ᴼⁿᵉ⠃ᴇʟ ɪɴɪᴄɪᴏ
⋆˚☆˖°
El silencio lastimaba sus oídos, un silencio sepulcral que intimidaba a las personas como si de una película de terror se tratara, abrió lentamente sus ojos dejando a la vista una nube gris que amenazaba con lloverle encima, sintió dolor en su cabeza y comenzó a levantarse lentamente quedando sentada en el suelo sobre sus propias piernas.
Tallo sus ojos para aclarar su vista y cuando aparto sus manos, deseo no haberlo hecho.
Cuerpos desplomados, descuartizados y una sonrisa psicópata fue lo que vio, con todas las fuerzas que le quedaban corrió hasta que choco con un arbol haciendo que las aves que se posaban en ese salieran volando, para finalmente caer desmayada.
[...]
Esta es una historia ancestral. . .
Ocurrió cuando los mundos humano y espiritual no se habían separado. . .
Los caballeros sacros, defensores del reino, poseían un poder mágico inmensurable. . .
Eran temidos y a la vez venerados. . .
Pero. . .
Existieron ocho almas, que traicionaron al reino. . .
Se les conoce como. . .
Los Ocho Pecados Capitales. . .
[...]
Las risas se escuchaban leves al ser temprano para estar en una taberna, aunque nunca faltaba la clientela. Cinco cervezas que eran rodeadas por una tenue luz violeta se posaron encima de una mesa, los que se encontraban en aquella mesa se sorprendieron, pero de igual manera agradecieron.
Una bella chica de cabello oscuro asemejándose al morado con ojos de un violeta resplandeciente por el uso de sus poderes, busto y caderas anchas, cintura mediana y piernas largas, pestañas abundantes y labios rosados, que vestía una camisa rosada ombliguera adornada con un pañuelo azul oscuro, falda corta del mismo color del pañuelo, una sola media en su pierna izquierda y zapatillas de diferente color en sus pies. Su cabello estaba sujetado en una coleta alta y aun asi su larga cabellera llegaba por debajo de sus caderas.
Atendia a los diversos hombres con una sonrisa en su rostro, ante el agradecimiento de los clientes asintió con la cabeza, la puerta se abrió y sonó la campana anunciando a un nuevo cliente.
—Hola, ¿cabe uno más? —Pregunto de manera educada.
—Por supuesto. —Con tranquilidad se dirigió a otra mesa. —¿Señor podría hacer espacio, por favor? —Le pregunto gentilmente a uno de los clientes.
Al terminar de acomodar a los hombres, con un movimiento de sus manos, los tarros de cerveza ya vacíos comenzaron a flotar, siendo rodeados por la luz violeta que caracterizaba su poder y así se dirigieron a la cocina donde el rubio comenzó a lavarlos viendo a su compañera con una sonrisa.
El rubio salió de la cocina y se dirigió con un pastel que se veía realmente apetitoso a una de las mesas donde se encontraban tres hombres con sus respectivos tarros de cerveza en mano.
La chica no le dio importancia hasta que escucho el grito de aquellos mismos clientes, los cuales escupieron la asquerosa comida del rubio.
Se acercó lentamente y apoyo sus codos en cada hombro del más bajo, al igual que su mentón en la cabeza rubia. Acomodo la espada en su espalda para que no la incomodara.
—Creí que ya sabian. Nos reconocen por el buen alcohol y la horrible comida, en serio. —Hablo el rubio de manera serena, ignorando por completo los latidos de sus corazones ante la cercanía de su chica.
—¡Debiste decirlo antes! —Exclamaron enojados por la inminente estafa.
—¿Intentan engañarnos mocosos? —Dijo un hombre obeso que se remangaba su brazo derecho preparándose para golpear al chico de menor estatura.
—Oye espera. —Hablo temeroso el aparentemente más joven de los tres hombres. —Tiene una espada, mira. Y la chica... —Mencionó aquel objeto, el rubio y la chica notaron como sus miradas se desviaban al busto de la segunda.
Fruncieron sus ceños al notar el descaro de aquellos hombres desvergonzados.
La chica se separó del rubio cruzando sus brazos sobre su pecho intentando cubrirlo, sintiéndose incómoda por la mirada de los tres.
El más bajo intentaba ignorar la molestia que sentía, así que decidió actuar rápido para no hacer una locura.
—Vaya, vaya. Tenemos un público difícil esta noche. —La chica a su lado asintió y ambos chasquearon los dedos al mismo tiempo.
—Limpia este desastre, por favor, amigo. —Pidió de manera educada la chica violeta a algo que desconocían los tres hombres que retrocedieron un paso temeroso.
