›Capítulo quince
Luego de la partida de June, tres días después Mike había estado muy depresivo, no sonreía tanto y no tenía tanta tolerancia con las bromas de la morocha. Ariel le rompía el alma porque ella creía que le dolía porque la rubia de había marchado y pues él la amaba evidentemente. Puede que durante la estancia de June en su casa haya intentado convencerla que el rubio estaba enamorada de la castaña, Ariel no lo creía de esa manera. Y menos si estaba tan abatido, ¿¡por qué estaría de es manera!?.
Si tan solo ella pudiera hacer algo para intentar aliviar su dolor, lo haría.
Si tan solo pudiera crear una catapulta para mandarlo a Australia y que se quedará con ella..., porque en esos días que June estuvo ahí, se dio cuenta que era una grandiosa chica de los pies a la cabeza con un sentido del humor tan inocente. Además Andrea siempre hablaba en español, lo cual estresaba a June porque no era una experta en el idioma. Ariel era traductora entre ellas porque forjaron una amistad que quizás perduraría.
Ariel estaba tan enfocada que no había notado que Andrea también estaba un poco habita. Las dos estaban en el banco de la escuela, atentas al celular. Los otros chicos se habían ido a comprar algo ó eso fue lo que dijeron.
—Me caga Daniel —murmuró Andrea mientras recostaba su cabeza en el hombro de su mejor amiga.
—¿Por qué? —cuestionó la castaña mirando a su amigo para luego colocar su cabeza sobre la de Andy.
—Ha estado muy distante conmigo, ¡lo detesto!. Y pues tarda mucho en contestar mis mensajes, ¡jamás había sucedido eso!. Todo es tan diferente, la única explicación que puedo encontrar es que se haya enamorado de Mike porque últimamente había pasado mucho tiempo con él—, y Mike esta con él como si fueran uña y mugre. Casi quieren ser una copia de nosotras dos.
—El equipo Andriel jamás será vencido e igualado —animó Ariel con una sonrisa burlona.
Andrea se rió, ya tenía bastante tiempo que no había escuchado el nombre que ella había creado para las dos; una mezcla entre los dos nombres que además se escuchaba fabuloso.
—Sí, me mama nuestro nombre güey. —Andrea alzó su cabeza y se levantó del banco mucho más animada—. ¿Quién necesita a esos pendejos cuando nos tenemos la una a la otra?. —Levantó su brazo, haciendo un actuación de volar.
—¡Esa es la actitud! —animó Ariel mientras carcajeaba, pero se detuvo en seco.
El alumnado guardó silencio también cuando observaron a unos mariachis con grandes instrumentos en manos como trompeta, guitarra, guitarrón y violín, caminar en dirección de Andrea que le daba la espalda. Ariel abrió sus castaños ojos y colocó sus dos manos en la boca porque entre toda la banda, en medio se encontraba Daniel vestido también con un gran sombrero.
Andrea frunció sus cejas y se giró para ver lo que a Ariel la tenía tan embobada. ¡Ariel se estaba muriendo de envidia por dentro; por esa razón él había estado todo extraño!.
El mariachi empezó a tocar todos sus instrumentos a la vez que componían una dulce melodía. El único hombre que no traía instrumento empezó a cantar una letra de amor de Vicente Fernández, "hermoso cariño". Andrea se encontraba estática, sin saber que hacer. El color había desaparecido por completo de su rostro, pero aun así portaba una sonrisa deslumbrante. Hasta parecía que iba a llorar de la emoción. La morena escuchó cada palabra de la canción, intentando memorizar mentalmente cada movimiento de Daniel porque él no cantaba, ¡pero no importaba, la intención era la que contaba!.
Y ella en serio parecía que lo amaba, ya no solamente lo quería.
Ariel estaba demasiado concentrada en la adorable escena que no sintió la presencia del rubio grabando cada momento y reacción de la chica. Ariel se colocó detrás de él y se inclinó de puntitas para poder observar lo que él estaba grabando.
