Capítulo III: El nuevo Hechicero del Universo 616
En una noche del mes de Diciembre, el nueve, cerca a la Navidad, en el año 1988:
Un hombre va corriendo por una de las calles del país de los Estados Unidos de Norteamérica de ese entonces. Vistiendo una chaqueta de piel de sensación rellena y áspera de color marrón, unos pantalones negros a rayas plomas, zapatos, medias de hace dos días y una chalina gris con aroma a mujer embarazada. Charles Lee Ray, un fugitivo y asesino en serie, estaría siendo perseguido por las calles de South Side, Chicago, por un detective de homicidios llamado Mike Norris. Luego de la persecución, un auto misterioso se revelaría como un cómplice del mismo Ray, poniendo así a Charles con un atisbo de esperanza de huir una vez más de la escena del crimen. Este auto le pertenecería a un criminal en masa de nombre Eddie, quien, segundos después, huiría por un intento de atrape de un policía que era compañero del detective Mike Norris y dejando así a Lee Ray a la deriva, quien habría recibido un disparo en la pierna instantes antes del arranque del automóvil. De pronto, Lee Ray sin el apoyo de su cómplice, Eddie Caputo, gruñiría entre dientes y, como forma de un plan improvisado, irrumpiría en una tienda de juguetes donde el oficial Norris le dispararía de nuevo, pero esta vez atinándole en la zona del pecho. El asesino y estrangulador, al darse cuenta de que se estaría comenzando a morir, amenazaría con matar tanto a Mike por dispararle como a Eddie por dejarlo solo, con voz retumbante y bastante siniestra para alguien con pocos minutos de aliento.
Por último, con algunas palabras siendo pronunciadas con un antiguo idioma africano, Charles Lee Ray invocaría un hechizo vudú para transferir su alma a un muñeco de la línea de juguetes Good Guys, momentos después de haber caído rendido ante el incesante dolor de dos balazos y poco después de haber llegado hasta ese punto a arrastras, provocando que la tienda sea alcanzada por un rayo que habría sido enviado del mismo cielo y explotara en varios trozos. Grandes y pequeños. Afortunadamente, Mike Norris sobreviviría a esta grandísima explosión y volvería a entrar en la tienda de juguetes, solo para encontrar el cadáver de Charles y un muñeco pelirrojo a su zurda que, más adelante, le arruinaría la vida a millones de personas.
En especial, a un niño de unos 5 años llamado Andy Barclay. O eso habría pasado en la historia original dirigida por Tom Holland estrenada en cines el mismo año en el que todo se habría llevado a cabo. Ya que, un minuto antes de que el criminal Charles Lee Ray fuera a recitar el famoso conjuro de transformación de Damballa, alguien habría evitado que esto sucediera, con algo de apoyo sobrenatural y con una inquebrantable sed de justicia para todas las futuras víctimas de este engaño y perpetración a la vida misma que vendría a ser el Muñeco Diabólico "Chucky" en unos cuántos años. 50, para ser exactos. La basta línea de argumentos y arcos del multiverso, en consecuencia, presenciaría la alteración de uno de los tantos hilos conectores de este ancestral concepto, con la mano y el accionar del Nuevo Hechicero Supremo de la Tierra 616 conocido como "The Mystic Spider", quien habría tomado el alma de Charles Lee y la habría envuelto en un aura de poder que la llevaría directamente ante el Tribunal del Infierno. Justo como debió haber sucedido, original y más lógicamente.
...
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Spider-Man (forma astral): Finalmente, lo he logrado. ¿Ahora si te sientes satisfecho, señor Parker? Yo diría que.. Definitivamente.