—Agh, ¿un desastre? —Hablo una voz desconocida y disgustada. —¿Para esto me llamaron? —El desagrado palpitaba en su tono de voz.
Ante los ojos de los clientes apareció una criatura rosada redonda y grande con un broche que representaba el nombre de la taberna colgando en su oreja izquierda.
—E-el cerdo, está hablando... —Hablo igual de confundido que sus compañeros.
—Por eso no tolero a los campesinos. —Hablo con desagrado el animal. —Se sorprenden por todo. —Pues era un animal parlante y a pesar de vivir en un mundo lleno de magia, eso no se ve todos los días.
—Cerdito. —Lo llamo la chica, el cerdo giro su cabeza para verla, era la única que podia llamarlo así. —Limpia el piso, por favor, más tarde te daré comida extra por las molestias. —Le sonrió de manera sincera, el rubio vio su sonrisa de reojo y no pudo evitar contagiarse.
—Bien, solo lo hago por tu comida. —Comenzó a comer lo que estaba en el piso de mala gana. —Comerse así las sobras no es ningún lujo. —Hablo con la boca llena terminando, dejando el piso reluciente.
—Si aún tienen hambre... —Comenzó a hablar el rubio logrando que el animal detuviera su paso cuando se estaba marchando. —Puedo cocinar un estofado de cerdo descente, ¿qué dicen?
El animal rápidamente cambio su expresión a una de emoción falsa, sus orejas se alzaron un poco mejorando su actuación.
—¡Hay que rico! ¡Adoro las sobras! —Grito para que no lo cocinaran, cosa que no iba a pasar, pero como dice el dicho 'mujer precavida vale por dos', en este caso seria cerdo.
Los clientes se reieron un momento por la escena mientras la mesa volvía a ser acomodada por la magia de la chica. Las risas fueron obligadas a callar por el estruendoso sonido de la puerta, siendo abierta abruptamente por un hombre joven con la respiración agitada.
—Está- está aquí. —Hablo alterado. La única mujer se acercó a él y lo acomodo en una mesa, le dio una cerveza y este comenzó a hablar siendo "ignorado" por los únicos trabajadores del lugar. —En serio lo vi con mis propios ojos, estoy completamente seguro de que era el caballero oxidado.
—Todos hablan de él últimamente. —Argumento uno de los que se encontraban en la misma mesa del hombre joven.
—Por favor eso no existe. —Hablo en tono burlón otro hombre de la misma mesa con un sonrojo por el alcohol. —'Si no te comportas, uno de los ocho pecados capitales vendrá por ti en su armadura oxidada con sangre.' —Su tono burlón se mantenía haciendo reír a los de la mesa menos al hombre joven.
—¿Los ocho pecados capitales? —Pregunto el rubio limpiando un tarro de cerveza vacío. La chica lo miro curiosa, ¿para qué preguntaba eso? Obviamente él sabía quienes eran.
—Si. —Le aseguro como si con eso el niño ya supiera de qué hablaban. —¿Acaso no has oído hablar de ellos?
—Están en los afiches de tu pared, se les busca, mira. —Voltearon a mirar la pared donde se encontraban dichos afiches.
—¿Hace cuanto fue? ¿Diez años? Docenas de caballeros sacros fueron masacrados, en todo el reino los ocho pecados capitales se les responsabiliza, lastimaron a muchos de ellos de un modo sanguinario, dicen que el gran maestro de los caballeros sacros fue mutilado a tal grado que nadie fue capas de reconocerle. —La historia fue interrumpida por el sonido de unos tarros cayendo contra el suelo.
—Lo lamento, continúe por favor. —Chasqueo los dedos y los tarros se fueron rápidamente. Cabizbaja siguió con su labor siendo observada por el rubio y el cerdito, quienes se encontraban detrás de la barra.
El hombre carraspeó para poder seguir. —Y dicen que su capitana es la peor de todos, dicen que arraso con naciones enteras, incluso no le importo que los aldeanos hayan salido lastimados. —La chica apretó la bandeja y su mandíbula, manteniendo su postura para que no sospecharan.
—¿Y aún no los capturan, cierto?
—No, ni a uno. —La tensión se hizo presente.
—Hay rumores de que todos murieron, pero...
—Si están muertos para nosotros mejor, los nuevos caballeros sacros no los dejarían vivir. —La chica sonrió con malicia, causándole risa lo último dándose una mirada complice con el rubio.
—Si, eso es verdad.
—Disculpe la demora, aquí tiene. —Se escuchó la voz de fondo de la chica.
—Aún ahora, con el rey enfermo, los caballeros sacros mantienen el reino a salvo de cualquier amenaza. —Por poco y suelta una risa ante esto.
