※ IV ※
Título: Desde la primera vez que te vi.
Personajes: Katsuki Bakugō, Ochako Uraraka, Mina Ashido, Tōru Hagakure, Minoru Mineta, Keigo Takami/Hawks (mención), Krista Litzer (Oc).
Shipps: Katsuki x Ochako, Krista x Hawks.
Advertencia: Algunas líneas temporales del manga/anime, OOC leve de algunos personajes.
Cantidad de Palabras: 1417.
Desde sus años en la U.A, Katsuki había logrado toparse con diferentes tipos de personas, con quienes de cierta manera había formado algún tipo de lazo como ser de camaradería o amistad, pero más allá de eso, de no tener siquiera planeado algo similar, el rubio cenizo había logrado enamorarse.
Una dulce y tierna chica de cabellos castaños había sido capaz de atravesar la coraza que parecía envolver aquel fiero corazón del chico, quien en principio, no había querido aceptar ese tipo de sentimientos, pues en primer lugar, no sabía cómo reaccionar o comportarse por causa de los mismos.
Tuvo oportunidad de enfrentarse a ella, en el primer festival deportivo de la academia en el que participó, logrando ver la determinación de la chica, misma que no deseó aceptar, más de manera un tanto silenciosa lo hizo, reconociéndola como una aguerrida rival.
Por su parte, Ochako inicialmente sentía cierto temor hacia el rubio, más que nada por la actitud un tanto soberbia y orgullosa que cargaba, además de demostrar la apatía de siquiera relacionarse con sus demás compañeros.
Con el paso del tiempo y los diversos trabajos de equipo que debieron realizar durante sus clases, fue que de a poco, ambos comenzaron a tener un acercamiento, siendo capaces de hasta saludarse de una manera que se pudiera considerar calma, al menos por parte del chico.
Tras el fracaso en la obtención de su licencia provisional, el rubio parecía estar algo frustrado, siendo Ochako la única en percatarse de ello, pues la actitud de Katsuki pasó a ser un tanto retraída, dejando ver que el avance que ella había conseguido con el chico, se viera afectado.
Unas palabras de ánimo, una posible discusión y una sincera confesión, lograron que ambos se observaran un instante prolongado, en la sala común de la residencia, el cual solo contaba con la presencia de ellos dos. El rubio tardó unos minutos en reaccionar, más con cierta duda logró acercarse a la castaña, quien temerosa levantó la mirada, revelando sus enrojecidas mejillas.
El cruce de sus miradas, las cuales parecían expresar mucho más que alguna palabra que pudieran dedicar, terminó por confirmarles a ambos en medio del silencio, que sus sentimientos eran correspondidos, sellando aquel instante con un tímido primer beso.
Al principio, ambos intentaron ocultar su relación, pues de cierta manera no deseaban llamar la atención de sus compañeros, aunque fallaron completamente en el intento cuando regresando de uno de sus entrenamientos extras, decidieron darse un beso, siendo vistos por Mineta en aquel momento, quien con cierta indignación por aquello, había comentado lo sucedido a todos sus demás amigos.
Y tal como lo imaginaron, desde que ingresaron al sitio, toda la clase se les había casi que lanzado encima, para comenzar un interrogatorio que ambos no deseaban responder, pues en algo coincidían y era en que sus decisiones eran parte de sus asuntos, no del resto.
—¡YA QUÍTENSE, MALDITOS EXTRAS! —gritó completamente fastidiado.
—Chicos..., de verdad...
—Se suponía que éramos amigas, Uraraka —inició Mina, con cierta indignación en su tono de voz.
—Podías habernos dicho algo —secundó Tōru de la misma forma.
—Yo...
—Oigan, ya basta —inquirió una voz al momento en que unas ráfagas de viento, lograban apartar a los jóvenes de la pareja.
—Krista, no te hagas de la que no te interesa saber —recriminó la pelirrosa.
—No lo niego, pero la forma no es esta —dijo con seriedad—. Además, lo que ellos hagan o dejen de hacer no es su asunto —soltó mientras se cruzaba de brazos—. ¿O acaso serán ustedes quienes intervendrán cuando exista alguna discusión o problema entre ellos?
El silencio inundó la estancia tras esas palabras, logrando que la fémina de procedencia alemana, contara con toda la atención de los jóvenes presentes en el sitio. Por su parte, Krista les dedicó una fugaz mirada a cada uno, sonriendo de manera ladina.
—Sí, eso fue lo que pensé —contestó al momento de girarse hacia la pareja—. Felicidades chicos. Espero sean felices y me inviten a la boda —espetó al momento de guiñarles un ojo.
Tras aquel alboroto, la joven pareja logró sentirse más libre al momento en que, siendo sutiles, podían ser capaces de entregarse muestras de afecto.
