#7: T.N.T
Los edificios pasaban uno tras otro sobre la ventana. Richard Parker mantenía su mejilla apoyada a su mano. Viajaba en el autobús en dirección a casa. No escuchando su alrededor ya que traía puesto sus audífonos. El chico estaba sentado en la última fila del bus, estando contadas personas por delante y un joven de su edad que estaba al lado contrario de la hilera de asientos. Su cabello con rastas dibujaba con un marcador sobre la ventana junto a él. El chico miró a Richard, y puso su dedo índice sobre sus labios para indicarle que no dijera nada. Richard asintió y sin darle importancia siguió escuchando música y viendo por la ventana. El chico rascó por encima de su brazo cubierto en vendas.
«A veces es necesario tomar las cosas con calma... Y además, ya se han cansado los músculos de ir viajando en telaraña todo el tiempo. Estoy seguro que me caería si lo intentara hoy.»
El teléfono sonó. La pantalla mostró el nombre "Lottie" y el contestó, intentando no sonar muy exaltado.
—¿Hola...? Sí. Lo de esta noche sigue en pie... Muy bien, entonces nos vemos allí. Adiós, Charlotte.
Richard cortó la llamada. Se quedó viendo el reflejo sobre la pantalla oscura de su teléfono. Lo giró sobre su dedo índice un par de veces mientras se mantenía pensativo.
Bajó del autobús. Richard se alejó de la parada unos metros, pero antes de cruzar la calle sería detenido por el repentino llamado de una mujer en sus cuarentas que iba con un anciano en una silla de ruedas.
—Disculpe, joven —dijo la mujer, acercando la silla de ruedas hasta el chico.
—¿Qué ocurre? —Richard se quitó los auriculares de los oídos.
—Necesito que lleves al señor hasta el edificio McCrea junto a la quinta —la mujer soltó la silla de ruedas y corrió hasta alcanzar un autobús.
—¿Qué? ¡Pero señora! ¿¡Por qué!? —gritó el chico al verla irse, como si estuviera escapando.
—¡No sé! ¡No lo conozco! —dijo la mujer, subiendo al autobús.
El transporte avanzó, dejando al hombre en silla de ruedas junto a Richard. El chico se asomó para ver de mejor forma al anciano. Sus párpados estaban bastante caídos, sus pupilas dilatadas y llegaba a babear.
«¿Qué le pasa? ¿Será retrasado?»
—Señor, ¿cual es su nombre?
Entre inentendibles murmullos Richard entendió algo similar a Sid.
—¿Sid? ¿Así se llama? —Richard trataba de mantener una buena cara, pero el olor que emanaba de aquel hombre le desagradaba.
Richard empujó la silla para llevarse al balbuceante sujeto. La mecha de la dinamita era encendida.
• • •
—¿Oye hermano que tienes? —preguntó Butch, viendo a Richard aún más pensativo de lo normal— ¿Pensabas en alguien, galán? —dijo pícaro el rubio.
—Algo así —la voz de Richard era monótona, incluso triste. Butch no comprendía el motivo de la actitud tan despegada de su amigo, pero tampoco pretendía molestarlo.
«Tal vez solo tuvo una mala mañana» pensó Butch.
Ambos jóvenes junto al resto de sus compañeros, estaban en el aula, pero aún no llegaba ningún docente, así que los estudiantes hacían cuanto querían. Las actividades de los distintos grupos variaban; algunos simplemente charlaban, otros se arrojaban papeles, incluso las parejas se besaban sin vergüenza a ser vistos.
Richard estaba sentado junto a Butch. Mientras el joven Thompson hablaba con algunos de sus compañeros, Richard se apoyaba sobre la ventana a la vez que observaba su mano derecha que estaba cubierta de vendas. Apretó el puño y se mordió el labio, en un intento de reprimir una explosiva agresividad emergente desde su interior.
—¿Ya viste a la maestra Collins? —preguntó Butch, volteando a ver a su amigo— Trae de esos chalecos que se te quedan pegados al cuerpo y...
—Y ella está justo atrás tuyo. —afirmó Richard. Y efectivamente, cuando Butch miró hacia atrás, su maestra lo miraba con indignación y cierto aire de desprecio.
—Señor Thompson, quiero que se quede después de clases, tendremos una charla acerca de lo que es respeto hacía las mujeres —ordenó con autoridad la maestra.
Butch se cubrió la boca y cerró los ojos por vergüenza y nervios. Richard agachó la mirada, suspirando con una vaga sonrisa en sus labios.
—Hermano, estoy muerto —Butch se golpeó el rostro—. ¿Qué me sucederá? Mi viejo va a matarme si vuelven a llamarlo de la escuela.
