¿Que fue lo que pasó?
Hola, ¿qué tal están por aquí? Me reportó nuevamente con una nueva actualización. Muchísimas gracias por siempre saber comprenderme y esperarme. Como les había dicho ayer, fue un día bastante estresante, así que no pude terminarlo a tiempo.
Y hoy ni hablar, iba por el mismo camino al amanecer sin luz. Pero bueno, no nos desviemos de lo importante que puedo contarles de este capítulo.
Si van a conocer otra faceta del líder, quizás sientan algo de empatía por él o sigan pensando que es un psicópata. Pero el caso es que falta un largo recorrido para ver algún cambio en él.
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¡Oh, nada más refrescante que meter todo su cuerpo en la tina burbujeante de agua caliente, sintiendo cómo todos sus músculos se relajan a medida que se toma un buen vaso de whisky! Mientras tanto, con su otra mano, mantenía el teléfono, escuchando el discurso de uno de sus patrocinadores sobre las razones para aceptar algo.
—De verdad, ¿es tan necesario que vaya a ese parque de diversiones? —Tomó una pausa, dándole unos sorbos a su vaso de whisky—. Quiero ver a esa mujer con mis propios ojos.
¡Por Dios! Pensaba que le iban a sugerir un lugar más interesante donde trabajar, pero ¡un parque de diversiones! ¿Qué iba a hacer él en un sitio así, solo para vigilar a una mujer? Ni que le pagaran todo el dinero del mundo.
Además, una persona como él, ¿rebajarse de esta manera con un montón de gente ordinaria? Ver a los mocosos correr y gritar, sin contar la comida chatarra en abundancia... ¡Qué patética manera de divertirse para las personas sin clase!
Solo de pensar en tener que poner sus pies en ese lugar, le daban ganas de vomitar. Así que, para sobrellevarlo, decidió darle otro trago a su whisky.
—Es muy necesario líder. —Pensó un poco sus próximas palabras antes de hablar.—Sabe, ella es una ex militar y nos serviría mucho como una nueva guardia para los juegos.
—Y ustedes piensan que va a aceptar a la primera. —Se rio un poco al imaginarse la situación.—Además, ¿quién nos garantiza a nosotros que podría llegar a delatarnos en cuanto le contemos lo que hacemos?
Peor aún, sus patrocinadores parecían no pensar en sus acciones a veces. ¿Cómo era posible que una ex militar iba a aceptar ser una guardia para matar a personas? Eso solo le daba mucha más risa, sin contar lo patética que debía ser la vida de esa mujer para acabar en un lugar como ese.
—No será así, In-ho. —Carrraspeó antes de continuar.—Esa mujer ya perdió todo en su vida. Conozco todo su pasado, así que estará más que dispuesta a aceptar nuestro pequeño trato.
—Ajá, y me dices que está disfrazada de un animal para animar a los niños en un parque de diversiones. —Se rio por lo patético de la situación que querían ponerle.—Bueno, ¿qué más quedará hacer? Si me animo, iré para allá, pero júralo: si veo algo que no me llame la atención en esa mujer, quedará descartada.
Es que de verdad le causaba mucha risa el cómo estuviera disfrazada, además de que tendría que comenzar a detallarla en ese sitio si es que aceptaba. ¡Qué patética su vida, de pana! Así que sencillamente le tocó salir de su baño burbujeante, dejando su vaso de whisky en el lavadero, poniéndose una toalla alrededor del cuerpo e irse para su cuarto.
— Sinceramente, no sé qué decirte exactamente —tomó una pausa, comenzando a buscar la ropa que se iba a poner el día de hoy.—Pero bueno, por esta vez te voy a hacer caso e iré a verla, aunque ojo, no garantizo estar más de 10 minutos en ese lugar tan ordinario.
Terminando de decir eso, cortó la llamada y dejó su teléfono en su mesita de noche para comenzar a ponerse toda su ropa del día. Empezó con su ropa interior, luego su pantalón negro y una camisa blanca, antes de ponerse su blazer de color azul.
Sintiéndose a gusto con su ropa, se echó una de sus colonias antes de sentarse en la cama.
Volviendo a agarrar su teléfono, comenzó a admirar las fotos que le había tomado en el transcurso de estos tres meses a su peluche. Estaba tan hermoso con cada día que pasaba; sus mejillas estaban tan sonrojadas y, a pesar de mantenerse con ojeras, parecía estar recuperándose. Ya no podía aguantar que llegara el día de la carta número treinta para poder verlo.
