▬▬ prologue


0.prologue
solo nos vemos en bodas y en funerales
written by eunice !

El polvo era el mejor testigo de aquella mansión, la razón era porque siempre había, los buros y muebles, estaban repleto detrás de la capa de suciedad. De noche se podría observar el espectáculo de polillas y cucarachas correr sobre las finas alfombras, pareciera que no ha sido habitada por años, y así es.

Lo que alguna vez fue la sede del escuadrón de la academia umbrella, ahora es solo un lugar en abandono, codiciada por muchas empresas de bienes y raíces, pero siempre recibían el absurdo "No" de su dueño, Sir. Reginald Hargreeves. Mucho se murmuraba el por qué no quería venderla, pero nadie supo la verdadera, se llevó el secreto a la tumba, literalmente.

A veces de nada sirve, dar tu bondad y compartir tus riquezas si terminarás solo, como dicen, cría cuervos y te sacaran los ojos, eso paso con aquel millonario, crio a nueve niños extraordinarios, que no tuvieron precedentes en la biología ni en algún otro lado. Como el rayo que cae para aturdir las olas del mar, el desgarrador grito de 43 mujeres al mismo tiempo que el reloj marcaba el medio día, así se vivió el nacimiento de 43 niños, Sir. Reginald, busco adoptar la mayoría de estos, no como una opción de ejercer la paternidad, sino, algo más extraño que pudieran imaginar, como si de un perro guía se tratara, Hargreeves adopto a estos niños para prepararlos para lo que el mundo los preparaba.

El mundo es como una bola de estambre, corre y sigue el curso, buscando llegar a su fin, pero parece ser que este cerca, pero, así como todo tiene un fin, la bola de estambre llamada mundo, llega a su fin.

Incluyendo la vida.

Y se remonta al abril de 2019, esa época quedara marcada para la familia, pues fue cuando, sin importar las bromas infantiles, haberse terminado el único bocadillo de la semana de niños o esconder la ropa cuando uno estaba en la ducha, o algún otro dilema, debían unirse para una cosa simple, el funeral de la persona a la que los últimos años le llamaron padre.

( . . . )

Las tres de la tarde siempre fue una buena hora para aquella manzana, ver el punto del sol, los rayos que traspasaban por las ventanas, haciendo que algunas pelusas flotaran por el poco peso, alumbradas por el sol, siguiendo el ritmo lento de un vals, comúnmente se veía eso en la academia. O al menos para la memoria de Adara.

El tránsito a esa hora, era una delicia para aquel amante del silencio, pues pocos taxis transitaban.

Desde fuera se lograba admirar aquel edifico que despertó dudas, aclamaciones y largas filas en muchos, ahora sólo parecía una triste casona abandonada, a pesar de que dos humanos vivieran en esta, no era suficiente para recobrar esas risas y pisadas de niños.

Vanya, la violinista sin futuro como se le conocía en el teatro, bajo de un taxi manteniendo la mirada firma hacia lo largo de ese edificio, empujo suavemente la puerta después de girar la perilla, apenas dio el primer paso para adentrarse no pudo evitar sentir aquel aire de miedo, la nostalgia que respiraba le abrumaba que sentía que en su pecho se encerraba el sentimiento y en cualquier momento iba a estallar, su mente viajaba por cada detalle grabado, a lo lejos escucho correr a alguien, sintió el suave aire pasar sobre su costado, viajo al momento menos indicado, cada que caminaba un nuevo recuerdo cobraba vida sobre su memoria.

Apenas se adentró a la sala, percató la delgada figura de una mujer, cubierta con una chamarra negra de piel, quién estaba sobre rodillas creando la figura de una cruz con múltiples flores. Vanya observo una por una, había algunas iguales, pero con su poco conocimiento pudo deducir que cada flor era una especie diferente.

──Siempre has sido predecible...

La voz... muchos dicen que la voz es el mayor indicador que, en que edad se encuentra su cuerpo, pero en el de ella, siempre fue dulce... de una niña de 13 años, ahora, se escuchaba como una mujer que paso los últimos diez años de su vida esclavizada al tabaco.

──Es...

──su funeral ──interrumpió. ── Sí, pero me imaginé que ni ganas tendrías de venir.

──Adara... Yo... ──una voz trémula apenas pudo salir de sus labios.

── ¿tú que, Vanya? ──volvió a interferir, impostada miró a su hermana.

──Fue una mala idea venir. ──afirmó apenada agachando la mirada dando la media vuelta para salir.

Sin embargo, el llamado a su nombre freno su huida.

── ¿Vanya?

La voz insomne y preocupada de Allison, el número tres, se hizo presente. Con el ceño fruncido y la mirada cansada se acercó a su hermana recién llegada, como si su vida dependiera del hilo de ese segundo, la abrazó.

── Cielos santo, que bueno que estés aquí.

──Un clan de traidores, que conmovedor ver todo esto.

A zanjadas, número dos bajo la escalera presenciando lo emotivo de ver a sus hermanas unidas, una vez más.

──También te extrañábamos copia de justiciero enmascarado. ──manifestó burlonamente Adara.

Su hermano Diego termino de bajar, con unos documentos en su mano que se veían terriblemente mal cuidados.

──Terrible momento para juntarnos ──contestó irónico── Logré sacar esto. No entiendo por qué estaba clasificado. En fin, espero papá tenga el funeral que tanto deseo ──chistó sin gracia observando el tapiz de flores que su hermana hacia hace unos minutos.

── ¿qué? ──preguntó aborrecible cruzándose de brazos── Es una tradición mexicana... Papá amaba las flores exóticas, la cruz es para honrar su muerte, aunque claro, cuento los minutos para vengas y bailes sobre sus cenizas. —dijo con sarcasmo

La pelinegra tomó una dalia que reposaba de los floreros, y con unas tijeras corto el tallo para seguir con su labor y comenzar a prender las velas.

