ᶠᵒᵘʳᵗʸ⁻ᶠⁱᵛᵉ⠃ᴄᴏɴᴠᴇʀꜱᴀʀ
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Griamore se alejó siguiendo las órdenes que anteriormente Elizabeth le había dado acerca de su hermana.
—Oye, algo me inquieta, ¿y tu espada? —Ban pregunto mirando de reojo como Kaida reaccionaba.
—Creo que la robaron. —Miro a Kaida en modo de disculpas, a lo que ella solo negó con la cabeza y una sonrisa para que se relajara.
—Pero... esa espada era muy importante, ¿no les inquieta? —Pregunto la princesa al notar sus miradas.
—Oh, esto nos inquieta. —Soltó un bostezo intentando no pensar mucho en eso. —Es muy serio la verdad. —Dejo sus manos sobre sus caderas mirando al cielo con seriedad. Elizabeth se desanimó haciendo que Kaida se arrepintiera. —Oye, no te preocupes. Lo más importante es que todos estén bien, incluida tú. —Le acaricio la cabeza y un gran sonrojo abarco su rostro.
De repente, Meliodas la jalo a ella, rodeando su cintura y hundiendo su cabeza en sus pechos, aspirando su aroma. Rápidamente, Ban y King también la empezaron a reclamar para ellos hasta que Kaida se desplomó agotada, siendo sostenida por Diana escuchando sus leves ronquidos.
Todos sonrieron al verla dormir, después de todo se lo merecía al haberles salvado el trasero en situaciones consecutivas.
[...]
Al día siguiente, el sol se asomaba dando el anuncio de una nueva mañana en Britania. Hawk se estiraba en la puerta disfrutando de los primeros rayos del sol y después de unos minutos comenzar a correr. Mientras caminaba por entre los arbustos, se encontró a Elizabeth casi al borde de una colina, con el uniforme de la taberna puesto y mirando al horizonte.
—Querida Verónica... puedes ir en paz. —Agacho su mirada recordando a su hermana fallecida. —Te prometo que traeré de vuelta las risas que hacían eco por todo el reino, tal como jugábamos de niñas. Te lo juro, lo haré aunque me cueste la vida. —Levanto la mirada decidida apretando su puño contra su pecho.
—Todo estará bien. —Sus ojos se abrieron sorprendidos para darse la vuelta y ver la gran figura de la serpiente de la envidia. —Te lo aseguro, recuperaremos el reino. Recuerda que tienes a mamá de tu lado y a tus cómplices también.
—¿Cómplices?
Asintió con la cabeza junto con un sonido afirmativo que salió de su garganta. —Ahora eres una de nosotros.
Sus ojos brillaron y un sentimiento cálido apareció en su pecho, le sonrió levemente sin ser consciente del pequeño sonrojo en sus mejillas y como sus manos comenzaban a sudar.
[...]
Ban y King se encontraban en otro lado de aquel bosque entrenando entre ellos. El zorro era atacado por el chastifol de King en modo de cuchillas, siendo estas esquivadas con bastante facilidad y agilidad por parte del más alto.
Ban le dio una patada a una de ellas que voló hasta la cara del hada, pero esta se detuvo a unos cuantos centímetros de él.
—¿Es en serio, King? Tómalo más en serio, como si intentaras asesinarme. —Le replico ya cansado de la sencillez del entrenamiento.
—Asesinarte, eh, ¿y por qué lo haría? —Pregunto colocando sus manos detrás de su cabeza.
—Para recuperar el reino, acabar con esos caballeros y, ¡acabar de una vez con todo esto! —Con una rapidez sobrenatural se hizo atrás del hada agarrándolo de la cabeza y mandándolo a que se estrellara con el suelo, sin embargo, este se detuvo levitando cerca de este sin salir herido.
—¿Recuperar el reino? Me sorprende escuchar eso de ti, creí que no te importaba nadie más que tú mismo y, por supuesto, la capitana.
—¿Y qué tú no eres igual a mí?
—Por supuesto que sí. —Acercó a chastifol en su modo almohada sentándose sobre ella. —Hago esto para ayudar a la capitana, ese es mi único objetivo.
—Yo también tengo uno. —El comentario de Ban sorprendió a King. —Recuperaremos el reino y la capitana obtendrá su recompensa, deseo la trompeta de carnunnos.
—¿La trompeta de carnunnos? Ese es un artilugio para invocar a los dioses, ¿por qué querías... algo así...? ¡Ah! ¿Acaso...?
—Sí, por Lara y Elaine, las traeré devuelta para que la capitana no sienta la culpa de sus perdidas.
—Ban...
—¡Así que sigue! ¡Ataca!
—Carajo, supongo que ahora debo apoyar, ¿cierto, hermana? —Al volver a mirar a Ban noto su ceño fruncido y a su cabeza llegaron las actitudes de su capitana en la Necrópolis y el cómo su ánimo había mejorado estando con ellas, pero en su mirada noto algo más. —También te preocupa Meliodas, ¿no es cierto? —El zorro se quedó callado dándole la razón.
—Eso supuse, también me preocupa a mí. La mirada del capitana parecía...
—Una palabra más y te arranco todos los dientes. —Lo agarro del cuello de la camisa haciéndole frente.
—Pero, pero lo viste.
—Olvídalo, idiota, ¡Meliodas no es como esos monstruos! No lo acepto, él no es así. —Lo soltó dejándolo tocar el suelo para después darle un golpe en el pecho y alejarse. —Los capitanes me convencieron de seguirlos, yo era un miserable, viví una vida miserable desde que nací, ¡daba igual donde estuviera o que hiciera, nadie confiaba en mí! Los únicos que me mostraron otra cara fueron la capitana, Meliodas y Elaine.
[...]
Meliodas y Kaida, los capitanes, se encontraban en una pequeña colina frente a una montaña, mirando el cielo y hablando sobre la nueva generación entre ellos.
—Aún no comprendo como fue que esos caballeros sacros se hicieron tan fuertes, ¿tienes alguna idea? —Le pregunto bajando la mirada corriendo un pequeño mechón violeta de la chica que tenía la cabeza recostada sobre sus piernas, sin embargo, su voz no era la típica feliz que hacía ver a los demás.
—Mi suposición es que bebieron sangre de demonio. —Murmuro sintiendo sus dedos sobre su piel. —Pero necesito estar segura.
—Entiendo... supongo que a partir de ahora ya no hay marcha atrás. —Ante sus palabras Kaida se levantó quedando sentada en el pasto para mirarlo con una sonrisa triste, Meliodas agarro una flor y se la puso en la oreja.
—No te preocupes, Mel. —Puso su mano en la mejilla del contrario para que la mirara. —Todo estará bien. Esta vez no fallaré.
Meliodas la miro fijamente y anhelaba que por el bien del frágil corazón de dragón de su capitana, que esta vez la lograran salvar.
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