ᵀʰʳᵉᵉ⠃ᴘʀɪɴᴄᴇꜱᴀ ᴇʟɪᴢᴀʙᴇᴛʜ
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—Si querias que me apartara... —Su voz salia seria, de pronto se sintió mal. Rechazo. —Solo tenias que decirlo. —Y se alejo de ellos sentándose en el borde de la colina poniendo atención a la conversación, pero dandoles la espalda.
La conversación se volvio amena a ella asi que decidio no prestarles más atención, de un momento a otro mientras veia el horizonte sintió un temblor en la tierra y el pedazo en el que se encontraban se desprendió de la colina haciéndolos caer, la capitana con desinterés al igual que el rubio se dejaron caer.
—Vaya... —Hablo el caballero que rompió la colina. —Olvide confimar en el reporte si habían mas personas. —Guardo lentamente la espada en su funda. —Dire... —Se inclino un poco para ver al fondo del precipicio. —Tres personas desconocidas fallecidas. —Se irguió y se volteo a mirar a los demas caballeros. —¿Mi argumento suena bien para ustedes?
—Pero señor, Alioni estaba en ese barranco. —Preocupado por su compañero decidio comunicarlo a su superior.
—No hay problema, dire cuatro fallecidos. —Hablo con desinterés mirándolos con el menton en alto.
—Señor Twigo, esto ya fue demasiado lejos. —Lo regaño otro de los caballeros en un momento de valentia.
—¿Y si reporto ocho fallecidos? —Endureció su mirada de manera amenazante.
—No por favor, discúlpenos. —Los cuatro retrocedieron al ver como el caballero mas grande se les acercaba.
Un movimiento al otro lado del crater los hizo figarse el como el rubio habia saltado con la albina y el cerdito en brazos, mientras lo más sorprendente era que una mujer se hizo al frente de ellos flotando con el caballero desmayado en brazos.
—Lamento la interrupcion de su supuesta amenaza, señor Tuingo. —La seriedad en su rostro era intimidante, ademas de que la mala pronunciación molesto al hombre. —Pero este joven caballero se encuentra desmayado, cuidenlo mientras volvemos a nuestro hogar. —Se acerco a los cuatro caballeros y lo dejo en el suelo con delicadeza. —No quiero problemas. —Y se alejo de ellos hasta estar al lado del rubio quien habia dejado a la albina en el suelo.
—Oigan... —Su voz gruesa hizo a la mujer detenerse y mirarlo por sobre su hombro. —¿Por que sobreviven sin avisarme? Debo confirmar las muertes en mi reporte. —La mujer alzo su ceja de manera cuestionable.
—Que despreciable, si sigue asi, la unica muerte que abra que confirmar... —Se volteo y cruzo su brazos mirándolo fijamente. —Sera la suya.
—Oye, ¿estás despierta? —El rubio le pregunto a la albina que estaba medio inconsciente.
—¡Oh! —Se levantó quedando sentada en el pasto. —¡Sí! —Se levantó quedando a un lado del rubio.
—Cuando de la señal. —Murmuro la capitana. —Corre hacia el bosque, ¿entendiste?
—¿Cuál de esos inútiles, será el miembro de los ocho pecados capitales? —Se escuchó hablar al caballero desde el otro lado.
—"¿Inútiles? ¿También yo?" —Pensó frunciendo el ceño.
Los escaneo con la mirada, más que todo a los de apariencia humana, ignorando completamente al cerdito.
—Ninguno se parece a los afiches de búsqueda. —Y con sus ojos abiertos como platos se detuvo en la albina. —Ya veo... —Y comenzó a caminar lentamente hacia ellos, rodeando el cráter. —El destino me sonríe hoy, el símbolo en tu pendiente pertenece a la familia real. Lo que significa que tu. —Hablo refiriéndose a la albina. —Eres la princesa Elizabeth. —Y así la termino de descubrir.
—¿Princesa Elizabeth? —Pregunto el rubio mientras la capitana solo miraba de reojo a la chica.
—¡¿Princesa Elizabeth, en serio?! —Exclamo alterado el cerdito. —¡Entonces es la tercer princesa del reino!
—Enviaron un decreto para localizarte. —La atención de la capitana se dirigió nuevamente al caballero. —Y la orden fue llevarte viva, pero si mueres en un accidente, nadie podrá refutar lo que yo les diga. —Cada vez se acercaba más y más.
Entonces comenzó.
—Corre. —Y con la orden dada, la princesa comenzó a correr para ocultarse en el bosque.
—¡No pueden capturarme todavía! ¡Ni crean que voy a rendirme! —Alcanzo a escuchar a la albina a lo lejos.
—¡Dire, muerte accidental! —Lanzo un ataque en horizontal que desprendió una luz blanca, pero fue opacado por una luz violeta mucho más potente que cubrió todo el bosque en el que se encontraban.
Cuando el humo se dispersó se pudo ver a un gran campo de fuerza violeta que cubría todo el boque, incluso los caballeros estaban adentro del campo de fuerza, los únicos por fuera eran la capitana y el caballero Twigo.
Con una señal, el cerdito se fue corriendo para llamar a su mamá.
—¡¿C- cómo?! ¡Eso no es posible! ¡Nadie puede con mi ataque! —Hablo con voz temblorosa.
—Si piensas eso, eres muy orgulloso. —Descendió hasta que sus pies tocaron el suelo. —Y solo hay una persona capaz de cargar tal pecado. —Su mirada seria se suavizó dejando ver una pequeña sonrisa al recordar a su compañero poetico.
Su sonrisa se borró y miro fijamente a la princesa albina que paso a su lado con determinación.
—Alto, ¿a dónde vas? —Pregunto el rubio.
—No hay modo de huir. —Siguió caminando hacia el caballero.
—Dijiste que no te rendirías. —Se lo dijo alzando una ceja con sus brazos cruzados bajo su pecho.
—Pero si yo decido rendirme en este momento, podré evitar que los asesine a ustedes a sangre fría. —Al estar unos metros en frente del caballero, este le mando el mismo ataque, pero de forma vertical.
Cerro sus ojos esperando el impacto cubriendo su cara con sus brazos en forma de cruz, el humo cubrió todo al chocar con un cuerpo, sin embargo, ella no sintió ningún dolor, solo una brisa que paso a su lado.
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