5. DÍA DEL TRABAJO (PARTE 1).

Tierra-8351 (Assassin Spiderman).

Disparos y más disparos podían escucharse por las calles. Cualquiera que pudiera escucharlos, pensaría se trataba de un fuerte enfrentamiento entre policías y ladrones armados, debido a la gran cantidad de disparos, pero no podían estar más equivocados.

Solo era una camioneta la que iba avanzando por las calles a gran velocidad, con sus ocupantes completamente en pánico. La otra camioneta que los acompañaba ya había quedado atrás, con todos sus tripulantes muertos.

Eran un grupo de hombres que se encontraba bajo las órdenes de Hammerhead, no más que carne de cañón, pero lamentablemente, el nombre de su líder ahora solo significaba dinero para el que pudiera matarlo.

No habían tenido tiempo siquiera para considerar el traicionarlo, pues la persona que exigía su cabeza también deseaba acabar con su organización, por lo que aparte de los 65 millones de dólares que daban por Hammerhead, también se le podían sumar 160 mil por cada cabeza de cada uno de sus peones, que eran ellos.

Al principio habían hecho caso omiso a ese rumor, pues eran demasiados como para que alguien pudiera matarlos a todos y se encontraban más fuertes que nunca desde que habían cesado los enfrentamientos con el héroe arácnido de Nueva York, que llevaba ya un largo tiempo desaparecido.

Sin embargo, día tras días después de la oferta se empezaron a encontrar más y más cadáveres, por lo que optaron por huir, siendo su jefe el primero en pensar en una extracción de la ciudad.

No sabían quien les perseguía, pero era ágil y bastante veloz, letal. El único dato con el que contaban era que, sin importar si se encontraban en un octavo piso o en el aire, este mercenario siempre les encontraba y que parecía saber cuando sería atacado segundos antes de que sucediera.

La idea era salir de la ciudad, dividiéndose en pequeños grupos para evitar ser notados, las bajas eran más altas de lo que querían admitir, pero sin importar las extremas precauciones, uno a uno, solo iban cayendo sin piedad alguna.

-¡está aquí! Repito ¡ESTÁ AQUÍ!-aviso uno de los hombres, el mismo que se encontraba en el asiento del copiloto mientras que dos de sus compañeros disparaban hacia el cielo nocturno, tratando de identificar la figura que se perdía con tanta facilidad.

Pero nadie le contestaba, el radio funcionaba, pero tan solo mencionar quien los estaba siguiendo, los habían dejado abandonados.

-¡contesten! ¡MALDITOS!-termino arrancando el radio para lanzarlo por la ventana, agachándose cuando uno de sus compañeros callo entre los asientos delanteros con una bala en la cabeza-

-¡joder! dispárenle antes de que... grhhhaghh ahh-había exclamado el conductor, pero un cuchillo había ido a dar su garganta, haciendo tortuosos sus últimos minutos de vida, con la camioneta descontrolándose, estrellándose contra un poste, con el último tripulante que se encontraba en el asiento trasero, saliendo propulsado debido a que no iba sujeto.

-demonios, demonios.... Ay Dios...-murmuro el copiloto al ver a sus compañeros muertos, tratando de desabrocharse el cinturón, con sus manos temblando al hacerlo, pues comenzaba a escuchar suaves pasos por el pavimento, además de un silbido en el viento.

Abrió la puerta con brusquedad, tomando el arma de uno de sus compañeros caídos mientras corría, alejándose de la luz parpadeante del poste con el que habían chocado.

Se giro solo para ver si alguien le seguía, con la camioneta negra siendo lo único a sus espaldas, que, de no ser por el choque, se podría decir que estaba en perfectas condiciones y que los daños se habías debido más a un conductor borracho que a una persecución.

Corrió de nuevo hasta cruzar la calle y colocarse de espaldas a una de las tiendas cercanas, recargándose por completo en ella al buscar un poco de seguridad, volviendo a mirar a la camioneta, notando un detalle importante: Ninguno de sus compañeros muertos estaba ya a la vista.

Pronto volvió a escuchar el mismo silbido, soltando un grito cuando vio una figura balancearse hasta él, disparando sin ninguna pausa, más pronto su cabeza termino golpeando el muro ante la bala que perforo su cabeza, cayendo en seguida al suelo.

Solo hicieron falta segundos para que su cuerpo también desapareciera, solo quedando las manchas de sangre, las balas y la camioneta como toda prueba de que ahí había ocurrido un enfrentamiento.

* * *

-solo cinco de las 9 camionetas llegaron al punto de encuentro, señor-

-esto no le va a gustar nada a Tumbstone-murmuro el hombre de frente de grandes proporciones, mientras caminaba hacía un helicóptero cuyas hélices ya se encontraban en funcionamiento-rápido, sácame de aquí-le ordeno al piloto una vez que subió, tenían que salir cuanto antes de la ciudad.

