19: Memorias pasadas

Carajo, realmente no sé qué hacer en estos momentos, mi cabeza dolía como nunca y dudaba mucho si podría resistir más tiempo en estas condiciones, sentía mi vista nublada mientras el fuerte dolor recorría gran parte de aquella zona afectada donde anteriormente había sido golpeada por el hueso del maldito Marowak. Intentaba moverme de alguna u otra forma pero era prácticamente imposible, mis músculos no respondían y sentía como si en cualquier momento terminaría cayendo inconsciente. Me preocupaba de igual manera por el estado de Octavia, pues ella también se vio afectada por aquel movimiento incluso en mayor medida.

Con cada segundo que transcurría sentía nuevas oleadas de dolor a través de mi débil cuerpo. Mis patas temblaban y la debilidad me mantenía tirada en aquel suelo rocoso, podía sentir el frío de la piedra bajo mí como un contraste agudo con el ardor de mis heridas. Sabía que debía mantenerme consciente, pero la tentación de ceder a la oscuridad era abrumadora. La impotencia se apoderaba de mi, realmente me sentía algo culpable por no poder haber hecho algo al respecto para impedir la muerte de esos dos pokémon por parte de la Noivern, podía haber hablado con ella en primer lugar para evitar tragedias pero simplemente me quedé callada y paralizada por el miedo que me generaba.

¿Por qué carajo soy así?

¿Por qué nunca puedo hacer algo bien sin tener la necesidad de ser rescatada siempre por alguien?

Mierda... Al carajo con eso ahora mismo, tengo que dejar de pensar tantas cosas, sino, en cualquier momento terminaré desmayada nuevamente por pensar demasiado y aun más en estas malditas condiciones. No me extrañaría tener el cráneo destrozado luego de haber sido impactada por ese jodido hueso. Sin embargo y tras pasar algunos minutos en completo silencio mientras luchaba por mantenerme despierta, algo comenzó a cambiar. Al principio, apenas lo noté, perdida como en el mar de dolor, pero poco a poco una calidez se extendió por mi cuerpo, una sensación de alivio que desplazaba el sufrimiento. No era la fiebre del dolor, sino algo distinto, algo externo y benigno.

¿Qué está sucediendo ahora?

Con gran esfuerzo logré abrir los ojos y lo primero que conseguí ver fue la pobre luz de algunas viejas antorchas colocadas por la cueva las cuales estaban a punto de agotarse, pero eso fue más que suficiente para que pudiera ver la figura ante mí. Era un pokémon de estatura baja, su forma difusa al principio pero volviéndose más clara a medida que mis ojos se ajustaban. Sus manos estaban extendidas hacia mí y de ellas emanaba una luz verde a la vez que suave, un pulso rítmico que coincidía con el ritmo de mi propia respiración. Desconocía qué clase de movimiento estaba aplicando en mi, pero no era algo malo, todo lo contrario, me sentía un poco más aliviada.

La confusión se apoderó de mí. ¿Cómo había llegado este pokémon aquí? ¿Por qué me estaba ayudando? Las preguntas se arremolinaban en mi mente pero no tenía fuerzas para formularlas. A medida que aquel extraño movimiento continuaba podía sentir como el dolor se desvanecía, reemplazado por una sensación de alivio y renovación; las heridas se cerraban, el ardor desaparecía y mis fuerzas volvían lentamente. Después de lo que me pareció una eternidad, finalmente pude moverme sin el grito mudo de dolor que me había acompañado cada intento anterior. Me levanté lentamente, mis patas aún temblorosas pero ya no incapacitadas, en ese instante sentí el aire frío de la cueva en mi piel pero también la cálida energía que me había sanado.

CALIPSO: ¿Qué mierda acaba de suceder? Dije en voz baja mientras me reincorporaba lentamente, podía sentir como el dolor se iba desvaneciendo rápidamente de mi cuerpo hasta el punto de estar como nueva. Suspiré con alivio, otra vez me habían salvado.

Miré al extraño pokémon que tenía delante en cual me devolvía la mirada con una expresión seria y concentrada. Sus ojos reflejaban una calma profunda, una paz que contrastaba con la violencia de lo que había experimentado... Lo miré detenidamente mientras mi cuerpo leía su aura, por alguna razón se me hacía extrañamente familiar, como si ya lo hubiese visto en algún momento durante mi corta vida en este asqueroso mundo. Fue en ese mismo instante donde recordé de quién se trataba, dejándome boquiabierta y con mis dos ojos abiertos como enormes platos.

¡¿El jodido Indeedee?!

CALIPSO: ¡¿Acaso eres el mismo Indeedee que hemos estado buscando todo este tiempo?! Rápidamente lo agarré de su cabeza y comencé a moverlo bruscamente buscando una respuesta rápida. ¡Respóndeme de una puta vez o usaré tu asqueroso cuerpo como carnada!

