CAPITULO FINAL

FRESITA

Bebo un vaso de agua.

Y un segundo.

Para luego y tomando una intranquila, pero profunda respiración desde la cocina, recién voltear hacia Connor que por más que sigue en la cama.

Ahora está sentado vistiéndose.

Dejo el vaso para terminar de abotonar mi camisa como el pantalón.

- ¿Te molesta, lo que te dije? - Me pregunta ya de pie y caminando hasta donde estoy, poniéndose la camiseta para beber agua también.

Se lo sirvo yo del mismo vaso y me agradece, tomándolo con muchas ganas.

Igual que su ojos por la respuesta y por eso, le pongo toda mi atención.

Aunque me tomó de sorpresa su propuesta, me agrada.

Más bien, me enamora más de él.

Pero, no quita que eso me haga entrar en pánico.

Lo tomo de las manos y lo llevo a la mesa para que nos sentemos, cosa que cuando lo hace un gesto de dolor figura en su rostro y me hace reír.

- Lo siento... - Digo, procurando ocultarla.

Su mueca sigue, aunque divertida.

- ¿Es acostumbrarse, no? - Lo hace medio de costado y asiento.

Sí.

Ya que, es así.

- No me molesta. - Vuelvo a su pregunta. - Es solo que me tomaste desprevenido...

Me mira.

- ¿No quieres casarte?

Sonrío.

- Nunca lo había pensado... - Soy sincero. 

Porque es la realidad.

Me he visto enamorado y siendo amado, en pareja y todo eso.

Pero formalizarlo por escrito, jamás.

- ¿Y necesitas tiempo? - Insiste.

He instintivamente miro el anular de mi mano.

Seguido a Connor que mi lo hace expectante.

Sonrío pensando en ello y que se vería bonita una alianza, tanto en mi mano como la suya.

¿Nos queremos, no?

Pongo mi puño en mi barbilla.

- Connor... - Le hablo. - ...comprendes la definición de eso. - Nos señalo. - Lo que es para ambos y lo lateral a lo que nos rodea? - Ya que conmigo viene del tiempo y prácticamente desde mi nacimiento, cuando él solo se dio cuenta no hace mucho.

Pero como es Connor.

No sería él, si no.

Me mira alegre, pero muy decidido.

Sin dejo de duda.

- Demian lo descubrí, cuando me pregunté por él. - Natural. - Porque antes, no entraba en mi vida esa emoción. - Toma mi mano. - Ya te dije que no me define, pero si amarte es decir gay... - Se toca el pecho. - ...lo soy entonces, ya que no es nada extra como ser macho o alfa...todo depende de esa persona y hombre... - Reflexiona y me sonríe más. - ...el amor hace que todos los hombres o personas, sean iguales...

No me salieron palabras y creo que no fue necesario, mientras afirmaba tomando más sus manos y solo sonreía.

Sonreíamos.

CONNOR

Mientras la grúa en retroceso y con precisión en la entrada de mi casa, descendía la camioneta de Demian donde le indicaba con señas para revisarla.

Él con un taxi y ante las buenas nuevas de ambos y algo así, como entrando en un estado de novia en apuros por supuestamente muchas cosas por hacer, se fue con la promesa de volver pronto, ya que iba a su departamento para luego a la editorial y un par de cosas en su galería que atender.

Lo del matrimonio era un hecho, pero habíamos acordado en anunciarlo en unos días a nuestros allegados hasta que acomodáramos algunas cosas y me pareció bien.

Mucho para procesar.

Ya solo e internado dentro del motor de la 4x4.

Y también, mucho para hacer.

Y entre esas cosas.

Chaise.

Ya que, por esa conversación con mi hermana esa tarde, creo que le debía una explicación.

Tal, que llegó esa misma tarde cuando vino como siempre a visitarme y me lo confirmó su rostro algo desencajado, cuando notó que estaba Demian entre nosotros y se presentaron.

Uno como amigo, cual estimaba mucho.

Y el otro, como mi pareja.

Cierta tensión, lo reconozco.

Bastante incomodidad y en cierta manera, ambos peleando silenciosamente por mi atención.

- Su mejor amigo... - Chaise, murmuró al recibir la mano extendida de Demian.

- Su novio... - Demian formuló apretando tanto como él, esas manos estrechándose.

Y yo en el medio observando como y por demás, no solo duraba ese saludo.

También, cierta fuerza exigida que querían disimular entre ellos y solo me limité a sonreír tranquilamente.

