#4: Smooth Operator
Richard estaba atrapado en un capullo hecho de telaraña. Solo, ahogándose, inmóvil, sin voz y lo único que escuchaba eran patas, patas de cientos de arañas caminando sobre su capullo. Desgarraban el capullo, sus patas eran afiladas como agujas, llegaron a la piel y cortaron su carne. Hicieron nidos dentro del sistema de Richard. Dejaron sus huevos, tras sus ojos, en su boca, sobre su corazón y dentro de su cerebro.
Su alarma sonó junto a su cama. Cayó al piso enredado entre sus sabanas. La respiración de Richard era agitada, sentía que en cualquier momento su corazón saldría por su garganta.
• • •
En Central Park, estaban Kamala, Richard y Butch acostados en el pasto, observando el hermoso cielo azul. Butch estaba con un palillo entre sus dientes.
—¡A la mierda, no vamos a ver nada! —reclamó Butch enojado, levantándose del pasto. Al mismo tiempo una fugaz estela roja y azul paso por el cielo.
—Mira, era Superman —dijo Richard volteando a ver a Kamala que también lo vió.
—¿¡Qué!? ¿¡Dónde!? —preguntó el rubio, mirando el cielo en busca del héroe.
—Te lo perdiste —comentó Kamala. Le dió una palmada a la espalda de su compañero.
—En fin, vámonos —Parker se levantó del pasto. Estiró los brazos—. Fueron dos horas bien despreciadas —afirmó. Caminó a la salida del parque, siendo seguido por sus amigos—. Pensaba en ir a comprar el nuevo God Of War. Conseguí un poco de dinero para comprarlo.
—Se supone que salió hace dos días —dijo Kamala—. Su costo debería de ser unos ochenta dólares.
—Noventa y seis, en realidad —comentó Richard, llevando sus manos en sus bolsillos.
—¿De dónde estás sacando ese dinero? —Kamala entrecerró sus ojos dudosa.
—No discutan esas cosas, nerds —Butch dijo, delante de ambos—. Van a espantar a las chicas.
—¡Tú espantas chicas con tu horrible cara! —Richard le dió un pequeño empujón a su amigo.
—¡No, tú lo haces! ¡Por eso no tendrás cita para el baile!
—¿Y tú la tienes? —Richard sonrió burlón.
—Bueno... no.
Kamala y Richard rieron mientras que Butch se les unió unos segundos después.
Pero en ese momento, la calma fue interrumpida. Un automóvil pasaría sobre los tres. Richard sería el primero en reaccionar y saldría corriendo a un callejón. Butch estaba por seguirlo, pero sería detenido por Kamala.
—Yo iré con él. Vete a casa —le ordenó Kamala.
—¡No creo que sea el momento de ir a tirar a un callejón! —exclamó Thompson.
—¡No se trata de eso! —gritó la morena un tanto incomoda por lo que dijo su amigo—¡Ve a casa, te explico luego! —Kamala empujó a Butch, para así correr al mismo callejón por el que se fue Richard. Butch quedó con la idea de seguir a sus amigos, pero terminó por hacer caso y se fue en dirección contraria del bullicio.
—Eso fue grosero —reclamó Miss Marvel al arácnido.
—Lo superará —respondió Spider, sentado en una chimenea de un edificio, acomodando su rostro bajo su máscara.
—No me refería a Butch, me refería a mí. Se supone que tú darías las excusas. Eres mejor mintiendo que yo.
—Eso no es cierto —se excusó Spider. El joven asomándose por el tejado, buscando con la mirada desde donde venía el auto que había sido lanzado.
—¿Ves?, Lo acabas de hacer...
—Oye —interrumpió el chico, tomándola del rostro con brusquedad, apretándola y forzando que mirara debajo del edificio, donde los policías rodeaban a una persona, pero no se atrevían a acercarse—, nos encargamos de eso, luego discutimos, ¿bien? —la chica asintió. Spider saltó del edificio siendo seguido por Ms. Marvel.
Debajo, los policías disparaban, pero las balas rebotaban contra la armadura exoesqueletica que traía una mujer, la responsable de lanzar el auto.
—Ustedes, onvres, ¿realmente creen poder detener la verdadera fuerza de una mujer? Yo, Man-Killer, les demostraré nuestra verdadera capacidad.
