Capítulo 3. "Pequeña zorra."

POV Nicolás.

Al finalizar el día de escuela, mis emociones estaban como locas, sentía demasiado como para poder expresarlo por escrito, sentía tanto, emoción, felicidad, nervios, satisfacción, incluso algo de excitación.

—¿Nos iremos contigo? —preguntó Pablo mientras yo mantenía mi mirada hacia mi auto, que era al lugar a donde me dirigía.

Me detuve en seco y me giré, Pablo y Charlie venían detrás de mí, con sus mochilas en el hombro y una expresión de confusión.

Mierda, mierda, el puto trabajo en equipo, no, no puedo hacerlo ahora, mi asunto pendiente con Susana no puede esperar, pronto empezarán a buscarla si no es que ya han empezado.

Hugo pasó a mi lado, con él iban sus estúpidas amistades, Juan, Tom y Rubí, estoy bastante seguro que falta alguien más, oh cierto, la cabeza hueca de Lily.

—¿Qué mierda quieres, Nicolás? —Hugo se acercó de manera amenazante hasta mí. —¿Quieres repetir lo del lunes?

Yo negué nervioso y comencé a apretar mis puños.

—Ya basta, idiota, mejor ve y busca a tu novia la zorra que seguramente ya debe de andar entregándole la vagina a tu hermano —Kenia se acercó a nosotros y Hugo simplemente dio un golpe en mi auto.

—Vete a la mierda —dijo él y simplemente se alejó con sus amigos.

—Ese golpe debió haber sido para esa zorra que no sabe mantener la boca cerrada —escuché la voz de Juan cuando la bolita de pendejos se estaba alejando.

Suspiré más calmado deseando llegar a mi casa y desquitarme con lo que creo que es lo más valioso para ese imbécil.

—¿Nos vamos entonces? —preguntó Pablo nuevamente.

—No —dije de manera seria. —Tengo algunas cosas que hacer, ¿Qué les parece que nos veamos en la tarde? Más o menos a las seis y media.

Charlie sonrió y asintió. Por otra parte, Pablo me miró confundido.

—No debes tenerles miedo.

—No les tengo miedo, son ellos los que deberían tenerme miedo a mí —dije sin mostrar ninguna emoción en mi cara.

Kenia comenzó a reír y me dio un leve golpe en el hombro.

—Wey, casi me la creo, eres el puto hombre más dócil de toda la fucking ciudad.

Fingí una sonrisa y subí a mi auto sin responderles nada, solo moví mi mano para despedirme y ahora si emprender mi camino hasta esa pequeña zorra que espera impaciente su inevitable muerte.

Al llegar a casa, metí la llave a la ranura en la puerta de manera torpe, aunque ya lo hice una vez, esto siempre me causará un poco de nervios, claro, las otras emociones son mayores que un poco de nerviosismo. Abrí la puerta y caminé a lo largo del pasillo que daba hasta el sótano, antes de entrar suspiré y una gran sonrisa se dibujó en mi cara.

—He vuelto —dije en voz alta para que Susana pudiera escucharme y ahora si abrí la puerta de manera silenciosa.

Descendí los escalones y pude verla, estaba bajo la luz del pequeño foco y se miraba mal, nada en comparación a como la vi durante años en la escuela, porque sí, conozco a esos imbéciles desde que era un jodido niño.

—Tengo mucha sed —su voz sonaba un poco baja, arrastraba las palabras y chupaba sus propios labios, ya que estos se podían ver muy secos y agrietados.

—No hay agua para ti, no hay nada para ti —sonreí.

—Por favor, Nico, ya fue suficiente, déjame salir de aquí, te prometo que no diré nada, haré que Hugo no te vuelva a molestar nunca —unas lágrimas descendieron por sus mejillas. —Por favor.

Negué lentamente mientras esa gran sonrisa adornaba mi cara, Dios, esto es como cuando me daban mi regalo de navidad, así de emocionado estoy.

—Te voy a matar, Susana —dije y una carcajada salió de mí, su puta cara estaba para no creérselo. —Y después voy a matar a tu puto novio.

Ella negó.

—Es una broma, ¿verdad?

—No, no es una broma.

—No puedes matarme, irás a prisión y tu vida se echará a perder, se irá a la mierda, no hagas eso, por favor, Nico, yo sé que tú eres inteligente y...

—Pues claro que lo soy y gracias a eso no iré a la cárcel, nada, ni nadie me vincula contigo.

—¡Noooo! No puedes, no puedes matarme, no quiero morir, Dios mío, ayúdame.

Me gusta que rueguen, que le pidan a Dios que los ayude aun sabiendo que no lo hará.

—Vas a morir y no hay forma de que puedas salvarte.

—¡Auxiliooooooo! —su voz sonó rasposa al final del grito y eso me hizo saber que había estado gritando durante mucho tiempo y es por eso que su boca estaba tan seca.

Solté mi mochila y esta cayó al suelo, la abrí y pude ver el celular de Susana dentro, lo tomé y cuando estaba por encenderlo recordé que su puta ubicación estaría aquí por última vez, así que lo reserve a un costado para proseguir a sacar mi delicada navaja, si, la misma que usé con Ariana.

Con ella fue fácil y rápido, una rápida apuñalada en la garganta y luego verla morir lentamente mientras intentaba escapar de mí, lo haré mejor esta vez.

Susana seguía llorando, pero se detuvo cuando me vio acercándome a ella, sus sollozos se detuvieron y entonces hizo lo que me temía.

Intentaba aguantar la respiración, ¿Para qué? Quizá para desmayarse y así no sentir el dolor que estaba por provocarle, quise detenerla, pero no, no puedo ir ahí y forcejear con ella y obligarla a respirar, así que simplemente me acerqué a ella y corté la cuerda que estaba en su mano derecha, su pecho comenzó a subir y a bajar nuevamente, ya estaba respirando.

—Oh Dios, te creí, creí que si me matarías.

Sin decir nada corté la otra cuerda de su otro brazo y ella rápido quiso arrebatarme la navaja, pero para su mala suerte la tomo del filo y la sangre en su palma no tardo en salir.

—¡Hijo de puta! ¡Duele, duele! —que delicioso, sonreí y ella se giró a verme. —¿Qué haces?

Nuevamente me quedé en silencio viendo cómo se quejaba del dolor y la sangre de su mano seguía cayendo en gotas al suelo.

—Déjame ver —dije fingiendo estar preocupado.

Ella extendió su mano hasta mí, la tomé con fuerza y rápido deslicé la punta de la navaja desde su entre brazo hasta su muñeca, el filo de la navaja abrió completamente su piel, la sangre emergió como si una fuga de agua se tratase y ella comenzó a gritar.

Y aquí está el momento que mencioné, que tanto me gusta, su cara expresaba terror, no quería morir, pero lo hará, ya no hay nada que pueda salvarla y ella en el fondo lo sabe, morirá y yo seré la última persona a la que vea.

—Dulces, sueños.


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Espero les haya gustado.

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