninguna nota excelente (porque tenía demasiado en mente y le costaba concentrarse en sus estudios) pero sin problemas mayores. Con su nueva adquirida libertad, tenía mucho más tiempo sin obligaciones, lo que significaba mucho más tiempo para pensar en cosas que realmente no quería pensar, todas sobre la misma persona.

Como llevaba varios días haciendo ya, su intención era ir al refugio para mantener su mente ocupada haciendo cualquier cosa o, en otras palabras, estar tan atareado como para no tener tiempo de divagar en los miles de pensamientos sobre su situación incierta con Jeon Jungkook que cruzaban por su cabeza en esos días. Ese era el plan esa mañana de sábado: realizar la mayor cantidad de tareas posible para apagar su cerebro, al menos por un rato. Podía limpiar los espacios de los animales, alimentarlos, atender a cualquiera que estuviera herido o enfermo, incluso bañarlos. Hasta podía pasar tiempo con Gureum, como venía haciendo desde que lo rescataron de Busan, aunque resultaría un poco contraproducente porque cada vez que lo veía pensaba en su antiguo dueño y eso era justamente lo que no quería hacer.

—¡Buen día! —saludó al entrar, dejando la caja de galletas de chocolate que había robado del trabajo sobre el escritorio de la recepción.

—Taehyung oppa, buen día —saludó Yerim, recién incorporada al equipo, sonriendo tras abrir la caja—. Uy, me encantan estas cosas.

—Sólo lo mejor para ti, Kim Yerim —bromeó, batiéndole las pestañas—. ¿Tienes alguna tarea para mí?

—Pegamos la lista de tareas allá —indicó la chica, señalando un tablón de anuncios colgado a unos pocos pasos del escritorio—. Por ahora sólo llegó Minho oppa así que tienes varias opciones para elegir.

—Qué buen sistema, ¿fue idea tuya? —cuestionó, a lo que ella asintió orgullosa—. Ah, pequeña eficiente, ya veo.

Yerim soltó una risita que Taehyung imitó, entonces se acercó hasta el tablero de corcho y revisó la lista de actividades pendientes para examinarla y elegir una. Tras escribir su nombre al lado de la tarea que se había asignado, bañar a los cachorros, tomó una galleta de la caja y la comió camino al cuarto donde tenían a los perritos más pequeños. En su breve recorrido por el pasillo fue mirando a través de las paredes transparentes, sonriendo cuando alguno de los perros notaban su presencia y le movían la cola, y cuando ya casi llegaba a su destino notó algo que lo hizo volver sobre sus pasos: Gureum no estaba con los demás perros adultos. Antes de permitirse asustarte, Taehyung volvió sobre sus pasos para llegar al espacio de los perros más grandes, donde estaba Minho dándoles de comer.

—Taehyungie, hola —saludó el mayor, animado como siempre—. Llegaste temprano hoy.

—Sí, quería pasar toda la mañana aquí —dijo él sin darle mucha importancia, más preocupado por Gureum que otra cosa—. Hyung, ¿dónde está Gureumie?

—¿Gureum? —repitió Minho, extrañado—. Se lo llevó Jeon Jungkook, Tae.

—¿Cómo dices?

A juzgar por la expresión confundida en el rostro de Minho, él tampoco estaba entiendo nada de lo que sucedía en ese momento.

—Anoche vino a buscarlo, pensé que sabías —balbuceó Minho, frunciendo el ceño—. Como ustedes dos son tan cercanos, creí que... ¿no sabías?

—Supongo que se me había olvidado, ando algo distraído últimamente —mintió, porque eso era más fácil que decir la verdad.

—Taehyung, tú sabes que puedes hablar conmigo de cualquier cosa, ¿verdad? —le dijo el mayor de repente tras un breve e incómodo silencio, apoyando una mano sobre su hombro—. Sé que sueles recurrir a Jimin para eso, pero también estoy aquí para ti cuando lo necesites.

—Lo sé —dijo él, apoyando una mano sobre la ajena para dar un suave apretón—. Gracias, hyung.

