Ahora abrí los ojos al notar un zarandeo suave sobre mi brazo derecho.
— Despiertese, despiertese. —Oí una voz desconocida que me hablaba.

Abrí los ojos lentamente y pude percibir el rostro de una mujer vestida de blanco. A mi izquierda ví un cable de plástico que subía sobre mi mano izquierda.Y una bolsa de plástico con un líquido transparente arriba. Entonces me di cuenta que estaba en una habitación de hospital y llevaba un suero de glucosa. Y la mujer era una enfermera o auxiliar.

— ¿Se encuentra bien? — Me preguntó la mujer.

— Bueno he estado mejor en otras ocasiones. Tengo un terrible dolor de cabeza. — Le contesté.

— ¡No me extraña! Tenía un buen golpe en la cabeza cuando lo encontraron tirado en un callejón de la calle hace una semana. — Contestó ella.

Tras eso hice un esfuerzo por mover mi mano derecha que estaba adormecida y la acerque a mi cabeza notando enseguida una venda que cubría mi herida.

— Mejor no se toque, me dijo la enfermera. Enseguida vuelvo, voy a avisar de que despertó, después de estar una semana inconsciente.

— ¿Una semana inconsciente? — Pregunté extrañado, sin recibir respuesta pues la enfermera ya salía por la puerta.

Ahora me vino a la memoria todo lo ocurrido en Memory Corp. Y la última sensación de la aguja que me introdujeron en el brazo. También recordé la conversación y la advertencia recibida de parte de mis captores en ese lugar. Seguramente me habían drogado, golpeado en la cabeza y abandonado en algún lugar poco transitado.

Ahora pensé en la única persona real que conocía: Laura Wells, y pensé en contactar con ella para explicarle lo sucedido.