capitulo 4

—¿Adiel, porqué dejastes que tú esposo se mojará con agua fría?—Susurró el doctor, un anciano con aspecto de buena persona.

Adiel iba a responder cuando los llantos de Ayla, provinieron del comunicador, llegaron a la habitación. La había puesto en otra habitación para no abrumarla con la conversación que tendría con el doctor.

El salió corriendo a la habitación de a lado, Ayla no para de llorar. El intentaba calmarla de todas maneras pero fue imposible.

—¿Quieres ir con el?—Y como si entendiera, ella paro de llorar, era como si sufriera lo que Matt sufre.

—Vamos con Matt—La cargo en sus brazos, los dos entraron a la habitación.

El doctor iba a regañarlo pero cuando vio el pequeño bulto en sus brazos, Prefiero callar.

—Ya le di uno medicamentos, la fiebre bajara máximo en la madrugada, tienes que estar dándole mucha agua. Cuidar de que no se mueva tanto, no subir ni bajar escaleras.

—Nueve mese en su vientre, y ella se parece a ti—El doctor movió su cabeza.

—Es lo mismo que dijo el—Acomodo a la pequeña Ayla en la cuna azul celeste, ella había vuelto a dormir.

—Adiel, se que por la forma en que creciste, sientes lástima por Matt, por eso cumples sus caprichos y desplantes. Pero eso solo los lastima a ambos. Deberías darle el divorcio—Aconsejo el médico.

—Al principio no quería dárselo porque su familia lo vendería a otra persona, si eso les ayuda a conseguir dinero, pero medio año después, yo se lo dije. El no quiso, dijo que no podía.

Comprendí que aunque no le gustará, muy en el fondo el sabia que si me dejaba, su vida iba ser más miserable.

—Entiendo su punto, pero si siguen así, solo será más desagradable para los dos.

—Lo hablaré con el cuando se le pase la fiebre.

—Eso es lo mejor—El doctor palmeó el hombro de Adiel, el salió de la habitación.

Adiel se sentó en la orilla de la cama, tocó la frente de Matt, para saber cómo estaba de temperatura.

Es un alivio, ya está bajando, me puse de pie. Verifique que la pequeña Ayla no estuviera despierta para baja a la sala y arreglar ese problema.

Al ver qué ella dormía como un angelito, el prendió el dispositivo que le enviara alerta de si llaga a llorar. Lo había cincronizado con su iPad.

—¿D-dondé vas?—La voz de Matt, lo detuvo de abrir la puerta.

—Iré un momento a la sala.

—Tengo hambre, puedes tráeme algo de comer.

—Por supuesto, vuelvo en seguida.

—Eso dijistes hace un rato y mira lo que pasó—se quejo.

—Si tienes razón.

—¿Cómo está Ayla?—sSu respiración está cansada por la fiebre.

—Ella está durmiendo, regresaré rápido.

—Como digas—El sueño lo volvió a vencer.

Adiel cambio el paño que tenía en la frente por otro, le dio una última mirada a su hija, salió de la habitación. La cerró muy suavemente para no despertarla.

—Jun.

—Si, maestro.

—Cuida bien de el y la bebé, no te muevas de aquí.

—Como ordené.

Adiel bajo las escaleras, las personas seguían igual que cuando subió con Matt en sus brazos. Se sentó en el sofá, cruzó sus piernas.

Todo lo hizo de una manera varonil, su mirada está llena de molestia.

—Jay, la grabación—llamo a su asistente personal.

Jay era del tipo de hombre de aspecto nerd, pero uno muy bien parecido, de 1.80 metros de alto, cabello negro, ojos verdes.

—Aquí—Jay le pasó una tablet.

—Jay dile al chef qué prepare una rica comida para mí esposo—Jay fue directo a la cocina.

Adiel le dió click al vídeo, un día antes de que Matt se fue de la mansión, el había puesto cámaras en toda la mansión. Quería ver quién era el que faltaba respeto a Matt, pero las puso muy tarde pues el se fue a su penthouse.

