Seong Ga-yeong.

⚠️ El capítulo en sí es su propia advertencia. Léanlo con discreción.. ⚠️

Toca temas sensibles y hablo enserio.

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De verdad, esto había pasado.

Esto no era algún mal sueño creado por su mente para mostrarle los actos y sus consecuencias.

O era tan mala madre la cual había sido capaz de irse detrás de ese alfa para intentar buscar respuestas y lo que había terminado era volver a caer en lo mismo. Se dejó cegar por la calentura del momento, se olvidó de todo a su alrededor.

Olvidó a su hija, su prioridad número uno, por la cual estaba luchando para recuperarla, aguantando todo hasta el maltrato físico y ahora esto. Se sentía tan miserable que quería llorar ahí mismo al ver esa herida con puntos en la cabeza de su princesa. No se merecía esta herida que estaría por siempre acompañándola.

Llegó a sentir como en el mar de sus pensamientos ella se abalanzó hasta sus brazos para buscar su protección. Él solo se agachó para abrazarla mucho más fuerte, sintiendo que lo único que podía hacer ahora era soltar feromonas maternales para intentar calmarse los dos y estar sin derrumbarse en medio del llanto.

Cuando pasaron algunos segundos, sintiendo que se había calmado lo suficientemente y sin llegar a soltar a su hija, se atrevió a soltar las preguntas que tanto estaba temiendo saber sus respuestas porque significaría haber fallado en ser una buena madre.

—¿Qué fue lo que le pasó a mi hija? —Tomó una pausa, intentando encontrar las palabras correctas para continuar.— Para ella, estar con esta herida justo ahora...

Vio cómo esa mujer, que estaba botando los implementos que había utilizado para coser la frente de su pequeña, los dejó caer para acercarse hasta él con una mirada llena de odio. Le sacó de sus brazos a su hija, haciendo que se sentara en una camilla, y a él le sacaron unos pasos para señalarlo antes de hablar fuertemente.

—Sabes que la pequeña se cayó de los carritos chocones, aunque para ti esto no debería ser un motivo de preocupación, ¿omega, o sí? —Lo apuntó con una de sus manos sin dejar que pasara las cortinas para ver a la niña.— Y quién se suponía que era su cuidador no estaba a la vista.

Sintió que esas palabras fueron como una daga clavada en su pecho, aunque también lo iba ignorando. Luchó con esta mujer para ir detrás de su hija. Debía estar tan asustada. Necesitaba a su mamá con ella ahí, consolándola, pero estaban sin dejarlo, manteniéndolo pegado a la pared.

—La pequeña entró en llanto por estos mismos motivos. No deben darle la custodia a los omegas —lo pegó mucho más, atreviéndose a tocarle su vientre por unos segundos—. Estos solo se dejan cegar por una calentura y terminan como tú, con otro embarazo que será de ese estorbo que esperas —lo último lo dijo casi que con un susurro.

Embarazo. ¿Hasta cuándo la gente dejaría de decir estas cosas? Solo eran mentiras para jugarle una mala broma. Si esto era una especie de manipulación para que dejara de pensar en su pequeña, la cual lo estaba necesitando justo ahora, necesitaba estar con ella.

—No, esto no es así—intentaba encontrar la manera de expresarse correctamente, aunque escuchar eso último lo dejó paralizado porque eso solo era una mentira—.Debes creerme, yo no me he cegado por ninguna calentura del momento.

—Entonces dime tú dónde estaba la madre del año. —Tomó una pausa, haciendo comillas en el aire antes de hablar—.Porque sabes que, curiosamente, la vieron salir de los baños y un alfa salió unos cuantos minutos después de ese omega con una sonrisa en la cara. Si eso no es una calentura, entonces dígame usted, omega, que no lo es.

Sencillamente estaba escuchando mal. Nadie podía ni debía saber que había ido detrás de ese alfa solo para intentar buscar las respuestas que tanto necesitaba su corazón de esa vez que lo habían dejado abandonado en ese restaurante.

—Muéstrame tú las pruebas de dónde estabas cuando a su hija le llegó a pasar el accidente porque a su lado no lo estabas.

—Yo sencillamente fui al baño menos de dos minutos y no iba a pasar nada cuando la vi por última vez. Ella estaba bien, divirtiéndose, estaba feliz, hija. Y ya basta de esto, déjeme ir detrás de mi princesa, me necesita.

Cómo pudo, se llegó a liberar de la presión que le estaba manteniendo esta mujer en su cuerpo para traspasar esas cortinas e ir con ella, pero lo que escuchó lo dejó mal.

—Fueron quince minutos, omega.

Quince minutos fue lo que lo hizo llegar a paralizar en mitad del camino, comenzando a respirar entrecortadamente. Esto sencillamente estaba siendo así. Él no había tardado tanto tiempo en el baño con el alfa. Aunque vio cómo la mujer se llegó a reír antes de comenzar a contar con los dedos los actos.