Justo un poco antes de terminar la canción, dos de los mariachis de atrás extendieron un gran cartel rosa, el color favorito de Andrea. Era bastante llamativo con toques dorados y tenía una gran pregunta: ¿Me harías el honor de ir al baile conmigo?. Andrea chilló de emoción admirando el cartel, quería lanzarle a los brazos de su novio y comérselo a besos. No le importaba el lugar donde estaban, estaba muy feliz. Pero antes de hacerlo, Daniel sacó un gigantesco ramo de rosas rojas.
Andrea se acercó a él temblando y tomó las rosas entre sus manos, las olió y su aroma la cautivo, según ella, olían a Daniel. ¿Y cómo no? si antes él las había rociado con su perfume favorito y el que siempre usa. Cuando terminó la canción, Daniel tembloroso se aclaró la garganta:
—¿Le cumplirías el sueño a este indefenso hombre de ser tú, su preciosa acompañante? —dijo con una voz mucho más gruesa de lo normal, y eso se debía a su nerviosismo.
Aparentemente sus manos no paraban de temblar ya que el ramo se movía sutilmente. Andrea se había quedado quieta y sin palabras en la boca. Los estudiantes estaban contemplando todo desesperados y el silencio de suspenso los estaban desesperando.
—¡Dile que sí! —gritó al fondo una chica.
Fue ahí cuando se descongeló finalmente y empezó a asistir con la cabeza frenéticamente, dando su respuesta hasta que quiso repetir una y otra vez:
—¡Sí, sí, sí, sí, si quiero! —clamó satisfecha y energética mientras se acercaba a su novio quien sostenía una cálida sonrisa y en automático abrió sus brazos para arropar a su novia.
Cuando Andrea le depositó un beso en la mejilla, todo el pasillo estalló en aplausos y en gritos de emoción.
—Gracias, gracias —repitió Andrea en el oído de su novio sin separarse de él—. Te amo.
Daniel abrió sus ojos sorprendido, ya que era la primera vez que ella mencionaba aquella frase. No supo que hacer por unos instantes y la morocha sintió que todo había sido arruinado. ¿Por qué era tan estúpida y no se contuvo las ganas de confesarle su amor?. Andrea se iba a retirar de sus labios y el chico la sujetó con fuerza de la cintura, evitándole que se fuera.
¿Por qué estaba pensando demasiado?. ¡Era más claro que el agua que la amaba con locura!.
—Yo también te amo —confesó de corazón con un tono demasiado dulce.
Andrea suspiró de Alivio y volvió a apretarse con su novio.
Las chicas de todo el público estaban enamoradas con aquella dulce propuesta, pero Ariel empezó a escuchar reproches de algunas chicas de sus novios, seguido de un pequeño impacto, avisando que había golpeado algo.
—¿Por qué no eres como él, pendejo?. ¡Haz algo como él, chingada madre! —gritó una chica, a su novio evidentemente.
Y Ariel no pudo evitar reírse. Mike la vio con cariño y sonrió. El rubio ya había guardado su celular en el bolsillo de su pantalón.
—Daniel was very nervious —confesó Mike—, he was working on this like for one month —concluyo con una sonrisa.
—Todo le salió chingón —Ariel suspiró—, por eso él había estado extraño la última semana, ¿verdad?.
Mike asistió, dándole la razón.
—No puedo creer que en menos de un mes vaya a ser nuestra graduación, ¿tu lo crees? —preguntó curiosa, mirando a Mike.
—Yeah —asistió Mike desganado mientras fruncía sus labios ligeramente, pero lo ocultó mostrando una forzada sonrisa que Ariel pudo interpretar.
—Are you ok?. —Ariel apretó el antebrazo de su mejor amigo para intentar darle ánimo.
Mike volvió a asistir con la cabeza y se sacudió un poco para que ella lo soltara.
—I have something to do. I won't go with you —informó mientras se giraba en sus propios talones para caminar en dirección.
Era la primera vez que desde que ella y Mike eran amigos, él la dejaba irse sola. Nunca pasaba y ella ya se había acostumbrado demasiado a su presencia que el trayecto de la escuela a su casa le pareció aburrido y largo ya que después de la extraña actitud del chico se marchó de la casa sin decir ni una palabra ya que el día escolar había terminado. Y no quería entrometerse en el mundo de sus mejores amigos.