Minho sonreía y lo miraba con dulzura brillando en los ojos grandes, y Taehyung se sintió mal por no poder decirle lo que realmente pasaba. No era que no confiara en el chico, pero sabía que no podía hablar con nadie sobre lo que sucedía sin comprometer la privacidad de Jungkook y eso era algo que no estaba dispuesto a hacer. Por más que necesitara alguien con quien hablar, en ese momento sabía que no podía hacerlo; por eso, se limitó a devolverle la sonrisa al contrario sin decir nada. Igualmente, antes de que el propio Minho volviera a hablar, Yerim les llamó la atención al golpear la puerta.

—Hay alguien preguntando por ti en la recepción —informó ella, mirándolo a Taehyung.

—¿Quién? —soltó él, su corazón acelerándose ante la posibilidad de que fuera Jungkook.

—Uh, un tal Min Yoongi.

—¿Oh?

Eso era extraño.

—Ve a ver, Tae —dijo Minho dando unas palmadas en su hombro, regresándolo al presente—. Podemos hablar después, mi propuesta sigue en pie.

Balbuceando un torpe "de acuerdo", Taehyung siguió a Yerim hacia la recepción sin terminar de procesar del todo lo que acababa de escuchar. ¿Min Yoongi, de todas las personas, visitándolo de repente en el refugio? ¿Por qué? La única respuesta que se le ocurría era que algo había pasado con Jungkook y la mera idea hacía que Taehyung temblara de miedo. Aquellos pocos segundos que tardó en llegar a la entrada se le hicieron eternos, la ansiedad haciéndose un hogar en su estómago, la mente nublada ante la posibilidad de que Jungkook estuviera en problemas otra vez. Por eso, tal vez, fue que ni bien divisó a Min Yoongi parado en la entrada prácticamente se avalanzó sobre él, colocando una mano sobre el hombro ajeno para llamarle la atención.

—¿Le pasó algo a Jungkook? —soltó con urgencia.

—Casi me matas del susto —murmuró Yoongi, sobresaltado, llevándose una mano al pecho—. Uh, ¿crees que podamos hablar en un lugar un poco más privado?

—Oh, sí, sí, por supuesto. Ven.

Sin perder el tiempo, Taehyung condujo a Yoongi hacia la habitación que hacía de oficina justo detrás del mostrador. Tras cerrar la puerta detrás de sí, Taehyung quitó unas pocas cosas del camino y ambos tomaron asiento en el escritorio. A pesar de la necesidad que tenía Taehyung por saber si Jungkook estaba bien, no se atrevía a preguntar, tal vez por miedo a la respuesta, por lo que se limitó a esperar a que Yoongi tome la palabra. Para su suerte, el chico no tardó mucho en hacerlo.

—Sé que te debe resultar extraño que haya venido aquí tan de la nada, pero creo que tenemos una conversación pendiente —explicó—. Antes de que te desesperes: descuida, Jungkook está bien. Quiero decir... no, no lo está, pero tú entiendes.

—No... no entiendo. En realidad no entiendo nada de lo que está sucediendo.

—Comprensible—murmuró Yoongi, y ambos soltaron risas incómodas—. Jungkook está viviendo conmigo ahora, no ha visto a Junghoon desde... bueno. Sé que te contó todo esa noche.

Por eso se llevó a Gureum, concluyó Taehyung.

—¿Y Junghoon dónde está? —preguntó, no porque le importara Jeon Junghoon, sino porque sabía que a Jungkook sí.

—Jungkook pagó dos meses de alquiler por adelantado antes de venir a vivir conmigo —admitió con fastidio el mayor—. Estoy bastante seguro de que Junghoon se fue y se llevó ese dinero porque me dijeron que está durmiendo en el sillón de un amigo, pero eso ya no es nuestro problema.

Taehyung suspiró, tan molesto como Yoongi. Ese idiota de Jeon Junghoon, cayendo más bajo cada vez, empeñado en decepcionar y lastimar a Jungkook.

—¿Cómo lo tomó Jungkookie?