INDEEDEE: ¡Suéltame maldita loca! Se apartó muy molesto mientras arreglaba su pelaje desordenado. No sé quién carajos eres ni por qué has venido aquí para "buscarme", simplemente he sanado tus putas heridas con mi pulso cura por órdenes de la Croata. Parece ser que está muy interesada en ti...

CALIPSO: ¿Eh? ¿Qué quieres decir con eso? Observé el lugar algo confundida, estábamos en otra zona bastante parecida a la anterior, con grandes pilas de oro y joyas pero con un gran espacio en medio donde suelo estaba cubierto de una gran alfombra de musgo suave y seco. ¿Qué hago aquí y en dónde se encuentra mi compañera?

INDEEDEE: Tienes muchísima suerte de estar aquí ahora mismo, son muy pocos en este lugar los cuales tienen el privilegio de llegar a esta zona sin morir en el intento, pues a nuestra líder no le gusta que simples sabandijas ingresen a su madriguera así nada más.

CALIPSO: Espera un minuto, ¿a qué carajos te refieres con eso de "nuestra" líder? ¿No se supone que eres un simple prisionero aquí? Lo miré a los ojos ciertamente confusa. Estás mostrando mucho respeto hacia alguien que simplemente te mantiene encerrado en este lugar...

INDEEDEE: No voy a darte detalles ahora mismo, tengo muchísimo trabajo por hacer y no pienso desperdiciar mi valioso tiempo charlando con una pulgosa... Se dió media vuelta para luego caminar hacia la enorme entrada para salir del sitio.

¡¿Me dijo pulgosa?!

INDEEDEE: ¡Espera, aún no has respondido mi pregunta! Lo agarré del hombro para evitar que se vaya. Quiero que me digas qué carajos está sucediendo aquí, no estoy entendiendo absolutamente nada.

INDEEDEE: La señorita Croata responderá a todas tus dudas, mi trabajo aquí ya ha concluido desde el preciso momento en el que te pusiste de pie. Tengo a más pacientes para tratar ahora mismo así que suéltame, no me hagas repetirlo dos veces.

CALIPSO: Déjate de juegos y respóndeme de una puta vez... ¿Qué mierda está sucediendo? ¿Qué relación tienes con esa maldita loca de jefa?

INDEEDEE: Maldición, ¿realmente hace falta explicar algo tan obvio? Se apartó un poco de mí. Yo vivo en este lugar y seguiré a nuestra líder a dónde sea que vaya, no permitiremos que simples escorias como ustedes se interpongan en nuestro camino. Aún sigo preguntándome el porqué ella no acabó con tu vida cuando tuvo la oportunidad...

No lo pensé dos veces, rápidamente le propiné una fuerte cachetada que lo hizo caer al suelo. Este muy confundido frotó su roja mejilla adolorida mientras me miraba ciertamente confundido.

CALIPSO: ¡Cierra la puta boca, asqueroso microbio! Le grité muy molesta. ¡No me vengas con esas tonterías ahora mismo! Hemos viajado mucho y arriesgamos nuestros traseros simplemente para salvarte junto con la perra de tu pareja! El macho intentó levantarse del suelo pero rápidamente lo empujé nuevamente.

INDEEDEE: ¡¿Qué mierda haces?!

CALIPSO: ¡Te voy a golpear hasta que cambies de idea! Nuevamente le propiné una fuerte bofetada. ¡Ya estoy cansada de tener que soportar todas estas mierdas! ¡Estoy poniendo mi jodida libertad en riesgo simplemente por tu berrinchuda actitud de niño pequeño!

INDEEDEE: ¡Vete al carajo! ¡Estás jodidamente mal de la cabeza!

Usando gran parte de su fuerza consiguió empujarme hacia un lado para posteriormente colocarse de pie lo más rápido posible. Sin dudarlo corrió a toda velocidad hacia la salida sin mirar atrás pero no iba a permitírselo por nada en el mundo, rápidamente me dirigí hacia él y nuevamente salté para atraparlo antes de que pudiera ir más lejos ocasionando que los dos caigamos de manera estrepitosa al suelo.

INDEEDEE: ¡Qué me dejes en paz de una jodida vez! Usó una leve energía psíquica para atacarme, pero conseguí moverme a un lado para evitarlo mientras seguía contraatacando con mi mejor movimiento: bofetadas.

CALIPSO: ¿Acaso pienas que tus tontos poderes te servirán ahora mismo? ¡No me hagas reír! ¡Te regresaré al miserable pueblo del que saliste de una forma u otra! Usando mis poderosísimas bofetadas seguía golpeándolo hasta dejar sus mejillas bastantes rojas mientras el macho seguía intentando librarse sin mucho éxito. ¡Será mejor que te vayas olvidando de este asqueroso lugar!