El el vídeo se veía perfectamente como Matt dormir muy cómodamente, los susurrós de Berel y Efran. De como le echó el agua encima y Matt sufrimiento porqué se había sentado de golpe.

—¿Con que mi esposo fue el que tuvo la culpa? ¿Eh?—hablo con una voz fría, su bello rostro no tenía ninguna expresión.

—¿Que fue lo qué dije hace un rato, Melwin?

—Dijo que aunque no, nos agrade el maestro Matt Taylor, tenemos que respetarlo, y si no, nos podemos largar de aquí.

Todos los empleados tragaron grueso, eso aún no lo sabían. El mayordomo no les había dicho nada.

—Ya saben cómo castigo a las personas que no obedecen, en mi casa quiero personas en las que pueda confiar no las que muerdan las manos de su dueño.

—¡Maestro, lo siento!—Efran bajo su rostro, mordía sus labios.

—Eso no me interesa—Toda la atmósfera era sofocante—Melwin.

—Si, maestro.

—Pon a este par a fuera solo en su ropa íntima, bañarlos con agua fría, cuando ya estén con gran fiebre como esta Matt, entonces los echas a la calle.

—¡Nooo maestro, por favor, no!—Temblaron con terror, de por sí el clima ya esta más que frío.

Ser bañados con agua fría sera peor, Berel estaba furioso con Efran, todo había sido su culpa. Y el también se fue en ese problema.

—Como ordené—Hizo una reverencia.

—Si hay una próxima vez, ser bañados con agua fría no será una opción. Sus cabezas son las que serán cortadas—Hablo con firmeza.—¡Me escucharon!

—¡Si!

—Vuelvan a trabajar—Todos se fueron a sus puestos, Efran y Berel, gritaban misericordia.

Pero Adiel hizo oídos sordos, vio que Jay venía con la comida de Matt, la tomo.

—Puedes llamar a Lesly para que venga a la mansión, quiero que le ayude a Matt, cuando yo este trabajando.

—Si, la llamare en un momento.—La señora Lesly, es la Nana de Adiel y madre de Jay.

Adiel subió a la habitación, entró sin tocar. Creyó que ambos estaban dormidos pero no fue así.

Matt estaba amamantado a su pequeña Ayla, Adiel se quedó atónito al ver la escena, pues parte del hermoso cuerpo de su esposo quedaba al descubierto.

Inconscientemente giro su su cuerpo, su mirada quedó enfrente a la puerta.

—Me has visto desnudo y ahora te pones tímido, tu reacción es igual que la de Jun.

—¡¿Jun que?!—la pequeña Ayla se movió por ese gritó.

—Shhh, habla suave—Lo reprendió.

—Lo siento.—Susurró.

Dios, parece un perrito que le quitaron su hueso, Matt porque no viste que esté hombre es todo lo que una mujer desea.

—¿Pero por qué dijiste que Jun reaccionó igual?

—Cuando le hable para que entrara a la habitación, estaba haciendo lo mismo que ahora, y el ni bien me había visto y dio una vuelta.

—Oh entiendo—Su voz decía otra cosa.

—¿Esa es mi almuerzo?—Señalo un plato con sopa y muchas verduras, y otro con frutas.

—Si.

—Quita la Piña.

—¿Por qué?

—Hace que me pique la garganta, y lo odio. Aparté puede ser malo ya que estoy amamantado.

Adiel puso una mirada de confusión, ya que a Matt siempre le agustado la piña, pensó que tal vez por mucho comerla durante el embarazo la llego a odiar.

—¿Puedo comerla?

—Adelante, pero primero puedes poner a la pequeña Ayla en su cuna.

Adiel iba a tomarla cuando ella abrió sus hermosos ojos color miel, negándose alejarse de Matt.

—Crei que dormias—Tocó esa pequeña naríz—Eres una niña traviesa.

Adiel solo se limita a ver la interacción de su esposo e hija.

—Te tocará darme de comer—Matt abrió la boca.

Adiel tomo una rebanada de manzana, con cuidado se la puso en la boca de su esposo, lo empezó alimentar como un niño pequeño. Sin cuestionarse el porqué todo se sentía tan normal.

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