—Pero los carteles de se busca se actualizan cada año, ¿no? ¿Eso no significaría que siguen con vida? —Hablo el hombre joven.
—"Vaya, este chico si piensa" —Pensó para sus adentros la chica. El silencio gobernó el lugar por unos instantes.
—Como sea, no es posible que haya un caballero oxidado caminando por ahi, ¿no creen? —Intentando aligerar el ambiente, decidió tomárselo como si fuera una broma o incluso un juego.
—Por supuesto. —Exclamo otro cliente haciendo un ademán con su mano, restándole importancia al asunto.
Dieron un salto en sus asientos y dirigieron sus miradas hacia la puerta al escuchar un sonido metálico bastante fuerte que se iba acercando cada vez más. La nariz del cerdito se movió haciendo saber que estaba olfateando.
—¿Qué será ese horrible olor a óxido? —Se preguntó en voz alta, los clientes temblaron por el miedo.
La puerta se abrió lentamente, el chirrido que producía lo hacía más aterrador y al estar completamente abierta una figura alta y fornida se hizo presente. Comenzó a acercarse, sus pasos soltaban chirridos por el choque de la armadura y en pose zombie decidió hablar.
—Los... Ocho... Pecados... Capitales... —Hablo de manera cortada, la chica había deducido que se encontraba cansado.
—¡Está aquí! —Gritaron aterrados para después salir corriendo de la taberna, dejando un completo desastre al botar las mesas y sillas, incluso los tarros estaban en el piso.
Hawk, quien se encontraba detrás de la barra, temblaba aterrado por tan intimidadora presencia que sentía. La chica se encontraba quieta frente a la armadura que se dirigía a ella, pero el rubio rapidamente se hizo en frente de ella con un brazo extendido en signo de protección.
—¿Quién eres tú? —Pregunto el rubio con su cara levemente fruncida.
La armadura comenzó a tambalearse para finalmente comenzar a caer de espaldas, una brisa paso al lado del rubio, no se había dado de cuenta, pero cuando pestañeo la chica se encontraba agarrando a la armadura para que no se lastimara, sin embargo, el casco se había caído dejando a la vista a una hermosa chica.
El rostro del rubio y la chica reflejaban la leve sorpresa que habían sentido al darse cuenta de quien era, pero al notar que el cerdito se acercó cambiaron su mirada a una normal.
—¿Es uno de los ocho pecados capitales? —Pregunto nervioso, sin embargo, nadie le contesto.
Ella la agarro entre sus brazos estrujándola un poco sin hacerle daño ni despertarla, se acercó a las escaleras y se dirigió hacia su cuarto, una vasija con agua y una toalla flotantes la seguian, donde comenzó a quitarle la armadura. El cerdito y el rubio la siguieron de cerca, la toalla se sumergio en el agua de la vasija, la agarro con la mano para después escurrirla colocándosela en la frente a la albina.
—No tiene lesiones, ni daños, solo está en un estado de agotamiento extremo, la armadura no es pesada, pero su cuerpo es muy frágil y delicado, camino hasta colapsar. —Explico de manera relajada, en su rostro una diminuta sonrisa sincera se hizo presente, esta vez era completamente sincera.
Sintió los apretones en sus pechos por las manos del rubio, no le dio importancia y siguió escaneando con la mirada a la chica albina hasta que aquellas manos comenzaron a bajar hasta su cadera elevándola y haciéndola sentarse sobre las piernas del chico, giro su cabeza quedando a centímetros del rostro del rubio.
—Esas sonrisas. —La miraba fijamente alternando su mirada en los ojos violetas y en los labios cuál sakura. —Hazlas más seguido, capitana. —Sonrió también, pero la sorpresa y un leve sonrojo se hicieron presentes en su rostro por un dulce y tierno beso que se plantó en su frente, cortesía de la chica sobre sus piernas como afirmación.
Una exclamación alterada los hizo separarse mirando a la albina, quien los miro levemente sonrojada al estar en medio de esa escena estando confundida por la presión en su pecho.
—Oigan, porque...
—¿Cómo te sientes? —Pregunto aún en las piernas del rubio.
—Mucho mejor, te lo agradezco, gracias en serio. —Mientras ella agradecía el cerdito estaba temblando del enojo y una vena se resaltaba en su frente, la albina miro a su alrededor mientras la pareja se levantaba quedando en frente de la cama. —¿Dónde estoy? ¿Por qué...? ¿Por qué estoy aquí?
—Apareciste en mi negocio y de repente tú te desvaneciste. —Respondió tranquilo con sus manos en los bolsillos —Y ya.
