Colibrí.
Predecesor: N/A.
Preciso, ligero y hermoso, así era Patrick en el escenario; elegante y veloz, como un colibrí.
Con pasos apresurados arribó al teatro, quería darle una sorpresa a su novio puesto que últimamente debido a sus responsabilidades en el trabajo había llegado tarde a casa. Hoy planeaba encontrarse con él al finalizar su ensayo, llevarlo a comer y de allí pasar una linda tarde, tal vez irían al cine o al centro comercial, que importaba, lo que quería era estar con él.
—Y un, dos, tres, cuatro... — la voz y las palmadas de Richard, el reconocido coreógrafo, le indicaron que llegaba a tiempo.
—¡Suzy, avanza! Tienes todo el escenario libre, no puedes hacer los movimientos tan pequeños sino el público no te verá— escuchó los regaños justo cuando empujaba suavemente la puerta para ingresar.
Se quedó de pie muy cerca de la entrada, no quería interrumpir sino Richard era capaz de echarlo a patadas y jamás volver a dejarlo entrar.
Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver danzar a su novio, puesto que la imagen era perfecta: una leve capa de sudor perlaba su frente, haciendo también que algunos mechones que escapaban de su desordenada coleta se pegaran a su rostro, los brazos largos extendiéndose sobre su cabeza y los pies hábiles que lo llevaban armoniosamente por todo lo amplio del escenario.
Un par de conteos más y Richard dio por terminado el ensayo de ese día, así que todos los bailarines se dirigieron a un extremo de la sala, donde mayoría había dejado sus pertenencias.
—Buen trabajo, Patrick— escuchaba que lo felicitaban.
—Patrick, estuviste impresionante— otro cumplido. En un principio mentiría si dijera que no moría de celos cuando escuchaba aquellas palabras, pero con el tiempo comprendió que el chico era demasiado bello y perfecto como para no ser admirado de esa manera; agradecía que fuera suyo y de nadie más.
El pelinegro tomó su toalla color amarillo y se secó el rostro, sus actividades lo dejaban exhausto pero jamás se arrepentía de haber decidido entrar al mundo de las artes; y lo mejor de su vida fue cuando conoció a un chico que no sólo lo enamoró, sino que le brindó todo su apoyo y que ahora estaba a su lado.
—¡Sean!— exclamó cuando notó la alta silueta cerca de la entrada; de un salto bajó del escenario y corrió para llegar a él. Dio otro salto y enrolló las piernas en el torso de su chico y los brazos en su cuello. Sean lo recibió gustoso y sonriente.
—Te extrañé— hizo un mohín con los labios y luego cubrió de numerosos besos cortos el rostro de Sean; este se echó a reír.
El sonido de alguien aclarándose la garganta los hizo salir de su burbuja de felicidad; era Richard que los observaba reprobatoriamente, a él no le gustaban las muestras de afecto exagerado en un Santuario de las Artes como lo era ese lugar.
Patrick dejó de repartir besos pero no se bajó de su novio, simplemente se aferró más posesivamente a su cuello, como si alguien los fuera a separar.
—Sabes que dejo que estés aquí sólo por Patrick, ¿verdad Sean?— como siempre él era quien recibía los regaños.
—Sí, y te lo agradezco— debía ser dócil, no le convenía despertar a la fiera.
—Bien, entonces no me hagas enfadar con semejantes acciones— expresó como si todo fuera culpa suya, pero es que a Patrick no lo podía regañar, no tenía corazón para hacerlo, además de que era su bailarín estrella.
—Discúlpame, no volverá a suceder— se excusó, luego miró a Patrick pidiéndole silenciosamente que bajara; este hizo una mueca de disgusto pero obedeció.
Richard giró sobre sus talones y se marchó satisfecho.
—¿Tienes hambre?— Sean retomó su objetivo.
—Mucha; Richard nos prohibió comer hamburguesas hasta después del estreno del musical pero muero por una.
Ahogó una risa, parecía que a Patrick le gustaba ir contra las reglas de Richard. Sabía que si el coreógrafo se enteraba él iba a salir regañado, pero qué más daba si eso complacía a su novio.
—Será como desees, colibrí— tomó ambas manos del bailarín entre las suyas y las besó. Él lo había bautizado con ese sobrenombre desde el día en que lo conoció y vio su danza.
Aquella tarde de junio, cuando su amiga Kendra, prima de Richard, le animó a ir a un teatro. Kendra había reñido con su novio y no tenía con quien ir a la presentación, así que Sean como buen amigo había aceptado ser su compañero; ese día fue cuando se enamoró del bello colibrí que danzaba en el escenario.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top