Capítulo X
El Centro de Entrenamiento tiene una torre diseñada exclusivamente para los tributos y sus equipos. Éste va a ser nuestro hogar hasta que empiecen los juegos. Cada distrito tiene una planta entera, sólo hay que subir a un ascensor y apretar el botón correspondiente al número del tuyo. Fácil de recordar.
Generalmente uso el ascensor para todo ya que odio subir escaleras. Las paredes de este ascensor están hechas de cristal, así que se puede ver a la gente de la planta de abajo convertirse en hormigas mientras salis disparada hacia arriba. Es aterrador, y me sentí tentada a preguntarle a Fiama Rossi si tiene cortinas para tapar la vista escalofriante, pero supuse que no daría buena impresión si me asusto con algo tan simple.
Al parecer, las tareas de Fiama no concluyen en la estación, sino que Germán y ella nos tiene que supervisar hasta que lleguemos al mismísimo campo de batalla. En cierto modo, es una ventaja, porque, al menos, se puede contar con ella para que nos lleve de un lado a otro a tiempo, mientras que no hemos visto a Germán desde que cerramos nuestro trato en el avión. Seguro que está inconsciente en alguna parte. Por otro lado, es como si Fiama estuviese en una nube; son los primeros Juegos del Hambre y el equipo al que acompaña causó sensación en el desfile de tributos. Alaba no sólo nuestros trajes, sino también nuestra conducta y, según lo que cuenta, ella conoce a todas las personas importantes del Capitolio y estuvo hablando bien de nosotros todo el día, intentando conseguir patrocinadores.
-Pero fui muy misteriosa -dice, con los ojos entrecerrados-, porque, claro, Germán no se molesto en contarme su estrategia. Sin embargo, me encargue de comentarles a todos lo divinos y educados que son. Que sus modales son impecables.
No entiendo de que nos sirven los modales, si una vez que entremos a la arena y comencemos a matarnos unos a otros los modales ni siquiera van a existir. Pero dejo que siga usando eso a nuestro favor, al parecer a las personas de aca les importan esas cosas.
-Por desgracia, no puedo cerrar tratos con los patrocinadores. Sólo lo puede hacer Germán-sigue diciendo ella, en tono lúgubre-. Pero no se preocupen, lo voy a llevar a las negociaciones a punta de pistola, si es necesario.
Aunque este algo loca, hay que admirar la determinación de esta mujer.
Mi alojamiento es casi tan grande como el departamento de mi papá: es lujoso, como el del avión, y tiene tantos artilugios automáticos que seguro que no me da tiempo a pulsar todos los botones. Después de luchar con mil botones, termino de darme un baño que logro relajarme un poco, sin dudas fue un día muy agitado.
Salgo de mi habitación para ir a cenar. Cuando entro en el comedor, Matteo, Dominic y Leia están de pie al lado de un balcón desde el que se ve el Capitolio. Me alegra ver a los estilistas, sobre todo después de escuchar que Germán se va a unir a nosotros. Una comida presidida por Fiama y Germán está destinada al desastre. Además, en realidad el objetivo de la cena no es comer, sino planear nuestras estrategias, y Dominic y Leia ya demostraron lo valiosos que son.
Un hombre silencioso vestido con una túnica blanca nos ofrece unas copas de vino que me animo a probar. Germán aparece justo cuando están sirviendo la cena. Parece que él también pasó por un estilista, porque está limpio, arreglado y más sobrio que nunca, al menos desde que lo conozco. No rechaza el vino, pero, cuando empieza la sopa, me doy cuenta de que es la primera vez que lo veo comer. Quizá sea de verdad capaz de controlarse lo bastante para ayudarnos.
Dominic y Leia parecen ejercer un efecto civilizador sobre Germán y Fiama. Al menos, se dirigen el uno al otro con educación, y los dos elogian sin parar el acto de inauguración de nuestros estilistas. Mientras parlotean, me concentro en la comida ya que estoy hambrienta. Los sirvientes, chicos jóvenes vestidos con túnicas blancas como el que nos trajo el vino, se mueven sin decir nada de un lado a otro, procurando que los platos y copas estén siempre llenos.
Cuando llevo la mitad del vaso de vino, la cabeza me empieza a dar vueltas, así que me paso al agua. No me gusta esta sensación y espero que pase pronto; es un misterio cómo Germán puede estar así todo el rato.
Una vez que terminamos de cenar nos comemos la tarta que Dominic pidió especialmente en honor a nuestro fogoso debut. Es una tarta de aspecto increíble y uno de los sirvientes la enciende con habilidad. La tarta se ilumina y las llamas parpadean en los bordes durante un rato hasta que por fin se apaga.