Y así, continuó con su plan inicial. Sabía que para esas alturas ya estaría embarazado y quería estar presente en su embarazo, además de mimarlo un poco. Quizás así lo convencía de que dejara su venganza de los juegos de lado, o podría continuar con la mentira a su peluche.
Bueno, el caso es que tenía todavía tiempo para pensar en cuáles serían sus próximos movimientos, así que por ahora volvió a dejar su teléfono en su mesita de noche. Al sentir cómo abrieron su puerta, era obvio quién era, aunque lo quería recibir en la sala de estar.
Al llegar ahí, vio cómo su hermanito se había acostado en uno de sus sofás importados de Dubai hace solo unas semanas, algo que sencillamente estaba sin poderse permitir. Así que hizo que quitara sus pies, viendo cómo le sacaban la lengua, y luego se sentara derecho.
Pero era lo mínimo que este niño necesitaba. Educación sobre cómo comportarse ante las cosas finas que él mantenía en su casa. Aunque por ahora estaría sin preocuparse por eso, así que toma asiento en otro de los sofás dejando que su hermano comenzara a hablar, contando todo lo que había hecho.
— Hermano, ya el regalo número quince.—hizo unos gestos con sus manos para generar expectativas antes de continuar.—Fue entregado, como todos los días, a tu omega en la puerta de su casa.
Se le escapó una sonrisa ante como se expresaba su hermano sobre los pedidos que le pedía hacer. Todavía recordaba cómo le pidió la primera vez que lo hiciera.
Casi que se iba para atrás creyendo que estaba siendo el mismo, solo por querer hacer esto de admirador secreto con su Omega. Solo que le parecía tan emocionante hacerlo.
Por dios, podía ser un psicópata y estar sin sentir amor hacia su preciado peluche, pero estaba sin negarse a sí mismo que la obsesión seguía presente en su ser y que si sería capaz de vivir con su peluche si se diera la oportunidad. Además, con su bebé en camino sería más que perfecto para formar una familia.
— Y en general, ¿cómo está mi peluche?—se sintió estúpido al preguntar eso y lo peor, ya no se pudo llegar a arrepentir de haberlo dicho al ver cómo se le escapaba esa risa a su hermano.—¿Ya lo has visto el día de hoy o seguía dormido cuando le habías dejado el regalo?
— Siempre que le dejo los regalos nunca abre la puerta.—toma una pausa antes de señalar con otro de sus dedos la siguiente acción.—Una señora mayor le llega a las horas más tarde, quizás a las 9:30 o a las 10:00 am. A esa persona sí le abre y luego recoge el paquete correspondiente. Antes de que te lo preguntes, siempre ve los paquetes con una sonrisa.
Una parte de él se sentía feliz al saber cómo su preciado peluche llegaba a reaccionar ante sus regalos. Significaba que estaba consiguiendo ganar su corazón poco a poco. Debía encontrar una manera de saber si le había gustado el gesto del dulce. Le habría gustado o ya habría comenzado con los antojos por el embarazo. Ya debía comenzar a averiguar más.
—Bueno, ¿qué más quedará por hacer con mi peluche? Para mí, la prioridad es que lo esté recibiendo sintiéndose amado.— se rió ante lo dicho aunque no midió que lo había dicho en voz alta.
—¿Por qué sigues aquí? Deberías estar haciendo otras cosas.
Juraba que su hermano ya se había ido de aquí al comenzar a caminar por la casa con sus pensamientos, pero resultaba que todavía seguía aquí. Le llegó a tirar uno de sus cojones importados. Luego se quejó de que le hubiera dicho eso último y su hermano, como un infantil, le sacó la lengua. Joder, ¿por qué no lo dejo desangrarse en esa isla?
Por Dios, ¡ni que fuera un monstruo! Con su hermano lo quería mucho, a pesar de que fuera un insoportable con todas sus letras. Era su única familia que tenía con vida y la quería a su lado.
—Estaba esperando alguna orden tuya para cumplirla respecto a tu omega.— Le tiró una almohada de regreso antes de volver a hablar.— ¿O tú quieres que me vaya a la estación de policía por el día de hoy a fingir mi trabajo?
Lo comenzó a meditar por algunos minutos antes de pensar en lo que diría. Pasaría algo grave de dejar a su peluche sin protección un día. Estaba seguro de que no. Además, siempre estaba en su casa o pasaba a buscar a su hija. Estaba sin ser muy amante de salir a tantos lugares, así que se atrevió a arriesgarse a dejarlo solo.