—Tal vez se ría y después te maté —Richard miró un mensaje que le había llegado a su teléfono—. Tal vez la maestra te chupe el pene —Richard dijo en lo que pareció una broma, pero su voz se mantuvo monótona. Agarró su mochila y dejó el aula, de manera tan natural, que nadie pareció prestarle atención.
° ° °
Con algo de tropiezos llegaron hasta el edificio McCrea. Richard acomodó al que llamaba Sid en la silla. El joven miró alrededor, un tanto confundido por la falta de gente.
—¿Entonces es todo? —preguntó Richard— ¿Solo te dejo aquí?
—No... —dijo Sid entre balbuceos. El hombre movió torpemente su brazo, alzando su índice, apuntando a una estación de autobuses a algunas calles— Pa' allá.
—Pero la señora dijo... —a Richard le temblaron un poco las manos. Sabiendo que no podía dejarlo solo. Trató de mantener una sonrisa. Apretó las manijas de la silla y continuó empujando.
La mecha viajaba por el cordel hasta la dinamita.
• • •
—¿Cuál es el problema? —preguntó Spider, columpiandose entre edificios, cargando a Miss Marvel sobre su espalda.
—Me avisaron por internet que una loca esta lanzando electricidad en medio de la calle —respondió Ms Marvel, afirmada con fuerza de su compañero al mirar la distancia en la que estaban del suelo.
—¿Cómo que te avisaron por internet?
—Me hice una cuenta de Miss Marvel para que la gente me contacte por si hay problemas —dijo la heroína, apretando sus brazos con mayor fuerza alrededor del chico al ver como es que se elevaban.
«Carajo, me esta asfixiando» pensaba Spider mientras sentía como es que los brazos de Kamala apretaban su cuello con fuerza.
Un rayo eléctrico alcanzo al dúo desde el piso, haciendo que Spider soltará su telaraña; al caer, instintivamente Kamala se afirmó de un poste con su mano derecha, estiró su mano izquierda para alcanzar a Richard y evitar que el chico se estrellara contra el piso.
Ambos tendrían un descenso más ligero, pero la calma no duró pues encontraron la fuente del problema. Una mujer de piel celeste y un cabello electrizante que no paraba de gritar.
—¡¡¡ANARQUÍA!!! ¡¡¡MANTÉNGASE FUERA DE MI CAMINO O RECIBIRÁN UN KILOVATIO EN LA CABEZA, NUEVA YORK ESTA BAJO EL CONTROL INHUMANO!!! —gritó la mujer, irradiando electricidad.
—No te pases —susurró Ms. Marvel. Rápidamente uno de los rayos fue en contra de ella y Spider, ambos darían un salto a los costados para esquivarlo.
—Así que ustedes son los famosos Spider y Miss Marvel.
El arácnido enmascarado se levanto de un salto para decir: —¡Yes I am! —todos, desde la atacante, Ms. Marvel y los civiles quedaron en un incómodo silencio— ¿Y tú se supone que eres?
—Puedes llamarme, Kaboom —la presentación de la inhumana solo hizo que Spider y Ms Marvel tuvieran que tapar sus bocas para contener sus risas—. ¿Qué?
—¿Kaboom como cuando los bebés hacen caca en sus pañales? —preguntó en forma de burla Spider mientras Kamala se apoyaba en su compañero para no caerse por la carcajada.
Enfurecida, Kaboom juntó ambas manos. En un pequeño espacio, los chispazos comenzaron a emerger. Una bola de energía que iba en un constante crecimiento.
—Se vienen grandes cosas, así que será mejor que salgan del camino, vendrá una nueva era, ya no vamos a vivir bajo reglas débiles hechas por seres débiles —dijo Kaboom, la inhumana lanzó su ataque en dirección de Spider.
El tiempo parecía ir lento. Spider veía como es que poco a poco la energía eléctrica se le acercaba, pero sintió un impacto por su lado izquierdo y se trataba de Kamala. La chica lo habría empujado, recibiendo ella el ataque justo en su tórax saliendo disparada contra un edificio.
—Kamala —susurró Spider. Desde el suelo miraba a Kamala con los ladrillos a su alrededor. La chica tenía cerrados sus ojos, a primera hizo al chico dudar si es que al menos respiraba.
Las pocas personas que seguían en las calles los veían con preocupación.
—Se creen especiales, pero adivinen que, niños. Este va a ser un capítulo totalmente nuevo para la tierra. Los inhumanos han llegado y nosotros solo vamos a... —Kaboom no pudo continuar pues una telaraña que fue hasta el pecho de la inhumana.