Y si bien algunos creyeron que esa unión sería algo pasajera, Katsuki y Ochako lograron demostrar todo lo contrario, llevando cerca de cuatro años en la misma, ejerciendo sus labores como héroes profesionales, ayudando en lo que se necesitara a los ciudadanos y cumpliendo de cierta manera, un anhelo que desde pequeños habían deseado.
※
—Jamás creí verte nervioso alguna vez, Katsuki.
—Cierra la boca, pelos de mierda.
—Oye, no seas así con Eiji. Él solo acaba de decir la verdad —inquirió la fémina.
—Maldita arpía. Porque mejor no se largan —bufó exasperado.
—Tú nos pediste ayuda —contestaron al unísono.
—Agh, los odio —gruñó Katsuki al tiempo de enseñarles el dedo corazón de su diestra, mientras que sus amigos, le sonreían ampliamente.
Aquella mañana de sábado, el rubio había citado a Krista y Eijirō para que lo ayudaran con unos detalles importantes. Luego de tanto tiempo, Katsuki estaba decidido a dar el siguiente paso. Esa noche era su aniversario, por lo que no creía que pudiera existir un momento más especial que ese.
Desde el instante en que se dio la oportunidad estar con la chica, había tomado de manera seria aquella relación, pues Ochako era sin duda alguien importante en su vida y no deseaba que nada malo le pudiera siquiera suceder.
Tardaron unas dos horas en elegir el anillo que fuera perfecto para la castaña, pasando a realizar la reservación en algún discreto restaurante y buscando un par de detalles más que sin duda, complementarían de manera perfecta aquella sorpresa.
—¿Ya puedo quitarme esto?
—Qué impaciente eres, cara redonda.
—Es que deseo verte. En todo el día apenas y lo he hecho —refutó de manera dulce.
Para las ocho de la noche, la pareja había arribado al lugar en donde tendrían su cena. La idea de que Ochako no viera nada al llegar al sitio, fue de Krista, quien junto con el pelirrojo decoraron el espacio que estos ocuparían. Ella incluso estaría presente en el lugar con su pareja, para cuidar que aquel momento fuera realmente especial para sus amigos.
Con cuidado, Katsuki guió a Ochako hasta su asiento, donde la chica se ubicó, sintiendo la completa impaciencia de poder ya descubrir sus ojos. Era capaz de oír el golpeteo de los calzados del rubio a su alrededor, por lo que deducía que éste aún no ocuparía su sitio.
Hawks, pareja de Krista, se había encargado con ayuda de una de sus plumas, quitar el vendaje que portaba la castaña en aquel momento.
La fémina quedó ligeramente boquiabierta ante lo que estaba presenciando, mientras que sus ojos fueron llenándose de lágrimas, las cuales permanecían retenidas en sus orbes. Su amado novio se encontraba de rodillas ante ella, sosteniendo una bella cajita de terciopelo roja en una mano, mientras que en la otra se encontraba un ramo de rosas.
—Kat... Katsuki...
—Cara de ángel... —inició el rubio, viéndola directamente a los ojos—. Espero que escuches bien... Porque no pienso repetirlo —prosiguió con un ligero tono carmín en su rostro—. Hoy que cumplimos cuatro años, puedo decir con certeza que... Los momentos que hemos compartido, sin duda han sido únicos y especiales —pausó un instante, entregándole el ramo—. Desde la primera vez que te vi, sentí algo que hasta la actualidad no sé cómo explicar... Sólo estoy seguro de que, esa sensación me gusta y no deseo que se extinga jamás.
Ya un par de lágrimas se deslizaban por el rostro de Ochako, quien de cierta manera intentaba seguir conteniendo la emoción que golpeaba su pecho. Katsuki abrió con cuidado la cajita de terciopelo, revelando el bello anillo de compromiso con unas incrustaciones de diamantes.
—Ochako Uraraka, ¿aceptarías ser mi esposa?
Los segundos habían parecido una eternidad para Katsuki, quien se esperaba alguna respuesta casi instantánea de parte de su novia. Más cuando la vio asentir, secando sus lágrimas con el dorso de su mano libre, se puso de pie, buscando el sabor dulce de sus labios.
—Sí, acepto... Acepto Katsuki —contestó apenas logró estrecharlo entre sus brazos, embriagándose con su aroma y disfrutando de su cercanía.
Con una sonrisa un tanto socarrona, el rubio procedió a depositar con delicadeza aquel anillo, en el dedo anular de la mano izquierda de Ochako, besándola nuevamente para seguido a ello, disfrutar de aquella velada que sin duda sería inolvidable para ambos.
Publicado: 30/07/2020.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top