—No puedes ir a la estación de policías, tranquilo.— toma una pausa mientras lo iba guiando hasta la puerta para quedarse a solas.— Yo no te voy a necesitar por el día de hoy. Además, un día que esté sin ponerle vigilancia a mi peluche no será el fin del mundo.
Terminando de decir eso, le cerró la puerta en la cara a su hermano, comenzando a meditar sobre sus acciones que iba a tener el día de hoy. A ver si se anima a ir a ese patético parque de diversiones.
Quién sabe, solo las horas lo dirían.
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Su curiosidad llegó a tal punto que casi le resultaba insoportable. Esto explicaba sus propios motivos para haberse animado a venir a este parque de diversiones y estar rodeado de tanta gente tan ordinaria sencillamente le daba ganas de vomitar. Pero ya no había vuelta atrás.
Lo hecho, hecho estaba. Y ahora llevaba más de media hora observando a la mujer disfrazada de conejo, animando a los niños. Interesante reflexión. Después de haber sido una cazadora, ahora se convertiría en una presa para animar a los mocosos. Vueltas que daba la vida. Quizás podría ser una interesante recluta.
Aunque no debía descartar nada, ya mandaría a su hermano o algunos de sus lacayos a que la vigilaran durante los meses que faltaban para que comenzaran los juegos. Con este último pensamiento, sabía que no tenía nada más que hacer.
Así que comenzó a caminar hacia la salida, pero un olor lo detuvo. Era el de su Omega. Por un instante se preguntó qué hacía aquí, en este parque de diversiones. Luego recordó que tenía una hija, así que lo dejó pasar por ahora. No tenía muchas ganas de jugar con su peluche, menos en un lugar tan público.
Era excitante, sin duda, pero con una niña en la ecuación, la situación no cuadraba del todo. Así que iba a continuar con su camino, pero vio que el Omega parecía seguir su rastro inconscientemente. Para despistar, tuvo que mezclarse con la gente para que su olor se perdiera entre el de los demás.
Estuvo así por unos minutos antes de alejarse de toda esa gente y entrar al baño. Abrió uno de los lavamanos y comenzó a echarse agua en la cara, sintiendo lo pegajosa que estaba por el sudor de esa gente y cómo los olores parecían haberse quedado pegados a su piel.
¡Joder, qué sensación más asquerosa! Necesitaba llegar a su casa lo más pronto posible y quitarse todos estos olores. Pero lo que no llegó a prevenir fue ver entrar a su peluche a este baño, con las mejillas sonrojadas, como si lo estuviera buscando.
Por unos instantes quiso negarse a estar con él de esta manera, pero el placer de volver a tenerlo después de meses entre sus brazos era tan satisfactorio. Además, al meter su mano dentro de la ropa del omega y sentir ese pequeño bulto, su parte alfa sintió una gran satisfacción al pensar que en unos meses tendría a su bebé.
Así que continuó besándolo hasta que comenzó a escuchar el primer llamado por el altavoz. Llamaba a su omega. Quiso ignorarlo, ya que pensó que sería cualquier tontería. Además, no era como si su madre la hubiera dejado sola ni fuera un pollito de colores que se fuera a morir por unos minutos sin supervisión.
Los besos se volvían cada vez más eróticos mientras escuchaba los gemidos de placer y percibía las feromonas que emanaba su preciado peluche, haciendo que su polla se endureciera aún más, ansiando el momento en que pudiera volver a penetrarla y llenarla con su nudo y su semen.
Solo pudieron disfrutar unos minutos más en esa posición tan erótica antes de que los altavoces volvieran a sonar, esta vez anunciando que su pequeña estaba en la enfermería. Vio cómo la excitación de su peluche disminuía, dejándolo solo en el baño. Le dio un beso en los labios, el cual aceptó gustosamente.
Sabía que pasaría un largo rato antes de que el volviera a prestarle atención, ya que su prioridad era su hija. Lo entendía de cierta manera, aunque no podía negar que necesitaría encontrar una forma de liberar su tensión sexual en esos baños tan desagradables.
Joder, con que le echaran un poco de desinfectante, quitando la suciedad y los malos olores, se agradecería muchísimo. Además de ver lo asqueroso que estaban los cubículos, le hizo bajar la calentura de golpe. Ni en un millón de años se masturbaría ahí, considerando todas las infecciones que podrían darle. Gracias.
Pero no. Todavía seguía sin entender cómo se había dejado cegar por la calentura de su peluche y haber estado a punto de follar aquí. Menos mal que no, así que decidió salir de los baños para, disque, absorber el aire puro, pero los olores eran más asquerosos, así que volvió a dirigirse hasta unos bancos para sentarse, comenzando a fumar y sacando de uno de sus bolsillos su teléfono para mandar un mensaje.
