Engañar.

Engañar

Predecesor: Moño.

"Cruda moral"... ¿Eso era?... ¿Así... se sentía?

Cierta vez, mientras veíamos un partido de basquetbol por un canal de paga en el departamento de uno de mis mejores amigos, justo en el medio tiempo comenzamos esa "charla de hombres". De esa manera mi algo soltó su secretito: su secretaria había intentado seducirlo.

—No lo niego, me gustaba ver cómo y qué tanto se esforzaba para que yo la mirara— comentó Will antes de darle un largo sorbo a su cerveza.

—Eso fue muy grosero de tu parte—, John, el chico educado lo miró reprobatoriamente.

—No me digas que tú no lo harías— trató de defenderse entre risas algo nerviosas.

—Obviamente no.

Alce las cejas, no podía refutar contra ello, John era un chico demasiado correcto, jamás vería a alguien más que a Claire; pero eso era lo de menos en ese momento, yo estaba curioso por otra cosa; así que miré a Will y lancé la pregunta.

—¿Y Alexander; él lo supo?

Will y Alex llevaban saliendo formalmente un par de meses. Desde la universidad mi amigo Will nos había dicho sobre su preferencia sexual, cosa que John y yo respetamos y aceptamos; pero hasta ese entonces nunca había tenido pareja formal, así que al principio verlo con Alexander fue nuevo y un poco extraño para mí. Porque una cosa era sólo saberlo y una muy diferente presenciar sus muestras de afecto.

Exhaló y asintió, —sí.

—¿Cómo; es telépata?— bromeé.

—Yo mismo le dije— confesó.

—¡¿Qué?!

—¡Eso es, buen chico!— lo elogió John sonriente.

—No, no es un buen chico; es un tonto— exclamé antes de arrugar la lata vacía entre mis manos.

Mi amigo el correcto me miró seriamente y posó una mano en mi hombro, —David, algún día lo entenderás.

—¿Entender qué?— me hice el distraído, no quería que hablaran de esas "cosas del amor".

—Vamos, sientes algo por Tess, ¿no es así? Sino no llevarías casi seis meses saliendo con ella— ahora Will me atacó.

La verdad era que la compañía de Tess me agradaba, era linda, tierna, amable, educada, servicial... lo que todo chico pediría de su pareja; es por eso que ni loco la iba a dejar ir.

—¿Eso qué tiene que ver?— fruncí el ceño tratando de parecer indignado.

—Ustedes saben que adoro a Alexander— comenzó a hablar Will, —y lo que menos quiero es que nuestra relación se rompa gracias a las habladurías, es por ello que decidí decirle lo que sucedía: que Sonya coqueteaba conmigo— se encogió de hombros; claro, si lo decía así parecía que él era la víctima.

—Seguramente lo comprendió— John lanzó esa frase y movió la cabeza para darle más peso a su afirmación.

—Sí; no sin antes molestarse y decirme que "lo sabía".

—Se los dije, es telépata— añadí y luego abrí otra lata de cerveza.

—Me alegra que hayas sido sincero— John amplió su sonrisa para con Will ignorando mi comentario anterior, —sino la cruda moral no te iba a dejar vivir.

—¿Cruda moral; qué es eso?— nunca había escuchado sobre ella, y eso que yo sabía de "crudas y resacas".

—Es lo que sientes después de que hiciste algo, aún sabiendo que no debías— explicó John. Will asintió.

—¡Ah!— chasqueé los dedos, —¡como la conciencia!

—Exactamente, pero esta es más fuerte y la mayoría de las veces te hace reflexionar de manera profunda y minuciosa tus actos para luego hacer que te arrepientas y te sientas patético.

—¡Oh, ya va a empezar!— Will le quitó la opción de "mute" al aparato y proseguimos viendo el partido.

...

El fin de semana siguiente celebramos el cumpleaños de Alexander en una discoteca; así que fuimos en grupo: John, Claire, todas las amigas de Claire, un primo del festejado que llegó a la ciudad, Will y Alexander, por supuesto; y yo.

—Es una pena que Tess no haya podido venir— exclamó Claire revolviendo su bebida de color azul con su pajilla.

—Si— froté mi nuca, —pero fue algo imprevisto—, había tenido que viajar a la capital por algo referente a su trabajo; aunque en realidad prefería que no nos acompañara, Tess era bastante reservada, lo más seguro habría sido quedarnos en la mesa ya que a ella no le gustaba bailar, o sino nos retiraríamos temprano, puesto que los lugares concurridos y ruidosos la hacían sentir incómoda. Nunca me le había dicho, pero con sólo ver su expresión lo sabía, por ello siempre nos retirábamos cerca de las once treinta de la noche. Así que internamente agradecí su inasistencia.

—Esta ciudad está llena de estúpidos— escuché una voz singular a mis espaldas y volteé. Era un muchacho rubio y esbelto, que me miró y luego a John; se quedó mudo un par de segundos y luego sonrió antes de agregar; —no lo digo por ustedes, sino por el cretino que me miraba el culo.

Y cómo no mirarlo, si sus pantalones color negro y súper ajustados dejaban ver su redondez y más que obvia firmeza.

—No hay problema, comprendo lo que dices— habló John sonriente y rodeó los hombros de Claire con su brazo izquierdo.

—Chicos, él es mi primo, George— explicó Alexander, hasta ese entonces noté su presencia y la de Will junto al muchacho rubio; —ellos son John, Claire, David, Marie, Leonor, Gina y Jane— nos presentó.

Yo lo único que hice fue mover mi trasero para dejarle un espacio a mi lado en la apretada mesa que compartíamos.

