2.


No dejabas que los demás te vean débil, no querías ser defendida.

No eras la princesa rescatada.

Eso era lo que te destacaba de las demás.

Cabello castaño, ondulado y largo que te llegaba más abajo de tus caderas.

Ojos cafés profundos y brillantes. Unas mejillas que se veían tan suaves, tu pálida piel, tus labios pequeños de color rosa pálido.

Y por supuesto, tu baja estatura. Con la cual los chicos te molestaban al tomar tus cosas para hacer que saltarás y burlarse.

¿Sabes que fue lo irónico?

Que tú no saltabas, les pateabas la entrepierna para que te dejarán en paz.

Sabías defenderte sola, formaste un campo alrededor tuyo para que nadie se acercara.

Y yo, de alguna forma encontré un pequeño agujero por el cual ingresar a tu vida.

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