Cap.5{Dejame te cuento un cuento}

Sin sorpresa alguna Lincoln se encontraba cada vez más perdido, recordaba bastante diferente la ciudad, las calles, los edificios, inclusive las personas, todo estaba totalmente cambiado.

Miraba en todas direcciones, esperando el peligro como si de un perro callejero se tratara, entre caminata vacía sostenía su brazo con delicadeza, hacia unos minutos no tenía nada y ahora podía jurar que le dolía como la "mierda", más allá del dolor, lo que más le costaba era la constante picazón que le hacía ver como un adicto con síndrome de abstinencia.

Ya habiéndose cansado por la caminata tan larga y sin sentido se resigno a sentirse perdido por la ciudad, solo tomaría un taxi y diría su dirección, pero antes de poder parar a alguno un zumbido llamó su atención ¡El aeropuerto!, dijo en voz alta para salir corriendo hacia allí -Por favor que llegue hoy- se dijo a si mismo mientras llamaba por teléfono inquieto -Hola, Roni, si ¿cuándo dijiste que llegabas? ¿Hoy? Excelente, si, si claro ahí estaré- dijo al termino de la llamada, cortó y suspirando agradeció que recordó el compromiso de recoger a Ronnie Anne en el aeropuerto, se sentó esperando no verse como un idiota mojado y sin dormir, ya que ella no llegaría hasta las tres de la mañana -Mierda... esto va a ser largo...- se resigno sentado en aquel lugar.

Al cabo de unas horas miró como una maleta se escuchaba caer y sentir como su hombro era golpeado, se había quedado dormido -Ay ¡mierda!, ¡¿Qué carajo te pasa?! Mald- Se encontró de frente con la morena sonriente y un chico detrás de ella -No seas Nena no te golpee tan fuerte- bromeó la latina, Lincoln miró su brazo, quizá no fue aquel golpe lo que llegó a hacerle tanto daño -Mierda... que bonito brazalete es ése ¿que hiciste eh? ¿intentabas patinar sin tu instructora cerca?- preguntó siendo contestada por la mirada igual de confusa del peliblanco, en su brazo izquierdo una herida se aferraba a su antebrazo, muñeca y parte de la palma de su mano, era de color negro con algunos moretones de color violeta al rededor, como si de un animal o enfermedad se apoderara poco a poco de él.

Miraba muy expectante y alarmado, el joven detrás de Ronalda se hizo presente al verle aquella mancha -Increíble... ¿también hablas con los muertos? Hace poquito me ocurrió algo similar ¡tengo un chorro de historias que contarte!- eufórico aquel joven de decendencia latina acaparó la atención del peliblanco que no entendía mucho el idioma, pensó un poco en aquellas clases que solía llevar cuando salía con Ronnie Anne -Ahmm no, no creo que yo habla con lo no vivo, mi ser Lincoln, Lincoln Loud ¿cómo me dijo que se decía? ¡cierto! No tengo feria chiaubo, no doy limosna- decía sonriente esperando no haber arruinado aquellas palabras que no lograba recordar bien, Ronnie Anne solo reía a carcajadas mientras que el joven peliblanco se sonrojaba -Que le estas enseñando al güerito, en una de esas le van a romper el hocico por andar hablando tarugadas en español tonta- regañaba enojado a la morena que aún seguía carcajeandose como nunca -¿Qué ocurre? Ya te eh dicho que no soy bueno en español, por favor Ronni ¿Qué le dije?- preguntó también molesto el peliblanco -Lo que mi prima te enseño esta bien dicho, másomenos, pero es algo que debes saber distiguir- Lincoln se encontraba gratamente asombrado, el joven latino alternaba al inglés perfectamente, aunque le agradaba más hablar en español -Me llamo Leo- y sin pensarlo mucho se presentó, un joven de tez morena, cabello largo castaño y vestimenta extraña, Lincoln pensado en la palabra que había pronunciado aquel joven contestó enseguida -¿Lees? Sublime, yo tengo muchísimos libros, además de una gran colección de cómics- dijo emocionado Lincoln por haber entendido algo de aquella frase, Ronnie que a penas se recuperaba volvía a morir de risa por aquellas confusiones -No me estás entendiendo güerito- dijo en inglés el joven mexicano, ahora también sonriente pues el chico le recordó a cierto amigo suyo -Yo me llamo Leo, osea, si Leo, pero mi nombre es Leo, no de leer- trato de explicárselo lo mejor posible, después de un rato de presentaciones y saludos se encaminaron para tomar un taxi.