FRESITA

Era algo inevitable.

Porque entre esas cosas para resolver y decir al mundo que aparte de amarnos, íbamos a ser esposos en un tiempo.

Era el sexi y caliente chico, amigo de Connor.

Guapo, lo reconozco.

Muy guapo.

Y cada poro como célula que componía su sistema, decía a gritos que sentía más allá de  una amistad por mi chico.

Creo que Connor no estaba muy al tanto y si lo estaba, nada nuevo de él.

Ya que su forma de ser y mientras yo atacado de los celos por solo la presencia del chico al verlo cuando llegué al taller y terminar mis asuntos, era de arañarlo y hasta a lo muy primitivo, pegarme a su espalda tipo Koala y lamer el cuello de Connor en su cara a modo, meando mi terreno.

Y creo que él, con las mismas intenciones cuando me vio.

Connor simplemente y como el planeta rota, siguió con sus cosas concentrado y amaba.

Reparaciones en su taller, cual mi hermosa princesa Sofía estaba.

Dejando a nosotros.

Parece.

El asunto.

- Lo conozco del primer año de la U. - Me dijo en un momento, cuando fui por algo de limonada fresca dentro. - Fuimos inseparables... - Arremetió con rostro orgulloso y como rememorando esos tiempos con él solo.

Y me tembló una pestaña de mi ojo derecho que cuidadosamente mi rímel marcaba.

Pero lo disimulé.

Porque si me pasaba un dedo, podría ocurrir que se me corriera mi glamoroso maquillaje, cual opté aparte de mi siempre sombra negra, un poco de claro para realzar mis ojos.

Y lo que más me importaba.

No le daría con el jodido gusto que me afectó.

En cambio, enarqué la misma mirándolo como si nada ante ello.

- Yo lo conozco de mucho menos. - Respondí y vi destello de satisfacción en su mirada. - Pero... - Tomé la botella con jugo de limonada fría contra mí. - ...no sabemos lo que es  separarse, cuando estamos solos... - Una mueca con mi mirada hacia la cama, dejándolo estático y si ya carita de gozo al escucharme como comprender mis palabras, seguido a ir afuera viendo como Connor y por la ventana limpiando sus manos de aceite con un trapo, nos miraba atento y calculo, porque demorábamos dentro.

Tranquilo corazón, no nos agarramos de los pelos.

Pisando la noche y para mi alegría palmoteando feliz, mi preciosa Sofía estaba restaurada.

Nada del otro mundo, las palabras de Connor su desperfecto y misma palabra cuando quise.

Porque era lo correcto.

Pagar su servicios.

Aunque, yo ame otros...

Se negó completamente como también y por eso entonces, querer hacerme cargo de una excelente comida con algo de bebida para festejar.

- No hace falta... - Me dijo, rechazando la idea de que gaste. 

Inclusive, cuando este otro chiquito.

Chaise.

Todavía estaba entre nosotros y sin atisbo de irse para dejarnos solos.

- Tengo suficiente para preparar una cena... - Nos dijo buscando una cacerola y llenarla con algo de agua, para ponerla luego sobre el fuego. Continuo a cortar sobre la tabla más un caldo, algunas verduras y llenarla de especias. 

- Deja que te ayude... - Se ofreció el chiquito y rival.

- Deberías descansar, yo puedo con ello... - Lo hice yo también, aunque sinceramente no tengo idea ni como se corta un tomate.

Pero el filo de la cuchilla de carne cortando pequeños cubos se interpuso desde su mano y entre ambos, volviendo a negar.

Serio.

Muy serio.

Tipo orden que tomemos asiento.

Y hasta creo, que ya terminemos con nuestras pendejadas territoriales.

Y acatamos silenciosos, volviendo a tomar asiento y con ello.

Una sonrisa, dibujó Connor.

Y suspiré.

Porque tenía razón.

CONNOR

Dos criaturas.

Sí.

Eso eran estos dos.

Compitiendo, quién amaba más a quién.

O sea, yo.

Fue divertido al principio, pero llegando la noche y con eso la cena, los dos comenzaron con una épica competencia de querer complacerme con la mejor cena delivery.

Reí.

Como si el grosor de sus billeteras, fuera el tamaño de sus penes.

No termino de comprender todavía esto del amor y hablo en el campo universal.

General.

Pero en mi caso que amo a otro hombre.

Y teniendo a dos compitiendo por mí, verificando que mi hermana estaba en lo correcto.