—Supongo que nunca te has enfrentado a un aracno-hombre —xijo Spider que habría aparecido a un lado de la mujer.
Miss Marvel se sorprendió al no tener más a su compañero junto a ella. «¡Qué rápido!» pensó boquiabierta la morena.
Spider estaba apoyado sobre un poste con una sonrisa bajo su máscara, la mujer volteó sorprendida por la aparición repentina del enmascarado.
—Hola, soy Spider. Araña local. ¿Lanzaste un auto últimamente? —el chico se acerca sin miedo— ¿Sabes cuánto cuesta un auto últimamente? Piensa un poco, mi niña. Con la economía actual, es alrededor de 3000 a 5000 dólares.
—¡Spider-Man!
«¡Otra más!» pensó molesto Spider. «Bueno, aún no oficializo el nombre. Aunque usar el que me dió Kamala es...»
—Eres una representación de la masculinidad... —continuó Man-Killer.
—Y a mucho orgullo. Hago cierto esfuerzo —fanfarroneó Spider.
—Y por eso debes morir.
—¿¡Espera qué!? —el vigilante recibió un puñetazo que lo mando contra un muro, quedando incrustado entre el concreto y algunos cables— Ay, no me digas, aquí viene un resumen de tu historia acompañado de un discurso preparado que practicaste en el baño.
—Yo solía ser una increíble esquiadora. ¡La mejor del país. Hasta que un cerdo misógino me desafío a una competencia! ¡Y ese bastardo hizo trampa! ¡Terminé en el hospital por meses hasta que unas amables señoritas me dieron este exo-traje para vengar a todas las mujeres del mundo!
«¿Y ya?» pensó Spider. El arácnido miró a su compañero, Ms. Marvel se alzó de hombros, igual de confundida.
—¡Los hombres han reinado el mundo desde el inicio! ¿¡ que sucedió!? ¡Guerras, hambruna, pobreza, crimen. En un mundo donde solo haya mujeres, pacíficas y buenas, conseguiremos la verdadera paz!
—Biologia básica. Se necesita a un hombre y una mujer para concretar la reproducción —argumentó Spider.
—No necesariamente. A través del líquido de la espina dorsal una mujer puede embarazarse y sin el cromosoma Y. No nacerán hombres...—Man-Killer no pudo continuar. Un puño gigante pareció aparecer de la nada, impactando a la mujer.
—Ya era hora, Missy. Nunca escuché tanta estupidez junta. Y me he metido a foros de discusión en 4Chan —decía Spider.
La mano era la de Ms. Marvel, que contrastaba su enorme tamaño con el de la chica, que poseía una forma diminuta. Un ligero brillo dorado apareció sobre la morena, su mano decreció y su cuerpo se elevó, adquieriendo su tamaño regular y proporcionado.
—¿Estás bien? —Miss Marvel se acercó a su compañero para ayudarlo a levantarse.
—Creo que me partió una costilla —suspiró Spider—. Fuera de eso, no estoy tan mal.
Man-Killer estaría golpeando una estatua. Gracias a su exo-armadura podría destruir rocas usando solo los puños, por lo que no le haría ningún daño el golpear sin parar.
—¿Y ahora qué está haciendo?
—Destrucción a propiedad pública —Spider puso sus manos alrededor de su boca y gritó— ¡Oye, hermafrodita! ¡Entre los contribuyentes también hay mujeres!
Man-Killer se volteó a ver al chico, mirándolo con una intensión asesina. Miss Marvel incluso se asustó al verla.
—¡Creo que te escuchó!
—¿Y? Lo parece —dijo Spider, ignorante de las intenciones de la mujer parte máquina.
Man-Killer corría con la intención de embestir al vigilante. Spider se puso en posición, preparado para recibirla con un golpe. Una telaraña jaló a Man-Killer hacia atrás.
—Amiga, dejas en muy mala fama a las mujeres —decía una voz femenina.
—¿Quién demonios se atreve a...?
Con elegancia, aterrizó delante de Man-Killer. Una joven en un traje rojo y azul, cubierto en cuadrículas que le daban aspecto telarañas y una enorme araña creciente sobre su pecho y que llegaba a su espalda.
