5: ¿Prisionera?

La tipo fuego rápidamente buscó entre todos los escombro muy apresurada a las dos chicas que habían acabado bajo el derrumbe debido a la gran potencia de su ataque, el cual acabó por destruir la casa en su totalidad y afectando también a las hembras. Cerca de ella, pudo notar como la pequeña parte de una ala esponjosa se asomaba entre los restos del lugar la cual luchaba por librarse y salir hacia el exterior, la Infernape no dudó en socorrerla, sujetándola para luego jalar con fuerza hasta sacarla en su totalidad.

SERAPHINA (ALTARIA): ¡¿Por qué rayos pensaste que explotar una casa entera con nosotras adentro sería una buena idea?! Exclamó la molesta pokémon mientras movía sus alas muy alterada.

DIANA (INFERNAPE): Okey, admito que no fue el mejor plan de todos, pero era la única alternativa que tenía disponible en ese momento para ganar la pelea. Esos sujetos estaban drogados y casi no me quedaban energías para seguir luchando...

SERAPHINA: Ya cállate, lo mejor será que busquemos a esa Lucario y huir lo antes posible de este lugar. Comentó, observando a sus alrededores. Puedo sentir la mirada de los pueblerinos sobre nosotras.

La Infernape asintió para posteriormente comenzar a recorrer toda la zona destruida en búsqueda de aquella tipo lucha lo más rápido posible, pues sabían que en cualquier momento llegaría la policía al lugar para complicar el asunto, por otro lado, ya no temían de los secuestradores con los que combatieron hace rato, pues sabían muy bien que aquella explosión fue lo suficientemente potente como para acabar con ellos.

Para fortuna de ambas, no demoraron mucho tiempo en dar con la ubicación de la débil Lucario.

SERAPHINA: ¡Ey! ¡Fíjate por donde caminas! Llamó la atención de su amiga y señaló a sus pies. La Infernape bajó la mirada algo confundida.

Ahí se encontraba Calipso, tirada en el suelo boca-abajo y con algunas pequeñas heridas superficiales en su cuerpo, nada grave por suerte. Su pelaje estaba un poco chamuscado y parecía ser que se encontraba inconsciente.

DIANA: Ups, lo siento. Se movió a un lado, y sin perder más tiempo cargó a la Lucario con algo de esfuerzo para marcharse del lugar. Amiga no te ofendas, pero estás algo pesada...

SERAPHINA: Shh, no le digas eso a la pobrecilla, ya mucho tuvo lidiar con esos secuestradores como para que le digas algo tan hiriente.

DIANA: C-Creo que estás exagerado un poquito... Dijo mientras caminaba con algo de esfuerzo con la Lucario entre sus brazos. Vámonos ya, dudo mucho que pueda soportar más tiempo.

La Altaria se posicionó en el suelo, preparándose para tomar vuelo mientras esperaba por su compañera la cual no demoró en subirse arriba de ella junto con la Lucario para huir del lugar; estando todo preparado, la dragona lentamente comenzó a elevarse moviendo sus grandes alas esponjosas y levantando una pequeña nube de polvo en el proceso. Ambas celebraban el hecho de haber cumplido con otra misión más, sin embargo, un inesperado giro de los acontecimientos acabaría con su festejo.

De entre los escombros de la vieja y destruida casa salió la Zoroark con algo de dificultad al ver que estas intentaban marcharse, seguidamente, la zorra se posicionó para dar un gran salto en dirección a ellas mientras cargaba con un potente ataque. Sus garras se tiñeron de una energía rojo carmesí que iban dirigidas directamente a la Altaria, la cual lamentablemente no pudo preveer aquel movimiento y en consecuencia acabó impactando de lleno en su pecho, penetrando su piel e hiriéndola.

DIANA: ¡Amiga! Gritó preocupada luego de ver como la Zoroark atacó despiadadamente a su compañera, la cual comenzó a descender a gran velocidad al suelo.