-Esa manchita tan bonita en tu brazo solo significa dos cosas, o tienes un contacto directo con algo maligno que no es de este mundo... o ya te chupo la bruja- palabras algo poco claras para lo que Lincolm estaba suscitando estos días -Y por lo que , La llorona no anda por aquí después de mi viaje a Xochimilco- esas eran palabras difíciles para el peliblanco, Ronnie Anne quién ya conocía al joven se llevó a Lincoln algo lejos para susurrar -El chico es muy rarito, pero te acostumbras, creo que es como el síndrome de secundaria o algo así, el cree que puede hablar con fantasmas y que puede cazarlos, como si fueran pokemons, de hecho mira...- voltearon para hablar con su primo -¿Qué clase de alienigena y guerrero te seguían primo?- preguntó muy seria la chica siendo respondido de igual manera -Nada de eso, Alebrije no es un alien, y don Andrés no es un sancho panza, son mis amigos, pero ya te dije que no hables de ellos a cualquiera- dijo de manera preocupada, Ronni Anne solo volteó y sonrió de manera irónica al peliblanco, él sólo devolvió la mirada visiblemente confundido.

Pararon un taxi después de tanto esperar -Ugh, si que duele, ¿Tendrá algo que ver lo de hace rato? ¿Qué rayos me lanzó esa señora?- mencionó el peliblanco al sentir un gran dolor ocasionado por el movimiento del coche -¿Señora? Al parecer vuelves a las andadas con las mayores- dijo molesta la chica, se encontraba sentada junto a Lincoln, Leo viajó en el asiento delantero -Ella era solo 10 años mayor que yo, eso solo es una coincidencia ¡Entraste en el peor momento!- gritó molesto llamando la atención del moreno que volteó -Mi amigo se caso con una mujer cientos de años más joven que ella, ni siquiera son del mismo siglo... de hecho no se si se pueda casar un fantasma, el punto es, que cuando hay amor...- dijo sonriendo, Lincoln sólo rodó los ojos rascándose el brazo -Oye, si mi olfato no me falla lo que sea que te arrojaron fue para alejar los malos espíritus, en Catemaco hay ciertos brujos que hacen ese tipo de "pociones" para sus excursiones, aunque el Fray Godofreddo lo hacía igual pero con vino de consagrar para los demonios en sus expediciones, lo que llevas encima es Romero, Aniz de montaña y tal vez algún que otro insecto, aunque es lo menor de tus preocupaciones si la bruja que lo hizo es mala... tal vez debas, ya sabes, quemar tu ropa...- dijo amablemente Leo, pero por más bondadoso que fuese el mensaje seguía siendo el mismo -Pero más allá del olor a té, nada puede ocasionar esa herida, como ya dije, es sorprendente que no sepas de que estoy hablando- no era nada bueno aquel brebaje para él.

Llegando al vecindario los relámpagos y vientos estrepitosos no se hicieron esperar, todos se quejaban, jamás pensaron que con día tan soleado una tormenta/tifon fuera a aparecer de la nada -No mames, ¿Y me trajiste aquí a vacacionar?- asustado el moreno preguntó en español a su prima que enseguida se encogió de hombros, el taxista que con todos sus años de experiencia nada le sorprendia, no se dejaría intimidar por tan pequeña llovizna, se concentró, esquivando árboles, vallas, basura y uno que otro perro volador dicho de manera no irónica, llegó hasta el destino, los tres bajaron rápidamente para no ser alcanzados por cualquiera de los cien desastres naturales que sucedían a la vez, Lincoln pagó y por obvias razones le dio una muy buena propina al conductor que agradecido se dispuso a salir igual de rapido de aquel lugar.

Ya una vez dentro toda la familia les dieron la bienvenida, hacia muchos años que no veían a la joven Ronnie Anne, de igual manera saludaron al acompañante.

-Increíble, aunque ya tienes 28 no imagine que fueras a cambiar tanto- dijo emocionada Lori -Si, desde el divorcio que no te veo, Oh, disculpa si...- avergonzada de recordarle aquello a su excuñada se disculpó -Ya, no te preocupes Roni, eso no tiene nada que ver contigo, además ya está superado- calmada rió disminuyendo la incomodidad -Vaya, eso es... muy maduro de tu parte, a Bobby si que le afe- rompiendo el vaso que sostenía Lori se acercó sonriente a la morena -No menciones ese nombre... NUNCA...- replicaba enfurecida la rubia sin dejar de sonreír, ahora espeluznantemente –¿Bien?... ahora entiendo por qué no quería venir–.

En la segunda planta se encontraban asombrados Leo y Lincoln viendo aquella habitación tan destruida como el tiempo fuera -Lily... ¿Qué pasó aquí?- preguntó el peliblanco a la menor que veía igual de incrédula aquel paisaje -Yo... Yo... creo que fue ¿la ventana?- dijo viendo perfectamente como estaba cerrada con seguro -No... creo que puedo imaginar que pasó, Lily puedes ayudar a Leo a instalarse, yo... tengo que ir al ático...- la joven rubia aceptó gustosa y empezó a mostrarle el lugar al visitante, mientras tanto Lincoln bajo las escaleras del sótano y de aquellos cachivaches comenzó a rebuscar.

