12
La sala estaba repleta de cajas, algo poco habitual en la casa que Jungkook había compartido con su hermano los últimos dos años. Sentado en el suelo con una libreta en mano, Yoongi iba clasificando las cajas según lo que contenía cada una (ropa, libros, sus lápices para dibujar, sus cosas de la universidad, utensilios de cocina, entre otras cosas) mientras que Hoseok iba poniéndole las etiquetas y acomodándolas en hileras, siguiendo las instrucciones del mayor. Jungkook guardaba sus pertenencias en dichas cajas, trayendo las pocas cosas que todavía faltaban de su habitación; todo lo demás ya estaba empacado y listo para ir al maletero del auto de Hoseok, estacionado en la puerta del edificio. A excepción del ruido apenas perceptible del papel de la libreta de Yoongi siendo rasgado por la tinta y el ruido de la cinta adhesiva que cortaba Hoseok cada tanto, no se oía nada.
Había pensado que sería mucho más difícil tomar finalmente la decisión de irse, dado que Yoongi le había propuesto incontables veces que aceptara vivir con él y Jungkook siempre se había negado. No podía irse, decía cada vez. No podía dejar a Junghoon solo, ¿qué clase de hermano sería si hiciera eso? Sin embargo, luego de aquel fatídico día en el que su hermano decidió levantarle la mano, para Jungkook la respuesta era más que evidente. Así como antes sentía que no podía abandonar a su hermano a su suerte, supo en el momento en el que el puño de Junghoon chocó contra su mejilla que nunca más podría ver a su hermano a la cara, debía salir de ese lugar. La verdad era que sabía que su corazón no resistiría estar en el mismo espacio que Jeon Junghoon, por eso terminó aceptando que había llegado la hora de marcharse.
—Esta es la última caja —informó Hoseok al mismo tiempo que la etiquetaba con un papel en el que se leía cuadernos y dibujos—. ¿Falta algo más?
—Creo que solamente faltan las cosas del baño —respondió Yoongi, mirando a Jungkook en busca de confirmación.
—Lo demás puedo meterlo en mi mochila —agregó él luego de asentir con la cabeza, y se dejó caer en el suelo junto al mayor de los tres—. Ni siquiera tengo tantas cosas, ¿por qué estoy tan cansado?
—Porque mudarse es agotador, Jungkookie —contestó Hoseok, acercándose para masajearle los hombros—. Y porque la situación en sí es un poco terrible, tal vez.
—"Un poco" —repitió él con tono burlón, resoplando—. Sí, puede ser.
—¿Has hablado con Junghoon? —inquirió Yoongi, fallando en disimular el rechazo que sentía por el mayor de los Jeon.
Jungkook negó con la cabeza antes de cerrar los ojos y hundir el rostro entre las manos, apoyando estas sobre sus piernas. Hoseok siguió con el masaje hasta que Jungkook suspiró e hizo por incorporarse, dispuesto a terminar de una vez por todas con el asunto de la mudanza porque si permanecía un minuto más en esa casa perdería la cabeza. En lo que metía las últimas cosas restantes en su mochila, Hoseok y Yoongi empezaron a bajar las cajas de dos en dos y no tardaron mucho en despejar la sala; antes de que Jungkook se diera cuenta siquiera, se encontró a solas en su departamento casi vacío a excepción de los muebles, que no pensaba llevarse. Se permitió echar un último vistazo a aquel lugar que había sido su hogar por casi dos años, pensando que tal vez sería agridulce partir por tantos buenos recuerdos, pero ni siquiera si se esforzaba era capaz de pensar en un solo recuerdo feliz que tuviera en esa casa.
Tal vez, excepto uno.
—Me gusta mucho cuando sonríes, Kookie —había dicho Kim Taehyung aquella vez, una eternidad atrás—. Sobretodo si es por mí.
Por supuesto que su único buen recuerdo de esa casa tenía a Kim Taehyung como protagonista, a Jungkook no le sorprendía. Si era honesto, tenía más recuerdos felices sobre Taehyung que sobre cualquier otra persona, y no sabía si eso era bueno o malo. Lo que sí sabía era que dolía, porque apenas habían pasado unas cuantas horas de la última vez que lo había visto, pero lo extrañaba como si hubieran pasado años y lamentaba cómo había dejado las cosas.