—¡La nueva vecina amistosa, Spider-Girl!
«¿¡Qué!? —Spider se sorprendió en ver a una chica que compartía sus capacidades arácnidas, incluyendo sus lanza telarañas, que en el caso de ella, eran visibles por el exterior— Bueno, no hay muchas opciones. Debe ser May.» dedujo el muchacho.
—Hermanas, no debemos luchar entre nosotras —afirmo Man-Killer, liberándose de las redes al flexionar sus metálicos brazos. Los tres jóvenes enmascarados se pusieron en alerta por instinto—. Él es el verdadero enemigo —apuntó a Spider, él apuntó indignado su dedo índice así mismo de igual.
—Perra —susurró molesto Spider, volteando su rostro.
—¿¡Como me dijiste!? —gritó Man-Killer.
«Yo y mi gran bocota» pensó Richard.
—¿¡Acabas de tratarme, como un animal!?, ¿¡Minimizas a las mujeres!?, ¡Eres un cerdo machista!
—¡Y tú un lavaplatos andante! —respondió Spider, igual de agresivo. Spider apuntó con su brazo en hizo su típico ademán para disparar sus telarañas, pero no pasaría nada— ¿¡Qué mierda!? —Spider golpeó su muñeca— ¡No me jodas con que se trabó!
Miss Marvel y Spider-Girl solo podían verlos discutir con una expresión de incredulidad, cubierta en el caso de la arácnida recién llegada.
Pero Man-Killer no solo hablaría. De manera rápida, gracias a su exoesqueleto, daría un salto, impulsada por una eyección de vapor, recorriendo metros en un segundo hasta llegar con el enmascarado. Man-Killer le dió un puñetazo en la quijada mandándolo contra una pared. Spider quedó entre una pila de escombros.
«Mierda —pensó Spider mientras movía su lengua dentro de su boca—. ¡Me falta un diente!. No, espera. Creo es el que ya había perdido.»
—Bueno, esto es más problemático de lo que creía —dijo Spider-Girl, disparando múltiples redes para enredar a la criminal.
—Tú lo has dicho —Ms. Marvel fue hasta su compañero para comprobar su estado—. No me volveré tu enfermera personal para ayudarte cada vez que te den una paliza.
«Kamala en ropa de enfermera...» Richard pensó en una Kamala usando ropa de enfermera un tanto reveladora. El chico sonrió bajo su máscara. Sus pensamientos no estaban en su mejor momento, todo daba vueltas y perdía sentido.
Spider-Girl habría envuelto en telarañas todo el cuerpo de Man-Killer en telarañas. Se escuchó el rugir de los engranajes dentro de su traje, rugido que fue bajando a la vez que el exo-traje desprendía caliente vapor.
—No habrá que preocuparnos más de ella —Spider-Girl sacudió sus manos, confiada en ya haber terminado.
Rato después, en la azotea de un edificio, Spider estaba sentado en el borde del edificio viendo como es que usando una grúa, Man-Killer fue subida a un camión de la policía. Ms. Marvel y Spider-Girl miraban tras el chico, los tres manteniendo silencio por algunos minutos.
«Algo no me convence. ¿Fue muy fácil? Era fuerte. Era su traje le daba la fuerza, tal vez una de las telarañas llegó a un punto que hizo que se trabe o... No me parece... me dije a mi mismo que dejaría de pensar tanto. Ya está de camino a prisión y se acabó su historia.»
Varios reporteros llegaban frente a la destruida calle con fragmentos de la estatua esparcidos. Spider abrazaba su pierna izquierda, apoyando el mentón en su rodilla.
—Entonces, May, ¿Ya sabes lo de papá? —preguntó Richard, dando una maroma hacia atrás, quedando delante Spider-Girl.
—Supuse que eras tú desde un principio —dijo May, quitándose la máscara.
—No lo creo —Richard se descubrió el rostro de igual modo.
—Un segundo, ¿Ustedes se conocen? —Miss Marvel se sorprendió, por ver que ambos compartían facciones parecidas, incluyendo colores similares en sus ojos.
—Obviamente. Es mi hermana menor —afirmó el chico—. Por cierto, ¿cuando obtuviste tus poderes?