—Aja, si claro, menos de dos minutos según la madre del año. —Soltó una risa sarcástica antes de hablar—. Fueron quince minutos en los cuales, en tres minutos de haberse ido la pequeña, se cayó. Luego pasaron dos minutos más en los cuales solo estaba ahí sin llegar a llorar, solo diciendo a los demás preocupados que su madre iba a llegar. —Lo volvió a pegar a la pared antes de retomar lo dicho.

—Luego, a los ocho minutos, no aguantó más y se echó a llorar, y no por la sangre en su frente, sino porque quien se supone ser su madre no estaba a la vista. —Continuó señalándolo—. La tuvimos que traer a la enfermería al no ver qué la sangre parara, mientras que la pequeña se resistía diciendo que su mamá iba a llegar.

El ir escuchando la enumeración de los minutos lo estaba destruyendo por dentro. El cómo ella estaba esperando que llegara a su rescate y sencillamente no lo hizo, estaba en otro lugar descuidando a quien debía ser lo más importante de su vida justo ahora.

Se sentía miserable, que ni siquiera debía llamarse madre. Como también sentía que algunas lágrimas iban escapando de sus ojos.

—Hasta que lo conseguimos y lo más gracioso del asunto es que cuando revisamos las cámaras de seguridad, la madre del año estaba dejándose coger por un alfa, descuidando a su hija.—Volvió a reírse en su cara, llegando a escupirle.
—Típico de los omegas: por una calentura son capaces de dejar hasta a sus hijos. Por suerte, ya hemos encargado a un adulto responsable de la pequeña.

Un adulto responsable, ese era, por sobre todas las cosas, su madre. Todos podían llegar a cometer errores en esta vida, ¿por qué tenía que ser él quien fuera juzgado de esta manera? Además, si venía esa mujer, se encargarían de no permitirle ver de nuevo a su hija, algo que no podía permitirse.

Se volvió a soltar de esta mujer para volver a entrar hasta donde estaba su pequeña. Esta vez no se lo impidieron y él corrió hasta donde estaba su hija, llorando y con la herida. La abrazó muy fuerte, intentando consolarla. Detestaba verla llorar de esta manera y más sabiendo que esto era su culpa.

— Además, su hija vio en primera fila cómo su madre se dejaba coger por un alfa en los baños.

Escuchar eso de esa mujer fue como un golpe que lo destruyó por dentro. Todo, menos que su hija lo hubiera visto en esa situación. Aunque al medio alejarse de sus brazos, vio cómo la pequeña parecía alejarlo un poco.

— Tú no me quieres, preferiste a ese alfa antes que a mí —. Se iba quitando las lágrimas, alejándolo mucho más. — Todos en la casa tenían razón, tú no eres mi madre, te dejas hacer cualquier cosa por dinero. ¿Cuál será la vida de mi hermanito?

No midió sus acciones y el golpe fue seco. Al ver lo roja que se ponía la mejilla de su hija, se horrorizó. ¿En qué se estaba convirtiendo? ¿Cómo era capaz de hacerle esto a su hija? Rápidamente se arrodilló frente a ella para pedirle disculpas.

— Perdóname, hija. Yo no medí mis acciones, jamás debí haberte levantado la mano —. Iba diciendo a medida que intentaba tocar una de las manos de su hija, pero esta sencillamente se las quitaba pataleando.

— Te odio, te odio. Tú no eres mi madre. Ella nunca me hubiera dejado sola, mucho menos me hubiera pegado de esta manera.

Escuchar esos "te odio" de su pequeña lo estaban destruyendo por dentro, mucho más el sentir que ella no lo dejaba acercarse para nada, para tocarla o inspeccionar el golpe en la mejilla que se estaba poniendo cada vez más rojo. Necesitaba urgentemente remediar esto.

Aunque nada de esto funcionaba si su hija no lo dejaba acercarse, ya que cada vez que lo intentaba, ella comenzaba a gritar o hacer pataletas para que se alejara. En una de esas ocasiones, sintió cómo la pequeña le dio una patada en el vientre, lo que lo hizo caer al suelo.

El impacto en su vientre bajo le provocó un intenso dolor que lo hizo jadear y soltar algunas lágrimas. Aunque el dolor disminuyó al cabo de unos segundos, él permaneció en el suelo, con la vista nublada y sin saber qué estaba diciendo o haciendo.

Todo parecía suceder en cámara lenta. Vio cómo la mujer volvía a entrar gritando, diciendo que había llamado a su ex esposa. Creía sentir cómo su hija se acercaba, pero podría ser una ilusión. No supo si las palabras salían de su boca o se quedaban en su mente.