—Debe odiarme ahora —se dijo a sí mismo, suspirando.
—¿Quién te odia? —preguntó Hoseok, que de repente estaba a su lado aunque él ni siquiera había notado su presencia, haciendo que se sobresalte—. Lo siento, no quería asustarte.
Yoongi, unos pasos detrás del chico, soltó una risa burlona de la que Hoseok pronto se contagió, aunque trató de disimularla. La ridícula mueca en el rostro de Hoseok, esa que ponía cada vez que intentaba no reír, no hizo más que causarle gracia incluso a él, por lo que pronto se encontraban riendo los tres, rompiendo la tensión en el ambiente con sencillez. Una vez que logró calmarse, Jungkook dejó ir el aire en un suspiro y negó con la cabeza, incapaz de relajarse o sonreír con tanta facilidad dadas las circunstancias en las que estaba todo en su vida.
—Jungkookie, ¿quién te odia? —preguntó nuevamente Hoseok, curioso—. Como si alguien pudiera odiarte...
—¿Mi hermano, tal vez?
—Si te odia es porque su cerebro terminó de freírse y ya no sirve. Nunca le fue muy útil, igualmente —murmuró Yoongi, poniendo los ojos en blanco—. ¿Por qué crees que te odia? Dijiste que no hablaste con él todavía.
—No hablé con él... y tampoco hablaba de él, en realidad —aclaró Jungkook, decidiendo que ya estaba harto de mentir o de ocultar lo que sentía y que debía ser honesto con las únicas personas que le quedaban en el mundo—. Hablo de Kim Taehyung.
—¿Cómo podría odiarte Kim Taehyung, de todas las personas? —inquirió Hoseok, mirándolo con el ceño fruncido—. Te creería cualquier cosa menos eso, Kook.
—Lo lastimé, chicos.
Tanto Hoseok como Yoongi lo miraron con curiosidad y preocupación, pero fue Yoongi quien se atrevió a preguntar.
—Oh, Jungkook... ¿qué hiciste?
Derrotado, Jungkook terminó por contarle a sus amigos la parte que había omitido antes. Les contó entonces que había ido a la casa de Taehyung la otra noche, que le había dicho toda la verdad sobre su hermano y que por un momento había sido lo suficientemente estúpido e ingenuo como para pensar que las cosas saldrían bien. También les confesó que a la mañana siguiente tuvo un encuentro muy poco placentero con Kim Siyang en la cafetería, y que por eso había terminado pidiéndoles auxilio esa misma tarde para no regresar de nuevo a su casa, tampoco a la casa de Taehyung. Por último les habló de la tarde anterior, de la visita de Taehyung en la gasolinera, que coincidió con otra visita de Kim Siyang que no salió muy bien. Les contó absolutamente todo, esta vez sin ocultar nada. Para cuando terminó con su relato, Hoseok lo miraba abatido mientras que Yoongi no parecía ser capaz de mirarlo a los ojos.
—¿Cuándo pensabas decirme que te amenazaron y que te echaron del trabajo, Jungkook? —reclamó el mayor de los tres, visiblemente ofendido—. ¿Por qué me ocultarías algo así?
—Iba a decírtelo, hyung, en serio —se apresuró a decir él, frustrado—. No sabía cómo, no quería que te preocuparas o que te asustaras por mí.
—¿Hablas en serio?
—No es la primera vez que algún contacto de Junghoon me amenaza —le recordó para calmar las aguas, aunque tuvo el efecto contrario.
—Jungkook, si estás tratando de tranquilizarnos, no lo estás logrando —soltó Hoseok con ironía, alterándose más y más con cada palabra—. ¿Cómo nos ocultaste algo así?
Incapaz de defenderse, Jungkook nada más bajó la mirada. Tenía un terrible nudo en la garganta que le impedía hablar, además de que sentía los ojos arder por las inminentes ganas de llorar que lo acompañaban hacía días ya. Ya no podía distinguir si acaso lloraba por la tristeza, la rabia o la impotencia.
—¿Cuánto dinero quiere, Jungkook? —preguntó entonces Yoongi, gélido.
—Demasiado.
Yoongi comenzó a frotarse los lados de la cabeza, soltando una maldición cuando Jungkook finalmente se atrevió a decirles la cifra que Kim Siyang le había pedido el domingo por la mañana.