──Bailaré sobre tus cenizas cuando descubra que le hiciste a papá. ──declaró molesto sin responder a las dudas que su hermana comenzaba a decir.

Prefirió darse la vuelta haciendo un estruendoso ruido debido a que sus navajas chocaban entre si al movimiento de caminar, él podría ser un próximo perfecto candidato a un asesino serial.

──No puedes cambiar tu atuendo para la ocasión ──reclamó Allison.

──Al menos es negro.

Contestó sin más subiendo las escaleras ignorando todo a su paso.

Adara no insistió ante la declaración que hermano dio. Como su costumbre de huir y dejar todo a medias debido a sus enojos, abandonó sin avisar siguiendo el paso hacia las habitaciones, ni siquiera termino aquel tapete que hacía hace unos momentos. No estaba para visitas, así que dejo sola a sus hermanas, además, un funeral era algo difícil organizar con alguien que de niños no podían repartir una pizza equitativamente.

—Habrá té y galletas, y algún aperitivo deshidratado, cortesía de Luther, si decides quedarte, claro.

Anunció pasando por el lado de Vanya para subir a su habitación y descansar.

Llevaba años descansando y siendo feliz encerrada en su burbuja, sin reclamos, ofensas y suposiciones. Que lo que acaba de pasar rompió su récord de paciencia que había formado por años. Al momento de entrar a su habitación examino algún espacio libre donde poder recostarse y descansar.

Alzó los brazos y se dejó caer sobre su cama rebotando en esta, tomó un libro que aún no terminaba de leer para entretenerse en lo que sus hermanos la quisieran intervenir. Sus murmullos y peleas eran un musical en la sala. Lo último que escuchó fue la declaración de Klaus decidido a asesinar al robot que tenían por madre.

──Esta gente no puede guardar algo de silencio ──se quejó sentándose y dejando el libro abierto sobre sus piernas. Detestaba el más mínimo ruido que se colara sobre sus oídos, y escuchar la odisea que se formaba en la sala era una tortura.

Hubo alrededor de un minuto de paz, al sentir el suave silencio acariciando su sentido auditivo, sonrió victoriosa y volvió a recostarse, pero entrecerró los ojos ya molesta al sentir la gota que derramó el vaso, cuando escuchó la madera del pasillo crujir debido quizá al gran peso de los pasos de Luther, quizás no era la única que necesitaba volver a su espacio seguro de niños.

──¿Será muy tarde para que me des adopten?, gracias ──declaró mirando al techo. Harta se paró y dejo el libro en su estante.

Se dirigió a la puerta para irse de aquella casa y regresar hasta que sus hermanos se fueran o se hayan matado uno tras otro, lo que fuera que sucediera primero.

Ya había tomado el picaporte decidida a girarla, pero pauso sus acciones al escuchar una melodía de fondo, bajo la mano del picaporte, esa música que fue como la capa de los cristales dulces del azúcar sobre un limón desbloqueó la cerradura de la bóveda de su nostalgia, ocupaba quizás música animada y partituras de Beethoven.

Miraba cada pared analizando el paso de los años y la humedad que comenzaba a colarse, y recordó las muchas aventuras por aquellos años, sintiendo que vivía su propia película y con la mejor banda sonora de fondo, omitiendo el cruel nudo que la protagonista tuvo que vivir.

Con una sonrisa y un sabor más dulce en su vida se sentó sobre su cama moviendo los pies a un lado disfrutando la suave melodía que caía desde un tocadiscos. Jugaba con el ritmo y sus pasos, tomando cada letra de las notas musicales con un nuevo paso, dejando que sus dos pies inexpertos en ser feliz en un baile fueran libres por un momento, no había vals estricto ahora, era ella y la voz de Tiffany en la vida, hasta olvido que su padre había fallecido.

De momento la música paró por un temblor estruendoso sobre el edificio. Se sobresaltó al escuchar un relámpago que hizo que su ventana se abriera por el fuerte viento que sopló en esa dirección, haciendo que la esquina de su tocador chocara contra su cadera y le haya echo caer soltando un quejido, se acercó lentamente gateando e hincándose en la cama para estar a la altura del ventanal y cerrarla con dificultad, no tenía los brazos con más fuerza, y pareciera que algo la aferraba a estar con el otro cristal de la ventana. 

Vio cómo sus hermanos salían atentos a ver que era aquello que comenzaba a formarse en el cielo, cada uno observaba expectante a descubrir que era eso que comenzaba a formarse, se tomaron de las manos preparándose para lo peor, todos detrás de Luther que de alguna u otra manera buscaba protegerlos, a unos segundos logró ver a su hermano Klaus correr con un extintor y arrojarlo a lo que parecía una especie de portal a otra dimensión. Rodó los ojos, pero no negó que le hizo gracia.

── ¿Y eso para qué? ──cuestionó Diego.

── ¡No lo sé! ¿Tienes alguna mejor idea?

Iba a cerrar el ventanal al poder destrabar con su poca fuerza, cuando vio de reojo algo que caía del cielo y sonó a como cuando ella intento volar y se aventó desde su habitación al verdoso césped de aquel entonces, siguió con la mirada como esta cosa caía hasta el suelo y cerrándose el portal volviendo el cielo a su estado normal, observo con detenimiento, sus hermanos se acercaron y vio cómo la cosa que al parecer era una persona, se levantaba y observaba a sus alrededores

──Soy yo, o estoy viendo al pequeño número Cinco ──habló Klaus.

──Carajo ──maldijo la persona al ver su apariencia.

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