—Hace unos seis meses —reveló May—. Papá me estuvo entrenando... hasta que falleció —el tono de May bajó al decir lo último—. Aún así, entrené con el tío Ben en Metrópolis durante un par de semanas.
—¿Te ayudaron? —Richard preguntó.
—¡Yo quería decirte, pero no sabíamos si realmente ibas a despertar tus poderes!
«No solo la entrenaron, sino que también consiguió sus poderes antes que los míos.» pensó un tanto decaído Richard.
—¡Soy Kamala! ¡Mucho gusto! —dijo de forma abrupta Ms. Marvel—. ¡Quiero decir, ustedes ya se estaban hablando por los nombres y ya que eres la hermana de Richard supongo que eres de confianza! —decía con una avergonzada rapidez— ¿Saben? ¡Mejor me voy! ¡Siento que tienen cosas de hermanos que hablar y no quiero hacer de mal tercio! ¡Un placer de nuevo, Spider-Girl! —la pierna de la chica se fue estirando hasta otro edificio— ¡Nos vemos! —se fue, levantando un poco de polvo en su huida.
—Que dramática —dijo Richard, volviendo al borde del edificio para sentarse. El chico presionó sus puños contra su espalda—. ¡Mierda! Esa loca me dió un buen golpe.
—¿Tu sentido arácnido no te avisó?
—¿Mi qué?
—Esa vibración que se siente en tu cerebro que te advierte del peligro —aún con lo dicho por May, Richard parecía no tener idea de lo que hablaba—. Olvídalo.
May se quedó unos pasos tras él. Ella rascó por debajo de su cuello antes de volver a hablar.
—No estás enojado conmigo por eso, ¿verdad? ¿No me odias?
—¿Qué clase de hermano crees que soy, May? —Richard dejó caer de su espalda hacia arriba para recostarse— Eres mi hermanita, genio. No voy a odiarte por algo tan estúpido.
—¿Estúpido? —a May le sorprendía la calma con la que estaba tomando el secreto que había estado guardando desde hace tiempo.
—Supongo que de ser una chica, me lo habría tomado peor —bromeó el pelinegro, recibiendo una suave patada en el hombro por parte de su hermana—. Entonces, supongo que el tío Ben fue ese Scarlet Spider.
—Lo fue. También fue Spider-Man por un tiempo, cuando éramos niños. Este era su traje —May apuntó al traje que ella llevaba puesto—. Por algo ando con tanto estilo.
—Sí. Debo admitir que te queda bien.
May se sentó junto a Richard.
—¿Y tú hiciste el tuyo?
—Por supuesto. Me llevó tres intentos y aproximadamente unos doscientos dólares en la fabricación, pero valió la pena. Además de también hacer mis propios lanzaredes.
—¿Hiciste tus propios lanzaredes? —preguntó sorprendida la castaña— Ya me había preguntado de donde los habías sacado.
—Seré honesto, los primeros que hice los deseché. Encontré una libreta con anotaciones de papá y fabriqué unos como los suyos. Se traban de vez en cuando, pero ya trabajaré en eso. Además, los cartuchos pueden contener más líquido de telaraña que los anteriores.
—¿Sabes hacer el líquido? Debo confesar que no tengo idea cómo hacerlo, y no quiero estar pidiéndole al tío Ben que me mandé líquido nuevo por paquetería cada que se me acabe.
—¿Qué hay de Mary Jane? ¿Ella sabe de todo esto?
—Claro. Fue cosa de ella que yo no saliera como Spider-Girl hasta hace una semana. Ella quería que estuviera lista. Por lo visto, no te tomó tanto tiempo convencer a Jessica.
—¿¡Convencer a mi madre!? —preguntó Richard.
—Claro. Aunque bueno, supongo que ya que ella fue Spider-Woman le fue más fácil entender.
—¿¡Mi mamá fue Spider-Woman!? —Richard tapó su boca para frenar su grito.
—Ay... Creo que la cagué —comentó May—. Por lo visto no han tenido esa charla todavía —ella golpeó su frente con la punta de sus dedos varias veces.
• • •
Butch abría la puerta de su casa. Al pisar el suelo dentro, se escuchó un irritante chillido por las tablas del suelo. Butch dejó las llaves sobre un plato junto a la puerta. Todo estaba en un incómodo silencio.