Solo podía afirmar que quería mucho a uno.

Miré a Chaise, mientras elegía las verduras correctas del refri.

Eres grandioso amigo.

Y después, que amaba demasiado al otro.

También lo hice con Demian, mientras lavaba las verduras elegidas antes de pelarlas como cortarlas.

Te amo, Fresita.

Y por tal y observando esta especie de guerra de tamaños de sexo, siendo tres hombres.

Mi conclusión divertida.

Que el que la tenía más grande era yo.

Sí.

Y por ende, se comía lo que yo cocinaba, siendo por eso muy abundante como casero para los tres.

Ofreciendo en la espera mientras ya el sabroso aroma a guiso copaba el ambiente por hacerse a fuego lento y abriendo un paquete de galletas de agua, su cuchillo respectivo y una lata de picadillo más una botella de tres que tenía a punto con su frío.

Una cerveza que también les serví a los dos como a mí, mismo.

FRESITA

Reticente en un principio, miré la galleta de sal untada de ese embutido y cual Connor me invitaba.

No solo por contar las calorías que ese combo doméstico tenía.

También.

Si su grado de colesterol y poca salubridad.

Mire, no al chiquito rival como mi futuro marido.

Estaban al tanto de ello.

Pero viendo que el primero lo comía con ganas y hasta se preparaba otro y otro.

Para luego y por más simpleza de toda esta previa como cena a Connor, extendiéndomela.

La acepté.

Y no solo para no quedar mal.

Aunque, lo reconozco que fue al principio.

Sino.

Por su mirada.

Una bonita mirada del otro lado de la mesa y que me decía con ella.

Y reitero.

Este muchachito me va a envejecer de amor.

Sonreí, aceptándola y dando un gran mordisco.

Que era un pasaje abierto y para siempre a su vida.

Y la galleta me supo sabroso.

Sonreí más.

Y a hogar...

CONNOR

Control de daños después de mi cena y bebiendo las cervezas.

En realidad, solo un par de vasos yo al igual que Fresita y resto Chaise.

Este, extremadamente ebrio al final de la noche.

- Deja, yo lo llevo... - Me dice Demian, al notar su estado y es imposible que vuelva a su casa en su motocicleta.

Y creo que Chaise quiere negarse.

Creo.

Ya que balbucea algo que es intangible, mientras procura ponerse de pie y buscar su abrigo.

- Puedo llamar un taxi. - Le digo con mi celular en mano, pero Demian niega tomando su chaqueta.

- No creo que cualquier taxista se ponga feliz al ver su estado... - También se pone de pie.

- ¿No te quedarás? - Me pregunta y me sonríe, mostrando su ahora él, su móvil.

- Lo siento, corazón... - Aunque no puedo ver bien desde donde estoy, noto un mensaje bastante extenso que alguien le envió. - Ángela pidió verme...

- ¿Ángela? - No tengo idea quién es.

- La madre de Cael. - Dice poniéndose el saco que estaba en su silla. - Y me pidió pasar sin importar la hora.

- ¿Por algo malo? - Con su ayuda, llevamos a Chaise hacia la puerta y una vez fuera a su camioneta.

La sonrisa de Demian se amplía mientras abre la puerta del acompañante.

Y me eleva un dedo con su uña perfecta en esmalte pintado.

- Más bien, creo que por algo muy bueno... - Es enigmático, pero de la forma linda.

Como a futuras y lindas conclusiones.

Su rostro como tono de voz lo predice.

Chaise sube por cuenta propia y con algo de ayuda de Demian, cual también le abrocha él mismo su cinturón de seguridad y notando todo correcto, cierra la puerta.

Seguido a acercarse donde quedé y cuando creí que iba a besarme en los labios a modo despedida.

Para mi sorpresa lo hizo en mi frente y con su mano sobre mi cabeza, acariciando mi cabello.

No fue maternal.

Tampoco, apático o sin dejo de emoción.

Lo contrario.

Cálido y lleno de amor.

FRESITA

- Si no me dices donde vives... - Minutos después y ya en plena carretera. - ...tendré que llamar a Connor para que me lo diga... - Le hablo sin dejar de conducir. - ...y por su rostro, cual ambos vimos de mucho cansancio, no solo porque mi princesa esté arreglada y para ello estuvo todo el día, si no también, por la excelente cena que nos hizo. - Lo miro de reojo. - Lo voy a despertar y no queremos eso, verdad? - Finalizo.

Pero el chiquito.