La dinamita estalló.
Fue jalada con fuerza hasta el arácnido, quien le daría un fuerte golpe en el rostro, haciendo que sangre saliera de su boca y nariz, cayendo al pavimento. La gente exclamó con entusiasmo al ver como el enmascarado remontaba la pelea. Aplausos y gritos que se desvanecieron muy pronto.
Spider continuaría dándole múltiples golpes en la cara sin importar que estuviera inconsciente. La gente lo miraba con nerviosismo. Sus golpes iba aumentando la intensidad. El impacto contra el rostro de Kaboom llegó a hacer ecos en la calle.
«Debo parar... No. Lastimó a Kamala... No lo justifica... Sí, lo hace... Esto no es lo que hace un héroe... No soy un héroe. Esto lo aclara.»
Una vez el enmascarado detuvo su ataque, finalmente se dió cuenta el estado en el que estaba la inhumana. Veía como es que la sangre de la mujer estaba en sus manos. Spider se levantó en shock, temblaba al ver el plasma rojo.
«Soy una mala persona.»
• • •
Richard había empujado la silla de ruedas hasta la parada de autobús, quedando a la orilla delante de la calle. Asomó a Sid por la parada, colocando la mano en su pecho para que no se inclinara. El pelinegro intentó mantener su sonrisa.
—Muy bien, ya llegamos. Ahora, ¿qué autobús tomará? —Richard puso su mano sobre su mentón. Miró su mentón, aún le faltaban diez minutos antes de irse a la escuela.
Sid comenzó a moverse. Parecía molesto por algún momento. Richard trató de que el hombre no cayera de la silla.
—Oh, vamos. Solo cálmate —dijo un ya nervioso Richard.
—¡Déjame! ¡Déjame! ¡Lárgate! —gritaba Sid.
La gente alrededores de Richard lo miraba, pero no decían nada y solo volteaban la mirada. Sid se detuvo. El chico suspiró, pero su calma no duró más de un segundo. Sid vomitó. Un color rojizo salió de su boca, cayendo sobre su regazo y goteando por la silla. Richard olió, aquel vómito era una asquerosa amalgama de ácidos intestinales, cerveza y vino. Eso molesto a Richard. No era un anciano retardado que no podía valerse por sí mismo. Era un viejo borracho parasitario que le fue arrojado por una mujer irresponsable e insensible.
Sid seguía moviéndose en la silla. Doblando la esquina, se asomó un auto, que partió a gran velocidad, escuchando las sirenas policiales por detrás. Sid inclinó su silla de ruedas. Richard alcanzó la silla para afirmarla, pero no fue así con Sid.
Fueron menos de unos segundos, pero Richard lo sintió como una eternidad. Su cuerpo no respondió. Solo observó cómo es que el auto arrolló al desvalido. La sangre en el capo y cristal. El cuerpo dando vuelcos mientras derramó sangre. Todo delante del joven Parker. Richard apretaba la silla de ruedas. Sus ojos no podían siquiera parpadear.
«No lo salvé. ¿Pude hacerlo? ¿Por qué no lo hice? Pudo saltar delante de Sid. Tratar de accionar el lanzaredes bajo su manga. Pudo intentar cualquier cosa. No lo salvé. ¿No quise salvarlo debido a mi enojo? ¿Es mi culpa? ¿Lo maté? ¿Soy un asesino?»
• • •
Kamala abrió sus ojos. Su cabeza estaba sobre los suaves muslos de la tela azul de Spider. Ella miró el rostro al descubierto de Richard.
—Buenos días bella durmiente —Dijo sonriente el joven Parker.
—¿Qué paso? —preguntó la morena, levantando la cabeza y frotando sus ojos.
—Eso... —por un momento a la mente de Richard vino la imagen de sus manos ensangrentadas— No importa. ¿Cómo te sientes?
—Mejor —Kamala intentó ponerse en pie—. Mi factor curativo se encargará del resto y... —sus piernas no aguantaron mucho y cayó.
Por instinto, Richard ya había alcanzado a sostener a Kamala antes de ella chocar contra el suelo. El agarre firme pero gentil del pelinegro fue algo que la morena notó casi al instante de su toque. Él la mantenía apretada, cercana a su pecho.
—Parece que todavía no te recuperas del todo.
—No solo eso. Yo... Ay, no. Puede que pienses soy una asquerosa.
—Oye, ya leí tu cuenta de Wattpad —rió Richard—. No tienes de que preocuparte.
—Es que —Kamala, incluso cuando no había nadie alrededor, se le acercó al oído para susurrar— creo que se rompió mi toalla femenina.
