Capítulo ILIX
Tardo un rato en explicarle la situación a Matteo, que la Comadreja estaba robando de la pila de suministros antes de que yo la hiciera estallar, que había intentado llevarse lo suficiente para sobrevivir sin llamar la atención, que no se habría planteado la seguridad de comerse unas bayas que estábamos preparando para nosotros.
-Me pregunto cómo nos encontró -comenta Matteo-. Es culpa mía, supongo, si soy tan ruidoso como decis.
Éramos tan difíciles de seguir como una manada de reses, pero procuro ser amable.
-Y es muy lista, Matteo. Bueno, lo era, hasta que vos la superaste.
-No fue a propósito. No me parece justo. Es decir, si ella no se hubiese comido primero las bayas, nosotros dos estaríamos muertos. -Entonces, se corrige-. No, claro; vos las reconociste, ¿verdad?
-Las llamamos jaulas de noche -respondo, asintiendo.
-Hasta el nombre suena peligroso. Lo siento, Nina, creía que eran las mismas que recogiste vos.
-No te disculpes. Esto significa que estamos un paso más cerca de casa, ¿no?
-Me desharé del resto -responde Matteo.
Recoge el plástico azul procurando que queden todas dentro y las tira en el bosque.
-¡Espera! -exclamo. Busco el saquito de cuero del chico del Distrito 1 y lo lleno de bayas-. Si engañaron a la Comadreja, quizá engañen a Carter. Si nos está persiguiendo o algo, podemos hacer como si se nos cayera la bolsa y, si se las come...
-Estaríamos mas cerca de casa.
-Eso es -respondo, colgándome el saquito del cinturón.
-Ahora sabrá dónde estamos. Si estaba cerca y vio el aerodeslizador, sabrá que la hemos matado y vendrá por nosotros.
Matteo tiene razón: podría ser la oportunidad que esperaba Cartee. Sin embargo, aunque huyamos ahora, tenemos que cocinar la carne y nuestra hoguera será otro indicio de nuestro paradero.
-Vamos a hacer un fuego ahora mismo -digo, empezando a recoger ramas y arbustos.
-¿Estás lista para enfrentarte a él?
-Estoy lista para comer. Será mejor que cocinemos mientras podamos. Sí sabe que estamos aquí, pues lo sabe, pero también sabe que somos dos y seguramente supone que hemos cazado a la Comadreja. Eso significa que estás recuperado, y el fuego le dice que no nos escondemos, que lo invitamos a venir. ¿Vos vendrías?
-Quizá no.
Matteo es un mago de las hogueras y consigue hacer prender la madera húmeda. En un momento tenemos los conejos y la ardilla asándose, y las raíces envueltas en hojas cociéndose en las ascuas. Nos turnamos para recoger vegetales y estar pendientes de la aparición de Carter, aunque, como yo suponía, no aparece. Cuando se termina de hacer la comida, la empaqueto casi toda y nos quedamos con una pata de conejo cada uno, para ir comiéndolas por el camino.
Quiero meterme más en el bosque, trepar a un buen árbol y acampar, pero Matteo se resiste.
-No soy capaz de trepar como vos, Nina, sobre todo con mi pierna, y no creo que pudiera quedarme dormido a quince metros del suelo.
-No es seguro quedarse en campo abierto, Matteo.
-¿No podemos volver a la cueva? Está cerca del agua y es fácil defenderla.
Suspiro. Una caminata (o, mejor dicho, un estruendo) de varias horas por el bosque para llegar a una zona que tuvimos que abandonar por la mañana para cazar. Por otro lado, Matteo no pide mucho; ha obedecido mis instrucciones durante todo el día y estoy segura de que, si la situación fuese la inversa, no me haría pasar la noche en un árbol. Caigo en la cuenta de que hoy no he sido muy amable con él: me he quejado porque hace mucho ruido y le he gritado por desaparecer. El trato cariñoso de la cueva ha desaparecido al salir al exterior, bajo el sol caliente, con la amenaza de Carter acechándonos. Seguro que Carter está harto de mí y, en cuanto a la audiencia...
Me acerco a él y le golpeo el hombro suavemente.
-Claro, vamos a la cueva.
--Bueno, no ha sido tan difícil -responde él, contento y aliviado.
Saco mi flecha del roble procurando no estropearla. Estas flechas significan comida, seguridad y la vida misma.