Era difícil mover cosas sin lastimar su brazo seguido, el picor era muy fuerte, pero estaba seguro que aquella mancha no era ninguna enfermedad, sorprendido de que el nuevo huésped le dijera algo así le deba escalofríos, justo ahora corroboró su teoría, pues aquel tinte obscuro de vista escamosa en su brazo tomaba forma de una mano, era la coneja.

Entre tantos pensamiento deliberadamente acusadores hacia Bunnyble logró encontrar aquel objeto, un pañuelo blanco, era inexplicable aquella nostalgia amarga que le recordaba aquel olor que desprendía tan solo de moverlo un poco, era perfume, lo guardo y antes de poner las cajas en su lugar escuchó el sonido de un libro caer llamando su atención.

Era aquel cuento de su niñes, se lo llevó también.

Al subir de nuevo se encontró con Luan, que agitaba sus manos a la par que entre murmullos y gritos susurrantes parecía tener una discusión por llamada, que a los poco minutos cesó.

-Oye, ¿por qué la cara larga?- preguntó el joven intentando mejorar su humor -¿Soy aburrida Lincoln?- la seriedad no era algo característico en su personalidad, pero no significaba que fuera a sonreír todo el tiempo -Que preguntita... mira, si no quiso venir no quiere decir que no te ama- sacudió de un empujón en el hombro a la castaña que seguía aún melancólica, se recargo sobre la encimera y cruzó los brazos sin dejar de mirar el suelo -Me acaba de llamar, al parecer piensa que vine hasta aquí solo para alejarme de allá- molesta masajeo el puente de su nariz -Si, es lo que significa viajar... ir del punto A al punto B- bromeó recargando su espalda a la par de su hermana -Ella... terminó conmigo, al parecer, le ofrecieron un puesto en una obra particular en el teatro Winston Mcflayer de Los Ángeles- se veía visiblemente molesta -¿Sabes que es lo peor? Que ni siquiera me importa- la castaña con cierto rencor golpeó la encimera, ésto hizo recordarle el dolor al peliblanco -Ouch... ¿Y se supone que eso es malo?- preguntó sujetando su brazo izquierdo -No es que sea bueno o malo, solo que después de tanto tiempo intentándolo siempre llegábamos al mismo punto, es como si de algún modo hubiésemos sabido todo el tiempo que terminaríamos, pero nos arraigamos a la estúpida idea de que sería peor si estábamos solos... por eso... por eso no lo hacíamos... pero siempre lo supimos- estaba decepcionada, no quería que su hermano viera aquel lado tan decadente de su vida, pero sin notarlo, sus ojos se llenaron de lágrimas y una a una le provocaron el llanto desconsolado, Lincoln, en su afán de ser el héroe de la familia la abrazo, la abrazo tan fuerte que Luan comenzó a sentir la falta de oxígeno y con fuerza se despego de él -Luan... no dejes que una persona que no te valora te haga perder la sonrisa que tanto amo de ti... me duele tanto tu llanto que solo puedo pensar en manejar hasta allá para abofetearla por haber hecho llorar a mi hermanita...- y volvió a abrazarla dejando ahora que ella también le abrazara, era reconfortante tener a aquel hombre sujetandola ante la caída, que solo podía pensar en hacerle sonreír por aquella situación que provocó el llanto de los dos.

-Para por favor Luan, vas a hacer que me duela el estómago jajaja- la castaña imitaba una anciana, habían pasado varios minutos hablando, había recuperado aquel ánimo perdido por aquella llamada, sonreía al ver a su hermano reír -Te amo Lincoln, eres el mejor hermano que una payasa pudiera tener...- abrazo a su hermano de sorpresa y esto alegro al peliblanco, que sin importar que aquel brazo volviera a doler como si estuviera destrozado, valía la pena tomarse aquel tiempo.

Atemorizado por lo que vería al subir se dirigió rezando lo aque sea que venía su cabeza pues nunca fue religioso.

Pisada tras pisada el crujir de las tablas de la ya vieja casa Loud resonaban por aquel espacio tan cerrado, polvoriento y obscuro ático.

La sangre se acumulaba en sus pies mientras que todo su cuerpo le pedía a gritos correr, lamentablemente no estaba en posición de elegir, su brazo estaba a un mal movimiento de caerse, podía jurar que escuchaba el crujir de aquellas escamas en putrefacción, que le impedían moverlo.