—Buscaremos la forma —dijo Hoseok, siempre positivo, con convicción—. Tú no te preocupes, tendremos el dinero. ¿Para cuándo lo quiere?
—Mitad de mes...
—Tenemos dos semanas, es suficiente —aceptó Yoongi también, probablemente sacando cuentas en su mente, mientras asentía con la cabeza—. Estaba pensando en vender la moto, podríamos usa-
—No voy a aceptar tu dinero, hyung —interrumpió él, girándose luego para mirar a Hoseok—. El tuyo tampoco. No quiero deberles dinero a ustedes también.
—Eso es ridículo. No nos deberías nada, ¿de qué hablas?
—¿Cómo piensas pagar si no, Jungkook?
—No... no lo sé.
—Por una vez, sólo por una vez, déjanos ayudarte —pidió Yoongi—. No tienes que hacerlo solo, Kook. No estás solo, ¿cuándo vas a entenderlo?
—Ojalá lo estuviera —se oyó decir—. Todos ustedes podrían estar en peligro por estar conmigo. Hoseok hyung, tú... y Taehyung...
—Razón de más para que nos dejes ayudarte —insistió Yoongi, colocando una mano sobre su hombro—. Si pagamos ese dinero te dejarán en paz, Kook. Nos dejarán en paz a todos.
—No tienes que protegernos, Kook —agregó Hoseok, tomándolo del otro hombro con el mismo cariño que Yoongi—. Deja que nosotros te protejamos a ti esta vez.
—Si algo les pasara no podría vivir con la culpa —confesó finalmente, agotado.
Para ese punto, Jungkook ya se había dejado ganar por las lágrimas que, ahora entendía, eran por el miedo de que aquellas personas a las que tanto quería salieran lastimadas por él. Estaba tan asustado y cansado, y ya no le quedaban fuerzas para luchar contra las ganas de llorar. En ese momento, lo que más necesitaba era el apoyo y la contención que Hoseok y Yoongi parecían más que dispuestos a brindarle.
—¿Y si me vieron con Taehyung ayer? —aventuró, vocalizando aquel pensamiento que no había dejado de atormentarlo desde la tarde anterior—. ¿Y si le hacen daño para provocarme?
—Si aceptaras nuestra ayuda, podríamos juntar el dinero más rápido y terminar con esto de una vez por todas —insistió Yoongi, la voz de la razón—. ¿No crees?
—Si nos dejas ayudarte podremos deshacernos de Kim Siyang y nadie estará en peligro —agregó Hoseok, limpiándole las lágrimas con el dorso de la mano—. Pero si de verdad te preocupa que le suceda algo a Taehyung, creo que deberías decirle la verdad. Si sabe lo que está pasando, podrá tener más cuidado.
—Eso es cierto —aceptó, vencido, entonces suspiró para luego asentir con la cabeza—. Está bien. Está bien, aceptaré su ayuda.
✿✿✿
A medida que los días iban pasando, el invierno llegaba a su fin. Cada vez hacía menos frío, había un poco más de sol y en general, las cosas mejoraban. Vivir con Yoongi no era algo completamente nuevo, Jungkook había pasado muchas noches en su casa en el pasado, pero de todas formas había algo en el hecho de poder llamar a ese lugar su hogar que lograba darle esperanza por un nuevo comienzo. Ahora tenía un lugar en el mundo en el que pertenecía y se sentía a salvo, contenido, querido. Hacer cosas tan simples como poder desayunar y cenar juntos todos los días, hablando de cualquier cosa, disfrutando el simple hecho de poder compartir una comida, algo que Jungkook había añorado y dado por perdido pero ahora se volvía tan natural como respirar.
Los días iban pasando, el invierno llegaba a su fin y las cosas mejoraban, sí. Entre las propinas que le daban en la cafetería, los pocos ahorros que había logrado rescatar de Junghoon y una parte prestada por Hoseok y Yoongi, la cantidad de dinero que Kim Siyang pedía ya no parecía tan disparatada. Todavía les faltaba un poco pero, si todo salía bien, Yoongi podría vender su moto al fin y conseguir esa última parte tan escurridiza. Por primera vez en mucho tiempo, Jungkook se sentía esperanzado.
