CAPITULO 8

CONNOR

- Ay...carajo... - Eso por alguien, hace que nuestros labios se separen y mis brazos que al igual que mis manos acorralaban a Fresita contra esa pared, lo suelten y ambos jadeantes como calurosos a medios desvestir, volteemos a la dirección de la voz de Cael.

Si, él mismo y tan rojo como nosotros.

Pero no, por lo que lucha en mi pantalón como el de Demian.

Si no, por la vergüenza que lo colma al vernos y romper con nuestro encuentro.

Su rostro con dos tonos de color elevado y totalmente avergonzado, soltando un globo en color plata que estaba inflando, lo acusa dejando que este vuele con su vacío de aire ya no retenido por el salón y siendo el único sonido entre los tres.

- Lo siento, lo siento... - No deja de repetir Cael. - ...lo siento de veras, Fresita... - Sigue diciendo, mientras Demian sin poder creer todavía y al igual que yo, queremos recuperar oxígeno, mientras toma mis manos con calma.

Muchísima calma.

Y me obliga a aferrar mis manos a su cintura.

- Te voy a pedir un favor, corazón... - Me dice suave e ignorando las súplicas de Cael.

- ¿Qué? - Digo sin entender.

Afianza más el agarre mío de su cintura.

- ¿Podrás sostenerme?

- ¿Que te tenga? 

Asiente.

- Si, no me sueltes. - Dice tranquilo.

Repito, muy tranquilo.

Y sigo sin comprender, pero hago caso.

- ¿Así? - Verifico tomándolo.

- Perfecto... - Lo aprueba.

- ¿Para qué? - Suelto y es suficiente para que chille e intente ir contra su amigo.

- ¡Porque lo mato! - Exclama haciendo que ría, intentando ir hacia Cael que se refugia tras una de muchas estatuas abstractas que decoran su galería. 

Procura golpearlo con el abanico sin dejar de retenerlo, causando que ría todavía más y hasta Cael que se defiende del otro lado.

Hace sonar un juego de llaves que eleva de su mano entre la estatua y nosotros.

- ¡Tú me diste la copia! Mi casa es tu casa, me dijiste! - Dice entre risas, esquivando a Demian escondido.

- ¡Oh mierda, cierto! - Recuerda Demian, ahora enfurecido con él mismo que al soltarlo, alza su manos al cielo en derrota. 

Y ya Cael lejos de miedo y más bien divertido, sacándose el saco de vestir que lleva puesto, lo cubre con cariño y lo abraza.

- Me alegro mucho por ti... - Logro escuchar que le murmura, mientras voy por mi camiseta que quedó en el piso y contra la puerta de entrada.

Los miro a ambos mientras me la pongo y perdonando a Cael por nuevamente interrumpirnos.

Ya que, es muy agradable de ver la amistad y cariño que se tienen.

Alzo también la camisa de Demian y cubro mi entrepierna en el momento que Cael voltea y viene hasta donde estoy.

- Lo siento... - Solo digo tapándome más, pero lejos de estar avergonzado.

- Diablos... - Cael al notarlo. - ...yo lo siento más... - Se disculpa por prominente erección.

- Ni tú ni Connor, el único que lo siente más, soy yo. - Fresita suelta con un suspiro divertido y negando sin poder creer, yéndose a la cocina y haciéndose aire con su abanico. - En fin... - Prende la cafetera y abotonando el saco que lleva de Cael, toma asiento en una silla de la barra. - ¿Dónde quedamos? - Pregunta.

- En la parte que interrumpí el sexo desenfrenado que iban a tener y por eso ibas a matarme. - Cael ríe, tomando asiento también.

- No, no... - Demian sonriente niega, mientras le hago seña que voy por una ducha. - ...hoy es la gran noche, entonces? - Supongo que hablan del pedido de matrimonio a la novia de Cael, ya que lo último que escucho de su parte es un si y un festejo alegre de ambos, cerrando la puerta para poder desvestirme en la habitación y sumergirme en agua helada del baño.

Sonrío bajando mi vista, donde es imposible abotonar mi jeans por el tamaño de mi pene que no quiere ceder.

Muy helada.

FRESITA

Dejando la taza de Connor servida y con humeante café, Cael y yo bebemos de la nuestra mientras vemos casi completo lo que es esta gran noche para él y Vanessa.

Aún es muy temprano y lejos del horario de noche que todo dará inicio a la nueva etapa con ellos como pareja pasando al siguiente nivel.

Pero imposible que no se me escape un suspiro muy apasionado, viendo los centenares de globos tapizando el salón con su rojo y plata suspendido en el techo como parte del piso.

La hermosa alfombra roja, que pronto estará bajo la mesa armada para su romántica cena bajo la luz de las velas y decoración, lo que Cael mantiene en uno de los bolsillos de su pantalón de vestir.

La pequeña cajita en gamuza con el anillo de compromiso.

- Te envidio. - Largo, tan feliz como él.

Golpea mi hombro a mi lado.

- ¿Qué dices? - Me reprocha y señala la puerta del baño cerrada. - No te va tan mal, me parece...

Sonrío.

- Es lindo.

- ¿Lindo, solamente? - No se la cree.

- Okey, okey... - Cruzo más su saco contra mí. - ...me gusta y mucho...

Palmea mi espalda.

- Me agrada. - Me dice contento y me hace feliz su aprobación.

Pero recordando algo, lo miro sin poder creer.

- ¿Sabes que tiene en su casa, un reproductor de Cds?

- ¿Si?

Asiento maravillado e intento explicarle como es, porque nunca vi uno.

