ᵀʷᵉⁿᵗʸ⁻ˢⁱˣ⠃ᴇʟᴀɪɴᴇ ʏ... ¿ʀᴏꜱᴀ?
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Sin avisar, comenzó a correr hacia aquella cabellera rosa, al mismo tiempo que Ban y King la seguían siendo la misma dirección en la que se encontraba la figura de Elaine, motivándola a seguir corriendo. Diana, Meliodas, Elizabeth y Hawk los llamaron, pero ellos no iban a detenerse por nada del mundo.
—No te dejaré ir. —Dijo King en dirección a Ban, mirándolo con rencor.
—¡No te dejaré ir! —Dijo Ban en dirección a Eliane, esperando conseguir hablar con ella para quitarse la carga que pesaba en su alma.
—"No las dejaré ir..." —Penso Kaida con su mirada determinada, viendo fijamente a sus amigas, sintiendo su corazón latir con fuerza.
Corrieron por un largo tiempo hasta que King se interpuso en el camino de ambos, estando harto de seguirlos.
—¿Otra vez tú? King impostor.
—¿King impostor...?
—Quítate King. —La voz sería de Kaida los confundió a ambos haciéndolos mirarla, nunca le había hablado de manera tan brusca.
—¿Capitana? —Preguntaron los dos.
—No lo repetiré, apártate de mi camino. —Sus nudillos estaban blancos al tener sus puños apretados.
—Capita-.
—Su majestad~, no debería ser tan mala con ellos. —Kaida suavizo la mirada sorprendida ante esa voz. —Es sorprendente el hecho de que no has cambiado nada, sigues igual de hermosa. —La bella sonrisa de la chica hizo que la capitana comenzara a soltar lágrimas acercándose a ella.
—Te extrañé tanto... —La abrazó y se aferró a ella.
—Capitana, ¡aléjese de ella! —La voz de King las confundió separándose. —¡Lanza sagrada, chastifol, modo tres! ¡Fosilización!
La lanza se acercó a ellas con velocidad como único objetivo, la chica de pelo rosado, pero como nuestra protagonista es un imán para las armas, se puso en frente y fue ella la petrificada. King se quedó sorprendido con sus manos temblando ante lo que había hecho, totalmente nervioso.
—¡Su majestad! —La peli rosa perdió sus colores, haciendo la representación exacta de lo que hoy en día se conocería como la pintura 'el grito'. —Por la reina, ahora, ¿qué haré? ¿Cómo la saco de ahí? —Caminaba alrededor de ella buscando la manera de liberarla.
El rostro quedó petrificado, con los labios levemente abiertos y sus ojos expandidos en sorpresa; su mano extendida daba a entender que lo quería detener, pero no lo logro a tiempo. King hizo que chastifol saliera lentamente del cuerpo de su capitana para volverla a su forma almohada aún impactado. Ban no podía estar mejor que él.
La peli rosa y el zorro se detuvieron sorprendidos al ver el alma de aquella rubia hada posarse frente a ella agarrando su mano extendida. Sin embargo, el oso de la pereza solo veía esferas luminiscentes frente a ella, confundiéndolo.
—¿Qué está pasando? ¿Será la capitana? Pero ella no tiene poder en ese estado. —Comenzó a especular intentando encontrar una explicación.
—¿Acaso no la vez? —Le preguntó la chica de pelo rosa, a la cual aún le desconocía el nombre.
—¿Qué? ¿Ver a quién? —Al volver a ver al frente, cayó en cuenta de algo dejando caer su lanza enterrándola en el suelo. —No puede ser... ¿Eres tú...? ¡Elaine!
Para sorpresa de los únicos que podían ver el alma del hada, esta había deslizado su mano por el brazo de la capitana hasta dejarlo en su mejilla y acercar sus rostros lo suficientemente cerca como para dejarle un dulce beso en la frente, rompiendo la piedra en pedacitos.
La boca de ambos calló hasta el suelo, dejando aún más confundido al chico hada.
—¿Qué? ¿La petrificación... pudo fracturarse?
—Hola, Lady Elaine. —Su sonrisa hacía resplandecer sus bellos dientes blancos.
—No puede ser... —El hada aún seguía atónito.
—¿Kaida? ¿Qué te paso? ¿Por qué tienes los ojos hinchados? —Su dulce voz la hizo derramar algunas lágrimas.
—¡Ay, su majestad! ¡No llore que me hace llorar a mí! —La de pelo rosa se acercó a ellas nerviosa por las lágrimas de su ex gobernadora.
—Está bien, está bien... —Negó con la cabeza mientras se secaba las lágrimas. —Me alegra verlas... a ambas. —Ambas se miraron para después sonreírle al mismo tiempo. Su labio tembló y sus ojos se aguaron para posteriormente llorar como si fueran dos cascadas mientras gritaba —¡Waahh! ¡Waa-! ¡Auch! —Se quejó sobándose la cabeza ante el golpe del zorro.
—Ya, deje de llorar, capitana. A este paso me dejará sordo. —Le sonrió mostrando sus colmillos, mientras le acariciaba la cabeza.
Sorbió su nariz para después asentir con la cabeza, calmándose.
—¿Ban? —Elaine llamo su atención acercándose a ellos. —¿Qué te paso? ¿Y esa cicatriz? —Le pregunto señalando el lugar de dicha cicatriz.
—Tsk, tú dime. Se supone que nos cuidan desde el más allá, ¿no? —Cuestiono abrazando a Kaida por los hombros.
—Ja, seguro se lo hizo, su majestad. —La de pelo rosa se les unió. —¿No es así, su majestad? —La codeó dándole una mirada pícara, haciendo que esta riera nerviosa.
—Es... su voz... —La voz de King los hizo ponerse más serios ante la situación, recordando en donde se encontraban. —¡Elaine! ¡Soy yo! ¡¿No me reconoces?! ¡Por favor! Yo también quiero verte...
—¿Por qué no dejas que te vea? —Le pregunto, sintiéndose afectada por la desesperación de King. —¿Es tu hermano no?
Ella negó con la cabeza. —La necrópolis es un lugar donde los vivos y los muertos pueden recordarse, pero solo cuando están vinculados por una emoción auténtica. —Le tocó la zona del corazón a Kaida haciendo que esta hiciera lo mismo sonriéndole con tristeza.
—Ahora comprendo. —Kaida volvió a dirigir su mirada a él. —Sigues molesta, ¿verdad? —King agacho su cabeza. —Yo te abandone, te di la espalda... y seguí adelante sin pensar en ti.
Kaida volvió a mirar a Elaine, notando su semblante serio ante las palabras de su hermano. Una explosión que hizo temblar el suelo a lo lejos la hizo darse de cuenta de que se había separado mucho de la princesa y de Diana, girándose hacia su dirección.
Ban también volteo. —Ese poder... es un caballero sacro.
—Debemos ir, la princesa y Diana están en peligro. —Antes de avanzar, el hada rubia los detuvo.
—Alto, chicos. ¿Por qué vinieron?
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