—No se lo dije, no quiero proteger a Junghoon pero no podía lastimar a Jungkook de esa manera —se justificó Yoongi, derrotado—. Si tengo que ver a Jungkook triste por su culpa una vez más no creo que pueda soportarlo... mi corazón se romperá sin reparo si vuelvo a verlo sufrir así.

—Aunque entiendo que quieras protegerlo, creo que Jungkook merece saberlo.

—Las cosas están demasiado complicadas ahora mismo, la verdad. Jungkook me ocultó cosas, yo le oculté cosas a él...

—¿Qué cosas? —inquirió él; luego se dio cuenta de lo entrometido que se veía y se avergonzó—. Si quieres y puedes decírmelo, claro.

—Lo de los dos meses de alquiler, por ejemplo. Jungkook no me había dicho que haría eso —respondió Yoongi—. Y la forma en la que yo me enteré, también. Jungkook no volvió a ver a Junghoon desde esa vez, pero yo sí.

—¿Lo viste?

—Fui a su casa a intentar hacerlo entrar en razón. No salió muy bien —confesó el mayor, acariciándose los nudillos de la mano derecha—. Pensarías que, con lo mucho que detesto a Junghoon, se habría sentido bien pero no lo disfruté, Taehyung. No lo disfruté porque muy en el fondo, sigue siendo... sigue siendo él.

Sorprendido, Taehyung se cubrió la boca con las dos manos. No hacía falta que Yoongi dijera nada más, alcanzó con el dolor en su expresión y en su voz para que Taehyung entendiera todo.

—Pero no vine a hablar de eso, esa es otra historia —se apresuró a decir Yoongi, tal vez notando cómo había cambiado el ambiente luego de su confesión—. Lo que vine a decirte es que Jungkook te necesita, Taehyung. Te necesita más que nunca.

—Yo sólo intenté darle espacio, no quiero agobiarlo... pero sabe que estoy aquí para él, ¿verdad? —dijo Taehyung, abrumado—. Jungkookie sabe que lo que más quiero es ayudarlo y estar con él, ¿verdad?

—Lo que tienes que entender es que Jungkook ha sufrido mucho más de lo que puedas imaginar. Jungkook es la persona más increíble que he conocido en toda mi vida, de verdad —decía Yoongi, desviando la vista—. El destino ha sido tan duro con él, pero Jungkook siempre fue tan fuerte y valiente, nunca se rindió... Luchó, y por mucho tiempo luchó solo, le cuesta aceptar que ya no está solo ahora.

—Es que todo lo que está pasando con su hermano es tan injusto...

—El drama con Junghoon nunca se terminará si no hacemos algo al respecto, se repetirá una y otra vez y será cada vez peor hasta que pase algo realmente grave, sin solución —presagió el mayor—. Por eso digo que Jungkook te necesita. No es que pretenda que soluciones todos sus problemas, sé que no puedes, pero contigo las cosas eran diferentes.

—¿Diferentes?

—Tú lo hacías feliz —dijo Yoongi con simpleza—. A pesar de todo, Jungkook estaba empezando a ser feliz.

—Oh.

—Kim Taehyung-ssi, tengo que preguntarte algo ahora.

—Uh, claro. Dime.

—¿Qué sientes exactamente por Jungkook? —cuestionó Yoongi sin dar rodeos, decidido—. ¿Lo amas tanto como él a ti?

Por un segundo, Taehyung quedó sin palabras debido a que la pregunta lo había tomado desprevenido. Su primer pensamiento fue que no tenía una respuesta para eso, porque había pasado semanas enteras dándole vueltas al asunto y nunca había llegado a una conclusión, pero en ese preciso momento se dio cuenta de lo tonto que había sido todo ese tiempo. ¿Que si amaba a Jeon Jungkook? Preguntar aquello era lo mismo que preguntarle si respiraba.

—No podría explicar cuánto, Min Yoongi —fue lo que respondió, sonriendo por lo bien que se sentía aceptar finalmente sus sentimientos—. Sí, sí lo amo. Lo adoro.

—Sé que Jungkook quiere estar contigo, pero no se atreve a dar el paso final por miedo a que todo salga mal —explicó el mayor, sonriendo esperanzado—. ¿Qué dices si le damos ese último empujón que necesita?

