ᵀʷᵉⁿᵗʸ⁻ᵗʰʳᵉᵉ⠃¡ᴋɪɴɢ!

⋆˚☆˖°

Hace más de seiscientos años Kaida decidió ir hacia el bosque del rey hada después de tanto tiempo sin poder ir, queriendo saber cuanto cambio al mismo tiempo que investigaba su fauna y flora impresionada por su belleza, al llegar a la copa del gran árbol pudo admirar la fuente de la juventud en una copa en la cual se desbordaba formando un tipo de laguna. Iba a dar un paso cuando una niña de cabello rubio apareció en frente de ella.

Oh, hola. Saludo educadamente alzando su mano.

¿Qué eres? Pregunto en tono serio, comenzando a frotar hasta llegar cara a cara. Tu magia no es humana, un humano colapsaría ante tal poder. Dedujo.

Eres un hada muy interesante. Se quedó pensando un poco sobre su pregunta. No te lo diré. Sonrió como si nada. 

Entonces serás desterrada del lugar.Alzo su brazo lanzándole una gran ráfaga de aire, sin embargo, ella no se movió. ¿Qué? Repitió la acción varias veces. ¿Por qué no funciona? ¿Y por qué no puedo leer tu mente?

Tú misma lo dijiste, no soy humana. Sonrió nuevamente, esta vez causándole escalofríos a la rubia.

[...]

Fue sacada de sus pensamientos cuando la aldea abandonada apareció en frente de sus ojos, así que decidió volver con los demás para que no se preocuparan.

¿Cómo pueden llamar a un basurero como este ciudad? —Escuchó la voz del cerdito al llegar haciéndose encima del techo de la taberna.

Los rumores dicen que este es el lugar más cercano a la necrópolis. —Trato de explicar Meliodas.

Se dice... —La princesa y el cerdito se sobresaltaron por su repentina aparición. —Que hace años la guerra arraso con este lugar, dañando su tierra para cultivar y nadie pudo sobrevivir mucho tiempo. — Recordó con tristeza aquellos tiempos en los que solo luchaba para sobrevivir.

Meliodas cambio de tema para que dejara de pensar en eso y comenzó a decir el papel de cada uno para que pudieran comenzar a trabajar, Ban escapó, así que Kaida tuvo que encargarse de cocinar.

¡Tenemos bebidas deliciosas y una hermosa chica gigante para darles la bienvenida! —Gritaba Diana metida en su papel de anfitriona esperando a que alguien la escuchara. —¡Pasen al puchero del jabalí!

Es el sombrero, zonza. —La corrigió el cerdito.

¡Hay suficiente carne para saciar sus estómagos! —Siguió gritando, ignorando al animal.

Desde el interior del lugar, Kaida usaba el uniforme junto con Elizabeth, limpiando las mesas y preparando las ollas por si alguien llegaba, lo que era muy poco probable.

Anteriormente, Meliodas les contaba al cerdito y a la princesa sobre King y el suceso de los peluches que Ban había robado hace diez años, sacándole una sonrisa nostálgica a Kaida que recordaba aquellos tiempos como si fueran un tesoro. Hasta que un poder familiar llegó a ella, enderezándose y mirando la puerta, llamando la atención de Meliodas que limpiaba unos tarros.

¿Sucede algo, capitana? —La miro dudoso.

Solo... tengo que salir. —Dejó el trapo en la mesa y salió a paso apresurado.

...

[...]

Al llegar a aquel poder escucho cómo un niño gritaba. No quería flotar ni nada por el estilo porque si había peligro serían a la primera que verían.

¡Lo siento! ¡¿Cómo puedo expiar mi pecado, señor?! —Una lágrima salió de sus ojos violetas al ver al niño junto a otra niña, y rápidamente se la limpió.

¿Expiar dijiste? ¿Expiar qué mocoso?

¡Es que-! ¡Ah! Su herida.

Te voy a decir algo: los verdaderos pecados, jamás pueden ser expiados. —Una lanza atravesó su cuerpo repentinamente, haciendo que Kaida apareciera detrás de los niños, tapándoles los ojos.

Qué gran consejo, ¿eh?

"Esa voz..." —Una gran cantidad de sangre salió de la boca del zorro, haciendo que el niño sonriera satisfecho. Kaida decidió ponerle más cuidado a los niños, poniéndose en frente de ellos. —Bien, solo mírenme a mí, ¿está bien? —Ambos asintieron hipnotizados por sus ojos. —Entren a esa casa y no salgan hasta que yo les diga.

Sí. —Respondió el niño para agarrar a su hermana de la mano y correr hasta quedar dentro de la casa.

Al girarse a ambos, vio cómo ya tenían una batalla mientras conversaban entre sarcasmos e ironías. Kaida comenzó a flotar con una sonrisa en su rostro y negando con la cabeza cuando Meliodas llegó, golpeando con un tarro la cabeza del zorro.

Ya, capitán, no metas la nariz en esto.

¿Cuál es tu gran plan? ¿Huir del trabajo?

Eso es lo de menos, ese idiota que jamás había visto, quiere pelear conmigo, mire, ¿así como voy a cocinar algo?

Oigan, ¿qué les pasa? Deberían de estar buscando a mamá. —Al girar su cabeza, vio al hada.

Al mismo tiempo, Diana y Meliodas se dieron de cuenta de quién era.

¡King!

Los ojos de Ban se abrieron como platos. —¡¿Cómo que ese enano de allá es King?!

Pues... tal vez perdió peso. —Argumento Meliodas.

¡¿Eso qué?! ¡King, jamás me atacaría así!

King, te hemos estado buscando por todas partes. La capitana ha estado muy preocupada.

Al girarse y querer escapar, un aura violeta lo envolvió, inmovilizándolo. —¿Q-qué?

Es muy grosero de tu parte querer escapar. —Ante esa voz sus ojos brillaron. Kaida flotó hasta quedar en frente de él. —Pensé que estabas muerto... —Una lágrima recorrió su mejilla. —Me alegra que no sea así.

Tengo que irme, capitana.— Le hablo cabizbajo y con voz seria.

¿Mm? —Lo miro atentamente unos segundos en silencio. —Está bien... —Sonrió con tristeza para después dejarlo libre.

Él se quedó unos segundos en el mismo lugar para luego acercarse a ella, muy cerca de su rostro, haciendo que ella se hiciera un poco hacia atrás. Con su mano limpió su mejilla y en la otra depositó un beso para después alejarse con velocidad con su cara como un semáforo en rojo.

Lentamente, ella fue descendiendo hasta tocar el suelo, donde su cara explotó en colores rojos y humo salía de esta mientras se tocaba la mejilla del beso.

Todo se quedó en silencio hasta qué...

¡¿Qué?! —Gritaron el dragón y el zorro.

⋆˚☆˖°


-Nota: Normalmente, Kaida siempre era la que le
demostraba su afecto poniéndolo nervioso,
así que King se reusaba a hacerlo porque era
demasiado penoso, sin embargo, cuando lo
hace es como ser una adolescente para la capitana.

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