Chaise y rival mío, aunque está bastante despierto por más borrachera, solo sigue mirando por la ventanilla de su lado.

Y reniego por eso.

Por su silencio contra mí, tipo malcriado.

Creo.

No lo sé.

Desinflado y conduciendo algo más, siendo el único sonido entre los dos la grandiosa voz de Barbra Streisand cantando Woman in love, decido detenerme en un 24h.

Para ser exacto, la tienda de víveres donde trabajaba Connor.

- Ya vuelvo... - Le digo, cosa que no me responde, pero siento como me mira cuando entro al mercado y tiempo después salgo con una bolsa en mi mano.

Ya montado en mi princesa hurgo su interior y le extiendo un par de cosas.

Analgésicos y una cajita de jugo para que beba.

- Tengo un amigo que es poco tolerante al alcohol... - Le digo por las absurdas crudas de Cael, por solo oler una tapa de cerveza. - ...y estoy acostumbrado a lidiar con estas situaciones por festejos en su trabajo varias veces al año... - Le murmuro, mirando las cosas entre mis manos.

Sigue mirando por la ventana y casi la totalidad de su cuerpo a ese lado.

Y cuando creí que iba a seguir negando mi presencia.

Sonrío, notando que su mano izquierda tiene la voluntad de moverse, para luego con la palma abierta indicar que acepta.

Deposito las píldoras en su mano que lentamente y siempre en silencio, las lleva a su boca, continuo a la cajita de jugo ya abierta y con su sorbete por mí, listo para beber.

El ruido tomando y ya vacío, se siente entre nosotros.

- Gracias... - Me dice, devolviéndome el envase vacío.

Lo pongo en el compartimiento entre ambos asientos.

Y cuando creí que volvería a su hermetismo, su voz apareció por más postura de espalda y mirada contra su ventanilla, dejando a media mi gesto en al llave en encender el motor.

- No eres mala persona... - Suelta de la nada.

Y suspiro, abandonando el arranque.

Me relajo contra mi asiento.

- No, no lo soy... - Es la verdad.

No es muy tarde, pero sí, una noche avanzada.

El clima lo mismo.

Cielo despejado y bastante cálido, corriendo apenas una brisa nocturna, mientras con mi mirada al frente, observo la tienda toda iluminada y siendo atendida por el reemplazo de Connor, para luego un lado del pequeño parque del lugar como el edificio, cual.

Linda causalidad.

Resulta que vive Beatriz.

Alberto o Beto para los chicos de la editorial.

Sonrío.

Y Elvis para Cael.

Su Elvis.

- Lo sé... - Me dice sin moverse y lo miro. - ...y eso me hace odiarte más... - Su sinceridad me divierte y creo, aunque no lo quiere reconocer.

A él, también.

- ¿Lo amas? - Pregunto.

Y suspira, reacomodándose.

- Lo confirmé, cuando lo volví a ver...

Lo comprendo.

Porque, me pasó igual.

Mi tuno de suspirar.

- Connor es muy lindo... - Digo.

- Sí. - Me da la razón. - Y buena persona...

Afirmo, por más que sigue dándome la espalda.

- Adoro cuando su cabello castaño está disparado. - Agrego.

- Yo, cuando ríe... - Acota, intentando acomodar su estado de ebriedad.

Vuelvo a asentir, totalmente de acuerdo con el chiquito.

- Es contagiosa. - Sumo, recordando cuando lo hace, causando que me sonría.

Y él también parece, ya que su cuerpo se sacude por reír en silencioso.

- Sus abrazos son lo mejor... - Larga y lejos de darme celos.

Cosa que me asombra.

También, estoy de acuerdo.

Porque sentirlo cuando lo hace, es lo mejor de las cosas.

- Admiro su forma de ver la vida... - Añado con orgullo por como supera y fui testigo, de como se superó.

Se incorpora de a poco en su asiento, hasta poder mirarnos.

- Connor, merece ser feliz... - Me dice sincero.

Y expulso un aire que retenía, lleno de verdad a lo que dice.

- Y yo quiero hacerlo, Chaise... - Igualmente sincero.

Ya no hay chiquito, rival ni otro apodo.

Solo un hombre frente al otro, diciendo cuanto ama lo que él, también ama.

No me responde, pero asiente comprendiendo y tapándose más con su abrigo.

Y yo palmeo su hombro con cariño y acto seguido, hundí nuevamente la llave en el contacto.

CONNOR

Con Demian, aprendí entrando a su mundo de los colores.

