ᵀʰⁱʳᵗʸ⠃ᴛᴇꜱᴏʀᴏ ꜱᴀɢʀᴀᴅᴏ

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La mamá de Hawk los había llevado a un lago en medio del bosque, lejos de las aldeas cercanas, donde todos decidieron detenerse a platicar y ponerse al tanto de lo que había pasado, felices de que King se les haya unido.

Diana pescó unos cuantos peces del lago y el más grande de todos lo puso a azar sobre la fogata que habían hecho sosteniéndolo con su mano.

¡Listo, mamá! La cena ya está servida, di "ah". —Le acerco el pescado a su cara, siendo notablemente más grande que ella.

Ah. —Abrió la boca y le dio un mordisco que en el gran pez se veía una mordida de ratón. Ella masticó el pedazo entre sus dientes sintiéndolo un poco desabrido, pero lo disimulo para no herir a la gigante —Delicioso. —Le alzo el dedo con estrellas en sus ojos.

Oye, capitana. —King se acercó a ella causándole ternura sus mejillas abultadas. —¿Diana ya no siente dolor?

¿Mm? Oh, es cierto. —Trago su comida acordándose del estado de la gigante en la Necrópolis. —¿Cómo te sientes, linda? ¿Ya no te duele nada?

¿Ah? Uh, no. —Llevo su pescado a la boca. —Ya me siento bien. —Su voz fue amortiguada por el pez mientras miraba a otro lado.

No sean bobos, fingió estar herida para que la capitana la consintiera, que no finja. —Hablo Ban con un tarro de cerveza en mano y un sonrojo fuerte en sus mejillas por el licor.

¡Diana no es así, zorro loco! —La defendió King haciendo que ella riera nerviosa.

Ya, ya. Suficientes peleas tuvimos por hoy, chicos. —Se levantó y camino hacia Elizabeth con un pescado en un palo para que ella comiera. —Toma, debes comer.

Sí. —Acepto la comido gustosa.

Hablando de eso. —King se acercó levitando. —No lo pregunte, ¿cuál es su relación con esta chica capitanes? —Ambos se miraron al mismo tiempo pensando en hace tres mil años para después sonreír.

Ella es la princesa del reino, ¿la tercera no es así? —Dijo Meliodas viendo como Kaida se sentaba a su lado.

Así es.

¡¿La-la princesa?! ¡Debiste decirlo antes! De haber sabido me hubiese arreglado debidamente.

Está bien.

De repente, King se convirtió en su forma regordeta con un traje muy llamativo, haciendo que Ban escupiera su cerveza.

Oye, te ves distinto. —Hablo Meliodas sorprendido.

¡Solo es magia! —Aclaro Ban gritándole atrás de él.

Oye, requiere de mucho esfuerzo mental cambiar a esta forma. —Hablo con una voz más gruesa el hada.

Qué cerdo. —Comento Hawk haciendo que Kaida riera un poco.

Soy King, el oso de los ocho pecados capitales. —Se acercó a la princesa para hacer una reverencia. —Es un placer conocerla.

El placer es mío señor King. —Le respondió el saludo, sudando frío por su cercanía, hasta tuvo que retroceder un poco cuando este se acercó de más a su rostro. Kaida frunció el ceño ante esto.

No imagine que fuera una princesa, por favor, disculpe mis modales en la Necrópolis.

N-no se disculpe.

Ya la oíste. Ahora dale su espacio. —Lo agarro de la camisa jalándolo hacia atrás.

Capitana, tenga cuidado, la camisa es de tela muy fina. —Se quejó moviéndose para que lo soltara.

Por favor, no tiene de que preocuparse, señor King. —La voz de la princesa los hizo detenerse para mirarla. —Hizo mucho por mí y eso es suficiente.

Sí, de acuerdo. Ya que insiste majestad. —Volvió a su formal original cayendo para atrás, siendo sostenido por la capitana. —Ah~, estoy oxidado, eso fue agotador.

Ay, ya se ve como antes. "Aprovechado."

¡Te dije que era magia! "Aprovechado."

Eres un perezoso. —Murmuro acercándose a chastifol para dejarlo ahí, sin embargo, cuando se iba a alejar de él, este la agarro del brazo y la tiro a su lado, pasando su brazo por sus hombros como si fuera si cojín. —Lo tomaré, pero me ofende. —Se acurrucó apoyando su cabeza en su pecho, cerrando sus ojos gustosa.

Pues de que le ofenda, ofenda, no mucho.

Permítame decirle, que es usted muy poderoso señor King, arraso con una oponente a la que el señor Meliodas y la señorita Kaida junto a los demás no podían ni tocar.

Si lo dices así me hace sentir una inútil. —La capitana hizo un puchero apretando el chaleco del oso de la pereza que solo le sobo el brazo a modo de consolación.

Es cierto, yo tengo algo de poder, pero ustedes hubiesen podido derrotar a esa caballero sacro liberando su verdadero potencial. Ya díganme, ¿dónde están sus tesoros?

Perdí el mío. —Respondió la gigante juntando sus coletas, cerrando un ojo y sacando la lengua.

Vendí el mío. —Dijo Meliodas sonriendo y juntando su dedo gordo y el índice.

¿Cuál era el mío? —Dijo Ban aún desorientado por el licor en su sistema.

King volvió a su forma gordita por un segundo para poner cara de horrorizado. —Mátenme. —Con sus últimas esperanzas aún a flote, miro a su capitana que le devolvió la mirada para parpadear dos veces.

Oh, me había olvidado de él. —Se levantó dejando a King con una gota de sudor en la sien. —Tesoro sagrado: Aike, espada.

Entre sus pechos una luz comenzó a brillar y lo que parecía una funda se asomó junto al mango de una espada. Al sacarla un ojo con un signo en medio de este apareció para así de rápido desaparecer al salir por completo.

Nunca salgo sin él. —Sonrió con orgullo apoyando el filo en el suelo mientras apoyaba su mano en el borde del mango y la otra estaba en sus caderas.

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° Tesoro sagrado: Aike, espada. °

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