INDEEDEE: Mierda... ¡Ese sitio ya dejó de ser nuestro hogar hace varios años! Exclamó fuertemente dejándome un poco pensativa. Aprovechó mi distracción para empujarme nuevamente y apartarse de mí muy exhausto y adolorido.

Me quedé algo pensativa ante aquellos palabras. El macho nuevamente se levantó del suelo para acomodarse pelaje correctamente y quitarse todo el polvo que tenía encima. Podía ver en su mirada algo de preocupación y miedo mezclado tras comentar eso último; pensé que aprovecharía para huir de mí, pero sólo se quedó parado durante un minuto entero en donde ninguno de nosotros dos tomó la palabra, dejando el lugar en completo silencio.

CALIPSO: Espera, ¿qué dijiste?

INDEEDEE: ¿Acaso eres sorda? He dicho que ese tonto pueblo dejó de ser el pacífico lugar que fue alguna vez. Escuchaba atentamente cada palabra. Desde que los tontos policía se han asociado con organizaciones criminales locales y otras actividades ilícitas para beneficiarse económicamente ese sitio solo se ha convertido en un punto de encuentro para la venta de drogas y quién sabe qué otras sustancias... Seguramente sólo nos están buscando para regresarnos a nuestros puestos de trabajo ya que somos de los pocos auxiliares que tiene aquel sector.

CALIPSO: E-Escúchame, aun no puedo creer todo lo que me has comentado pero podemos hablarlo luego junto con mi compañera, de seguro podemos encontrar alguna solución a todo.

INDEEDEE: ¡No! ¡No pienso regresar a ese lugar y poner a mi pareja en peligro nuevamente! Exclamó molesto. Nosotros trabajábamos en el área médica del pueblo junto con una Audino sin ningún tipo de preocupación, pero desde que esos estúpidos policías llegaron al pueblo las cosas no hicieron más que empeorar con el pasar de los años. Desde que establecieron el acuerdo con algunos cárteles del sector muchos sujetos peligrosos llegaron al lugar a causar desastres y arruinarnos la vida. Rápidamente se aprovechaban de nuestra debilidad para golpearnos y robarse todos nuestros ahorros mientras nos obligaban a sanar todas sus malditas heridas...

CALIPSO: Mierda, realmente no sabía que estaban pasando por todo eso... ¿Por qué no lo hablaste con los policías?

INDEEDEE: Realmente eres una mocosa muy estúpida, ¿de verdad piensas que no lo hice? ¡Hablé cientos de veces con esos tontos polizontes pero siempre me daban las mismas respuestas todas las veces! "Son negocios" "Esto se solucionará con el pasar de los días" "No te preocupes" Imitaba con una expresión de desagrado en su rostro. ¿Y quieres saber lo que ocurrió después? Un grupo se enteró sobre mis quejas y una noche se metieron a nuestra casa para golpearnos y hacerle cosas terribles a mi pareja, realmente no quiero recordar todo lo que experimenté aquella noche y pensé en abandonar el pueblo, sin embargo, no teníamos a dónde huir.

Carajo, todo es muy duro de escuchar. No me quiero imaginar todo lo que tuvieron que sufrir estos pobres pokémon simplemente por la absurda decisión de unos policías corruptos. ¿Realmente Octavia ha estado mintiendo todo este tiempo? ¿Nunca les interesó el bienestar de la gente en el pueblo?

CALIPSO: ¿Cómo fue que llegaron hasta este lugar? ¿Realmente fueron capturados?

INDEEDEE: Pues pensábamos que no teníamos salvación alguna, hasta que un día llegaron dos extraños pokémon al pueblo, un Lycanroc acompañado de una Zoroark los cuales se percataron de nuestra situación. Decidieron ir hacia mi hogar para luego comentarnos sobre la futura llegada de una hembra que pondría nuestras vidas en peligro y también sobre un buen lugar donde podríamos vivir pacíficamente sin tener que seguir temiendo por nuestra seguridad. Sin tener más opciones en mente decidimos irnos del lugar y seguirlos, ellos nos condujeron hasta este sitio donde la señorita Croata nos recibió amablemente.

¿Una hembra que pondría sus vidas en peligro? Seguramente estaban refiriéndose a mí. Esos sujetos además de ser unos putos lunáticos también son unos exagerados...

CALIPSO: Por si no lo sabías, esos dos pokémon son unos salvajes que se quedaron con tu casa e intentaron secuestrerme por algún motivo que claramente desconozco. Fuiste muy estúpido al confiar en ellos en primer lugar.