¿Qué puedo decirte? Que me has mandado al peor lugar de mi vida a convivir con tanta gente ordinaria, solo para ver a esta mujer que no veo nada llamativo en ella, más que estar disfrazada para animar a niños. Aunque podría darte el beneficio de la duda, así que la mantendré en vigilancia, pero alguien más yo aquí no vuelvo a poner un pie.
Terminando de escribir ese mensaje, volvió a guardar su teléfono, continuando fumando su cigarro para intentar relajarse. Aunque todavía estaba sin entender por qué seguía en este parque de diversiones y no se iba, quizás estaba esperando ver a su peluche con su hija, el cual parecía estar tardando demasiado en salir de aquí y ya le estaba preocupando un poco. Podía sentir como su alfa estaba a punto de salir a la superficie.
Lo ignoró por unos minutos y se dijo a sí mismo que esperaría por unos cinco minutos más. Y si no lo veía salir con la niña, lo iría a buscar, importándole poco el cómo llegara a reaccionar. Antes de poder dar otra calada a su cigarro, todo pareció pasar en cámara lenta: la gente comenzaba a correr diciendo que había ocurrido algo en la enfermería y lo más impactante fue ver salir corriendo a la ex esposa de su peluche con la pequeña.
Vio que iba nerviosa, además de que la pequeña tenía las lágrimas en sus ojos y el cómo se intentaba liberar una y otra vez de las manos, diciendo que se quería ir con su mamá. Pero lo que lo hizo paralizar fue que le dijo: "Tú mataste a mi hermanito, eres la única culpable".
Esa fue la gota que derramó el vaso. Tenía dos opciones: sacar su pistola y pegarle un tiro a esta mujer, sin importarle poco el trauma que generaría en la pequeña, o ir detrás de su peluche, sacarlo de aquí. Su alfa gruñía en su interior por hacer las dos cosas, aunque se decidió ir detrás de su peluche. Total, a esta mujer ya la tenía vigilada y podía matarla cuando quisiera.
Así que apagó el cigarro, comenzando a acelerar sus pasos hasta que llegó a la enfermería. Se encontró una escena espantosa: su peluche con sangre en su parte baja y la que se suponía ser una enfermera pegándole y soltando cosas hirientes como "zorra, disfruta tu aborto".
Ese tipo de cosas sí que no las iba a aguantar, así que saqué la pistola, pegándole un disparo en seco a la cabeza a esa disque enfermera. Luego me acerqué hasta su peluche, poniendo la cabeza de este en mis piernas y viendo cómo estaba demasiado pálido por la pérdida de sangre.
—Yo te juro, amor mío, que esto no se va a quedar así. Esta mujer va a pagar lo que ha hecho con nuestro hijo. Me encargaré de matarla personalmente —iba diciendo mientras ponía una de mis manos en el vientre de mi pareja—. La voy a matar de la manera más dolorosa posible, como a ti te están causando este dolor por la pérdida de nuestro hijo.
Me dediqué a darle un beso en los labios, soltando feromonas para que se tranquilizara, antes de cargarlo como si estuviéramos recién casados. Lo llevé hasta mi coche, me aseguré de ponerle el cinturón de seguridad y comencé a manejar por la carretera como un loco hasta llegar al hospital más cercano.
Sabía que había violado demasiadas leyes de tránsito, pero nada de esto importaba cuando los minutos contaban entre que pudiera llegar a salvar la vida de su hijo o que este muriera. Al llegar al hospital, se bajó y comenzó a gritar como loco hasta que alguien vino y lo metió al quirófano. Lo agradeció antes de irse a sentarse en la sala de espera.
Sintiendo el tic que estaba teniendo en sus manos por lo ansioso que estaba, debía comenzar a calmarse. Su peluche no necesitaba que lo vieran de esta manera tan patética. Cuando pasaron algunos minutos, vio como el doctor salía preguntando por su persona. Él se acercó esperando que el doctor hablara.
— El omega ha presentado muchísimo sangrado por los golpes que le han dado en el vientre y, respecto al bebé, no hay casi posibilidades de que sobreviva. ¿Qué quiere hacer? ¿Le retiramos el producto o dejamos que su propio cuerpo lo expulse? Aunque no se lo recomiendo, será muchísimo más doloroso para el omega.
— ¿Qué pasa si dejamos que se expulse el propio cuerpo de mi pareja?