Sin embargo, a pesar de todo, todavía quedaba algo que no había podido solucionar. Tenía un asunto pendiente, algo que sabía que debía arreglar pero no sabía cómo hacerlo, y a medida que los días pasaban, más difícil se le hacía pensar cómo arreglaría aquello: había dicho que hablaría con Taehyung, sabía que debía hacerlo, pero no se atrevía ni sabía qué decirle, ni cómo. Había tanto por explicar, ¿por dónde iba a comenzar? Aún así, debía admitirlo, el temor a confrontarlo no hacía que su preocupación fuera menor, sino todo lo contrario. Tal vez no se animaba a acercarse a Taehyung, un poco por la culpa y la vergüenza y otro poco por el miedo, pero eso no le impedía querer saber cómo se encontraba el chico; ansiaba verlo, asegurarse de que estaba bien, sano y salvo, seguro. Por eso, porque era un egoísta cobarde, aunque todavía no había sido capaz de hablarle, no había perdido la oportunidad de pasar por la pastelería o el refugio en más de una ocasión nada más para admirarlo a la distancia como todo un acosador y asegurarse de que se encontraba bien.
—Kim Taehyung, ¿por qué no te abrigas? —susurró esa tarde de viernes, pasando por el refugio justo cuando Taehyung entraba—. ¿Acaso quieres enfermarte?
Taehyung lucía bien, ciertamente. Siempre bonito, dulce y cálido como un día soleado de esos que a Jungkook tanto le gustaban. No parecía lastimado ni asustado, lo cual era bueno, pero sí lucía... cansado, tal vez incluso triste, cada día un poco más, y eso era terrible. Jungkook se preguntaba si acaso estaría triste por su culpa, algo que le generaba un gran conflicto interno: por una parte le dolía, porque, ¿cómo en la tierra se atrevía a lastimar a Kim Taehyung, el ángel que le había salvado la vida?; pero por otra parte le causaba cierta satisfacción, porque eso significaba que a Taehyung todavía le importaba y mentiría si dijera que eso no lo alegraba un poco. Su lado sensato y su lado egoísta entraban en batalla cada vez que lo veía, el primero asegurándole que debía irse lejos y dejarlo en paz, el segundo clamando por acercarse y dejarse llevar una vez más.
Tal vez porque era su día libre de la tienda y tenía algo de tiempo hasta que Yoongi regresara a casa, quizá porque se encontraba por la zona, o más probablemente porque extrañaba mucho a Taehyung y cualquier excusa para verlo, aunque fuese de lejos, era buena, se encontró merodeando por la zona y siguiéndolo a una distancia prudente hacia la pastelería unas pocas horas más tarde. Ignorando la voz de la consciencia que le susurraba lo espeluznante que hacer algo así era, se permitió quedarse frente a la tienda nada más para observar a Kim Taehyung un poco más. El pelinegro se encontraba acomodando unas cuantas cosas, charlando y riendo con Kim Minjae, luciendo más bonito que nunca con su cabello largo y más ondulado que la última vez que se habían visto días atrás, y el corazón de Jungkook dolía por lo mucho que quería entrar ahí y sincerarse con él para luego llevárselo lejos, ponerlo a salvo y olvidarse de todo.
Pero no podía hacerlo. Taehyung merecía algo mejor que eso.
Con un sabor amargo en la boca, Jungkook se dispuso a darse la vuelta para marcharse... y vaya sorpresa se llevó cuando lo hizo.
—¡Jeon Jungkook, en vivo y en directo! —exclamó Kim Seokjin con una sonrisa que no le llegaba a los ojos—. Siento que estoy viendo un fantasma.
—Me sorprende encontrarte por aquí —agregó Kim Namjoon, menos cínico que Seokjin pero con el mismo sentimiento en común—, según Taehyung no han hablado recientemente.
—No le hablas... ¿pero lo espías como un bicho raro?
—¿Sabe mi primo que estás parado aquí afuera como un acosador?
—No...
—¿Qué te parece si los tres damos un paseo, niño bonito? —ordenó Seokjin en tono de sugerencia que no daba lugar a una negativa como respuesta.
Jungkook podría asegurar con total certeza que había experimentado muy pocas cosas tan incómodas como esa. Acorralado, aceptó la propuesta de Seokjin porque sabía que no tenía otra opción, y así fue como terminó caminando en silencio entre los otros dos chicos, que en ese momento le parecían gigantes, y él era pequeño, tan pequeño e insignificante, tan poca cosa, que en cualquier momento podrían hartarse de su presencia y aplastarlo como a un insecto. Se lo merecería, de ser así.