INDEEDEE: Me importa un carajo lo que haya sucedido después, finalmente estamos en un buen lugar y no pienso dejarlo por nada en el mundo. Así que ya déjame en paz y quédate aquí hasta que regrese la señorita Croata, nuestra conversación aquí ha terminado. Se dió medía vuelta para luego dirigirse hacia la salida.

CALIPSO: ¡Espera! Intenté detenerlo nuevamente, pero fue interrumpida repentinamente por una voz femenina desde la lejanía.

Justo en ese momento un ruido ensordecedor llenó la cueva, un batir de alas que resonó en las paredes de roca y en mis oídos. Sentí una ráfaga de aire y antes de que pudiera reaccionar la una imponente Noivern descendió del techo de la cueva, aterrizando rápidamente pero con un impacto que hizo temblar el suelo bajo mis patas. Su sombra se cernió sobre mí y su presencia era imponente, verdaderamente intimidante. Me quedé paralizada mientras mis ojos estaban fijos en la dragona que simplemente observaba la escena en silencio.

El Indeedee se volteó tras escuchar el fuerte estruendo y dirigió su mirada hacia aquella Noivern para posteriormente hacer una leve reverencia ante ella. La dragona le sonrió amablemente.

INDEEDEE: Señorita, ya he terminado con el trabajo que me ordenó, la Lucario ya está en buenas condiciones. Le comunicó mientras me veía fijamente. Me retiraré para continuar atendiendo a los demás pacientes.

NOIVERN: Gracias por tus servicios, me quedaré con la Lucario para hablar algunos temas importantes.

Sin más el macho terminó por abandonar el lugar, el Indeedee ya no estaba; me encontraba sola frente a esta Noivern. Intenté mantenerme firme pero el recuerdo de lo que había presenciado me atormentaba. Había visto a esta jodida enferma arrojar a dos pokémon desde una gran altura hasta matarlos sin piedad. Ese acto de crueldad se grabó en mi memoria y ahora, con ella tan cerca, el miedo me paralizaba. Mis músculos se tensaron y mi respiración se volvió errática. La dragona plegó lentamente sus alas y me observó con una mirada afilada e intensa. Sabía que debía mantener la calma pero su mera presencia me hacía sentir pequeña e indefensa. Estaba completamente sola y la vulnerabilidad que sentía era jodidamente abrumadora.

NOIVERN: ¿Qué sucede, pequeña? Te he notado muy calladita desde que me viste por primera vez, así que te preguntaré una cosa... ¿Te aterro? ¿Acaso mi sola presencia a escasos metros de ti es suficiente para dejarte helada del miedo como la simple sabandija que eres?

CALIPSO: ¿P-Por qué los asesinaste? Recordé aquella escena que presencié donde la dragona dejó caer a la Mightyena junto con el Charmeleon desde una gran altura.

NOIVERN: ¡Jajaja! No me digas que te encariñaste con dos simples escorias que amenazaban con la paz de mi querido hogar. Eso es bastante patético, deberías preocuparte por ti misma en este asqueroso mundo.

Es lo mismo que me dijo la Inteleon...

CALIPSO: ¿De verdad no escuchas lo que dices? ¡A-Asesinaste sin piedad a dos inocentes pokémon sin ningún tipo de remordimiento! Le exclamé molesta. ¡Suplicaron por sus vidas hasta en los últimos segundos pero simplemente los dejaste caer sin ningún motivo aparente!

NOIVERN: ¿Sin ningún motivo dices? ¿Acaso no escuchaste sus crímenes cometidos aquí? No me hagas seguir riéndome. Ellos sabían perfectamente lo que hacían al intentar oponerse a las normas que establecí y aún así continuaron con sus malditas acciones que acabaron por condenarlos. No permitiré que nadie aquí se burle sin antes recibir un merecido castigo.

CALIPSO: Estás mal de la cabeza... Susurré mientras retrocedía un poco. Para mí mala suerte sus grandes orejas pudieron escuchar perfectamente mis palabras.

NOIVERN: De verdad no sabes lo que dices, maldita mocosa. Avanzó rápidamente de manera lenta hacia mí hasta acabar acorralándome contra una de las paredes. Absolutamente ninguna sabandija aquí es inocente, todos estuvieron involucrados en algún extraño movimiento que ponía a mi gente en grave peligro. Comentó con una voz seria que me ponía los pelos de punta. Podía sentir su respiración a pocos centímetros de mí de lo cerca que estaba.

CALIPSO: ¿Q-Qué quieres decir?