—¿Tu negocio? —Pregunto sin entender a qué se refería el rubio.
—El Sombrero del Jabalí. —Le respondió la chica a un lado del rubio. —Es su taberna, yo solo soy una camarera. —Le sonrió un poco de manera gentil.
—¿Tú eres el dueño? —Miro al más bajo.
—¿Te sorprende o qué? —No quería sonar grosero, pero las palabras salieron un poco bruscas al interrumpir su momento.
—¡N-no! —Se apresuró a decir —Vi la espada en tu espalda y no pensé que tú... —Sus palabras quedaron en el aire viendo aquel objeto que cargaba el rubio.
—Ah, esto. —La agarro del mango y la saco haciendo un sonido irritante, la albina se asustó, cerrando sus ojos y dando un pequeño grito.
—No tienes por qué temer. —Le hablo suavemente para que no se asustara —Él no te hará daño. —Y le sonrió transmitiendole calidez.
—Si solo muestro el mango, parece muy real, ¿verdad? —Volvió a guardar la espada y coloco su mano izquierda al rededor de la cintura de la oji violeta. —Así, evito que los clientes se vayan sin pagar la cuenta. —Hablo sintiendo como la chica pasaba su brazo derecho por sus hombros debido a la diferencia de estatura.
—No dejes que te engañe. La verdad les cobra la botana después de consumirla, no los culpo. —El cerdo desenmascaro al rubio.
La albina se sorprendió para después correr alegremente hacia el cerdito mientras soltaba algunas risas, lo comenzó a sobar con una inmensa sonrisa en su rostro. La capitana sonrió enternecida ante la escena sintiendo un leve apretón en su cintura que ignoró por completo.
—¡Es un cerdo que habla! —Exclamo emocionada.
—Me llamo Hawk, es un placer. —Contesto contento por tales caricias.
—¡Hace mucho, le pedí a mi padre uno como regalo de cumpleaños! —Explico feliz de recordar aquellos tiempos.
—Entonces... ¿Te dieron un cerdo? —Pregunto el rubio con curiosidad apoyando su cabeza un poco más abajo del pecho de la chica.
El brillo en los ojos azules desapareció, su rostro formo una mueca de profunda tristeza y miro al piso desanimada.
—No fue así... —Su tono de voz era opaco.
La chica violeta para intentar cambiar aquel ambiente decidió cambiar el tema.
—Oye. —Llamo la atención de la albina quien la miro fijamente. —Apuesto que cargar con esa armadura te debió de abrir el apetito, ¿quieres comer algo? —Le pregunto con una sonrisa.
—Ella sabe cocinar muy bien, podría cocinarte algo de cerdo. —Agrego el rubio de broma, solo para asustar al pequeño animal, lo cual consiguió.
—¿Algo de cerdo? —Pregunto confundida.
—¡Nada de cerdo! ¡Nada! —Por la sorpresa, la albina corrió sus manos del animal.
—Ya, ya, tranquilo cerdito, no te voy a cocinar. —Se dirigió con el rubio a la puerta —Aún. —Agrego de manera juguetona saliendo de su cuarto, no estaba mal de vez el cuándo asustar al cerdito.
—¿¡Que quieres decir con eso!? —Pregunto aterrado corriendo detrás de ellos, la albina decidió seguirlos un poco más atrás, escuchando las risas de la chica, generando una de manera inconsciente en ella.
Al llegar al piso de abajo, notaron el desorden del lugar, la chica oji violeta chasqueo los dedos y en unos segundos todo ya estaba en su lugar, la albina se sorprendió y comenzó a caminar por el lugar escuchando el ruido de las ollas y utensilios chocando en la cocina, se detuvo en frente de los carteles de "se busca" de los pecados capitales mirando fijamente a la capitana y al sub capitán con angustia.
Cuando la oji violeta termino lo puso encima de la barra y el rubio se encargó de llamar a la chica albina.
—¡Está listo! —La chica se acercó a ellos sentándose en una silla.
—Me cuidaron hasta sentirme bien y ahora me alimentan, ¿cómo podría agradecerles, por tanto? —Hablo la albina.
—Con tu gratitud y agradecimiento es suficiente paga. —Le sonrió levemente sin mostrar los dientes la oji violeta ahora con un delantal de cocina puesto.
—Gracias, muchas gracias. —Agradeció la albina llevándose un trozo de la comida a su boca.
De manera extraña y sorpresiva la chica comenzó a llorar, un sonrojo y una sonrisa en su rostro fue lo único que apareció, por un momento todos la miraron en silencio. La oji violeta recordó una primera vez.
⋆˚☆˖°
⚠️Unico capitulo de casi tres mil palabras⚠️
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top