Que con cada pincelada.

Cada tono.

Lienzo.

Paleta.

Cada pintura.

Que con la mezcla de ambas y siendo exactamente lo mismo.

Un solo género de cosa.

Como nosotros se podría decir.

Se forma algo que sigue siendo la misma cosa.

Pintura.

Y en nosotros las personas.

Amor.

Pero, diferente tono.

Y ese color que yo vi en él.

Su color.

Como sé, que el vio el mío.

Descubrí, también.

Que hay magia en ellos.

En los colores de las personas y que como tal, hay que hacer que hacer que nuestro color brille siempre y nunca opaque, para que la gente siempre la vea.

Capte.

Y sienta.

Como el color de persona de Demian.

Fresita.

Que viniendo a la mañana siguiente y luego de la noche de llevar a Chaise.

Sonreí.

Brillaba más que nunca su color, cuando lo vi bajar de la camioneta y verme sobre otro motor arreglando y de turno.

Me abrazó como si el ayer no existía y sin importarle la mugre motriz de mi vieja ropa y él, como siempre.

Góticamente lindo con su ropa negra, brillos, tes muy banca y maquillaje oscuro en sus ojos azules.

Y ese color no era el único y no hablo del mío, que también estaba entre nosotros.

En esa famosa mezcla que mencioné minuto antes, formando otro, pero siendo único entre ambos.

Hablo el que vi cuando la puerta del acompañante se abrió, sin notar por sus vidrios polarizados que traía compañía.

El de Chaise.

Sí, el mismo.

Bajando con secuelas de una resaca importante que no abandonaba su cara y delatando la misma ropa a excepción de un abrigo de Demian y me hizo reír, pero con algo de timidez y desconcierto.

Su color y que nunca vi antes en todo él.

Diferente al de Demian y mío, aunque similar, pero muy único y personal.

Se acomodó al lado de Fresita con amistad y los miré extrañado a los dos.

Demian sonrió.

- El muy pendejo, nunca me dijo su dirección. - Me explica. - Terminé llevándolo a mi departamento, obligarlo a una ducha con ropa interior, café y cama, prometiéndole mi regreso por ir a ver a Ángela...

Ajeno a sentir celos, lo miré agradecido.

- Yo corté esa llamada... - Chaise nos dice  y no comprendemos con Demian.

Frota su nuca, nada feliz.

- Esa tarde que él te llamó, Connor. - Continúa. - Tú, dejaste el celular cuando saliste y al sonar y viendo que era Fresita... - Nos pide disculpas. - ...colgué la llamada sin decirte. - Baja la mirada. - Lo siento de verdad...

Y con Demian nos miramos.

Tomo su hombro para que se relaje de culpa.

- Lo percibí...

- Luego yo... - Interrumpe Demian. - ...fue un impulso y eso, no hace malo a la persona.

Y Chaise sonrió agradecido, notándose más su color.

Estar los tres así y acá.

Lo había conseguido solo el alma y la persona de Demian.

Este chico que amaba los colores y me enseñó sin saberlo, que cada persona tenía uno.

Y con los días pasando, muchas cosas.

Una de ellas descubrir lo que parecía convertirse en una guerra o la última cena, la realidad desde esa noche entre los tres.

Una creciente y prometedora amistad entre Fresita y Chaise.

Mucha.

Un compañerismo hasta el punto de sentirme en varias oportunidades desplazado, causando la risa de ambos.

No sé que magia de color esa noche hizo Demian, pero Chaise sentimientos o no por mí, nos dio su bendición y se convirtió también en un gran amigo incondicional para él.

Compartiendo muchos momentos con nosotros y en una de ellas con el motivo de anunciar nuestro casamiento reunidos en una especie de fiesta en la galería, reuniendo a todos nuestros amigos como parientes y entre ellos.

La miro con cariño como ella a mí.

Mi hermana Cristina con su familia.

Captamos con Demian en como Chaise animadamente.

Y de la otra parte de su interlocutor también.

Concentrados, alegres y muy atento del otro.

Hablaba con Matías, compañero de trabajo de Cael y cual, conocí con el resto el día de las sesiones fotográficas.

Un Cael lejos del amor de esa mujer que tanto hizo y lo conocí, por preparar con ayuda de Demian su compromiso, pero ella rechazó como abandonó.

Ahora y a su lado en uno de los sillones, por una chica bonita de pelo corto y rubio de nombre Beti que me presentó y todos los chicos de la editorial adoran.