—¿Quieres decir qué...? —Kamala asintió— ¿Sangre allí abajo? —ella volvió a asentir.
—No debí decirte —Kamala se alejó unos pasos, cubriendo su rostro, sintiendo las lágrimas escapar de sus ojos.
—Oye, oye. Kam-Kam —Richard la tomó por los hombros para calmarla—. Está bien. Es natural —él la abrazó, ayudando a calmar sus ánimos—. Está bien. Podemos volver a Midtown y lo arreglamos de mejor forma. Te lo aseguro.
Kamala podía sentir el retumbar de su corazón, bombeando la sangre por todo su cuerpo. Ella dejó su cabeza sobre el hombro del chico. En lo que Kamala cerró sus ojos, llegando a sentir un tanto nerviosa. El rostro de Richard no reflejaba más que arrepentimiento. Una ira contra su propia capacidad de reaccionar pero de ser incapaz de haber salvado a Sid incluso cuando era así de rápido.
—Richard, muchas gracias por cuidarme —Kamala le susurró al oído—. A veces sé que soy un tanto molesta o extraña, pero gracias por ayudarme.
—Oye, no digas eso. Para ser honesto, aún te debo algunas salvadas de trasero por lo que trata de ponerte en peligro más seguido, ¿quieres? —bromeó Richard.
—Lo tendré en cuenta —una dulce y tierna risa salió de la boca de Kamala.
—Vamonos de vuelta a la escuela, ¿bien? —Richard se colocó su máscara. Tomó a Kamala entre sus brazos como si fuera una princesa, provocando un enrojecimiento en las mejillas de la morena— ¡Aquí vamos!
Spider saltó del edificio mientras Ms. Marvel no evitó gritar por la velocidad a la que caían.
• • •
Richard y Kamala salían de la escuela luego de que la mayoría de estudiantes hubieran dejado el edificio. Richard ocultaba su cabello bajo su capucha mientras Kamala vestía una camiseta con el logo de un gran rayo que iba del hombro a la cadera. Los dos reían al bajar las escaleras.
—Y entonces le dije: "Pancracio."
La carcajada de Kamala no hizo más que aumentar, escapando algunas lágrimas de sus ojos al ya no poder contener su risa.
—Eso fue... —Kamala trató de hablar, conteniendo la respiración unos segundos— Eso fue hilarante. Deberías ser comediante o algo.
—Posible termine cancelado en internet —Richard detuvo sus pasos, un zumbido en la cabeza lo impulsó para girarse a ver la entrada de la escuela.
—¿Ocurre algo? —preguntó Kamala. En la entrada no había nadie, incluso la puerta abierta no mostraba a nadie en el interior de sus pasillos.
—No. Solo creí... —Richard negó con la cabeza, volviendo a retomar su camino— Olvídalo.
—Por cierto, ¿y Butch? —cuestionó Kamala— No lo he visto hoy.
—Posiblemente siga en castigo —Richard se forzó a sonreír para mantener el humor entre los dos—. Le pasó algo estúpido hoy.
Al mismo tiempo, de una de las aulas de Midtown saldría Butch Thompson luego su período de castigo después de clase. Sus ojos brillaban en un intenso verde, que cambiaron a su natural café. Su cuerpo se mantenía rígido como un soldado autómata que obedecería cualquier orden sin cuestionar.
—Espero que haya entendido lo que hizo mal, señor Thompson —dijo autoritaria la maestra Aurora, viendo al joven desde su escritorio, sonriendo con malicia.
—Si, señorita Collins. —respondió Butch de forma automática.
• • •
Al caer noche, saliendo de una cafetería, entre las calles de Nueva York, caminaban Charlotte y Richard tomándose de las manos. El calor del día se había ido de manera casi sobrenatural, dejando una fría noche. Al hablar o exhalar cualquiera vería el vapor de su aliento.
—Pero si hablamos de flores favoritas, creo que serían los tulipanes blancos —afirmaba el joven Parker.
—Las mías serían las rosas rojas —xijo la mujer de ojeras, mirando el cielo nocturno. Apretó un tanto la mano de su acompañante—. Es un tanto básico, lo sé.
Sin darse cuenta, debido a su disfrute en la charla, habían quedado delante del edificio en el que vivía la fémina. Ambos se quedaron en un incómodo silencio por unos segundos. Charlotte fue la que decidió romper el silencio.
—Fue una linda tercera cita.
—¿Tercera? —preguntó algo confundido el menor. Alzó algunos dedos de su mano para contar— ¿Ya vamos en la tercera?