✿✿✿

La luna creciente, las estrellas como pequeños puntitos brillantes en el cielo oscuro, ni una gota de viento a pesar del clima todavía frío; era en noches como esas en las que Jungkook disfrutaba la caminata de regreso desde la tienda hasta la casa. Aunque fuera casi medianoche, era sábado por la noche y la ciudad parecía haber cobrado vida, como si despertara del letargo en el que se sumía durante el día. Con las manos en los bolsillos y el rostro medio oculto detrás de una bufanda, Jungkook se perdía entre la multitud de personas que se preparaban para salir a disfrutar, contrario a él que volvía del trabajo.

El edificio en el que vivía con Yoongi quedaba más cerca de la zona céntrica que su antiguo piso, por lo que la caminata era más corta que antes, también era más placentera. Saber que llegaría y sería recibido con cariño le hacía querer llegar pronto, algo que antes no sucedía. A pesar de que esa noche Yoongi no estaría en casa, igual sabía que lo estarían esperando ansiosos Holly y Gureum, por lo que aceleró el paso en las últimas calles, sonriendo bajo la lana de su bufanda. Había sido una decisión un tanto impulsiva la traer a Gureum, se imaginaba que Taehyung se molestaría porque lo había hecho a sus espaldas, pero había sido el primer paso para asimilar que por primera vez en mucho tiempo volvía a tener el control de su vida, algo que necesitaba imperiosamente. 

Ya tendría tiempo para explicarse y disculparse con Taehyung, algo que tenía intenciones de hacer una vez que le pagara el dinero que le debía a Kim Siyang el siguiente martes. Con ese pensamiento esperanzador se fue preparando para entrar a la casa, ya a pocos metros de la entrada del edificio, cuanto notó que había alguien sentado en los escalones de afuera. Su primer instinto fue el de asustarse, porque ya había tenido tres encuentros poco placenteros con Kim Siyang y no quería uno más, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca del desconocido logró verle bien el rostro y comprobó que no era un desconocido, en absoluto; ese rostro lo veía en cada uno de sus sueños.

—Taehyung —soltó, la voz ahogada bajo la bufanda.

—Jungkookie —pronunció el mayor, poniéndose de pie y quedando un escalón por encima de él.

Ambos se quedaron parados así, uno frente al otro, Taehyung desde arriba del escalón. Y se miraron, se miraron intensamente y sin decir nada por una fracción de segundo que se sintió también como toda una vida entera, porque cada minuto que había pasado lejos de Taehyung había sido eterno, y en ese momento parecía que el tiempo se había detenido por completo. Jungkook no podría decir con seguridad quién de los dos había roto el hechizo, no sabía si Taehyung había sido el que se arrojó sobre él o si él había sido el que había abierto los brazos, lo único que sabía era que de repente se encontraba rodeándole la cintura, cerrando los ojos, abrazándolo con tanta fuerza y urgencia que lo levantó del suelo mientras sus labios se encontraban en un beso desesperado. Taehyung lo abrazaba también, había pasado los brazos alrededor de su cuello mientras ambos interrumpían el beso para susurrarse cuánto se habían extrañado esos días.

—Dios, te extrañaba —decía él, estrechándolo en sus brazos—. Perdóname.

—Eres un gran tonto, Jeon Jungkook —decía Taehyung, repartiendo también algunos besos por todo su rostro—. Te extrañé demasiado.

Aquello se prolongó por más tiempo del que Jungkook podía contar, no quería soltar a Taehyung hasta no sentir que había recuperado las semanas que había perdido. Para cuando fue capaz de dejar que Taehyung apoyara los pies en el suelo su respiración se había acelerado y los labios ajenos estaban húmedos, sonrosados y un poco hinchados, imaginaba que los suyos se verían igual. En lugar de separarse del todo, dejó las manos sobre la cintura ajena, mientras que Taehyung subió las suyas para acunarle el rostro y acariciarle las mejillas con los pulgares.

—Te quedó cicatriz —dijo Taehyung con tristeza, pasando el pulgar sobre la marca que le había quedado como recuerdo eterno de su pelea con Junghoon.