Aquella masacre les había alcanzado demasiado pronto y más que preocuparse por su verdugo, la primera incógnita a resolver había sido descubrir a la persona que había pagado tanto por derribar a su competencia y el nombre de Kingpin aparecía por todos lados.

-¿Qué pasa? ¿Por qué no hemos despegado? Quiero este helicóptero en vuelo ¡ahora!-

-señor, no podemos, algo nos sostiene-

-¿Qué cosa?-abrió de nuevo la puerta para asomarse al sentir como se balanceaba y terminaba aterrizando de nuevo en el suelo, viendo la cola de su transporte en llamas, con un conocido aroma apareciendo en el aire, pues había comenzado a salir humo de uno de los motores al sobrecalentarse-esto no es posible-se giro para darle nuevas ordenes a su piloto, pero solo vio a un enmascarado de rojo y negro sentado a su lado, sosteniendo el cuchillo con el que había apuñalado a su escolta y dos de sus dedos apuntando debajo del mentón al que se suponía debía sacarlo de ahí.

Al ver que tenía su atención, termino por dispararle al hombre al accionar su disparador, luego apuntando a Hammerhead.

-el hombre araña-murmuro con clara sorpresa, aunque recomponiendose de inmediato-debí suponer que tu desaparición solo terminaría siendo una trampa ¿Así que el amigable vecino se ha vendido por unos cuantos millones? Dime héroe ¿Cuánto quieres para olvidar tus tratos con tu empleador? Estoy seguro podemos llegar a un acuerdo-

-suena muy tentador-admito el arácnido después de unos minutos de silencio-pero soy un hombre de palabra y habría sido una perdida de tiempo el perseguir y acabar con tus hombres en tan poco tiempo, logre romper mi propio récord-

-ya lo creo que sí-le dijo el hombre-hazlo entonces, pero recuerda, que irán por ti, insecto-

-solo si me descubren-le respondió antes de disparar múltiples veces hacía su pecho, siendo testigo del ultimo aliento de vida de su adversario antes de salir del helicóptero y columpiarse lejos de ahí, era hora de cobrar su paga.

El trabajo de mercenario realmente podía llegar a ser bastante lucrativo, en especial cuando lograbas hacerte de grandes hazañas, impresionando a los más ricos empleadores mientras escalabas la larga pirámide de asesinos y mercenarios.

Ahora él era uno de ellos, de los mejores en el mercado, además de los más confiables para hacer negocios, deshaciéndose fácilmente de la competencia ante su alta efectividad, cumpliendo con el objetivo en poco tiempo, además de una garantía bastante atractiva, una que pocos ofrecían.

Con mucho cuidado, se escondió en uno de los callejones para cambiarse de ropa por una sin sangre y de civil, colocándose la capucha de su sudadera para ocultar su rostro, llegando a un hotel de mala muerte, donde entro a una de las habitaciones que daban a las escaleras de incendio, revisando las fotos que había tomado con su cámara para luego enviarlas, borrando enseguida toda prueba que pudiera traer consigo, enjuagando su traje en el lavabo del hotel antes de cambiarse y volver a salir, esta vez para dirigirse al hotel en el que realmente se hospedaría, un cinco estrellas en el que pudo llegar a relajarse ante su misión cumplida.

Su celular no tardo en sonar ante el mensaje recibido, con solo dos palabras escritas en el:

"Pago listo"

Lo borro en seguida, igual que todos lo demás mensajes que tenía, además de las llamadas perdidas, alcanzando solo a leer alguna parte conforme se eliminaban, incluyendo palabras como "...vuelve a casa...", "...no tienes que hacer eso...", "...Ben no habría querido..."

Casi todos eran de su tía May, ya eran dos meses en los que no paraba de escribirle desde que se fue.

Apago la pantalla de su celular, dispuesto a darse una ducha antes de ir a dormir. Mañana temprano iría por su pago, luego de eso le enviaría un poco de dinero por correo, lo suficiente como para que su tía no tuviera que preocuparse por al menos unos meses, pero como siempre ocurría, ella lo devolvía todo.

Siempre era lo mismo, pero a diferencia de ella, él comprendía, introduciendo el mismo dinero en una cuenta que había creado para ella, siendo pequeñas cantidades, pareciendo era el envió de un joven trabajador que había tenido que alejarse de casa.

El monto hasta ahora seguía intacto, pero estaba seguro de que en algún momento terminaría por utilizarlo.

Fuera de ella, su vida personal era inexistente, moviéndose de ciudad en ciudad según se lo pedía el trabajo, ganando dinero en poco tiempo y disfrutando cómodamente sus ganancias, sin nada exagerado, tal vez solo fingiendo que se divertía con "personas de su edad".

Sin distracciones ni la molesta moral, la vida de Spiderman era mucho mejor que la que había dejado hace tan solo un año.

Donde su papel como amigable vecino se termino convirtiendo en la de un asesino experimentado bastante inteligente y letal.

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