Las cuatro chicas acabaron chocando contra el suelo luego de que Altaria perdiera el equilibrio por completo, Infernape rápidamente se aproximó a la dragona para corroborar su estado y socorrerla, se impactó al ver la herida en su pecho mientras intentaba detener la hemorragia con sus manos.

SERAPHINA: ¿Q-Que crees que haces? Vete de aquí con la Lucario lo más lejos posible, yo estaré bien... Le ordenó, intentaba contener un poco el dolor para no preocuparla, pero los leves quejidos que salían de su pico cada vez que la tipo fuego intentaba detener el sagrado decían lo contrario.

DIANA: ¡¿Acaso estás loca?! No pienso dejarte aquí sola, no estás en condición de pelear y solo harás que te maten...

La malherida Zoroark lentamente se reincorporó del suelo con dificultad, a diferencia de los demás, ella resultó la más afectada por la explosión y las grandes heridas y quemaduras en su cuerpo lo evidenciaban. Se dirigió hacia las demás chicas a paso lento y tambaleándose sin que se dieran cuenta mientras volvía a preparar el mismo ataque de antes, pero esta vez con la única intención de acabarlas.

Estando a las espaldas de la Infernape, esta rápidamente dirigió sus afiliadas garras hacia ella, la tipo fuego consiguió verla de reojo pero evitarlo era prácticamente imposible, simplemente pudo voltear para ver como aquel movimiento era dirigido directamente a ella sin poder hacer nada al respecto.

Sin embargo, el feroz ataque de la Zoroark fue bloqueado a escasos centímetros del cuerpo de Diana.

Un potente chorro de agua disparado desde la lejanía impactó directo en el torso de la Zoroark que sorpresivamente la mandó a volar algunos metros hasta chocar contra un gran árbol, dejándola debilitada y sin oportunidad de levantarse durante un buen rato. Tanto Infernape como la muy malherida Altaria miraron hacia todos lados un búsqueda del origen de aquel ataque, sin embargo, repentinamente otro disparo de menor potencia acabó dando de lleno en la pierna de la tipo fuego, haciéndola caer adolorida al suelo de rodillas.

DIANA: C-Carajo, eso dolió... Sujetó su pierna derecha luego del disparo. A pesar de ser muchísimo menos potente que el anterior, fue suficiente como para fracturar uno de sus huesos.

"Objetivos neutralizados, ahora es tu turno de salir, grandulón." Le comentó el francotirador a su colega de al lado.

Ahí fue cuando desde el extenso follaje del bosque saltó una enorme figura a una altura considerablemente alta mientras posaba en el aire justo antes de descender a una extrema velocidad mientras algunas leves llamas envolvían su cuerpo. Aterrizó fácilmente de pie y de brazos cruzados a pocos metros de donde se encontraban las dos heridas chicas junto a la inconsciente Lucario.

INCINEROAR: ¡Manos arriba y entréguense, criminales sinvergüenza! Ordenó el recién llegado e imponente pokémon tipo fuego con una voz bastante gruesa.

SERAPHINA: ¿Y este q-quién es?

INCINEROAR: ¿Que quién soy? Esa es una excelente pregunta, rata sinvergüenza. Aclaró su voz mientras se acercaba lentamente a ellas. No quiero enrollarme mucho en el tema pero básicamente soy la autoridad en este lugar, y me encargaré personalmente de encerrarlos de por vida por todos sus jodidos crímenes.

Mientras el Incineroar continuaba charlando, el herido Lycanroc que anteriormente había dado problemas a Diana durante su pelea se movía cautelosamente entre el follaje de la zona para no llamar la atención de nadie con la única intención de atacar sorpresivamente al imponente tigre a su espalda, quería quitarse ese molesto obstáculo de su camino para continuar con su plan de llevarse a la Lucario consigo. Todo parecía marchar según lo ideaba mientras el macho seguía dando su aburrido monólogo a las chicas, una vez ya preparado, este saltó rápidamente en dirección a su cuello para morderlo y acabar rápido con él.

El efecto de las pastillas que había ingerido anteriormente aun estaba haciendo efecto en su cuerpo, lo que significaba que tanto sus ataques como agilidad seguían siendo de un nivel bastante elevado. Sin embargo, el imponente tigre sabía perfectamente de la presencia del lobo por la zona.

