ᶠᵒᵘʳᵗʸ⁻ⁿⁱⁿᵉ⠃ʟᴏ ᴄᴀʀɢᴀʀᴇᴍᴏꜱ ᴊᴜɴᴛᴏꜱ

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Vaya, vaya, qué grandiosa oportunidad para acabar dos pájaros de un tiro. —A pesar de que sus palabras burlonas, el rostro de Ban estaba completamente serio. —¿Atacarás a mano limpia, capitán?

Creo que en este momento tendré que abstenerme. 

Meliodas agarro una espada de los difuntos caballeros en el suelo junto a un escudo, Ban agarro un látigo y el rubio fue el primero en salir corriendo para atacar al monstruo. De una de sus cabezas escupió ácido que Meliodas bloqueo con el escudo, la espada que tenía en mano fue rodeada por llamas oscuras para así generar un gran corte en el cuerpo de la criatura.

¡Tormenta infernal!

El castaño soltó un grito al ser soltado por el monstruo, pero rápidamente Kaida lo agarro entre sus brazos y se alejó volando. —Ay~, estoy en los brazos de la capitana, qué dicha. Murmuro con un sonrojo rodeando con sus brazos el cuello de la fémina.

No te acostumbres. —Al llegar con los demás lo soltó sin delicadeza, haciéndolo caer sobre su trasero.

¿Llamas oscuras? Capitana, ¿usted ya sabia de esto? El hada la miro confundido y asustado, se sabía que ese poder solo le pertenecía a la raza demoniaca. Ella solo pudo asentir sin apartar su vista de la pelea.

Eso es, ¡Meliodas, atácalo sin detenerte! 

Bien.

El rubio se lanzó para atacarlo nuevamente, sin embargo, algo lo hizo desconcentrar para ser atrapado por una de sus lenguas, el castaño al lado de la capitana se rio de manera seca.

No soy el único estúpido que es atrapado por esa cosa. —Miraba hacia otro lado con pico de pato y sus brazos cruzados, murmurándolo por lo bajo, Kaida negó con su cabeza cansada.

Cuando Ban estaba a punto de salvar a Meliodas un rayo de luz atravesó a la bestia justo por donde un cuerpo humano se asomaba, siendo la oportunidad perfecta de Ban para sacar a Meliodas de ahí. Ban y Meliodas estaban discutiendo, así que los demás se acercaron a ellos para detenerlos porque no era el momento.

Pero después de unas miradas, el látigo que tenía Ban brillo y con un movimiento le saco el corazón a la figura humana que se encontraba en el centro del monstruo.

Ban, ¿por qué lo mataste? —Meliodas lo miraba seriamente y en su voz se notaba el tono de advertencia.

Solo cerré el telón de la miserable vida de un hombre que se había convertido en monstruo, deberían agradecérmelo.

¡Ban!

Silencio. —Su voz se escuchaba molesta. —Ban, eso fue muy imprudente.

El hombre dentro del monstruo murmuraba cosas por lo bajo, Kaida apretó sus puños desapareciendo su cuerno, alas y cola junto a las escamas de sus brazos, volviendo a la normalidad sus manos.

Parece que está susurrando algo. —Comento King un poco sorprendido.

Aun cuando su corazón fue arrancado, todavía se mantiene en la ilusión. 

Y dando su último respiro, la poca humanidad que le quedaba se desvaneció, dejando al mando a la criatura monstruosa con sed de sangre que dio un rugido tan fuerte como para haberse escuchado hasta la aldea.

¿Qué rayos fue eso? Le arranqué el corazón. —Ban miraba atónito aquel monstruo.

Pero al hacerlo solo le quitaste la poca humanidad que le quedaba, dejando libre a lo que lo tiene poseído. —Explico mirando seriamente al monstruo con sus cabellos flotando por el rugido.

Maldición, ¿o sea que también es demonio?

Así es.

Su cuerpo se comenzó a deformar y sus brazos se dividieron, siendo una escena realmente asquerosa que hizo que el castaño reprimiera sus ganas de vomitar.

Meliodas reconoció al hombre como el aprendiz de caballero Dael que los admiraba y siempre decía que quería ser como ellos para que su hija, Guila, lo presumiera con todos. Sin embargo, desapareció después de un tiempo y esa promesa se fue con el viento dejando solos a sus hijos. Meliodas intento que entrara en razón, pero Ban le había arrancado el corazón, así que de Dael ya no quedaba nada.

Ban le dio una patada al rubio corriéndolo de su lugar y recibiendo él el ataque que le quito del torso para arriba, King ataco al demonio con su chastifol, pero sus cuchillas no lo perforaban y ante el grito de Meliodas que se detuviera una bola ácida le cayó encima al hada.

¡Meliodas, ya fue suficiente! —Le grito caminando hacia la bestia, ignorando los gritos del rubio para que se detuviera.

¡Señor Meliodas, señorita Kaida! De repente Elizabeth llego haciendo que se detuvieran en su lugar para voltear a mirarla, hasta donde sabía el rubio y la princesa no se llevaban muy bien. —¡Tomen esto! Con la fuerza de sus brazos arrojo al aire una espada y junto a ella una manilla.

Los ojos de ambos brillaron al ver dichos objetos inolvidables y un recuerdo llego.

[...]

Los tres estaban en Danafol y Liz los había llamado para algo importante, con una sonrisa se acercó a Kaida agarrando su mano con ambas de las suyas.

Este tiempo contigo ha sido lo más glorioso, Kaida, y como grandes amigas que somos quiero darte este regalo.Con delicadeza puso una manilla hecha a mano de color morado con un dije de un ojo y su símbolo en el centro de este.Espero que lo cargues contigo siempre y velo como un agradecimiento por todo lo que has hecho por mí.

No necesito que me des un regalo de agradecimiento, con que te mantengas a mi lado es suficiente. Le sonrió y le guiño el ojo, sin embargo, en su interior, eso sonaba a una despedida.

Oye, Meliodas.De su espalda saco una espada con su funda y la puso frente a ella para dirigirse al rubio con seriedad.No nos llevamos muy bien, pero quiero que aceptes esta espada como regalo.

Después de eso llegó Fraudín y aquellos bellos regalos se perdieron, aunque el rubio no haya aceptado el suyo.

[...]

¡Escúcheme, señor Meliodas! ¡Liz no quería que pelearas, ella quería que ambos vivieran! Yo quiero lo mismo, son personas que pelean para protegernos a todos y si ese es su pecado... ¡Yo lo cargaré con ustedes!

Un brillo atroz apareció al rededor de Kaida y el monstruo al sentirse amenazado por tal poder, decidió lanzar un golpe para aplastarla contra el suelo lo bastante fuerte que levanto polvo, asustándolos a todos.

Cuando el humo se esparció, Kaida tenía un brazo extendido hacia arriba, sujetando el puño del demonio con facilidad, mientras en la otra tenía la manilla con una sonrisa de nostalgia en su rostro.

Lo siento, Dael. —Meliodas acabo con él, cortándolo en pedacitos y aterrizando al lado de Kaida con la cabeza gacha y viendo su sonrisa de reojo.

Ambos se miraron un momento para después sonreír con felicidad y mirar a lo lejos a Elizabeth con la misma sonrisa, definitivamente nada cambiaba.

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