Sacó las llaves de su casa del bolsillo y abrió las puertas de su casa. En ese momento un olor delicioso a pozole le llegó a su nariz, era uno de sus platillos favoritos. Cerró la puerta, aventó la mochila a lado de las escaleras y corrió hacia la cocina donde su mamá estaba por terminar de hacer la comida. Ariel le deposito un fugaz beso en la mejilla en forma de salida.
—Me muero de hambre y eso huele a gloria —admitió mirando la estufa con admiración.
—En unos momentos esta la comida, ¿cómo te fue en la escuela? —cuestionó, revolviendo un poco de repollo en agua con unas gotas de desinfectante.
—¡Muy bien, Daniel hizo algo maravilloso para Andy!. Le llevó mariachis a la escuela para preguntarle que si fuese su acompañante en el baile de graduación, aunque falta un mes. Le hubiera preguntado después —pensó en voz alta.
—No porque van a traer muchas cosas en la cabeza como los exámenes finales y todos los proyectos. No creo que tengan tiempo. Pero Dany es un chico muy dulce y tranquilo. —Sonrió sutilmente sin mostrar los dientes.
—Y Andy es un polo opuesto a él —confirmó Ariel mientras reía.
—Tienes razón.
Después de haber terminado de comer en familia porque su padre había llegado de la oficina y devoró dos platos hambriento, Ariel se dirigió a su habitación y se encerró. Debería de estudiar un poco en lugar de estar de perezosa, así que lo hizo. Se acomodó en su escritorio y empezó a estudiar ó al menos eso intentaba ya que en su mente no dejaba de pensar en el rubio y su raro comportamiento últimamente.
Decidió dejar el estudio de lado por un rato e intentar despejar su mente para estar más concentrada. No se percató cuando el atardecer se había oscurecido. ¡Que rápido se fue el día y ella no había hecho algo productivo!. Porque su mejor amiga no le había enviado un mensaje, lo más probable era que estaba con su novio todavía.
Se sentó en la cama, cruzando sus piernas en frente de ella, desbloqueó su celular, esperando un mensaje de Andrea. Pero jamás llegó. A los pocos momentos, escuchó el crujido del árbol inclinarse de un lado para escuchar otra vez su movimiento. Luego escuchó como su ventana se abría y el chirrido de unos tenis se escuchaba en el borde de la ventana.
Ariel intentó mostrarse indiferente estando sumergida en su celular. Estaba molesta con el australiano, claro que lo estaba. ¿Por qué él si podía estar enojado con todo el mundo y ella no?. Sintió como un lado de su cama se hundía y olió el perfume varonil del chico, lo miró de reojo.
—¿Tú, qué pedo? —preguntó, pronunciando su acento mexicano.
Esa vez no le importaba hablar en inglés para que él se sintiera más cómodo. Quería reclamarle y gritarle en la cara, pero ¿tenía alguna clase de derecho? ó lo más importante: ¿qué le iba a reclamar?.
—What are you doing? —preguntó, inclinándose para ver a la pantalla, pero en ese momento ella lo había bloqueado.
—Nada —respondió cortante.
—Do you have a problem? —cuestionó bastante preocupado, tomando las manos de la chica para que confiara en él.
Ahora la que se retiró fue ella, y se arrastró un poco para estar más lejos de él—. No.
—Yes, you have one. Tell me what's going on —suplicó con su mirada de cachorro triste.
Ariel no supo si debía o no contenerse, pero había estado guardando todo durante una semana, que no pudo contenerse por mucho más, así que entreabrió sus labios para hacerle saber:
—Tú eres mi jodido problema —explotó sin alzar la voz porque sabía que si sus padres la escuchaban, seguro el rubio terminaría tres metros bajo el suelo. Aunque pensándolo bien, se lo merecía.
Mike la observó confundido—. What did I do?.
—¡No lo sé!, dime tú ¿por qué andas raro desde la ida de June?, ¿la extrañas?, ¿a Australia?. Porque si vas a estar con esa pinche actitud mejor toma todas tus cosas y regrésate en corto porque no te aguanto, ¡me cagas!.