En un rápido movimiento el Incineroar se giró de su posición para encarar al Lycanroc que rápidamente se aproximaba a él. Sonrió victorioso a la vez que asestó un fuerte puñetazo sin mucho esfuerzo en el estómago del tipo roca que acabó por quitarle todo el aire y dejándolo vulnerable, a continuación, este sujetó su cuello y estampó todo el cuerpo del perro contra el suelo con una fuerza abrumadora, acabando así el combate entre estos dos.

INCINEROAR: ¿Eso es todo lo que tienes por demostrar? Qué patético, esperaba más de alguien con estadísticas potenciadas.

LYCANROC: ¿Y t-tú como sabes eso? Maldito gatito... Interrogó, intentando levantarse del suelo sin éxito.

INCINEROAR: Mi colega llegó en el momento donde usaron esas extrañas pastillas antes de pelear, hemos presenciado absolutamente todo, no tenemos ni la más mínima idea de sus conflictos pero de algo sí estoy seguro; todos están involucrados en causar revuelo en este pacífico pueblo. Dijo este para luego pisar la espalda del Lycanroc de manera repentina, haciéndole soltar un leve quejido de dolor. ¡Esto es lo que merecen los criminales!

Diana rápidamente llamó la atención del imponente Incineroar, el cual se giró para verla sin dejar de pisar al Lycanroc en el suelo.

DIANA: ¡Hey, grandote! Mi amiga necesita ser tratada de emergencia, está perdiendo mucha sangre y no creo que pueda soportar más tiempo. Explicó su situación, tratando de detener la hemorragia con sus dos manos. El tigre dirigió su mirada a la pierna de la Infernape.

INCINEROAR: ¿Crees que estás en posición para decirme qué hacer?

DIANA: P-Por supuesto que no, pero mi amiga no podrá resistir mucho tiempo, necesita de atención urgente antes de que sea demasiado tarde...

El Incineroar se cruzó de brazos nuevamente.

INCINEROAR: ¡Escúchenme sabandijas, esto es lo que haremos! Vendrán absolutamente todos conmigo para ser tratados en la enfermería de la comisaría, luego los encerraremos hasta decidir qué hacer con cada uno de ustedes. Exclamó a todo pulmón. Si se atreven a desobedecerme les aseguro que las consecuencias serán severas.

Tanto Diana como la malherida Seraphina asintieron algo asustadas por lo último, sabían que intentar luchar contra el Incineroar para escapar sería una terrible idea no solo por el estado actual de cada una, sino por el simple hecho de presenciar cómo derrotó al dopado Lycanroc que tantos problemas les había dado de un solo puñetazo. El gran tigre se movió de su sitio para luego gritar al aire:

INCINEROAR: ¡Hazlas dormir un momento! ¡Vendrán con nosotros hasta la comisaría del pueblo! Exclamó firme mientras intentaba buscar con la vista a su colega entre los árboles.

Repentinamente, un pequeñisímo chorro de agua impactó en la cabeza de las dos hembras para de esa forma dejarlas inconscientes durante un buen rato, lo mismo sucedió con Lycanroc y Zoroark, esta última intentando escapar de la zona arrastrándose inútilmente. Ya con todos los presentes totalmente inmovilizados, el Incineroar sonrió victorioso nuevamente mientras comenzó a cargar a Diana y Calipso en sus hombros para llevárselas.

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Narra Calipso.

Lentamente comienzo a abrir mis ojos tras sentir un leve toque en uno de mis hombros, mi cabeza ardía y gran parte de mi cuerpo estaba adolorido, comienzo a recorrer el entorno con mi mirada algo confundida y no tardo mucho tiempo en reconocer el lugar en el que me encuentro: una vieja y sucia celda únicamente "decorada" con dos feos e incómodos colchones en el suelo. A mi lado pude notar la presencia de Diana, la Infernape que me salvó junto con su compañera Altaria de los dos secuestradores, esta yacía sentada en el suelo al igual que yo y con unos vendajes en su pata derecha.