Luego pasamos a un salón para ver la repetición del desfile de tributos que van a pasar por la tele. Hay otras parejas que causan buena impresión, pero ninguna está a nuestra altura. Hasta nuestro equipo deja escapar una exclamación cuando nos ve salir del Centro de Renovación.
-¿De quién fue la idea de que se agarraran de la mano? -pregunta Germán.
-De Dominic -responde Leia.
-El toque justo de rebeldía. Me fascina.
¿Rebeldía? Me paro a pensarlo un momento y lo entiendo cuando me acuerdo de las otras parejas, distantes y tensas, sin tocarse ni prestarse atención, como si su compañero no existiera, como si los juegos ya hubiesen empezado. Al presentarnos no como adversarios, sino como amigos, destacamos tanto como nuestros trajes en llamas.
-Mañana por la mañana es la primera sesión de entrenamiento. Reúnanse conmigo para el desayuno y les contaré cómo quiero que se comporten -nos dice Germán a Matteo y a mí-. Ahora vayanse a dormir un poco mientras los mayores hablamos.
Básicamente nos trato como niños pequeños que al día siguiente deben ir a la escuelita, y, teniendo en cuenta que en una semana vamos a convertirnos seguramente en asesinos, me siento algo ofendida. Matteo y yo recorremos juntos el pasillo hasta nuestras habitaciones. Cuando llegamos a mi puerta, se apoya en el marco, no para impedir que entre, sino para captar mi atención.
-Así que...con que Felicity For Now ¿eh?
Claramente, Gastón le contó la verdad. Suponía que no había llegado a hacerlo ya que no paso mucho tiempo entre que Gastón salio de despedirse de mi hasta que nos fueron a buscar para llevarnos al avión. Pero sin dudas Matteo ya sabe todo y, por lo que entiendo por la forma en la que me mira, me esta pidiendo que le cuente todo a él también.
Me doy cuenta de que quiero hablar con alguien sobre todo ese asunto, con alguien que pueda darme una perspectiva diferente. Luna siempre fue mi primera elección, pero ya no creo que vuelva a verla. Intento decidir si contárselo a Matteo le daría alguna ventaja sobre mí, aunque no veo cómo. Quizá compartirle una confidencia lo haga creer que lo considero un amigo.
Además, necesito saber como se la tomo realmente Gastón la verdad, y quien mejor que su mejor amigo para sacarme esa duda que me persigue desde que lo vi atravesar las puertas de la lujosa habitación.
¿Se lo cuento o no se lo cuento? Todavía tengo el cerebro embotado por culpa del vino, así que miro al pasillo vacío, como si la decisión estuviese allí mismo.
Matteo nota mi vacilación.
-¿Estuviste ya en el tejado? -Niego con la cabeza-. Dominic me lo enseñó. Desde ahí se ve casi toda la ciudad, aunque el viento hace bastante ruido.
Traduzco su comentario como: «Ahí nadie nos escuchará hablar». La verdad es que yo también tengo la sensación de estar bajo vigilancia y eso es algo que me incomoda mucho.
-¿Podemos subir así nada más?
-Claro, vamos -responde Matteo.
Lo sigo escaleras arriba hasta el tejado. Hay una salita con techo abovedado con una puerta que da al exterior. Cuando salimos al frío aire nocturno, la vista me quita el aliento: el Capitolio brilla como un enorme campo lleno de luciérnagas.
Matteo y yo caminamos hasta el borde del tejado, y yo inclino la cabeza para observar la calle, que está llena de gente. Se oyen los coches, algún grito de vez en cuando y un extraño tintineo metálico. En Buenos Aires estaríamos ya todos pensando en acostarnos.
-Le pregunté a Dominic por qué nos dejaban subir, si no les preocupaba que algunos tributos decidieran saltar por el borde para evitar morir de una forma mucho mas dolorosa en la arena -me dice Matteo.
-¿Y qué te respondió?
-Que no se puede. -Alarga la mano hacia el borde, que parece vacío; se oye un chasquido y la aparta muy deprisa-. Es algún tipo de campo eléctrico que te empuja hacia el tejado.
-Siempre preocupados por nuestra seguridad -digo. Aunque Dominic le enseñara a Matteo el tejado, me pregunto si podemos estar aquí a estas horas, solos-. ¿Crees que nos observan?
-Tal vez. Veni a ver el jardín.
Al otro lado de la cúpula han construido un jardín con lechos de flores y macetas con árboles. De las ramas cuelgan cientos de carillones, que son los culpables del tintineo. Acá, en el jardín, en esta noche de viento, basta para ahogar la conversación de dos personas que no quieren ser escuchadas. Matteo me mira con expectación y yo finjo que examino una flor.
-Imagino que Gastón te contó todo -comienzo a decir para romper el silencio que se armó.