— Que no puedan llamar a mi ex esposa puede ser cualquier cosa —se puso una mano en el vientre por instinto—. Todo menos esto. Ella me va a quitar la custodia que estoy intentando recuperar, no quiero perderla —decía intentando respirar calmadamente, aunque el dolor volvía a intensificarse.

— Demasiado tarde, Omega. Debiste haber pensado en esto antes de estar tan calenturiento con ese alfa —se reía al verlo tan patético, retorciéndose en el suelo por el dolor—. Además, con tus acciones ni siquiera deberías tener el derecho a la custodia compartida. Con estas actitudes de una zorra que está teniendo un aborto... ¡Un aplauso para ti!

Un aborto, esto era lo que estaba pasando con su cuerpo en esos momentos. Quería reírse, si es que le encontraba el chiste a esto. Él mismo conocía a su cuerpo y sabía que no estaba embarazada, aunque el dolor persistente en su vientre bajo solo lo estaba haciendo retorcerse del dolor en el suelo. Lo hacía soltar pequeños jadeos, intentando encontrar una manera de respirar sin que le doliera. Además, sentía como que iba sudando frío.

Pero nada parecía estar funcionando como debería en su cuerpo. Junto a eso, llegaba a ver en medio de su mente nublada el cómo su pequeña se iba acercando hasta donde estaba para irlo abrazando.

—Mamita, perdóname por esto —iba diciendo con lágrimas en sus ojos a medida que una de sus pequeñas manos iba tocando su vientre bajo donde le estaba doliendo—. Yo no quería que a ti te pasara esto, mucho menos que estuvieras perdiendo a mi hermanito. Tienes que decirme que vas a estar bien. Nos vamos a ir a casa, ¿verdad? —seguía diciendo, tocando una de sus mejillas al ver cómo se iba poniendo pálido.

Iba sintiendo cómo el dolor se iba poniendo mucho más intenso en su vientre, además de cómo sus ojos se iban cerrando muy lentamente. Solo quería descansar, aunque no lo dejaban hacer al sentir cómo lo tocaban en sus mejillas. El por un instante medio levantó una de sus manos con mucho esfuerzo, quitando el cabello de la cara de su pequeña y poniéndolo detrás de su oreja.

—Mami tiene mucho dolor. Ella va a dormir solo un rato. Por favor, cuida de ella.

Quizás fue lo último que pudo articular antes de comenzar a escuchar puros gritos por parte de su pequeña y, repentinamente, parecía escuchar la voz de esa mujer que tanto daño le causaba.

—Sabes, Gi-hun, jamás me imaginé verte de esta manera tan patética en un parque de diversiones, teniendo un aborto. Pero sabes algo, vamos a ayudarte a hacerte abortar más rápido con esto.

Sintió cómo le daban varias patadas contundentes en el vientre, sintiendo muchísimo dolor. Quería gritar, aunque no podía hacerlo; su voz parecía haberse esfumado.

—Esto no es más que para que aprendas que a la niña nunca debes dejarla sola, mucho menos por dejarte coger por un alfa. Aquí tienes tus consecuencias —continuó dando más patadas, escuchando los quejidos, pero no se iba a detener.

Todo estaba doliendo mucho más. Parecía que su voz se había esfumado completamente hasta sentir lo peor que pudiera haber sentido su parte Omega: como lo rompían en dos al sentir cómo sus pantalones se iban mojando de un espeso líquido.

No, no, no. Lo que tanto quería negarse estaba pasando justo ahora. Estaba perdiendo a un bebé que estaba sin saber de su existencia. Nada podía hacer para retener lo inevitable.

Sus ojos se iban cerrando de nuevo al tener esta confirmación de parte de su propio cuerpo: lo estaba perdiendo sin ni siquiera haberlo conocido.

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Cuando volvió a abrir los ojos vio que se encontraba en un hospital con las paredes blancas. Él comenzó a moverse súper nervioso hasta sentir como un doctor llegó a encontrarlo.

— Me alegro mucho que ya hayas despertado, Gi-hun. Lamento mucho tener que decirte esto. Tuviste un aborto muy lento y doloroso. Era un niño. No pudo saber su sexo antes de que lo perdieras. Lamento mucho que se hiciera todo lo posible para intentar salvarlo pero, sencillamente, ya era muy tarde.

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Lo que tengo para decirles era la trama desde un inicio y no tienen que preocuparse porque si entrara a los juegos embarazado.

Ahora solo me queda terminar de ajustar las fechas para que tengan concordancia, y por favor, no me odien.

Por aquí leo sus teorías de lo que creen que va a venir.

Su odio a Gi-hun.

Su odio a la hija de Gi-hun.

Les juro que vendrán cosas más bonitas, como la muerte de su esposa.

Nos vemos el viernes con una actualización y me tomaré mi día de descanso.

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