Los primeros minutos fueron en silencio, ninguno de los dos le decía nada y por supuesto que él no se atrevía a hablar. Llegó a pensar que tal vez se habían olvidado de que estaba ahí, con ellos, pero claro que ese no era el caso cuando podía sentir la tensión del aire como sentía el viento frío azotándole el rostro. No sabía qué era peor, que los amigos de Taehyung le reclamaran por ser un idiota, o ir así, en silencio, a la espera de que lo hicieran, causándole tanta ansiedad que podía jurar que estaba a punto de perder la cordura. Justo para cuando empezaba a enloquecer, Namjoon lo miró de reojo y negó con la cabeza, suspirando pesadamente.
—Me caías bien, Jungkook —soltó de sopetón, sus palabras golpeándolo como una bofetada—. No pensé que resultarías siendo uno de esos.
—¿Uno de esos? —repitió él como un tonto, inseguro sobre lo que Namjoon estaba insinuando.
—Uno de los que se aprovechan de Taehyung —aclaró Seokjin, quien parecía ser el que más rencor le guardaba—. Uno de esos que notan lo bueno que es y se aprovechan para alejarse una vez que obtienen lo que quieren de él.
—Tenía este buen presentimiento sobre ti —continuó Namjoon una vez que eso quedó aclarado, ayudándose con las manos para explicarse mejor—. A pesar de que sonabas como alguien sospechoso y algunos del grupo no confiaban en ti, yo te tenía fe, hombre.
—Lo que no termino de entender es, ¿qué era lo que querías? —agregó el mayor de los tres, entrecerrando los ojos para escudriñarlo con agudeza—. Debo admitir que me engañaste incluso a mí, de verdad pensé que estabas perdidamente enamorado de Taehyung esa vez que fuimos a Busan. ¿Eso era lo que querías, rescatar a tu perro?
Las acusaciones y reproches le caían como flechas, y Jungkook, indefenso y solo contra los dos, las sentía clavándosele debajo de la piel. Lo peor era que no podía ofenderse ni enojarse por el hecho de que Namjoon y Seokjin estuvieran juzgándolo mal porque entendía que visto desde afuera y sin conocer los detalles sobre su vida y todo el asunto con Junghoon, era lógico que asumieran que había usado a Taehyung. Eso era lo que parecía, al menos, ¿y cómo podría culparlos por querer proteger a Taehyung de alguien así de despreciable? Él mismo se había jurado siempre proteger a Taehyung, después de todo.
Y no obstante, aunque le dolía la posibilidad de que Taehyung pensara eso también, sintió una profunda gratitud hacia el chico porque era evidente que no les había dicho todo a sus amigos. Aquellos detalles privados sobre su relación tan tormentosa con su hermano, aquello que Jungkook le había confiado, Kim Taehyung, el ángel, lo había mantenido en secreto.
—Este es el momento en el que dices algo para defenderte, Jungkook —dijo Seokjin, haciendo que volviera a prestar atención—. O admites lo que hiciste, que sería mejor.
—No puedo defenderme sin decir algunas cosas de las que no quiero hablar —se atrevió a decir, todavía preso de aquel tonto deseo por proteger a su hermano a pesar de todo—. Pero nunca fue mi intención aprovecharme de Taehyung.
—¿Entonces cuáles eran tus intenciones con él? —inquirió Namjoon, cediendo un poco.
—No lo sé —admitió él, honesto—. Al principio, ninguna. Agradecerle por haberme ayudado esa noche, tal vez. Ser su amigo.
—¿Y luego?
—Y luego... simplemente estar cerca suyo —confesó, suspirando—. Pasar tiempo con la única persona que... que me hacía sentir de esa manera.
—¿De qué manera? —cuestionó Seokjin, que también parecía ceder un poco.
—Como si fuera primavera. Como si hubiera flores floreciendo en mi pecho cada vez que lo veo. Como si fuera posible dejar de sentir frío, porque estando con él todo se sentía tan cálido que el invierno dejaba de existir.
No sabía por qué estaba diciendo todo eso tan de repente, tal vez porque llevaba mucho tiempo guardándolo, pero ahora que había empezado a hablar sentía que no podía parar. Seokjin y Namjoon ya no lo miraban con ojos acusadores ni ceños fruncidos, sino que parecían sorprendidos por sus palabras.
