Capítulo 7. La mañana siguiente.
Me desperté, tumbado en la cama. Ni siquiera me había sacado la ropa la noche anterior. Aún tenía un terrible dolor de cabeza. Así que fui al armario de la cocina y me tomé un analgésico. A medida que me iba despejando, era más consciente de que no había tenido una pesadilla, sino que todo fue real. No recordaba donde estaba el arma del delito. Seguro que se quedó allí en la escena del crimen.
- Genial - Dije audiblemente, aunque nadie mas podía oírme, puesto que estaba solo en mi casa.- Si el arma del delito quedó allí, razoné, posiblemente ya estuviera en manos de la policía, pues a esas horas, casi del mediodía, ya habrían encontrado el cadáver y avisado a las autoridades.
El arma tenía mis huellas, pronto las identificarán, si es que no lo habían hecho ya. Así que lo más rápido que pude empecé a poner algo de ropa en una maleta, así como también de mis pertenencias personales. Tenía que pasar por el banco, preferiblemente un cajero automático y sacar todo el dinero que fuera posible de mi cuenta. Y tenía que marcharme del país, lejos, lo más pronto posible.
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