DIANA: Gracias a Arceus, llevaba toda la tarde intentando levantarte, por un momento pensé que te habías ido al otro mundo por culpa de mi tonta explosión... Comentó algo decaída.

Oh, ahora lo recuerdo, ese estúpido ataque casi acabó por chamuscarme enterita, sin embargo, me sorprende mucho que solo haya terminado con algunos rasguños y leves quemaduras. Este resistente cuerpo me sigue sorprendiendo cada día.

CALIPSO: ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Por qué estamos en este lugar?

DIANA: Todo el alboroto que hicimos acabó por alertar a los policías que acudieron a la zona, nos golpearon y encerraron en este sucio lugar. Dijo asqueada mientras veía una extraña mancha en uno de los colchones.

CALIPSO: Carajo, todo va de mal en peor... ¿Hasta cuándo nos quedaremos?

DIANA: Pues, el polizonte nos comentó algo sobre un interrogatorio en donde podremos dar nuestra versión de la historia. Simplemente debemos convencerlo de que somos inocentes y luego nos podremos marchar.

CALIPSO: Explotamos una casa, eso es delito suficiente como para encerrarnos durante un año entero. Susurré, de repente, recordé a la Altaria que acompañaba a la tipo fuego. Por cierto, ¿qué sucedió con esa dragona que andaba contigo?

DIANA: No te preocupes por ella, fue herida en su pecho mientras intentábamos escapar del lugar. Ahora mismo se encuentra recuperándose en la enfermería del lugar, aunque, me preocupa un poco que esa tonta Zoroark también haya ido con ella para tratar sus heridas...

CALIPSO: Un momento, ¿acaso esos dos sujetos también se encuentran acá? Pregunté sorprendida, la Infernape solo asintió con la cabeza igual de preocupada. Esos tipos no merecen ningún tipo de atención, ¡intentaron asesinarme sin piedad!

Una pequeña carcajada se pudo escuchar desde la celda ubicada justo al frente de la nuestra, un poco confundida mi curiosidad me hizo levantarme del suelo para luego acercarme lentamente hacia los barrotes solamente para ver poder ver con más detalle de quién se trataba. Grande fue mi sorpresa cuando pude distinguir una figura conocida de entre las sombras, tratándose del mismísimo Lycanroc que me secuestró junto con la zorra de su compañera.

LYCANROC: ¿De verdad pensaste que te mataríamos en ese mismo momento? De verdad eres ingenua, humana. Comentó el lobo entre risas.

CALIPSO: Maldito sinvergüenza, ¡nos atacaron salvajemente con intenciones asesinas! Hasta un tonto niño se habría percatado de ello.

LYCANROC: Estás terriblemente equivocada, jamás desaprovecharía la oportunidad de encontrarme con un humano y simplemente asesinarlo sin sacarle información. Para tu fortuna, aun tengo muchísimas preguntas por hacerte antes de acabar con tu miserable vida...

DIANA: ¿Humano? ¿Qué es eso?

CALIPSO: N-No le hagas caso, recuerda que el sujeto no es más que un sucio drogadicto, ahora solo debe estar balbuceando cosas sin sentido... Por suerte parece ser que no muchos conocen a los humanos, Diana parecía muy convencida conmigo.

DIANA: Tienes razón, es un drogadicto y yo con drogadictos no me hablo...

LYCANROC: ¿Por qué estás protegiéndola? ¡Los humanos son unos seres aberrantes que merecen ser extinguidos por el bien de toda nuestra especie! Y yo me encargaré personalmente de acabar con cada escoria que se atreva a pisar nuestro mundo.

DIANA: ¡No te escucho, no te escucho! Repetía una y otra vez mientras cubría sus orejas.

De repente, unas grandes puertas de acero se escucharon abrirse al final del pasillo y rápidamente me asomé para ver de quién se trataba; un imponente Incineroar caminaba directamente hacia nuestra celda con una extraña sonrisa en su rostro, posteriormente, se paró enfrente de nosotras mientras abría las celdas con sus llaves.