NOIVERN: ¡Ja! Resultaste ser una gran preguntona, pero seré gentil y responderé a tu pregunta. Puso un paso enfrente para causarme más temor. Desde que he llegado a este lugar, esta pobre comunidad ha estado sufriendo durante bastantes años por los malos tratos que esta asquerosa sociedad. No podía permitirme eso, así que simplemente tomé el liderazgo y prometí cuidarlos de toda amenaza latente. Esa Mightyena y Charmeleon no eran más que simples bandidos que tuvieron la osadía de meterse en mis territorios para robar la comida de mi gente. Pude haberlos matado desde un primer momento pero fui bondadosa y decidí tenerlos de prisioneros para que sean parte de este lugar y cumplan con todas mis exigencias. Pero simplemente decidieron escupirme en la cara y traicionarme.

Mierda, aún así no puedo seguir aceptándolo. Es una asesina sin importar qué, lo que realizó es algo jodidamente imperdonable.

CALIPSO: ¡Me importa un carajo tus motivos! ¡No puedes excusarte con algo tan barato como todo aquello! Exclamé molesta. ¡¿Acaso piensas que por tener la forma de un animal te da el derecho de actuar como uno?! ¡Te recuerdo que sigues siendo una jodida humana al igual que yo sin importar lo que haya sucedido!

Esa fue la gota que resbalsó el vaso completamente lleno. La Noivern me observó con su mirada penetrante llena de ira mientras extendía sus enormes alas para posteriormente golpear fuertemente una gran roca ubicada a pocos metros de nosostras con sus grandes garras, destrozándola en miles de pequeños pedazos mientras me cubría para evitar ser golpeada por los trozos que fueron enviados por todos lados en aquel lugar.

NOIVERN: ¡¡No vuelvas a repetir esa jodida palabra en mi presencia o juro que acabaré con tu miserable vida ahora mismo!! Vociferó molesta mientras me veía fijamente. Intenté no hacer contacto visual con ella mientras me reincorporaba lentamente. ¡¡Esta es tu última advertencia!!

Guardé silencio durante algunos segundos que parecían eternos. La Noivern suspiró mientras respiraba con algo de pesadez, realmente no sabía cómo tratar con esta situación. ¿Por qué se molestó de esa manera cuando la llamé humana? ¿Hay algún motivo por el cual no quiere comentarlo?, mierda, nuevamente estoy haciéndome preguntas...

CALIPSO: ¿Por q-qué estás haciendo todo esto? ¿Por qué decidiste traerme aquí en primer lugar? Pregunté una vez la noté más tranquila. Yo seguía igual de nerviosa y muy asustada. Mierda... No quería demostrarlo pero estoy jodidamente asustada incluso desde el primer momento en el que puse un pie en este mundo. Ya transcurrieron algunos días y sigo creyendo que esto no es más que alguna simple pesadilla...

Ella me miró a los ojos con desprecio y muchas dudas a la vez. Simplemente suspiró molesta mientras retrocedía un poco para tener más espacio.

No sabía que estaba sucediendo, pero creo que finalmente tendré un poco de calma luego de tanto ajetreo. Realmente me lo merezco...

NOIVERN: Sé muy bien por lo que estás pasando, yo también lo experimenté en su momento. Me comentó en voz baja luego de tranquilizarse un poco. ¿Quieres saber por qué hago todo esto? Entonces te daré las respuestas que tantos buscas para que lo comprendas perfectamente.

(...)

Recuerdo cuando hubo una vez en donde solía llamarme Ana, tenía dieciséis años y vivía en una pequeña aldea en la república de Serbia con mis padres y mis dos hermanos menores. Mi pequeña familia se había mudado allí años antes buscando un futuro mejor para todos nosotros, mi padre había conseguido trabajo en una fábrica y mi madre trabajaba en una tienda local. En aquel entonces, Yugoslavia era un país unido y próspero y no importaba si éramos croatas viviendo en otro sitio. Pero todo eso cambió con la guerra.

Desde que empezó aquel enfrentamiento la vida se había convertido en un infierno constante. Cada día era una lucha por sobrevivir no solo por la escasez de recursos, sino por el odio que nos envolvía como una puta niebla asfixiante. Antes de aquello absolutamente todo era diferente. Nuestra aldea era pacífica, la gente se ayudaba entre sí sin importar su origen. Pero luego, ser croata allí se convirtió en una sentencia... Yugoslavia solía ser un país que alguna vez estuvo unido bajo un ideal socialista el cual lentamente comenzó a desmoronarse. Diferencias étnicas, religiosas y políticas largamente suprimidas por el régimen comunista resurgieron con furia cuando la autoridad central empezó a perder poder. La desintegración del país trajo consigo nacionalismos extremos, conflictos territoriales y un odio ancestral que se desbordó en forma de violencia.

