Capítulo cuatro.

"Una fotografía no es un accidente, es un concepto."

( . . . )

Los atardeceres en Seúl eran delicados y hermosos en la perspectiva de Lisa. Más bien, a los ojos de Lisa todo era hermoso.

Desde las flores secas hasta las orquídeas vivientes y relucientes.

Lisa era feliz, o eso quería creer.

( . . . )

La cámara era la fiel admiradora de la castaña, era su confidente y constantemente veía y escuchaba sus secretos.

La castaña tomó su cámara y emprendió viaje, y la verdad era que no tenía un destino fijo, simplemente dejó guiarse por la intuición, dejándola a la deriva, pero la fotografía no es un accidente, es un concepto. Y Lisa creía que la fotografía era un reflejo de la vida, una versión más bella, pero después de todo; la vida era un accidente a comparación de la fotografía.

—Gracias.— sonrío y bajó del autobús.

Lalisa vivía en una residencia en la universidad de Seúl, por lo que pocas veces podía recorrer la ciudad. Era nativa de Tailandia pero el destino da vueltas y no se queda quieto; algo así como un satélite alrededor de la tierra.

Soltó un suspiro y siguió su camino aferrándose a la cámara que sostenía entre sus finas manos, era una especie de escudo protector.

Frunció su ceño al observar unos departamentos con un arquitectura elegante sin llegar a ser llamativa. ¿Lo mejor? Lo mejor era que estaba buscando un departamento para mudarse.

La vida le tenía sorpresas a la tailandesa.

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