Capítulo XIX
¡Crac! El ruido de una rama rota me despierta. ¿Cuánto llevo dormida? ¿Cuatro horas? ¿Cinco? Tengo fría la punta de la nariz. ¡Crac! ¡Crac! ¿Qué está pasando? No es el ruido de una rama pisada, sino de una que se ha roto en el árbol. ¡Crac! ¡Crac! Calculo que está a varios metros a mi derecha. Me vuelvo hacia ahí lentamente y sin hacer ruido. Durante unos minutos no hay más que oscuridad y ruido de movimiento, pero después veo una chispa y el inicio de una pequeña fogata. Un par de manos se calientan encima, aunque no distingo nada más.
Tengo que morderme los labios para no gritar todos los insultos que me sé. ¿En qué estará pensando? Los que lucharon en la Cornucopia, con su fuerza superior y sus generosas provisiones, quizá no hubiesen visto el fuego entonces, pero ahora ya deben estar rastreando el bosque en busca de víctimas... Es como agitar una bandera y gritar: «¡Vengan por mí!».
Y aquí estoy, cerca del tributo más idiota de los juegos, atada a un árbol y sin atreverme a huir, porque acabaría dándole mi ubicación exacta a cualquier asesino que la busque. Es decir, sé que hace frío y que no todos tienen un saco de dormir, ¡pero hay que apretar los dientes y aguantarse hasta el alba!
Me quedó dentro del saco hecha una furia durante un par de horas. Mi instinto me dice que huya, no que luche, aunque, obviamente, esta persona es un riesgo. La gente estúpida resulta peligrosa, y éste seguro que no tiene armas, mientras que yo cuento con un excelente cuchillo.
El cielo sigue oscuro, pero noto que se acerca el amanecer. Empiezo a pensar que quizás hayamos (es decir, la persona que se ofrece como sacrificio para los otros tributos, y yo misma) pasado desapercibidos. Entonces escucho algo: varios pares de pies que corren. El de la hoguera debe de haberse quedado dormido. Caen sobre ella antes de que pueda escapar; ahora sé que es una chica, porque oigo sus súplicas y el grito de dolor que las acalla. Después hay risas y felicitaciones de varias voces. Alguien grita: «¡Doce menos, quedan once!». Los demás lo vitorean.
Así que luchan en manada; no me sorprende. Está bastante claro quiénes forman la alianza: serán los tributos que quedan de los distritos 1, 2 y 4, dos chicos y tres chicas, los que comían juntos.
Durante un momento los escucho registrar a la chica en busca de provisiones. Por sus comentarios sé que no encontraron nada bueno. Me pregunto si la víctima será Lucy, aunque descarto la idea rápidamente, porque ella es demasiado lista para hacer una hoguera.
-Será mejor que nos vayamos para que puedan llevarse el cadáver antes de que empiece a apestar.
Estoy casi segura de que es el bruto del Distrito 2. Escucho murmullos de aprobación y, horrorizada, veo que se dirigen a mí. No saben dónde estoy. ¿Cómo iban a saberlo? Y estoy bien escondida entre los árboles, al menos mientras el sol siga bajo. Después, mi saco de dormir negro pasará de servirme de camuflaje a ser un problema. Si siguen avanzando pasarán por debajo de mí y desaparecerán en un minuto.
Entonces, los profesionales se detienen en el claro que se encuentra a unos diez metros de mi árbol. Tienen linternas y antorchas, veo un brazo por aquí y una bota por allá a través de los huecos de las ramas. ¿Me habrán visto? No, todavía no. Por sus palabras sé que tienen la cabeza en otra parte.
-¿No tendríamos que haber escuchado ya el cañonazo?
-Diría que sí, no hay nada que les impida bajar de inmediato.
-A no ser que no esté muerta.
-Está muerta, la atravesé yo mismo.
-Entonces, ¿qué pasa con el cañonazo?
-Alguien debería volver y asegurarse de que realmente esta muerta.
-Sí. No quiero tener que perseguirla dos veces.
-¡Les digo que está muerta!
Empieza una discusión, hasta que uno de los tributos silencia a los demás.
-¡Estamos perdiendo el tiempo! ¡Voy a rematarla así seguimos moviéndonos!
Casi me caigo del árbol: el que hablaba era Matteo. El traidor de Matteo.
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Aca termina el maratón gente, voy a tratar de actualizar en cuanto pueda.
Besooos💘
Maratón 4/4
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