Mike intentó reír.
—Ari, yo no estaba así por June o por mi casa, solo que cuando June vino y se fue me di cuenta de algo. —Ariel iba a abrir su boca para decir algo, pero mejor prefirió guardar silencio y que él continuará—: sino por ti.
—¿Por mí?.
—Porque me di cuenta that I'm going to leave Mexico and I won't see you anymore and I love you so much —confesó finalmente, se acercó a su amiga y la acorraló entre sus brazos.
Ariel no pudo reaccionar a tiempo, pero tampoco quiso hacerlo. ¿Cómo había sido muy estúpida?. ¡Ni siquiera había pensado en el día en que Mike se fuera de México y regresará a su país.
¿Dónde iba a terminar su amistad?.
Mike controló el cuerpo de la chica y la arrastró un poco para tenerla más cerca. Abrió sus piernas y la colocó en medio, pegando su pecho con la espalda de ella. Juntaron sus manos sin entrelazar sus dedos. Ariel se sentía demasiado pequeña que necesitaba la protección de alguien. Por otra parte el rubio intentaba transmitir el mensaje que quería hacerla de tamaño de bolsillo para poder llevarla con él a todas partes del mundo.
—Y estaba ayudando a Dany en su sorpresa, estuvo muy bonito —mencionó después de un rato—, he was very nervious and stressed and he gave me that.
—Esta bien, no hay problema. Pero si fue bastante tierna su propuesta, ¿tú con quién vas a ir al baile de graduación? —preguntó divertida, pero con cierto dolor.
Cruzó los dedos detrás de su espalda deseando que la mencionara a ella porque toda su generación había acordado hacer un baile y ella no ayudaba a organizarlo, pero daba ideas en lugares bonito donde se pudiera llevar a cabo.
—Talking about that... —Mike la soltó por unos segundos mientras se agachaba a tomar un recipiente transparente con un líquido en su interior aparentemente cremoso con un color entre blanco y negro.
Ariel se giró en la cama nuevamente para estar cara a cara con el extranjero en su cama.
—¿Me trajiste mi bebida preferida, una malteada de oreo? —preguntó ilusionada.
—Casi siempre intentas comprar una, so I brought you one. Is that your favorite desert?.
Ariel asistió con la cabeza y absorbía un poco por el popote, saboreando cada mililitro de la bebida.
—Te reto a que lo bebas todo de uno —juguetón divertido.
Ariel abrió sus ojos sorprendida, ¿es que acaso quería que se le congelara el cerebro?.
Parecía que el rubio había leído sus pensamientos porque en seguida añadió:
—¿O eres una gallina?.
Esa era la pregunta que ella necesitaba para aceptar el reto, así que sin rechinar empezó a beber todo rápidamente, ignorando el dolor que le había producido en el cerebro. Dejó caer el recipiente en la cama y se tocó los dos lados de la sien, en un vano intento de calentar un poco su cerebro.
—¡Idiota!, mira lo que me hiciste hacer.
—Creo que hay algo más en el vaso —informó el rubio, ignorando el comentario anterior.
Ariel era un poco curiosa, así que metió su delicada mano en el contenedor y sacó una hoja con olor a malteada. Descubrió que estaba forrada con cinta para protegerla, la giró y se encontró con una simple palabra en una muy fea letra y apenas legible.
—Prom? —preguntaron los dos al mismo tiempo.
Ariel abrió sus ojos de par en par, sorprendida. ¿Pero cómo debía de actuar?. Así que se lanzó hacia él y lo estrujo fuertemente entre sus brazos para que entendiera la respuesta.
—I'm so sorry because I didn't something big —se disculpó apenada.
—No te preocupes Mike, no necesito millones de espectadores observándonos...
Mike le robó la palabra de la boca—... quería hacer algo pequeño y que te gustara, se me ocurrió esto.
—¡Mike, es perfecto!. No necesito ni quiero a muchas personas viéndonos ni flores ni osos ni mariachis, solo quiero estemos juntos.
—You and I.
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