—¿¡Papá!? —llamó Butch, pero nadie respondió— ¿¡Papá!?
El joven se asomó por la escalera, viendo la tenue luz que salía del baño. Butch subió corriendo los escalones. Se hizo una subida eterna, los ojos de Butch solo reflejaban temor. Al llegar al baño, empujó la puerta con fuerza.
—¡Papá! —gritó Butch— ¡No otra vez!
Dentro de la tina, estaba un hombre de mediana edad sumergido por completo en el agua. Butch metió las manos, al baño. El agua se desbordó al Butch sacar a su padre. Lo dejó en el suelo. Comenzó a usar técnicas de respiración artificial, presionando su pecho con sus dos manos. Contó, uno, dos. Uno, dos. El hombre comenzó a toser y escupir el agua que había tragado. Butch suspiró con cierto alivio. Dejó el cuerpo de su padre boca abajo y se apresuró en llamar a emergencias.
• • •
—Este juego será simple —murmuró.
Albert Sanderson forcejeó en un inútil intento de soltarse de las cadenas que lo ataban de manos y pies a la silla. Los pasos resonaron por la opaca habitación. Un hombre de una piel blanca que lo recubría por completo, y manchas negras ubicadas en sitios aleatorios en todo su cuerpo.
—Albert, Albert, Albert —el mutante se puso por delante de su amordazada víctima, apuntándole con un revólver, pero dándole una vuelta, dejando el mango del arma—. Liberaré una de tus manos. ¡Y tendrás que escoger a tu víctima! —canturreó el hombre— Hay unos agujeros —frente de Albert aparecían tres puntos negros, similares a las manchas de su secuestrado —. Si dispara a uno, le dará a su esposa —una luz se encendió detrás del vidrio blindado, mostrando a una mujer aterrada, ella veía a su marido, intentando gritar, pero inaudible detrás del cristal—. Si dispara a otra le dará a su hijo —Otra luz se encendió mostrando a un joven de dieciocho años, en la misma situación de la mujer—. La restante, es para mí.
Albert estaba temblando, apretando el arma. No sabía a cual de las tres era la verdadera opción, vagando la dirección del cañón entre cada uno. Albert miró al hombre de las manchas. Él se notaba entretenido, de haber tenido una boca estaría sonriendo. Apuntó a la cabeza del sujeto y disparó.
La cabeza de Albert se reventó, manchando el cristal con sus sesos y sangra. Todo siendo visto por su esposa e hijo. Albert no sabía que detrás de su cabeza, otra de esas manchas habría escupido la bala que le disparó al secuestrador.
—Dos menos —diría el hombre de las manchas. Volteó a ver a la mujer y su hijo. Creó dos portales frente suyo. Alcanzó el arma y vació el cargador en las manchas.
Detrás del cristal, madre e hijo estaban desfigurados por heridas de bala, pero los proyectiles habían salido disparados desde el interior de sus cuerpos. Sus cabezas habían sido reventadas, dejando chorrear la sangre entre las disformes fosas nasales y destrozadas orejas. Él dejó la habitación, sin importarle si los cuerpos llegarían a ser encontrados en algún momento.
—Quedan cinco más.
• • •
A las afueras de una biblioteca estaba Charlotte. Ella vestía una sudadera roja de la que mordía uno de los cordones que ajustaban la capucha. Detrás de la chica, Richard aterrizó de la caída de un edificio, dejando una huella de la grieta de sus pies en el piso. Richard se acercó y tocó el hombro de Charlotte, haciéndola voltear por la sorpresa.
—¡Richard! —Charlotte sonrió.
—Espero no haberte hecho esperar mucho.
—Para nada —Charlotte se paró—. Llegué hace diez minutos. ¿Entramos?
Una grieta hizo tropezar a Charlotte. Richard la atrapó. La cabeza de Charlotte se acercó al pecho del joven. Hubo un largo silencio. Richard tembló por dentro, pero no se movía. Ella escuchaba los latidos de su corazón.
—Es una hermosa melodía, ¿sabes? —Charlotte se alejó— Tus latidos son como unas gotas de lluvia que se deslizan en una telaraña —ella le sonrió, haciendo sonrojar al muchacho. Lo tomó de la mano y subieron los escalones.