Este me miró directamente y un extraño escalofrío recorrió mi cuerpo, el sujeto era verdaderamente imponente y fácilmente podía percibir una intensidad ardiente al igual que vibrante en su aura.

INCINEROAR: ¡Ya es hora de hablar! Gritó a todo pulmón para llamar la atención de todos. Las quiero a ustedes dos en la sala de interrogatorio ahora mismo, no me hagan repetirlo dos veces.

CALIPSO: ¿Uh? ¿Ahora mismo?

INCINEROAR: ¡Les dije que no me hagan repetirlo! Exclamó molesto mientras pequeñas llamas salían de su boca. Luego de eso me quedé callada por mi propio bien.

Este se fue, no sin antes dejarnos la celda abierta para que podamos seguirle hacia la sala de interrogatorio. Tanto Diana como yo nos miramos confundidas pero al fianl decidimos no quedarnos atrás.

Salimos del espantoso lugar para luego ir por detrás del Incineroar, por un momento, pude sentir la mirada penetrante del Lycanroc a mis espaldas que me dio un escalofrío por todo mi cuerpo. Me fijé en la extraña de caminar de la Infernape hasta que recordé su lastimada pierna, parecía incómoda con cada paso que daba. Luego de salir del calabozo hasta llegar a los pasillos de la comisaría del pueblo, una pequeña duda recorrió por mi cabeza.

CALIPSO: Por cierto, sé que no es el mejor momento para preguntarlo, pero... ¿Puedo saber quiénes don ustedes y por qué me rescataron en primer lugar? Es la primera vez que las veo. Le pregunté susurrando mientras seguíamos caminando por los pasillos guiadas por el Incineroar.

DIANA: Querida, siendo completamente sincera, yo tampoco sé el motivo. Confesó, aquello me dejó ciertamente confundida.

CALIPSO: ¿Eh? ¿Entonces por qué?

DIANA: Fui enviada por mi líder de un momento a otro, nunca estuvo en mis planes invadir una casa de un pequeño pueblo para rescatar a una Lucario secuestrada, de lo contrario, me habría tomado todo el día para idear algún plan para hacerlo correctamente. Me explicó algo seria. Esa fue una de las principales razones por las cuales casi perdemos la batalla.

Fuertes declaraciones.

Escuchaba atentamente las palabras de la Infernape hasta que sin darnos cuenta acabamos chocando contra la espalda del imponente Incineroar, el cual se detuvo en seco delante de una gran puerta al final del pasillo, parecía tratarse de la sala de interrogatorios. Este la abrió y nos dejó paso para que pudiéramos ingresar; en el interior solamente había una gran mesa en el centro del lugar y unas cuatro sillas, sin embargo, mi mirada solamente se centraba en una Inteleon parada al lado de la entrada, por alguna razón, de solo verla mi cuerpo sentía un leve escalofrío.

INCINEROAR: Tomen asiento ahora mismo, mi compañera y yo nos encargaremos de hacer las preguntas y ustedes responder. Así de simple.

La voz de este sujeto me da miedo, así que ninguna de nosotras protestamos y simplemente tomamos asiento, ellos también hicieron lo mismo y sin quitarnos el ojo de encima. La primera en hablar fue la Inteleon.

INTELEON: A ver, a ver... Creo que saben perfectamente el motivo por el cual se encuentran aquí.

DIANA: De hecho no.

INCINEROAR: ¡Cierra la boca! Golpeó la mesa, agrietándola un poco. ¡Ninguna puede hablar hasta que nosotros lo ordenemos!

Hubo un pequeño momento de silencio.

INTELEON: Ejem, como iba diciendo, los delitos que cometieron son tan claros como el agua. Tomó la pequeña lista de la mesa con sus grandes manos. Algunos son: allanamiento de morada, usurpación de propiedad, secuestro agravado, vandalismo, incendio intencional, disturbios públicos...

DIANA: Ey, ey, espera un momento, nosotras no hemos hecho absolutamente nada de todo lo que mencionaste. Protestó, levantándose de la silla. Los únicos culpables del alboroto son los otros dos sujetos.