La guerra en Yugoslavia comenzó cuando Eslovenia y Croacia declararon su independencia en 1991. Lo que podría haber sido un proceso de separación pacífica se convirtió rápidamente en un conflicto armado. Serbia, bajo el liderazgo de un desquiciado se opuso vehementemente a la independencia de estas repúblicas, especialmente Croacia debido a la gran población serbia que vivía allí. Los serbios temían ser perseguidos en los nuevos estados independientes y en respuesta las tensiones se intensificaron rápidamente. Desde ese preciso momento todo se fue al carajo.

Cada mañana despertaba con miedo. El simple acto de salir de casa era un riesgo. En el mercado las miradas de odio me perforaban como cuchillos. Los insultos eran constantes. "¡Traidora! ¡Asesina!" gritaban, como si ser croata me hiciera culpable de todos los horrores de la guerra, algunos incluso escupían a mis pies sin motivos. Recuerdo un día en donde mi padre había sido brutalmente golpeado por un grupo de hombres. Lo acusaron de ser espía solo porque era croata. Le destrozaron el rostro y lo dejaron tirado en la carretera como si fuera basura. Desde entonces apenas salía de casa, y cuando lo hacía, el miedo se reflejaba en sus ojos, era el miedo de todos nosotros. Los servicios básicos eran un lujo del pasado, el médico del pueblo antes amable y profesional ahora nos negaba la atención. "No puedo ayudar a croatas", decía. Mi madre se veía obligada a improvisar con hierbas y remedios caseros. Pero, ¿cómo se curaba el miedo? ¿Cómo se curaban las heridas que esa estúpida guerra causó?

Ir a la escuela era una pesadilla más con la que tenía que lidiar. Mis compañeros me veían como una enemiga, los empujones, los libros rotos, los insultos. "¡Croata de mierda!" gritaban siempre. Los maestros miraban hacia otro lado o incluso participaban en el abuso. En ese lugar estaba sola, no tenía a nadie a quien recurrir. Cada día era una tortura psicológica. La noche era aún peor, el silencio era aterrador ruido, un coche que pasaba, un grito en la lejanía, nos llenaba de terror. Nos habíamos acostumbrado a vivir con lo mínimo siempre listos para huir, pero no podíamos huir de quienes éramos. Éramos croatas y por eso éramos odiados, de solo pensarlo me hace hervir la sangre.

El odio nos rodeaba, nos aplastaba. No podíamos confiar en nadie. No había aliados, solo enemigos esperando el momento de atacarnos. Mis hermanos tan pequeños habían perdido su infancia. Les enseñaba a leer y escribir, pero también les enseñaba a estar en alerta, a temer siempre. Las hostilidades se intensificaban cada día, los rumores sobre atrocidades cometidas por todos los bandos eran constantes, alimentando un círculo vicioso de odio y violencia. En nuestra aldea ser croata se había convertido en una razón suficiente para ser perseguido. El nacionalismo serbio se había vuelto agresivo y cualquier muestra de nuestra identidad era vista como una traición.

Un día, mientras los conflictos bélicos se intensificaban la situación alcanzó su punto de quiebre. Los enfrentamientos se hicieron más cercanos, los disparos más frecuentes. Y entonces, sucedió lo inevitable...

Era una noche oscura cuando escuchamos los gritos y las pisadas acercándose, sabíamos que algo terrible estaba por suceder, intentamos escondernos pero no había lugar seguro. La puerta de nuestra casa fue derribada y entraron hombres armados con miradas llenas de odio y sed de sangre. Nos acorralaron sin piedad; mi madre fue la primera en caer, la cual fue arrastrada fuera de la casa, abusada y golpeada hasta la muerte enfrente de todos nosotros. Los gritos de mis hermanos resonaban en mis oídos mientras intentaban esconderse inútilmente. Mi padre ya débil por los golpes anteriores intentó defendernos, pero fue asesinado a golpes.

Me atraparon tras intentar huir desesperadamente y posteriormente me arrastraron hasta la antigua torre de agua en el centro del pueblo junto con mis hermanos en donde decidieron acabar finalmente con todo esto. Podía escuchar perfectamente a esos hombres gritar insultos mientras me llevaban a la cima. "¡Croata de mierda! ¡Esto es lo que mereces!". Desde lo alto de aquel lugar podía ver mi hogar en ruinas y a mí pobre familia destrozada, el odio en los ojos de esas personas era notorio. Una nube de preguntas se acumuló en mi mente en ese preciso momento mientras veía todo aterrada; ¿Por qué nos pasó todo esto? ¿Por qué nos odian simplemente por ser de una nacionalidad diferente?, todas esas dudas invadieron mi débil cabeza hasta que finalmente sucedió. Me empujaron sin piedad, y mientras caía, sentí el viento en mi rostro y una paz momentánea, como si finalmente estuviera escapando de todo el sufrimiento.