—Creo que me raspó con sus anillos —explicó él, resignado—. No importa, no me molesta. No es una cicatriz tan grande. 

—Me pone un poco triste —dijo el mayor, para luego acercarse y besarle la cicatriz con dulzura—. Pero te queda sexy, te ves como un chico malo.

—Qué tontería es esa...

—No sólo te ves como un chico malo, también actúas como uno —agregó Taehyung, burlón—. Tienes cicatrices, no devuelves las llamadas, robaste un perro... ¡dos veces!

—Ah, sí, sobre eso... lo siento —balbuceó él, un poco avergonzado—. Estaba emocionado por tener a Gureum ahora que puedo cuidarlo. 

—La próxima vez que quieras secuestrar a un perro me avisas —bromeó el pelinegro—, porque eso era algo especial entre nosotros. 

Ambos se rieron por el chiste tonto, aunque la risa de parte de Jungkook duró poco. Tal vez no había planeado tener que enfrentarse a Taehyung esa noche, cuando todavía quedaba el asunto de Kim Siyang pendiente, pero ahora que tenía la oportunidad no iba a desperdiciarla porque ya era tiempo de arreglar las cosas de una vez por todas. No podía seguir arruinando su vida por intentar salvar la de Junghoon, ya no más.

—Te debo una explicación, Taehyung —anunció, separándose del contrario aunque sin romper el abrazo—. Sé que me comporté como un idiota, pero te prometo que tuve una razón. Si viniste hasta aquí... supongo que es porque eres realmente un ángel y estás dispuesto a escucharme.

—Quiero darte la oportunidad de explicar cómo funciona esta tonta cabecita tuya, sí —confirmó Taehyung, picándole la frente con el dedo índice y logrando que el ambiente se sintiera menos tenso—. Después de lo que me contaste sobre tu hermano, me imaginaba que estaría pasando algo.

—Siempre está pasando algo con él —se quejó Jungkook, suspirando con cansancio—. Pero ahora está pasando algo que nunca antes había pasado, mi hermano hizo algo realmente malo.

—Cariño, Jeon Junghoon nunca ha hecho nada bien desde que le falló a su hermano —alegó Taehyung, mirándolo con una ceja alzada—. A esta altura hasta que respire es algo malo.

—Le robó a alguien peligroso, Taehyung —confesó él entonces, de golpe porque no había otra manera de decirlo—. Le debo dinero a un líder de pandilla...

Los bonitos ojos oscuros de Taehyung se abrieron como platos ante la sorpresa, entonces Jungkook procedió a contarle lo que verdaderamente había sucedido aquella noche en la que Junghoon lo golpeó. Por un largo rato sólo él habló, explicándole a Taehyung todos los detalles de lo que había pasado durante esa semana: Junghoon había robado las botellas de whisky importado, causando con eso que Kim Siyang empezara a perseguirlo, apareciéndose en sus tres trabajos para amenazarlo y todo ese desastre sacado de una pesadilla. Taehyung escuchaba con atención, luciendo cada vez más horrorizado ante su relato, una de las cosas que más temía Jungkook. Sabía que todo eso era terrible y que cualquier persona se asustaría y querría huir de una vida así, de ser posible él mismo lo haría.

—¿Te han estado amenazando todo este tiempo? —preguntó el pelinegro en un susurro una vez que Jungkook terminó de hablar, visiblemente alterado—. ¿Cómo rayos terminó tu hermano metiéndose con gente así de peligrosa? ¿Y por qué te amenazan a ti, si el que les debe dinero es él?

—Creo que... que Junghoon ha estado usando mi nombre todo este tiempo, por eso siempre me encuentran a mí cuando le debe dinero a alguien —confesó él entonces, admitiendo por primera vez la sospecha que había mantenido como un secreto durante esos días—. Y si no es eso, tal vez sea porque nos parecemos bastante, alguien que no nos conoce a los dos podría confundirnos fácilmente.

—Koo... ¿por qué me ocultarías algo tan grave? —inquirió Taehyung, dolido, viéndose como si estuviera a punto de llorar—. ¿Cómo estabas metido en algo tan peligroso y no me lo dijiste antes?

