Pídemelo.
Pídemelo
Predecesor: Cásate
Dean miró a Morgan correr para ir a olisquear un arbusto cercano, estaba sentado en una banca en el parque, y Axel estaba a su lado. Antes había escuchado sobre aquella extraña última voluntad del abuelo de su amigo, nunca conoció al hombre, aún cuando ya era amigo de Axel en el momento que el abuelo pasó a mejor vida. Axel había dicho aquello como algo sin importancia, en ese entonces el fallecimiento de su abuelo acababa de ocurrir y un testamento era lo menos importante. Ahora era diferente.
—¿Y por qué hasta ahora le prestas atención?— preguntó el muchacho alto luego de que Axel relató la llamada de su hermano y el poco tiempo que le quedaba.
—No lo sé, supongo que lo olvidé.
Dean frunció el ceño, —no lo creo— y es que sabía cuando su amigo mentía, o al menos cuando no decía toda la verdad.
Axel se encogió de hombros, —no quería tener en mente siempre eso, no quería que el objetivo de mis relaciones fuera hacer válido el testamento, si estoy con alguien será porque así lo desee; además de que en fondo tenía la esperanza de que si lo dejaba pasar mis padres o alguno de mis tíos la compraría o pelearía legalmente por esa propiedad para que quedara siempre en manos de la familia.
—Ese es un pensamiento tonto e inmaduro, tu abuelo lo dejó para ti.
—Más tonta es esa clausula— masculló.
—Creo que es curiosa, tu abuelo no quería que estuvieras solo.
—¿Y obligándome a estar casado era la solución?— frunció el ceño.
—Ey, tranquilo— Dean elevó las manos a manera de escudo, —no te enojes conmigo, si no quieres casarte no lo hagas, no te sientas obligado.
—Pero el abuelo la dejó para mí.
Dean rodó los ojos. ¿Acaso Axel era bipolar? Morgan ladró y corrió de regreso, parándose sobre sus patas traseras y apoyando las delanteras sobre los muslos de su amo.
—¿Entonces qué planeas hacer?— preguntó el moreno después de unos segundos, mientras acariciaba al animal.
Axel suspiró, —creo que encontrar un esposo.
Dean se echó a reír con ganas, —pues date prisa, tienes unos cuantos días para hallarlo, convencerlo de que vaya a conocer a su nueva familia política y pase un fin de semana largo en la finca; tal vez si le explicas lo de la herencia acepte de inmediato.
Una brusca mueca deformó el rostro de Axel, —no te burles, mejor ayúdame.
—¿Quieres que llame a algunos compañeros de trabajo que estén disponibles?— preguntó Dean cuando recuperó aliento pero aún con la risilla traviesa, —Tobías acaba de firmar los papeles de divorcio, él tiene experiencia, podría ser un buen candidato.
—Eres un idiota, Dean— se quejó, cruzando los brazos sobre su pecho y arrugando más la frente.
El nombrado se obligó a dejar de reír, —está bien, discúlpame— se aclaró la garganta, —¿en qué te puedo ayudar entonces?
Axel se retorció los dedos, encontrar un prospecto o a alguien que se hiciera pasar por su prometido había parecido una locura al principio, pero ahora era la única opción, y sólo tenía a un candidato; —sé mi novio, finge ser mi prometido.
—¿Estás demente?— ahora ya no había risa.
—Eso creo, pero no hay otra salida.
Dean le miró entrecerrando los ojos, esperando encontrar algún indicio de broma; pero no, Axel parecía resignado.
—Es completamente una locura— dijo por fin el más alto, —aún cuando finja ser tu novio, que no estoy aceptando, el testamento habla sobre matrimonio.
—Una vez que las propiedades estén a mi nombre podemos divorciarnos; si el dinero es lo que te preocupa todos los gastos irán por mi cuenta— explicó Axel, y es que ciertamente su familia estaba bien acomodada económicamente, y al tomar posesión de la finca y las otras propiedades comerciales que el abuelo le había dejado pondría en marcha algunos planes de negocio que tenía; dinero era lo que menos le preocupaba.