— Existen dos alternativas. La primera es que sencillamente no lo llegue a expulsar y se quede pegado al cuerpo, o que pueda sobrevivir pero, al llegar al parto, nazca muerto o con muchísimas malformaciones por los golpes que ha sufrido en la placenta. ¿Qué quiere que hagamos?
— Esto me va a doler con todo mi corazón, pero retírenlo y me avisan cuando lo hayan hecho.
Vio el asentimiento por parte del doctor antes de que este se fuera, dejándolo con un dolor en su corazón por haber escuchado eso. Aunque ya no podía arrepentirse, la decisión estaba más que tomada.
Las horas parecían pasar mucho más lento mientras estaba en esa sala de espera. Daba vueltas y vueltas hasta volver a ver al mismo doctor que le indicó que todo estaba hecho. Lo llevó hasta la habitación donde estaba acostado como una princesa esperando a su amado. Se acercó, se sentó en la cama del hospital y puso una de sus manos en el vientre vacío.
Peluche, perdóname por no protegerte cuando debía, ni a ti ni a nuestro bebé. Perdóname por la decisión tan radical que tomé sin dejar que lo pensaras, pero el miedo me ganó. Tenía miedo de que naciera muerto o viniera con problemas, algo que sería mucho más doloroso para ambos. Espero que me sepas comprender y, si en algún punto lo llegas a saber, sepas que lo hice pensando en lo mejor para ti. Daría todo lo que tengo por volver a recuperar a nuestro hijo. Te amo, Peluche.
No había cómo negar que salieron unas lágrimas que cayeron en la ropa de hospital de su peluche al decirle esas palabras. Estaba a punto de sentir cómo le agarraban una de sus manos con bastante lentitud. Pensaba que había despertado, pero lo que vio fueron los ojos entreabiertos de su amado, llenos de lágrimas.
Eso sí que no lo pudo resistir.
Volvió a cortar la distancia entre ambos para darle algunos besos en los labios, soltando de vez en cuando la palabra "perdón" y viendo cómo le sonreía, algo que le iba partiendo el alma por dentro. Cuando se aseguró de que se había vuelto a dormir, le dio un último beso, quitándose las lágrimas de sus ojos.
¿Cuáles eran estos sentimientos tan patéticos que estaba sintiendo? Porque el amor no lo eran, mucho menos hacia este omega que no era capaz de mantener a un bebé vivo entre su vientre, no importaba si lo habían golpeado. Así que, volviéndose a poner su máscara de frialdad, salió de esta habitación asegurándose de que el doctor nunca le contara al omega que había estado aquí.
Porque rebajarse a consolar a un patético omega que solo era su obsesión, ni que estuviera muerto, sencillamente era una patética faceta que se le pasaría apenas lo volviera a follar. Y porque, al no embarazarlo, estaría más estrecho o más flojo por la pérdida, solo de pensarlo su polla se agrandó en sus pantalones, aunque por ahora se aguantaría.
Sabría esperar el momento indicado para follarlo.
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Y bueno, con esto hemos finalizado el capítulo con muchísimas emociones entrecortadas, ¿verdad, queridos lectores?
Como ya les había dicho al inicio del capítulo, va a ser un largo recorrido para que mediamente cambie y no para hacerse alguien bueno, porque ¿qué chiste tendría? Sería algo tan vacío crearlo de esa manera, así que para mí es un reto el crear este personaje tan complejo, con tantas máscaras sin llegar a la real, y estoy tan ansiosa de que caiga el telón.
Porque es un psicópata con todas sus letras; su manera de amar es obsesiva y compulsiva. Puede hacer cosas buenas, llevándote al cielo, y luego hacerte caer sin paracaídas al infierno, como lo acabamos de ver. Y este es el chiste: además, desde un inicio, en las etiquetas está el romance tóxico.
Su manera de amar será muy tóxica, porque aún no entramos al clímax para conocer la segunda máscara. Esto solo es el inicio; se vienen cosillas.
Y habiendo aclarado este tema, espero que hayan disfrutado muchísimo el capítulo. Se los traje con mucho amor.
Por aquí, déjenme sus teorías de lo que creen que puede venir en los próximos capítulos.
¡Por aquí, expresen su odio al líder!
¡Me interesa mucho conocer su opinión general sobre la historia! ¿Qué les está pareciendo hasta ahora? ¿Sienten que alguna de sus teorías ha resultado acertada?
¡Los leo con mucho gusto! Por favor, ¡comenten mucho!
Cómo siempre el link de WhatsApp donde siempre comparto spoliers y para que puedan hablar entre ustedes.
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En caso de que no les abra mi número de teléfono+5804241720472
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