Igual que Demian, por ser en cierta manera y contándome su historia días antes, parte de ella y por protagonizar en vivo y bastante en directo, lo que se desarrolló con su mejor amigo y la famosa o famoso Elvis en la editorial.

Choque de nuestras copas mía como la de Demian por eso.

También por Chaise y lo que su futura historia de vida, también diga.

Y brindis final después, por la nuestra propia y que bendecía o más bien, confirmaba lo que en ocho días iba ocurrir para sellarlo.

El anillo de cada anular nuestro en tono negro y plateado que ambos elegimos como alianza.

Fresita me besó y solté un suspiro, abriendo los ojos lentamente.

Y sonreímos.

Nuestro matrimonio...


FIN.


EPÍLOGO

Años después...

FRESITA

Agradeciendo tras hablar con unos clientes interesados por una de mis obras y dejando que termine de asesorarlos como la venta a una de mis ayudantes especializadas en ello, noto entre la gente visitando mi galería a mi hija entrando por la puerta de entrada sin dejar de mirar su celular como a su vez, buscándome con la mirada.

Que al divisarme con mi abanico en alto, camina hacia mí.

- ¿Sucede algo, corazón? - Me alarmo por su rostro.

Pero notando mi preocupación,  Martita ríe.

- Nada malo, papá... - Me dice. - ...solo que tenía un par de llamadas perdidas de Caylén, pero atendiendo tarde por estar en clases, me dijo que necesitaba prestado mi coche para buscar a Clarence al aeropuerto.

Abro mi abanico y me hago aire.

Lo llamé para invitarlo, pero pensé que no podría.

- ¿Clarence, vino? - Feliz por eso y porque mucho que no lo hacía.

Estudiando letras acá luego de vivir en África con sus padres y escribiendo su primer libro, convirtiéndose en un éxito en el género Romance New Adult, decidió y solo tomando una mochila con pocas pertenencias, buscar nuevo horizonte como experiencias, tiempo después recorriendo el mundo.

Cual en el transcurso eso, lo inspiró a más novelas, también dejando la vara muy alta siendo más fama.

Pero afirmando en las pocas entrevista que se lo vio, que viajar es bueno y abre la mente.

Pero su inspiración, siempre fue una y nada la reemplazó.

- ¿Y le prestaste el coche? - Pregunto y hace un gestito negativo.

Preciosa nuestra hija.

Martita.

No, Marta ni Martha.

Así la llamamos con Connor, cuando y años casados, quisimos dar el siguiente paso.

Ser padres.

Y nos enamoramos de ella, cuando y con solo días de nacida, no la entregaron y yo la recibí en brazos.

Nuestra Martita.

Convirtiéndose con el tiempo y más años pasando, no solo en la luz de nuestros ojos.

Creo que los de Caylén también.

Hijo de Cristiano y Tatúm, hermana de mi adorada Juno y madrina de nuestra hija con Chaise.

Niega.

- Luego de llamar a todos los chicos, consiguió al final el de Lulú... - Me dice y abro mi abanico sobre mi rostro sonriendo.

Elevo una ceja.

Interesante y justo, linda casualidad...

Pero desvío mis posibles hipótesis, al ver su vestimenta.

Pantalones holgados y manchados con algo de aceite de motor.

Creo.

Una camiseta algo percudida y su pelo largo, como siempre recogido con una coleta hecha a las apuradas.

Es hermosa mi hija.

Y más, por ser parecida a su otro padre, ya que la apasiona los motores y por ende, no solo trabaja con él.

También, estudia mecánica como lo hizo Connor en la universidad, recibiéndose.

Y cuando iba a preguntar por él.

Mi abanico cae eróticamente hacia abajo como mi mandíbula.

Al verlo aparecer.

Los años a mi esposo le han hecho una justicia divina.

Mismo pelo disparado, pero ahora entrecano, catalpultándolo de macho a extremadamente sexi con sus rasgos maduros y entrando con su overol de mecánico.

Pero, intacto siempre.

Porque la edad no pasa en ello.

El color que todo Connor es.

Ese rojo que compartimos, pero diferente intensidad y tono.

Y para nuestra felicidad.

Nuestra hija heredó también.

Tres rojos que al mezclarse.

Por nuestro abrazo cuando llega a nosotros.

Se hace uno solo.

Color rojo amor...


FIN.


Otro final.

Mil gracias gente por tanto.

Se les quiere.

CRISTO.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top