Capítulo 42. "Una sola opción."
POV Nicolás.
No sabía qué hacer, sentía que todo había terminado para mí, ahora solo tenía dos opciones; intentar matar a mis amigos o simplemente huir y ser un prófugo de la justicia por el resto de mi vida, pero esas dos opciones pronto se convirtieron en una sola.
-¡Ya no te reconozco! -la voz de Danna estaba totalmente quebrada, sus lagrimas resbalaron por sus mejillas y yo pude sentir un poco de culpa por lo que estaba haciendo. -Pablo era como un hermano para ti, ¿Cómo pudiste matarlo, hijo de puta? Te mereces lo que te pasa, no me sorprende saber que a tu hermana la mataste tú.
¿A mi hermana qué? Levanté mi mirada hasta esos dos, pero cuando lo hice ya se encontraban corriendo hasta el auto de Evan, pues al asomarme por la puerta, él auto ya se estaba alejando.
Mi respiración comenzó a acelerarse, no podía creer que esto estaba pasando, ahora tendré que huir si no quiero terminar en la cárcel, pero no entiendo una cosa, ¿Qué pasó con mi hermana? ¿Qué le pasó a Katherine?
Unas lagrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas, no sabia que hacer, a donde ir o que seguía en mi vida ahora, algo tenia seguro ahora, la policía no tardará en llegar aquí y cuando me encuentre con todo este desastre terminaré por siempre en la cárcel.
-¿Eres imbécil o qué? -preguntó Lucrecia acercándose a mí. -Danna y Evan irán a la policía, tienes que huir.
Negué con la cabeza.
-Ayúdenme, por favor.
-Ya no podemos hacer nada por ti, lo único que te queda es irte de la ciudad y no volver nunca más -Juan me miró con lastima y yo solo seguía negando.
No puedo irme, no puedo dejar a mi madre, a mi hermana, no puedo dejar a Charlie, ay mierda, ¿Qué pasara cuando él sepa lo que hice? Seguro me odiará e igual deseará mi muerte, maldita sea.
-Ven con nosotros -Lucrecia me tendió su mano, pero yo no la tomé, sin decir nada solo retrocedí entrando a la casa otra vez.
Me di la vuelta y caminé hasta la dirección del sótano, por donde la sangre de Pablo ya estaba escurriendo, descendí las escaleras y pude ver a Hugo intentando quitarse a su hermano de encima.
-Tu tienes la culpa de todo, hijo de perra -dije molesto, tomé a su hermano de la camisa y lo quité de encima de él, lanzándolo al suelo.
-Por favor no, no me mates, Nico -Hugo estaba llorando, podía notar que estaba demasiado asustado, todo había cambiado, la expresión de superioridad ya no se encontraba por ningún lado, solo estaba la carita de un niño con miedo de morir. -Ya mataste a mi hermano y a Pablo, no me hagas lo mismo, solo déjame ir, por favor.
Negué con la cabeza.
-No puedo dejarte ir, no a ti -caminé hasta la pequeña mesa de herramientas de mi padre, tomé un pequeño mazo que ahí había y regresé hasta donde Hugo estaba.
Me miro muy asustado, sin decirle nada y sin dejar que él comenzará a hablar, comencé a golpear su cabeza, una y otra y otra vez, demasiadas veces hasta que lo único que se podía ver era una fea masa de carne, hueso y sangre, acompañado de su cabello.
Hugo ya estaba muerto, supongo que si desde un inicio lo hubiera matado a él y no a susana las cosas ahora serian diferentes, porque con solo un pequeño cambio todo habría sido de otra manera, posiblemente hasta mi padre estaría con vida, quien sabe.
-Que asco -Juan bajó por las escaleras, escuché que traía unas cadenas consigo. -Supongo que ya no las necesitaremos, estábamos pensando en llevarnos a Hugo a casa de Lu, pero ya lo mataste.
Asentí y pude respirar con tranquilidad, ahora ya estaba listo para salir de aquí.
-¿Lo vas a dejar ahí? -ahora habló Lu.
-¿Qué quieres hacer con él? -pregunté confundido, no creo que ya pueda haber una manera de poder culparlo a él por todo, puesto que Danna y Evan me vieron cortando el cuello de Pablo.
Lu miró a Juan, luego ambos se sonrieron, no sé qué mierda están planeando, pero sinceramente ahora mismo ni me interesa, solo quiero salir de aquí antes que la policía venga y me lleve a prisión.
-Ya se nos ocurrirá algo -asintió Lu.
Juan me pidió que ayudará a cargar la silla en la que Hugo se encontraba, la llevamos hasta el auto, como pudimos la metimos en la cajuela, fue demasiado difícil, pero nada como romper sus piernas para que lograra entrar, nos subimos en el auto y nos alejamos de ahí.
Mi corazón latió demasiado fuerte, pues al estar saliendo del bosque, pude ver el auto de Fernando, ¿Qué mierda hace él aquí? Oh por Dios, Charlie, él esta en la parte trasera del auto, se miraba tan preocupado, no lo merezco.
-¿Qué harás ahora? -preguntó Juan mientras conducía manteniendo su mirada al frente.
-Supongo que mi vida terminó, tengo que irme de aquí.
-¿Puedo ir contigo? -Lu me miró sonriendo. -La verdad es que nunca me gustó este pueblo de mierda, por favor di que sí.
Yo asentí y una sonrisa se formó en mis labios. Al borde de la carretera nos detuvimos, Juan y Lu salieron del auto sin decirme que harían, pero en unos segundos pude notarlo, habían lanzado a Hugo a un costado de la carretera y sin más volvieron a subir.
-Ese imbécil se merece pudrirse solito -Lucrecia sonrió y yo hice lo mismo.
-¿Saben que pasó con mi hermana? -pregunté temiendo por la respuesta, pero estaba preparado para lo que fuera a pasar.
Juan me miró a través del retrovisor y sonrió.
-La matamos, ¿Por?
-¿Qué? -pregunté sorprendido de su maldita respuesta tan sínica.
-Lo que oíste, la matamos, queríamos enviarte un mensaje que no ignorarías, además teníamos pensado echarte la culpa de todo, pero hoy después de matar a tu hermana, las cosas se complicaron, los padres de Víctor fueron a mi casa a buscar a su hijito, tal parece que Víctor no siguió bien mis instrucciones de decir que estaría contigo, tuve que matar a sus padres y ahora seré un prófugo con ustedes, ¿A dónde les gustaría ir? ¿A Canadá?
En mis manos se encontraba mi navaja, quería ahora mismo clavársela en el maldito cuello y matarlo, seria rápido, pero ahora no me quedan muchas opciones para vengar la muerte de mi hermana, la única persona en este mundo de mierda que realmente me importaba, no puedo creerlo.
-Hazlo, Nico -Lu me sonrió.
Juan me miró por el retrovisor sin entender que era lo que pasaba, lo hice, en un movimiento rápido le clavé mi navaja en el cuello a Juan, él soltó el volante para quizá evitar morirse desangrado, pero esto no es suficiente, yo necesito más. Con mi navaja corté su cuello, presionando lo más que podía, se sentía demasiado genial como suena la carne cuando la estas cortando, y el sonido de la sangre saliendo a chorros de la herida era magnifico.
-¡Cuidado! -grité al ver hacia enfrente, él auto había salido del camino y nos encontrábamos yendo a toda velocidad contra un gran árbol.
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