Diría Spider-Man, observándolo todo desde el cielo de Chicago, con una sonrisa por debajo de su máscara arácnida con patrones de red negros brillantes, abriendo los ojos en señal de conformidad y de felicidad; con los brazos cruzados. Este habría hecho algo con lo que siempre habría soñado desde aquel día en el que le mostraron, por medio de un reproductor DVD, la primera película con la que Chucky se lanzaría al estrellato y la que lo llevaría a formar parte de la cultura popular durante dos décadas. Finalmente habría tenido la posibilidad de salvar a aquel universo que habría sido condenado injustamente por algo que ni siquiera habrían cometido o pedido. Pero como hay actos de bien, también vendrían a haber las consecuencias de estos; y eso sería lo que vendría a decirle una mujer algo anciana como una persona común y corriente, pero que no lo sería del todo, con una venda en los ojos de color rojizo que no le permitiría ver nada del exterior, pero si totalmente todo lo del interior de la gente que ella deseara: Madame Web, la Protectora de La Red de La Vida. Una mujer con una experiencia envidiable y una sabiduría que muchos detestarían tener. ¿Ironía o contradicción? Un don que conllevaría a una maldición.
Exactamente esa sería la analogía que la dama le relataría al Místico Spider-Man para que este mismo entendiera lo que acababa de hacer. Una de las tantas cosas que se le habrían venido a la mente ejecutar, de hecho, vendrían a traer varias consecuencias a lo largo de su trabajo como el Protector del Universo 616 y al de otros, aunque pareciera un juego de niños todo este asunto.
Spider-Man (forma astral): Esto no es algo que deba importarte, Madame Web. De hecho, ni deberías de alterarte. He evaluado con cuidado cada posibilidad que ramificaría sucesos trágicos para este punto de la historia y te apuesto a que nada de eso ocurrirá. Cada una, en verdad. Por algo soy tan listo. Así que no hay de qué preocuparse. Charles Lee Ray merecía ser juzgado por lo que iba a hacer.. Y míralo, alguien se atrevió a hacerlo. *risas*
Madame Web (desde lo lejos): Si. De eso no me cabe duda. Pero te sorprenderá saber que toda acción trae una consecuencia, ya sea la más diminuta y la más cuidada por el mayor de los sabios que pudiera existir. No es un desafío a ti mismo lo que acabas de hacer, sino un capricho simple que ahora te da gracia.
Spider-Man (forma astral): *carraspeo* *suspiro* Bueno, tal vez tengas razón. ¡Pero no me importaría lidiar con las consecuencias de haber salvado a Andy Barclay y a millones de un trauma casi irreparable de un maldito muñeco de látex, o plástico, con vida propia que quiere aniquilarte! ¡Por favor! Déjame disfrutar esto. *gesto de alegría* *alzar las manos* *señalar a la fábrica* ¿No es increíble?
Madame Web (desde un poco lejos): *risas* *suspiro largo* ¿Te parece poco haber salvado a Jack Dawson de ser consumido por la hipotermia, al Grinch de tener una infancia triste, a Jason Voorhees de nacer con la deformidad que lo consumiría más adelante, al señor Parker Wilson de morir de un ataque al corazón en aquella clase de Piano o Literatura..
Spider-Man (forma astral): Ok, creo que ya entendí.
Madame Web (cerca): A Jim Carrey de haber tenido una infancia triste e impulsarlo a tener la carrera que lo volvería muy aclamado hoy en día, a otra versión tuya de haber sido mordido por la araña-
De regreso al Sanctum Sanctorum, ciudad de Nueva York, hogar del actual Hechicero Supremo y portal a diversas ubicaciones posibles:
Spider-Man: ¡Hey, dije que ya fue suficiente! Tenía que hacerlo o no iba a quedarme tranquilo. Es que me recordaban a mí mismo, el hecho de no haber podido hacer algo para cambiar un suceso traumático.. Ya no me abruma tanto como antes lo solía hacer. Me siento muchísimo mejor. ¿Sabes? Y no le veo lo malo a hacer el bien a otras personas. Están agradeciendo al cielo, ahora mismo. *conjurar portales* Puedes verlos por medio de mis portales. Han obtenido lo que la vida de sus mundos no pudo darles. *tronar cuello* *sobarse cuello*
Madame Web: Estás jugando a ser Dios. Pero supongo que entenderás de lo que hablo más adelante. Cuando te vuelva a enseñar lo que ya has aprendido. ¿Listo para otra lección, Mystic Spider?
Spider-Man: *suspiro pesado* Agh, no puede ser. No puedes hacerme esto. No es nada justo. *gesto de enojo* ¡Ni gracioso, Web!
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