ᵀʰⁱʳᵗᵉᵉⁿ⠃ᴘᴇǫᴜᴇɴ̃ᴏ ʟᴏʀᴅ

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Su larga cabellera casi tocaba el suelo mientras con sus manos lo sacudía sacando la tierra, y con un pañuelo limpiaba su rostro mientras Meliodas le explicaba a Diana toda la situación con más tranquilidad. Odiaba que dañaran su cabello, pero si era alguno de sus amigos lo dejaría pasar.

Le causaba gracia los varios chichones que el rubio tenía en la cabeza.

En fin, para detener a los caballeros sacros, Elizabeth viaja con nosotros y juntos buscamos a los ocho pecados capitales.

No lo sabía Meliodas. —Estaba arrodillada con sus manos en sus rodillas mientras su rostro reflejaba arrepentimiento. —Siempre apresuro así mis conclusiones. —Alzo su brazo y se dio pequeños golpes en la cabeza. —Perdón. Lamento haber querido comerte cerdito.

Al ver como Hawk se iba a empezar a quejar, Kaida le tapo la boca. —No te preocupes Diana, todo está bien. —Se acercó y le dio un beso en la mejilla a Meliodas desapareciendo sus chichones. —¿Ves? —Ignoraba el hecho del sonrojo provocado.

Sonrió un poco al ver su interacción, pero noto el ceño fruncido de Elizabeth y se le acercó con molestia. —¿Así que no tienes una relación especial con Meliodas, eh?

N-no. —Respondió nerviosa la princesa.

Él y yo tampoco tenemos una relación de esas. —Comento solo para molestar al rubio.

¿¡Qué!? —Exclamaron los dos, ¿escucharon eso? Sí, fue el corazón de ambos rompiéndose.

Como Meliodas ya dijo, trabajamos con la princesa para reunir a la banda Diana. —Alzo su cabeza por la notable diferencia de altura, ignorando sus reacciones.

Bien, de acuerdo mamá. En ese caso iré con ustedes. —Se levantó del suelo. —Soy Diana, la serpiente de la envidia, yo te ayudaré.

Muchas gracias, Diana.

¿En serio? Será genial.

Sí, muchas gracias, señorita Diana.

Pero dejemos algo en claro, solo te ayudo por mi mamá y Meliodas, por los viejos tiempos. —Kaida levito hasta estar nuevamente en su hombro.

Mientras escuchaban las estúpidas quejas de los escondidos, el graznido de un cuervo los hizo alertarse, ¿acaso aún había fauna viva en el lugar?

¿Qué fue eso? —Pregunto miedosa la princesa.

Qué extraño... yo creí que apenas quedaban unos animales con vida en el bosque.

Esperen huelo a lluvia. —Dijo Hawk después de que su nariz se moviera al olfatear. —¡Ah! Miren eso.

Todos levantaron la mirada viendo miles de nubes formadas en un círculo y algunos rayos que se veían atravesarlas.

¿Nubes de lluvia? —Pregunto aparentando no saber de quién se trataba.

De repente un gran rayo cayó sobre ellos cegándolos por un momento, al abrir los ojos rayos eléctricos los rodeaban aprisionándolos, Kaida no pudo evitar mostrar una sonrisa, pero se borró al sentir un fuerte golpe en su espalda que la hizo caer desde el hombro de Diana hasta el suelo soltando un quejido.

Había bajado la guardia.

¡Capitana! —Exclamaron Diana y Meliodas con preocupación.

Estoy bi- ¡Ah! —Pero al intentar levantarse los rayos la apretaron más, volviendo a botarla al suelo, pero esta vez se encontraba arrodillada.

Unos pasos metálicos los alertaron al sentir el poder mágico de alguien acercarse a ellos. —¿Quién eres tú? —Pregunto el rubio para nada contento.

Al fin nos encontramos.— Una voz masculina grave y una figura esbelta con pelo rosado se hacía paso entre la niebla. —Pecados capitales.

Ese poder... —Murmuro Diana.

Así es, un caballero sacro. —Termino de responder Meliodas.

Gilthunder... —Murmuro Elizabeth captando la atención de Kaida.¡Gilthunder! ¿¡Eres tú!? ¿Por qué haces esto? Dime, por qué.

Princesa. —La voz confundida de Kaida hizo que el caballero la mirara con un brillo en sus ojos. —¿Tú lo conoces?

Sí, este caballero protegía a mi padre, el gran rey, es el hijo de Zaratras, quien fuese el gran maestro de los caballeros y siempre vivía en el palacio. —Hace mucho tiempo no escuchaba ese nombre. —Lo conozco desde que éramos niños.

¿El hijo del gran maestro? —El rubio miro con duda a la capitana.

Sí, ¿no lo recuerdas? —Inclino su cabeza a un lado con su ceja alzada.

¡Ah! ¡Alto! ¿¡tú eres el pequeño Gil!?

Por fin. —Rodó sus ojos con una sonrisa divertida.

¿¡Lo conocen!?

¡Claro que sí! ¿Cómo podría olvidar al pequeño Lord? —El pecho del caballero se sintió tibio al escuchar nuevamente aquel apodo.

Le dimos lecciones de espada cuando estábamos en el palacio real de Lionés, ay~ sí que has crecido.

Después de diez años es obvio que si Meliodas.

En lugar de hablar como locos degenerados, deberían de buscar una manera de romper sus ataduras, o por lo menos mantenerse de pie. —Kaida hizo un puchero indignada.

Grosero. —Murmuro por lo bajo.

Entonces, ¿este rayo es...? —El pobre Hawk tampoco se mantenía de pie.

Sí, como el de suministro de agua de Vania y como el que ataco la aldea, ¿eras tú, no es cierto Gil? —Indago Meliodas volviendo a su seriedad, solo un poco.

¡Es una locura, señor Meliodas! —Comenzó a negarse la princesa. —¡Se equivoca! ¡Él jamás haría-! —Se cortó a sí misma al ver los penetrantes ojos azules de Gilthunder. Por la impresión dio un paso hacia atrás. —No...

Diana comenzó a hacer fuerza con los rayos. —Esto no me detendrá.

No servirá. —Y así la apretaron más.

Oye. —La voz seria de Kaida hizo que la atención del caballero se fijara en ella, sin inmutarse al ver como se levantaba. —Si lastimas a Diana, no me importa lo que hallamos vivido, no dudaré en matarte. —Sus ojos brillaron en advertencia.

Un escalofrío recorrió la espalda del caballero, ya la había hecho enojar y aunque sabía que no le haría nada, por el momento, también sabia que un movimiento en falso y terminaría derrotado acabando con su plan.

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