—Sí. La primera fue el bar. La segunda fue lo de la biblioteca. Realmente me he divertido este último tiempo —los ojos de ambos quedaron estáticos, solo teniendo al otro delante—. ¿Quieres pasar? Es una noche inusualmente fría para estos tiempos —ofreció la mujer, haciéndose a un lado y dejando espacio libre para entrar.
Dentro de la vivienda de la pelinegra, Richard estaba sentado en un sillón y sentía incomodidad en el ambiente. No había mucho dentro a pesar de que el espacio era considerable. Delante del sofá, a unos ocho pasos estaba una cama, lo suficientemente grande para dos personas. Una ventana junto a la cama y un pequeño televisor sobre un mueble. La cocina, que constaba del lavavajillas y el refrigerador, estaba junto a la entrada. Y el baño era lo más alejado, en una esquina un tanto oscura del apartamento.
—Y-yo, creí que me traerías a conocer a tus padres —dijo Richard, tratando de parecer tranquilo, denotando su nerviosismo.
—¿Y que les diría?, Mamá, papá, este es mi novio y todavía va en secundaria.
—¿Novio? —el rostro de Richard se calentó al punto de que una gota de sudor pasó bajo su sien.
—Es broma—respondió Charlotte, sentándose junto aRichard—. A menos que quieras que no sea broma —Charlotte se acercó al rostro de Richard. Ella sintió la respiración desigual del muchacho, provocándole una pequeña sonrisa. Unieron sus labios alrededor de un minuto. Sus lenguas pasaban entre sus bocas, en una movida danza—. Regularmente se va a más en las terceras citas, pero si no estas listo es completamente normal —sintió como es que la vendada mano derecha del chico tomó la suya propia.
Esta vez fue el chico quien tomó la iniciativa y sería quien uniría sus labios a los de la fémina. Quedaron en un total silencio. Charlotte tomó la mano derecha del chico y la coloco en su seno derecho, sintiendo el rápido palpitar de la pelinegra. Ambos volvieron a ver a los ojos del otro, ella asintió con la cabeza y él haría lo mismo. Richard apretó levemente la zona en la tenía posada su mano, sacando un leve gemido de la chica. Otra vez sus labios se unieron.
En medio del beso, Richard no paraba de pensar y recordar todo lo que había ocurrido aquel día. La muerte de aquel borracho en silla de ruedas frente a él. Como casi mató a Kaboom con sus propias manos. El miedo en las personas al verlo enojado. Todo y aún así, él se permitía el lujo de esa misma noche besarse con la chica que le gustaba.
«Soy un asco de persona.»
• • •
En la casa de los Khan en Nueva York, Kamala terminó de arreglar su shalwar. Parándose frente al espejo para ver qué tal se veía.
«Vaya porquería de día; primero una loca me electrocuta, luego tengo que limpiarme la sangre de mi período en la escuela y para más problemas, abbu quiere presentarme a un chico... Como si fuera un simple trofeo» pensaba molesta la chica. Deteniéndose al recordar el abrazo de Richard «Bueno, por lo menos hoy eso pudo calmarme. Él fue mucho más comprensivo de lo que esperaba. Creí que le daría asco, se reiría, o que al menos se incomodaría, pero él solo... Me sonrió. Me quiso apoyar» Kamala negó con la cabeza «Enfocate, niña. Tienes que sobrevivir esta noche.»
Kamala bajo por las escaleras. Le sería presentado un chico llamado Kamran, un chico musulmán que al igual que ella, había sido criado en Estados Unidos toda su vida. No sería la primera vez que se vieran, ya se habían conocido a los cinco años. De ese entonces, Kamala solo recordaba a un niño molesto que se comía sus mocos.
—¿Y que planeas estudiar en el MIT, Kamran? —pregunto Yusuf, padre de Kamala.
La chica se detuvo antes de doblar hacia la sala principal. Asomando un poco su oreja para escuchar que decían.
—Microbiología e ingeniería — respondió Kamran. Su voz era un tanto más grave que la de Richard, pensó Kamala—. Pero para ser honesto, cuando estoy hostigado por los estudios, prefiero jugar algunos videojuegos.
—¿Qué videojuegos? —preguntó Kamala, sin pensar, sin presentarse. Asomándose por la escalera. Sonrojada por la vergüenza al darse cuenta como todos la miraban.
Más se sorprendió al ver que Kamran, ya no era el niño desagradable de su infancia, sino un joven de porte, bien vestido y un peinado hacia atrás que combinaba con su creciente barba.
—Hey —saludó Kamran—. Tú debes ser Kamala.
La chica apegó sus brazos a su torso, intentando buscar palabras para responder de buena forma. Solo llegando a su mente una frase que había escuchado más temprano.
—Yo... Soy... Uhh... Yes I am.
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