Se adentró en la penumbra con su corazón a mil por hora, en aquella obscuridad amenazadora no lograba ver nada y a la vez sentirlo todo, los rasguños de los bichajos que recorrían el suelo, aquel siseo de las voces que le llamaban desde la... ¿ventilación? -¡Lincoln!- gritaron desde aquella rendija asustando al peliblanco, Lucy yacía intentando salir, casi sin poder lograrlo -Ugh,si que debo dejar de entrar ahí, mi cadera está aún más grande, ¿Qué haces aquí? - se sacudía el polvo y las telarañas -Yo... buscaba... ¿Qué haces aquí?- cambió por completo la conversación al ver una silueta negra que llegaba hasta el techo de la habitación, con ojos escarlatas destellantes -Limpio los ventiladores cada mes, pero creo que dejó de ser buena idea hace mucho... ¿Ahora si me dirás que ocurre?- se sacudió por completo al igual que la rendija que estaba realmente sucia, camino frente aquel ente preocupando al peliblanco al punto de tomar por los hombros a la niña que sorprendida tomó sus manos por reflejo -Oye... estas helado... ¿Estás bien?- siendo empujada por el mayor respondió nervioso -Si, es el lugar, ¿puedes mandarle saludos al abuelo por mi? No creo poder ir- le ayudo a bajar las escaleras rápidamente -Lo cancelamos por la torm- y la entrada se cerró de manera intensa preocupando a la pelinegra.

-P-por favor... no les hagas daño ¡Puedes hacer lo que quieras conmigo!- susurró temeroso, cerraba los ojos, aquel miedo lo congeló por completo.

El lugar comenzó a tornarse frío, pasando a helado por completo, el bao del aliento entrecortado del joven se desvaneció entre algunos copos de nieve que caían del techo.

Unos enormes pasos resonaban por el lugar, arrastraba las garras y el suspiro hondo de un de un animal enorme hicieron al joven castañear los dientes no sólo por la extrema temperatura baja, lágrimas bajaron por las mejillas del peliblanco que por fin abría los ojos.

Aquella habitación que recordaba ya no existía y ante él una bestia de enorme altura, su pelaje era grisáceo, tenía cuerpo de oso, garras tan enormes como los cuernos de su cabeza, dientes afilados horripilantes parecidos a los de tiburones que sobresalían de su hocico, tan solo de verle gritó de manera tan desgarradora que todas aquellas películas de terror se quedaban cortas.

Cayó al suelo sin dejar de gritar, aterrorizado era poca descripción para la cara de pavor, angustia e incesante llanto que padecía aquel inocente.

El aberrante ser trato de acercarse, Lincoln pateo, golpeó y arañó con todas su fuerzas inútilmente.

Aquella garra desagradable con filos disparejos como si de una cierra se tratara posaba en el cuello del joven que ahora se encontraba estático por miedo a ser triturado vivo.

Solo el ruido de la respiración agitada del peliblanco se escuchaba, la bestia abrió sus fauces dejando libre un pestilente olor a muerte y putrefacción

-Shhh...-

Siseo la criatura dejando mudo al joven que incluso dejó de respirar

-Escuche... una linda historia-

Una voz rasposa, gruesa y demoníaca le aturdió

-De una pequeña nuez...-

El conejo deforme tomó el brazo del joven, éste se estremeció pues sentía aquel filo en el brazo oscurecido que sentía se quebraria

-Su madre le había dicho que no jugará con su cáscara, o un día la rompería,

no hizo caso, solía tararear una linda melodía-

Apretó el brazo poco a poco haciendole retorcer de dolor

-Saldré a jugar, Crack... Crack... Crack-

Lentamente movió sus dedos jugando sin piedad alguna con el brazo del peliblanco -No... POR FAVOR NO ¡TE LO RUEGO!- suplicó ante el abrumador futuro que preveía.

-Shhh Viene la mejor parte...-

Con su dedo índice sin dejar de apretar su cuello le silencio cortando en el proceso su labio inferior

-Un día, la madre entendiendo que su nuez no aprendería hasta que hubiera consecuencias, habló muy seriamente con él.

Querida nuecesita, esto me duele más a mi que a ti...

Pero es por tu propio bien...

Tomó su cáscara y comenzó a romperla sin importarle cuanto llorara.

Cuando terminaron su madre le recordó su pequeña melodía para calmarlo...

~Hoy saldré a jugar~
Crack, Crack, Crack...

Y esto es algo que tengo que hacer mi niño...

Hoy saldremos a jugar...-

Asustado intento retroceder lo que más pudo, volvía a retorcerse, volvió a golpear, patear y gritar pues ahora aquel demonio comenzó a presionar mucho más fuerte.

-Crack...-

Sintió su brazo moverse contra su voluntad, estaba volteado por completo, las escamas caían poco a poco por movimiento tan brusco

-Crack...-

Al punto de dolor más intenso comenzó a gritar desesperadamente

Pero por más que gritó nadie llegó.

El brazo en su límite resonaba como un árbol cayendo.

CRACK

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