Ambos entraron a la biblioteca. En el interior estaba casi vacía. Un laberinto de estanterías, pero sin personas para leer los libros. Los dos caminaron hasta encontrar a un hombre de ojos verdes, cabello como el de un arbusto y algo de barba, quien estaba sentado frente a una mesa, la cuál estaba llena de copias de un mismo libro a la derecha.
«Es Fred Lambert. ¡Por MonEsVol! ¡He leído al menos diez de sus libros! ¡Creo que me podría orinar de la emoción! ¡No! Tengo a Charlotte cerca y sería vergonzoso.»
—¿Ya se acabó? —preguntó una decepcionada Charlotte.
—Bueno, no ha venido casi nadie en las cuatro horas que he estado aquí. Pero supongo que vienen por una firma, ¿cierto? —intuyó el escritor, a lo que como respuesta los dos jóvenes asintieron— Supongo que dar dos autógrafos no sería problema ¿Y sus nombres son?
—Charlotte Aller.
—Richard Parker.
Charlotte y Richard dejaron un libro cada uno sobre la mesa.
—La Dulcería Sangrienta y El Reflejo de la Muerte —comentó Fred—. Uno de la etapa Estrellada y la otra de mi etapa Abnegada.
—Yo quería saber, ¿por qué sus etapas tienen esos nombres? —preguntó Richard.
—¿Eso? —Fred sonrió— Porque sonaban geniales.
Su mano se movió con delicadeza y rapidez. Fred firmaría los libros de ambos. Los jóvenes agradecieron contentos por haberlo conseguido. Sin querer demorar al hombre, ambos caminaron a la salida de la biblioteca.
—Antes de que se retiren —la voz del escritor detendría a los dos que ya estaban a un par de pasos de la salida—. Hacen una linda pareja.
—¿Qué? No. Nosotros...—Richard trató de aclarar la situación, pero sería interrumpido.
—Gracias —sonrió Charlotte. Salió de la biblioteca, siendo seguida por Richard.
Ambos se alejaron de la Biblioteca, la mujer caminaba a pasos lentos por delante del chico
—Oye, ¿qué fue eso? —cuestionó el joven Parker, aún sin entender que acababa de pasar.
Charlotte se detuvo en seco, para así voltear a ver al chico y decirle: —¿Qué fue qué? —la pelinegra continuó su camino, dejando a Richard con aún más preguntas.
«Esta chica es demasiado críptica y ya tengo demasiados problemas con lo de ser un tipo en mallas que va por ahí golpeando gente. Mi vida es extraña... o debería decir Bizarra.»
En la biblioteca entraba un joven. Vestía chaqueta de cuero roja, de cabello negro con un mechón blanco por delante, y una notoria cicatriz de forma inclinada en su mejilla izquierda.
—¿Disculpe? ¿Ya se acabó? —preguntó el joven a Fred Lambert, quien terminaba de guardar sus cosas.
Alan volteó a ver al joven.
—Sí ¿Pero que rayos? Si deseas un autógrafo te lo doy con gusto —Fred buscó su bolígrafo, sonriendo amistoso.
—Gracias —el joven dejó el libro que llevaba La Encarnación del Rey Araña como título en la portada—. Era más fan de La Destrucción del Polvo Estelar hace años, pero con el tiempo, le tomé más afecto.
—No lo dudo. Nunca terminé de congeniar con la idea del Rey Araña, pero fue mi segunda novela publicada. Supongo que le da cierto valor sentimental —Fred detuvo su bolígrafo sobre la primera página del libro, completamente blanca—. ¿A quién lo dedico?
—Me llamo Richard. Richard Drew.
—Richard Drew —repitió Fred, anotando el nombre—. Curioso —Fred cerró el libro, entregándolo de vuelta—. Otro chico con el mismo nombre había venido hace un rato.
—¿Alguien del mismo nombre? Bueno, esa es una coincidencia interesante —Richard miraba la portada de su libro entre sus manos, una enorme araña sobre su gran telaraña. Acarició su encuaddrnado—. Pero así es el mundo, ¿no? Un enorme rejunte de coincidencias. Cosas poco probables que provocan otras aún menos probables —se dirigió a la salida de la biblioteca—. La vida siempre es algo... Bizarra.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top