INTELEON: Todos ustedes estaban presentes en la escena de los hechos, así que de momento todos son culpables de los mismos delitos hasta que se demuestre lo contrario. Desconocemos el motivo por el cual pelearon pero tocaremos ese tema después.

INCINEROAR: Ahora simplemente queremos saber una cosa. Este se levantó de la silla para luego mirarnos fijamente a los ojos muy intimidante. En la casa que destruyeron solían vivir una pareja de Indeedee los cuales fueron reportados como desaparecidos hace una semana, queremos cada mínimo detalle acerca de lo que hicieron con ellos.

DIANA: Esto ya es ridículo, ¡nos están culpando de algo que no hemos hecho! Golpeó la mesa con sus puños.

INTELEON: Compórtate, ya te lo hemos dicho, aquí todos son culpables de los mismos delitos hasta que se demuestre lo contrario. Ahora, sólo queremos saber qué hicieron con esa pobre pareja, si nos cuentan cada mínimo detalle quizás la sentencia no sea tan dura.

CALIPSO: P-Pues eso deben preguntárselo a los otros dos sujetos, ¡ellos fueron quiénes me secuestraron en primer lugar! ¡Lo único que hemos hecho fue defendernos de esos degenerados! Intenté dar mi versión de los acontecimientos, sin embargo, ellos no parecían estar muy convencidos.

INCINEROAR: No hay pruebas de que haya sucedido eso, me parece que todos están involucrados.

DIANA: ¡Por supuesto que no! ¡Tanto Altaria como yo fuimos hasta allí para rescatarla! Incluso ambas acabamos con heridas por intentar luchar contra ellos y también destruyendo la casa en el proceso.

Ambos policías cruzaron miradas, pero aun no parecían convencidos.

Narrador.

Mientras tanto, desde el otro extremo de la comisaría y más específicamente en la zona de los calabozos, las grandes puertas se abrieron para dejar paso al susodicho lugar. Una Audino caminaba a través de los oscuros pasillos lentamente y con una extraña sonrisa en su rostro, lo que más llamaba la atención de su aspecto eran las grandes manchas de sangre que traía encima de su cuerpo, tanto en sus manos como en la cara. Continuó con su trayecto hasta llegar a las últimas celdas donde se encontraba un impaciente Lycanroc esperando desde el interior.

La pokémon repentinamente buscó entre su pelaje un par de llaves que encajaban perfectamente en la cerradura de la gran celda, la cual no dudó en abrir. El herido Lycanroc salió de aquel lugar con una sonrisa victorioso para posteriormente y de manera repentina besarla en los labios.

LYCANROC: Ya puedes regresar a tu forma original, más tarde tendremos tiempo para divertirnos un poco.

La Audino comenzó a desprender un fuerte brillo a la vez que su figura iba cambiando, tomando un aspecto más grande de intimidante hasta finalmente volver a su forma original; se trataba de la Zoroark que estuvo en la enfermería para tratar con sus heridas, las cuales aun eran visibles en su cuerpo.

ZOROARK: Esa Audino fue muy estúpida al quitarme las cadenas, solo me tomó dos segundos atacarla y robarme sus llaves. Explicó los hechos con la antena mirada del Lycanroc. Tomé su forma para pasar desapercibida por la comisaría, pero parece que solo hay dos polizontes en este lugar.

LYCANROC: Me alegra de que te encuentres bien, comencé a extrañarte un poco mientras estaba aquí.

ZOROARK: ¿Ahora qué hacemos? ¿Escapamos? Preguntó ella mientras tomaba rumbo hacia las grandes puertas que llevaban a la comisaría.

LYCANROC: Por supuesto que no, es la oportunidad perfecta para llevarnos a la Lucario con nosotros y tengo un plan perfecto para hacerlo.

ZOROARK: ¿Cuál es ese plan?

LYCANROC: Tomaremos la comisaría con todos adentro, pero para ello necesitaremos algunos refuerzos. Le comentó su plan mientras una tétrica sonrisa se dibujó en su rostro.

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