—¿No lo entiendes, Tae? Estaba tratando de protegerte —se defendió Jungkook, frustrado—. ¡Tenía miedo de que te hicieran daño! Si te veían conmigo y luego te hacían algo yo... no podría soportarlo.

—Así como tienes miedo por mí, yo siento miedo por ti, Koo —explicó Taehyung, tomándolo de las manos—. Si tú estás tan pendiente de cuidarme a mí, ¿quién te va a cuidar a ti?

—No... no lo sé...

A Jungkook le costaba defenderse ahora, no tenía palabras. La sensación de la culpa y la del miedo eran tan fuertes que entendía por qué había intentando tanto mantenerse alejado de Taehyung, no encariñarse, no empezar a preocuparse por él. Sin embargo, la seguridad y la calma que sentía ahora que podía estar a su lado, confiándole sus temores y compartiendo la carga tan pesada, esas sensaciones de bienestar eran aún más fuertes. A pesar de todo lo que estaba sucediendo y todo lo que podía llegar a salir mal, Jungkook se sentía a salvo junto a Taehyung, esperanzado por salir de ese lío siempre y cuando estuvieran juntos. 

—Koo, cariño, sé que tienes miedo y te cuesta bajar la guardia, pero te prometo que puedes confiar en mí —agregó Taehyung ante su silencio—. Quiero estar contigo y que te apoyes en mí, ser tu familia y tu hogar, pero tienes que dejarme —decía, acercándose las manos de Jungkook hasta los labios—. Deja caer esos muros en los que te escondes y déjame entrar, deja que te ayude.

Taehyung besó sus manos y a Jungkook le temblaron las piernas. En lugar de responder, apoyó la frente sobre sus manos unidas, permitiéndose disfrutar de aquel momento y sentir con cada fibra de su cuerpo la cercanía, el calor, el perfume floral, el amor tan intenso como nunca antes que le profesaba al contrario. ¿Muros, decía Taehyung? Sí, en algún momento Jungkook se había refugiado detrás de muros, pero desde que Kim Taehyung había llegado a su vida estos se habían derrumbado; jamás Jungkook había confiado tanto en alguien, nunca se había mostrado tan honesto y vulnerable ante nadie. Aquel chico, ese ángel, se le había metido debajo de la piel, se había adueñado de su corazón por completo.

—¿Te quedarás conmigo, Kim Taehyung? —preguntó finalmente luego de un silencio demasiado prolongado—. Si te dejo entrar, ¿te quedarás conmigo?

—Sí, Jungkookie —aseguró el mayor, esbozando una sonrisa—. Te prometo que me quedaré contigo y arreglaremos este desastre.

—¿Juntos?

—Juntos, Koo. Siempre juntos.

Jungkook sonrió, una sensación cálida comenzaba a propagarse desde su corazón hacia todo su cuerpo, apaciguando el frío. Se dejó abrazar por Taehyung y, sin necesidad de volver a hablar, volvieron a encontrarse en un beso que decía más que mil palabras. Fue de manera natural que terminaron entrando a la casa y dejándose caer en la cama, sellando esa promesa al dejarse llevar y unir sus cuerpos. Con cada beso y con cada caricia, con cada roce Jungkook podía sentir cómo las flores crecían y el frío se disipaba hasta dejar de existir, la primavera haciéndose un hogar en su corazón a medida que el invierno que traía Jungkook en el pecho se extinguía, al fin.

El resto de la noche pasó rápido con ambos sumidos en su propio mundo, ese mundo en el que Jungkook quería vivir para siempre. Se besaron y se amaron, de repente Jungkook sabía que ya no tenía que preocuparse porque, de alguna manera, sentía que todo iba a estar bien tarde o temprano.  ¿Cómo no iba a estarlo, si se encontraba en compañía del ángel que había llegado a salvarlo? ¿Cómo no iba a estarlo, si ahora ese chico tan especial que el destino había puesto en su camino se encontraba durmiendo entre sus brazos? ¿Cómo no iba a estarlo, si para Jungkook al fin había llegado la primavera? 

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