-Así es, aunque no llego a darme muchos detalles por el tiempo.
Asiento comprendiendo.
-Debo confesar que ya lo sospechaba -dice dejandome sorprendida. Juraba que había sido lo más discreta posible.
-¿Como que lo sospechabas?
-Digamos que vos y Luna no son las personas más disimuladas del mundo -dice riendo- Ademas, no era muy dificil suponer que vos eras Felicity For Now, digo, solo bastaba compararlas para darse cuenta
-No entiendo, si Felicity y yo somos muy distintas -digo confundida.
-En cuanto a sus personalidades son distintas -explica- Vos sos más tímida y reservada mientras que Felicity es más extrovertida, pero en todo lo demás, son exactamente iguales.
-¿A que te referis? -le pregunte porque no entendia. Matteo no me conocia realmente ni como Nina ni como Felicity, no entiendo por que habla como si nos conociera.
-Me refiero a todo lo que me contó Gastón de ustedes dos -ahi pude entender un poco más, pero me parecía extraño que Gastón le hablara de mi a Matteo- Él siempre decía que con Felicity compartía los mismos gustos, que escuchaban la misma música, leían los mismos libros y esas cosas. Y sobre todo siempre decía que ella lo hacía reír, que lo comprendía y lo alentaba.
Ya habia escuchado a Gastón decirle a Mora todo eso de Felicity, pero saber que también se lo dijo a Matteo me emociona aún más.
-Por eso -continúa Matteo- Comencé a sospechar que vos eras Felicity cuando él me dijo que se sentía de la misma forma con vos, Nina.
-¿Enserio? -pregunte aun sin creerlo. Gastón ya me habia dicho que yo le hacia sentir muchas cosas cuando nos despedimos, pero aun me cuesta creerlo.
-Si -sonrie- No podía creer que hayan dos personas distintas que le hagan sentir todo eso a mi amigo, así que comencé a suponer que vos eras Felicity. Y no me equivoque -termino de decir orgulloso de él mismo.
-Pero, ¿por que no se lo dijiste a Gastón?
-Porque no estaba seguro, además, por lo poco que sabía de vos, imaginé que si no se lo habías contado antes era porque no estabas lista. Así que yo respete eso. -dijo con una sonrisa gentil.
Cada vez me sorprendía más Matteo, al final Luna tenía razón: él era más de lo que muestra por fuera. El engreído y popular rey de la pista en realidad oculta a una persona increíble.
-Muchas gracias, Matteo -dije sonriendole- Tenias razón al pensar que no estaba lista, así que gracias por respetar mi silencio.
-No hay de que -sonrió- Por cierto, él estaba muy contento, si eso te tranquiliza en algo.
Cuando Matteo me dice eso siento que me saque un gran peso de encima. Era lo que necesitaba escuchar.
-Eso es muy bueno, gracias -vuelvo a agradecerle porque es muy lindo lo que esta haciendo por mi. Y me doy cuenta que lo juzgue mal al pensar que solo quería eliminarme, si, es obvio que el querrá volver con vida a Buenos Aires, pero también es verdad que después de todo si puedo confiar en él. Y justo un amigo es lo que me hace falta en estos momentos.
-Deberías entrar -dice después de un silencio en el ambos caímos- Esta haciendo frío y mañana tenemos que levantarnos temprano.
No me había dado cuenta de lo congelada que estaba hasta que el me hizo reaccionar. Tengo los brazos y la cara totalmente fríos, así que solo asiento y los dos caminamos juntos hasta el pasillo de nuestras habitacuones. Me despido de él, pero antes de entrar a mi habitación, Matteo vuelve a hablar.
-¿Sabes que, Nina? -pregunta con el pomo de su puerta en la mano- Es una lástima que hayamos esperado hasta estas circunstancias para hablarnos. Estoy seguro de que hubiéramos sido grandes amigos hace tiempo -me dice sonriendo
-Si -sonrío- Estoy de acuerdo en eso.
-Buenas Noches, Nina.
-Buenas Noches, Matteo.
Y cada uno ingresa a su habitación, me pongo uno de los tantos pijamas que hay en el armario y me acuesto lista para dormir.
Antes de caer en un sueño, recuerdo toda la charla con Matteo, sobretodo lo último que me dijo:
"Estoy seguro de que hubiéramos sido grandes amigos hace tiempo"
Estoy muy segura de que él hubiera sido muy importante en mi vida si todo fuese diferente. Y la idea lejos de parecerme rara, me parece algo asombroso.
-----------------------------------------------------
Acá les va otro capitulo gente✌espero que les guste y muchas gracias por comentar y votar en la historia😘
Besooos💘
Maratón 4/4
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top