—¿Estás enamorado de él, Jungkook? —preguntó entonces Namjoon, su tono se había suavizado al igual que su expresión—. ¿Lo amas?
Jungkook no respondió de inmediato, sino que se permitió un segundo para pensar en lo que diría a continuación. Claro que no tardó más que eso en saber la respuesta, porque en realidad hacía tiempo que lo sabía. Tras resoplar y esbozar una tímida sonrisa, negó con la cabeza porque no podía creer que, a pesar de lo mucho que había intentado no encariñarse con Kim Taehyung por miedo a salir lastimado, había caído perdidamente enamorado de él. Y ya no le importaba llegar a sentir dolor, lo único que le importaba era que que Taehyung nunca lo sintiera y fuera siempre feliz, con o sin él.
—¿Cómo podría no amarlo? —contestó al fin, sonriendo con tristeza—. Lo amo, por supuesto que lo amo. Pero no soy sólo yo. Sus amigos, su familia, ustedes. Y los animales del refugio y las flores y cualquiera que haya cruzado camino con él —agregó, suspirando—. Taehyung es... la vida es mejor por gente como él. La primavera existe porque alguien como él existe. Él es la primavera, tan cálido, tan radiante, tan lleno de vida...
—Si sientes todo eso por Taehyung, ¿por qué te alejaste? —indagó Seokjin en un susurro, su enojo disipándose—. Sabes que él te adora como a nadie, ¿verdad?
—Porque no puedo permitirme arruinarlo —dijo con voz temblorosa, poniendo aquella noción en voz alta por primera vez—. ¿Cómo podría ser tan egoísta como para hacerle algo así?
—¿Piensas que le estás haciendo un favor al mantenerte alejado de él?
—Sé que es así.
—Creo que eres todo un cobarde, Jeon Jungkook —lo acusó Seokjin, aunque ya no sonaba molesto.
—Yo no —dijo de repente Namjoon, ganándose miradas sorprendidas de parte de los dos—. Creo que es muy valiente de tu parte mantenerte alejado de la persona que amas, sobretodo si viene desde el altruismo de hacer lo que es mejor para Taehyung. Es muy noble que te alejes de él por su propio bien, respeto eso.
—¿Qué estás diciendo, Namjoon? —reclamó Seokjin.
—No terminé de hablar —se defendió el más alto, sonriendo levemente—. Como decía, respeto eso. Pero en verdad la decisión no es solamente tuya, Jungkook. Taehyung merece saber tus motivos... y al final del día, sólo Taehyung puede decidir qué es lo mejor para él.
—Pero... no sabes todo lo que...
—No, no sé qué es ese daño del que intentas protegerlo, pero sé que Taehyung es capaz de decidir por sí mismo si quiere que lo protejas —prosiguió el chico—. Puedes intentar protegerlo de esto o aquello, pero te aseguro que Taehyung no se va a romper tan fácilmente. Es fuerte y sabe lo que hace.
—Creo que lo lastimas mucho más alejándote sin explicarle por qué, de todas formas —intervino Seokjin—. Ahora mismo Taehyung está triste y se pregunta si acaso hizo algo mal para causar que te alejes así.
Aunque Jungkook se lo imaginaba, hubiera preferido nunca saberlo, menos confirmado por alguien tan cercano a Taehyung. El premio al mayor idiota del mundo se lo llevaba él esa noche.
—Jungkook, solamente tienes que hablar con él y ser honesto —dijo finalmente Namjoon, apoyando una mano conciliadora en su hombro—. Y déjalo decidir.
—Todavía puedes arreglar esto, Jungkook —aseguró Seokjin, apoyando la mano en su hombro libre también—. La pregunta es, ¿lo harás?
—Lo intentaré —prometió él, asintiendo con la cabeza.
—¡Muy bien! Eso quería escuchar —festejó Seokjin, acto seguido le dedicó una sonrisa dulce—. Y, ¿Jungkook? El invierno no dura para siempre... la primavera llegará para ti también.
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perdón por la demora bubus :( espero compensar con un capítulo larguito y cursi uwu
espero que nos veamos más rápido la próxima vez. abríguense, no salgan de casa si pueden evitarlo y cuídense mucho. love u <3 <3 <3
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