La caída fue rápida y pensé que todo acabaría allí mismo para mí, creí torpemente que finalmente tendría la paz que me merecía después de todo lo que he sufrido en este estúpido mundo. Sin embargo, aquella oscuridad que me envolvió de un momento a otro comenzó a disiparse lentamente, dejándome ver una fuerte luz que invadió por completo mi débil visión en aquel momento.

No podía creer lo que estaba sucediendo en ese preciso momento, todo el caos que había experimentado hace pocos minutos cambió repentinamente a un escenario diferente con la naturaleza rodeándome por completo. Sin darme cuenta había reencarnado en otro mundo y con otra apariencia. No podía comprenderlo en ese momento, estaba igual de asustada y sin saber qué hacer al respecto. No podía hablar y mis músculos eran bastantes débiles.

Había eclosionado de un pequeño huevo como una Noibat, en un abandonado nido en medio de un gigantesco bosque.

Rompí la cáscara con esfuerzo sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad, al salir lo primero que vi fue a una extraña criatura delante, como si hubiese estado esperándome. Tenía una apariencia oscura con ojos brillantes que me observó detenidamente, no sabía que estaba ocurriendo, pensé que se trataba de un sueño o algo parecido. Este me dió una serie de indicaciones y aunque recuerdo muy poco lo que dijo sus palabras dejaron una impresión en mí en aquel momento. Luego, desapareció, dejándome sola en este mundo y desde ese momento no lo he vuelto a ver.

Los primeros días fueron extraños pero manejables. Conseguía alimento de la naturaleza comiendo frutas y demás bayas que encontraba por el camino. Mis instintos como pokémon me guiaban y los cuales me ayudaron mucho a sobrevivir, aunque no entendía del todo mi nueva forma lograba adaptarme poco a poco con el transcurso del tiempo. Sin embargo, todo cambió cuando empecé a encontrarme con otras criaturas que no eran tan amigables; algunos intentaban atacarme para comerme y pronto me di cuenta de que la supervivencia en este mundo no sería fácil. Pasé los siguientes días huyendo, asustada y sin descanso hasta que aprendí a volar con mis débiles alas por los peligrosos cielos donde más peligros me esperaban.

Tras varias semanas de huir y esconderme, agotada y desesperada, finalmente acabé por toparme con un Raichu pescador al lado del río de las Tierras Aurora en unos de mis largos viajes por supervivencia. Al principio, temí que fuera otro enemigo pero sus ojos mostraban compasión, ese tipo eléctrico me observó por un momento antes de acercarse con cuidado. Me ofreció comida y me permitió descansar en su hogar junto con su familia. Poco a poco, comencé a confiar en él.

Ese amable Raichu me llevó consigo hacia una zona montañosa en donde vivía pacíficamente en una pequeña cabaña con su familia, un lugar donde la naturaleza parecía más acogedora y segura. Me cuidó y protegió, mostrándome los secretos del lugar a la vez que me enseñaba a encontrar los mejores escondites y evitar a los depredadores y a convivir con la naturaleza de manera armoniosa. Su presencia me dio una sensación de seguridad que no había sentido en bastante tiempo. Un día decidió llevarme más allá de nuestro hogar, me condujo a una comunidad oculta entre las montañas en donde conocí a otros pokémon que vivían juntos, alejados del peligro y el caos del mundo exterior; era un pequeño "santuario", ubicado entre los puntos más altos de las Crestas Verdeluz, un lugar de paz y cooperación que habían fundado hace varios años atrás.

La comunidad me recibió y aceptó con calidez como una más de ellos aunque seguía siendo una extraña en un cuerpo nuevo a pesar de que nadie en este mundo lo sabía, ya que había decidido mantenerlo en secreto por órdenes del extraño pokémon sombra... Pronto descubrí que aquellos pokémon también huía de la discriminación y los peligros del exterior, tal como yo había huido en mi vida pasada como humana. Eran criaturas que habían encontrado refugio en las montañas para escapar de la hostilidad de otros, su lucha por sobrevivir y encontrar paz resonaba profundamente en mí, fue en ese momento donde comprendí que no estaba sola en mi dolor y que este nuevo mundo, aunque diferente, no estaba exento de sus propias formas de injusticia y lucha.

Pasó el tiempo y comencé a sentirme en paz, incluso esperanzada, todos trabajábamos arduamente para poder llevar las cosas para adelante mientras aprendía más sobre mí misma y sobre todos los demás. Pero entonces, una dura invasión azotó nuestra comunidad; bandidos y saqueadores atacaron sin piedad a la pequeña comunidad que vivía pacíficamente, dejando a varios muertos y heridos por todos lados. El caos y la destrucción se apoderaron de nuestro querido hogar, recuerdo perfectamente los gritos de dolor y desesperación que llenaron el aire aquel trágico día. Intenté defender a los que podía pero mi pequeño y débil cuerpo era incapaz de poder hacer algo al respecto, me sentí impotente ante la brutalidad de aquellas sabandijas.

¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué tomaron la decisión de atacar a unos indefensos pokémon para robarse todo lo que hemos conseguido arduamente para poder sobrevivir? De solo pensarlo hace que mi odio aumente.

El ataque fue feroz y despiadado. Vi a muchos amigos caer uno tras otro con sus cuerpos inertes marcados por la violencia, aquellos bandidos no mostraron ni una pizca de piedad los cuales arrasaron con todo a su paso. Los recuerdos de mi vida pasada volvieron a mí con fuerza, la impotencia y el odio resurgieron, pero esta vez no era una niña indefensa, era un Noibat con un deseo ardiente de proteger a los míos. Fue en ese momento, en medio de la devastación cuando comprendí que los peligros seguían presentes en este mundo; la ira comenzó a hervir en mi interior, una ira que no había sentido desde mi vida pasada. El odio y la violencia que creía haber dejado atrás habían vuelto a encontrarme. Esta vez no huiría, sentía una determinación feroz de proteger a los que aún quedaban y vengar a los que habíamos perdido trágicamente.

Pasaron muchos años desde aquel fatídico día en donde los demás sobrevivientes y yo tomamos medidas drásticas y tomamos una decisión que cambiaría todo en mi nueva vida: para protegernos debíamos gobernar el lugar e imponer mano dura para que cosas así no volvieran a suceder. Comprendimos rápidamente que la paz debía obtenerse de una manera u otra y no podíamos permitirnos ser débiles nuevamente ante los peligros del exterior. Nuestra comunidad se transformó rápidamente de un refugio pacífico a ser una fortaleza. Establecimos reglas estrictas y tomamos el control absoluto para garantizar nuestra seguridad, no fue una decisión fácil pero sabíamos que era necesaria. La paz tenía un precio y estábamos dispuestos a pagarlo.

El Raichu que me salvó desde un inicio y protegió durante bastantes años no estaba para nada de acuerdo con las nuevas reglas establecidas y simplemente decidió alejarse junto con su familia para así evitar verse involucrados... Con el tiempo, mis habilidades y mi fuerza crecieron desmedidamente hasta que finalmente logré evolucionar a una gran e imponente Noivern. Con mi nueva forma podía demostrar todo el poder que tenía para proteger a los míos y vengar a los caídos. Mi tamaño y fuerza imponían respeto y temor y los aproveché muy bien para defender a nuestra comunidad de cualquier amenaza.

Empecé a liderar incursiones contra aquellos que nos habían atacado. Ya no era la débil y asustada niña que solía ser un pasado que era incapaz de defenderse; ahora era una gran guerrera con una increíble fuerza que aprovecharía sin dudarlo. Saqueábamos pueblos y capturábamos a los pokémon que pertenecían a diferentes bandas y escorias que intentaban hacernos daño. Los tomábamos como prisioneros y los obligábamos a trabajar para nuestra comunidad. Esta medida extrema garantizaba que los atacantes pensaran dos veces antes de volver a enfrentarnos, y si decidían desobedecernos me encargaría personalmente de condenarlos al abismo. No éramos crueles sin motivo, pero comprendimos que en un mundo lleno de peligros nuestras decisiones eran necesarias para poder sobrevivir, era algo que había aprendido en mi pasado humano. Nuestra comunidad se convirtió en un lugar seguro y próspero, pero a un alto costo; los días de paz venían acompañados de noches de vigilancia y constantes enfrentamientos con aquellos que intentaban desafiarnos. Sabía que mi camino estaba lleno de sombras y decisiones difíciles, pero la tranquilidad que habíamos alcanzado era una prueba de nuestra determinación y fuerza.

Luego de que todos en el sector me conocieran por mis acciones ante los bastardos que intentaban desafiarme, hice que me llamaran por un simple nombre: "La Croata", el cual no solo honraba mis raíces y el valor de mi pasado en Croacia, sino que también simbolizaba mi transformación personal. Ya no me sentía avergonzada ni discriminada por ser croata; al contrario, abrazaba con orgullo mi antigua identidad y todo lo que representaba. Quería que este título reflejara nuestra determinación colectiva para superar las adversidades y construir un futuro mejor.

Decidí nombrar a nuestra comunidad con una palabra en croata: los "Buraži" que significaba "hermandad", era un nombre que reflejaba nuestra unidad y determinación para enfrentar cualquier desafío que se presentara. Ante los ojos de las demás sabandijas de este sector no éramos más que unos salvajes peligrosos con sed de sangre, pero en mi corazón, éramos mucho más: éramos una familia unida por el deseo de vivir en paz y seguridad aunque tengamos que luchar arduamente para conseguirlo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top