Conforme las horas fueron pasando el alcohol hizo que nos tratáramos como amigos de toda la vida; George era muy alegre, reía sin tapujos y decía las cosas como pensaba, cosa más que evidente en cada oportunidad que tenía de burlarse de Will, mientras este sólo sonreía como un bobo justo cuando Alexander se aferraba a él dándole esporádicos besos en la mandíbula, como si con eso el humor de su primo fuera a causar menos daño. Gracias a mi gran habilidad de observación pude deducir que a George no le agradaba mucho Will, lo que no sabía era si la razón se hallaba en la personalidad de mi amigo o simplemente porque era el novio de Alexander.

—¡Oh, ésa es nuestra canción!— exclamó Marie de repente, cuando una melodía bastante animada sonó por los altavoces; —¡vamos a bailar!—, tiró de la mano de Leonor y luego ambas se perdieron en el mar de gente.

—Nosotros también iremos, ¿verdad Will?— Alexander se puso de pie dispuesto a seguir a las dos chicas.

—Claro— el nombrado sonrió y dejó su vaso semi vacío sobre la mesa; era obvio que aceptaría, podía ver en el rostro de mi amigo lo mucho que deseaba estar lejos de George.

Una vez que ese par desapareció de nuestro campo visual, Jane y Gina dijeron que irían a los sanitarios, cosa "normal", puesto que las chicas siempre iban de dos en dos, eso lo aprendí gracias a Tess.

—¡Yah!— John me miró frunciendo un poco el ceño, —¿te quedarás allí sentado; por qué no vas a divertirte?

—¿Divertirme?— ladeé el rostro, no entendía, se suponía que él era el chico correcto, no podía estar sugiriendo cosas extrañas, ¿o sí?

—Estas en una discoteca. ¡Ve a bailar!

No es que me desagradara, sino que hacía tiempo que no bailaba, es decir, desde que comencé a salir con Tess, —pero es que no ten...— iba a decir: "no tengo pareja", pero el rubio altivo me interrumpió.

—Vamos, acompáñame— no fue una petición, más bien sonó como una orden.

—¿Eh?

—¿Qué; no me digas que no sabes bailar?— se puso de pie y me miró desde arriba, sus ojos afilados e inquisidores me erizaron la piel.

—¡Por supuesto que sabe!— intervino John.

—¿Entonces qué esperas?— George tomó mi mano y me arrastró. El calor de la gente nos envolvió mientras era guiado a lo que suponía era el centro de la pista.

Comencé a moverme y poco a poco tuve un poco más de soltura.

—¡Vaya, nada mal!— exclamó el rubio, acercándose a mí para poder hablar cerca de mi oído, de otra forma no podría escucharlo... ni olerlo, ya que me percaté de su agradable, fascinante, aroma a fresas.

—¡Gracias!— contesté también acercándome a él, inhalando un poco de su fragancia.

—¡No fue un cumplido!— rió.

—¿Ah, no? Pensé que mis pasos te habían impresionado— me defendí.

—Para nada, cariño— rió más fuerte.

Y así, cada frase y contra-ataque fue un pretexto para acercarnos. Pronto, sin pensarlo ni planearlo, me vi con mis manos posadas en sus caderas, mientras él levantaba una ceja de manera arrogante al lanzar sus comentarios.

La música estridente que se coló por mis oídos terminó confundiéndome, o tal vez fue el alcohol... o fue el efecto de ambos lo que provocó que hiciera lo que hice. Su aroma me embriagó, su risa me atontó, sus manos apoyadas en mi pecho me quemaron y sus ojos me hipnotizaron, obligándome a sellar su boca con la mía.

Mi estómago se contrajo y mi corazón se aceleró cuando probé la suavidad de sus labios, pero eso no fue nada comparado con lo que sentí justo después. Cuando sus dedos se enredaron en mi cabello y su lengua buscó la mía sentí que las rodillas me fallaron, sentí que mi trasero se estamparía contra el suelo si no buscaba apoyo, y ese apoyo fue su cuerpo: mis brazos estrecharon su cintura, atrayéndolo más a mí.

—David— ronroneó sobre mis labios húmedos y seguramente rojos por el reciente contacto. Abrí los ojos tras oír mi nombre; iba a contestar mencionando el suyo, pero él se lanzó al ataque. Me besó de manera tan acelerada e intensa que sentí que el piso se movía al mismo tiempo que todo daba vueltas y la gente a nuestro alrededor desaparecía, sólo éramos él y yo.

... Él...

Entonces caí en la cuenta de que estaba besando a un hombre... bueno, en realidad lo que me cayó como balde de agua fría fue el hecho de que estaba engañando a Tess.

Mi relación anterior se había roto porque me habían engañado, y ahora yo estaba haciendo lo mismo; así que hice acopio de lo que quedaba de mi raciocinio y aparté a George de mi cuerpo.

Me miró confundido y luego algo molesto.

—Lo siento; no debí— exclamé a manera de justificación y disculpa antes de dar media vuelta y regresar a la mesa.

Claire reía mientras John le susurraba algo al oído, Gina y Jane ahora estaban en la barra cercana charlando con unos sujetos.

—Me voy— dije para que mi amigo me notara.

—¿Tan temprano?— John me miró preocupado, —¿te sientes mal?

—Sólo... tengo que irme— miré a Claire, ella meneó la cabeza de manera afirmativa y luego me marché.

—¿Estás bien?— no le contesté, sólo salí de allí. Supuse que Claire le habrá dicho algo a mi amigo, puesto que no me siguió.

Camino a mi apartamento miré el móvil, entonces noté que tenía un mensaje de texto de mi novia.

"Deséale un muy feliz cumpleaños a Alexander por mí. Diviértete mucho; te amo."

Exhalé y le contesté:

"Por supuesto, hermosa. Y yo a ti."

Me sentí mal; en realidad me sentía patético porengañar a Tess.  

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