Echamos un puñado de leña al fuego, de modo que siga echando humo unas cuantas horas, aunque dudo que Carter suponga nada a estas alturas. Cuando llegamos al arroyo, veo que el agua ha bajado mucho y se mueve a su pausado ritmo de siempre, así que sugiero caminar por ella. Matteo accede encantado y, como hace mucho menos ruido dentro del agua que en tierra, acaba siendo una buena idea por partida doble. No obstante, el camino de vuelta a la cueva es largo, a pesar de ir cuesta abajo, a pesar de habernos comido el conejo. Los dos estamos agotados después de la excursión de hoy y todavía nos falta alimento. Mantengo el arco cargado, tanto por Carter como por los peces que pueda ver, aunque, curiosamente, el arroyo parece vacío.
Cuando llegamos a nuestro destino, estamos arrastrando los pies y el sol ha bajado mucho en el horizonte. Llenamos las botellas de agua y subimos la pequeña cuesta a nuestra guarida. No es gran cosa, pero aquí, en la naturaleza, es lo más parecido que tenemos a un hogar. Además, hará más calor que subidos en un árbol, porque nos protege del viento que ha empezado a soplar con fuerza desde el oeste. Preparo una buena cena, pero, a la mitad, Matteo empieza a cabecear. Después de varios días de inactividad, la caza se ha cobrado su precio, así que le ordeno que se meta en el saco de dormir y aparto el resto de su comida para cuando se despierte. Él se duerme en un segundo, y yo lo tapo hasta la barbilla y le doy un beso en la frente, no para el público, sino para mí, porque me siento muy agradecida de que siga aquí y no muerto junto al arroyo, como creía. Me siento muy agradecida por no tener que enfrentarme a Carter yo sola.
El brutal y sanguinario Carter, que puede partir cuellos con un movimiento de su brazo, que cuenta con la fuerza necesaria para acabar con Ethan, que la tiene tomada conmigo desde el principio. Probablemente me odia desde que lo superé en la puntuación del entrenamiento. Un chico como Matteo puede asimilarlo sin problemas, pero me da la impresión de que a Carter lo obsesiona, lo que no es tan difícil. Pienso en su ridícula reacción al descubrir que las provisiones habían volado por los aires. Los demás estaban enfadados, claro, pero él estaba completamente desquiciado. Me pregunto si Carter no estará un poco loco.
El cielo se ilumina con el sello, y veo a la Comadreja brillar y desaparecer del mundo para siempre. Aunque no lo ha dicho, creo que Matteo no se siente bien por haberla matado, por muy esencial que fuera. No puedo fingir que la echaré de menos, pero sí la admiro. Creo que si nos hubiesen puesto algún tipo de examen, ella habría demostrado ser la más lista de todos los tributos. De hecho, si le hubiésemos puesto una trampa, seguro que la habría intuido y no se habría comido las bayas. Ha sido la ignorancia de Matteo lo que ha acabado con ella. Me he pasado tanto tiempo asegurándome de no subestimar a mis contrincantes que se me había olvidado que sobrestimarlos es igual de peligroso.
Eso me recuerda de nuevo a Carter, pero, aunque creo que comprendía a la Comadreja, quién era y cómo funcionaba, ese chico me resulta más escurridizo. Es fuerte y está bien entrenado, pero ¿es listo? No lo sé. No es tan listo como ella y le falta el autocontrol que demostró la Comadreja. Creo que Carter podría perder el juicio en un arranque de ira. En ese punto no me siento superior, porque recuerdo el momento en que atravesé la manzana del cerdo con una flecha por culpa de la rabia que sentía. Quizá entienda a Carter mejor de lo que creo.
A pesar del cansancio, tengo la mente despierta, así que dejo que Matteo duerma un poco más de lo que le corresponde. De hecho, el cielo ha empezado a teñirse de un gris suave cuando le sacudo el hombro. Él se despierta, casi sobresaltado.
-He dormido toda la noche. No es justo, Nina, deberías haberme despertado.
-Voy a dormir ahora. Despertame si pasa algo interesante -respondo, estirándome y metiéndome en el saco.
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Holaaa🙋
Aca va otro capítulo, y me complace decir que solo quedan 7 capítulos de esta parte MÁS el capítulo especial que será el que finalice Spark.
Espero que les guste💙
🔥ÚLTIMOS 7 CAPÍTULOS🔥
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