Dean pasó la mano por su cabello, —me harás quedar como un caza fortunas— rió nervioso.
—¿Eso es un sí?— preguntó el castaño esperanzado.
—No.
—Oh, vamos. Por favor.
—Podríamos ir a la cárcel, eso que propones es una estafa.
Axel se mordió el labio inferior, no había pensado en ello; aunque tampoco era del todo una mentira. Suspiró y dijo, —somos amigos desde hace años, conoces prácticamente todo de mí y yo de ti, ninguno de los dos tiene pareja actualmente así que no estaríamos engañando a nadie; será lo mismo, pero con un contrato de por medio en el cual sólo reafirmaremos nuestra amistad jurándonos lealtad y cariño por el resto de nuestras vidas.
Dean le lanzó una mirada afilada, aquella que perfeccionó en sus años de estudiante y que quería decir: "No me jodas, Axel".
—Por favor— agregó el castaño, —has esto por mí, por favor, juro que no vuelvo a pedirte algo en la vida, incluso si deseas después del divorcio desapareceré para siempre; sólo... por favor, no sé que más podría hacer; por favor Dean.
El nombrado suspiró, sólo cuando en realidad Axel se encontraba desesperado decía tantas veces las palabras "por favor", y según su experiencia lo siguiente sería romper en llanto; como cuando en la universidad no aprobó el examen de francés y solicitó un curso extra, pero ya no había cupo; o cuando Morgan siendo un cachorro se tragó las llaves y Axel le pidió a una señora con su gato cambiar su turno de espera en la clínica veterinaria para ser atendido primero. Dean supo que estaba en lo correcto cuando Axel dejó caer su cabeza al frente, su largo cabello castaño le tapó el rostro y seguido de ello sorbió su nariz.
¿Qué podía hacer contra eso? Tiempo atrás, cuando Axel llegó a buscarlo a su apartamento llorando porque había sido engañado, Dean quiso no solo patearle el trasero a Michael, sino ahorcarlo, arrancarle las uñas y un par de cosas más; Axel era su mejor amigo y haría pagar a cualquiera que le hiciera pasar un mal momento. Curiosamente ahora hacerlo feliz estaba en sus manos. Si era sincero no tenía nada que perder, Axel había dicho la verdad, eran amigos cercanos, había compartido habitación siendo estudiantes así que no había mucho que desconocieran el uno del otro.
—Está bien, tú ganas— dijo por fin Dean.
—¿Dd-de verdad?— el castaño levanto el rostro y se limpió las mejillas de manera descuidada con el dorso de su diestra.
El moreno asintió y agregó, —pero con una condición.
—¿Cuál?— si era dinero no había problema, aunque sabía que Dean no era codicioso.
—Pídemelo como es debido.
—¿Eh?
—Si voy a ser un hombre divorciado antes de los treinta quiero por lo menos que el momento de mi compromiso sea inolvidable.
—¿Quieres que yo...?— Axel no terminó la pregunta, miró al suelo, el césped era verde y bonito; también miró alrededor, había gente pasando por allí, seguramente le verían.
—Vamos Axel, no quieres que me arrepienta, ¿o sí?— rió.
El castaño tragó saliva, estaba consciente que hacerse pasar como pareja frente a su familia iba a ser un reto, así que debía tomar esto como una prueba. Se deslizó fuera de la banca y se hincó frente a su amigo, se aclaró la garganta y dijo, —Dean, tú... ¿te casarías conmigo?
Los labios de Dean se estiraron en una amplia sonrisa, —oh cariño, sé puedes hacerlo mejor que eso— dijo con dramatismo y burla.
Axel frunció el ceño, supo que era momento de pagarle con la misma moneda, así que tomó la mano izquierda del otro y dijo con convicción y exageradamente meloso, —Dean, precioso, aunque en este mismo momento te odio por lo que me estás haciendo pasar, te quiero y me harías muy feliz si aceptaras casarte conmigo.
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