- Si. De los que existían antes... - Procuro dibujar en el aire la caja de madera que lo sostiene, como los parlantes viejos, pero en excelente estado. - ...lo hizo con su cuñado y suena muy bien, porque de un estuche sacó una colección de CD de música para que escuche... - Continúo, haciendo que mi mejor amigo ría.

- Son muy buenos, mi padre tuvo uno en sus primeros coches...

- Si, es muy vintage, ¿no es asombroso? - Estoy extasiado. - Pensé que esas cosa, ya no existían... - Deslumbrado opino, ya que y como mencioné, jamás vi uno.

Nací en cuna de oro y aunque la cuchara de plata fue mi formación, nunca me sentí como tal, pero sí, se sintió en mi crecimiento.

Hasta mi adolescencia no sabía lo que era tener amigos por las constantes mudanza de mi padre por ser un gran hombre de negocios y proveniente del Reino Unido al igual que mi madre.

Familia aristocrática y cual, recién enfrenté a mis 18 años con mi mayoría de edad, no solo lo que ellos ya notaban sin decirlo en voz alta.

Mi orientación sexual.

Si no, también.

Que nunca sería por más hijo único, parte de esa sociedad mercantil y noble.

Mi amor por el arte, mi carácter independiente y mi estilo gótico era un sello y se los demostré el día que me mudé a la casa que teníamos acá, fuera de su alcance, su economía y con cada año transcurriendo y viviendo solo.

Cual, no solo encontré valiosos amigos como mi amada Juno y Amely con el pasar del tiempo.

También a quién tengo a mi lado y se convirtió en mi mejor amigo.

Cael.

Miro mis pies y sonrío nervioso.

- Tengo algo de miedo... - Le confieso.

Y no hace falta que me explaye, me comprende y me mira.

- ¿De enamorarte? 

Con una mueca, asiento.

- ¿Pero Connor lo está, no?

Otra vez, afirmo.

- Me lo dio a entender...

- ¿Y cuál es el problema, Fresita? - Curioso. - ¿Tú también, no?

Ruedo mis ojos.

- Ese, justamente es mi miedo... - Exhalo. - ...confirmar que lo quiero.

- ¿Por qué?

- Tengo que averiguarlo...

- ¿Y qué, esperas? - Cael me sonríe, indicando sus mirada gris la puerta cerrada.

Mi silencio pensativo, causa que vuelva a palmear mi espalda.

- Piénsalo, tienes tiempo... - Me dice caminando hacia la de salida. - ...yo voy a mi departamento para cambiarme y así, alisto lo que falta para esta noche. - Sonriente.

Y sin más, me deja solo con sus adornos a medio ordenar, globos, mi galería y mis pensamientos.

Apoyo mi taza vacía en la isla dejando su saco también, para ir a la habitación y una vez dentro busco del clóset una camisa para ponerme, bajo el sonido del agua cayendo del baño por Connor duchándose.

Chequeo la hora y aún es temprano para la gran noche de Cael y Vanessa, suficiente para esperar a que Connor se aliste y me ofrezca llevarlo a su casa, seguido de ir a la mía por un cambio de vestuario y volver a la galería para ayudar con los últimos detalles a mi amigo.

La puerta del baño abriéndose por Connor y el vapor del agua caliente escapando, me sorprende en el momento que de un cajón saco una toalla doblada.

- Había una colgada... - Me dice notando esta en mis manos y yo, viendo que una igual rodea su cintura mientras con otra pequeña, sacude enérgico su cabeza para secar su pelo húmedo.

Su torso todavía suda la transpiración del vapor y porque, no se secó bien.

Bonitas y sexis gotas de agua de ducha, brillan y se deslizan por su torso desnudo como definido, al igual que una parte de su rostro y brazos.

- Estaba usada... - Digo sin saber que hacer con la que tengo en mis manos.

Se encoje de hombros.

- Por ti...

- ¿Qué? - Mientras la vuelvo a guardaren el mueble.

- Que no me importa usar algo que fue por ti también, Demian...

Y yo cierro mis ojos por un momento.

¿Por qué este chico con su sinceridad, es tan pornográficamente lindo?

- Me estás haciendo envejecer... - Río, pero me corrijo en el acto con un dedo en alto. - ...no, la realidad, es que me vas a matar de amor, Connor... - Exhalo una profunda sinceridad.

Se apoya sonriente contra la puerta cerrada y la postura de cruzar sus brazos sobre su pecho, remarca más sus lindos músculos desnudos sin exageración como su abdomen dibujando con su ir y venir, la respiración de su bajo vientre.

Digno de un lienzo y un pincel entre mis dedos, su pose como Dios lo trajo al mundo y solo cubierto por una blanca toalla, cubriendo lo que algo que por su propia forma natural masculina, se ondula sobresaliendo como a cualquier hombre que lo rodea ahí.

- ¿Me amas? - Me dice por mi dicho, pero no estoy preparado para ceder primero.

Aunque, es la pura verdad.

Como dije anteriormente estuve con muchos hombres, pero, jamás me enamoré por más que quise mucho.

- ¿Tú? - No le respondo pero contesto, tomando asiento en la cama y apoyo mi barbilla en un puño.

Se acomoda mejor contra la madera de la puerta y una leve sonrisa, se alza en sus labios.

- Si. 

Abro mis ojos.

- Guau... - Atino a decir, porque su poca duda me asombra.

- ¿Porque, ame?

Sonrío.

- No, ya que eres una persona que brindas amor a todos. - Digo. - Es porque, realmente lo hagas hacia mí.

- ¿Está mal? - No comprende y me hace sonreír más.

Es muy lindo.

Y niego, encontrando la respuesta al miedo que le mencioné a Cael rato antes.

- No y soy feliz con ello. - Respondo para aclararle. - Solo que me da miedo descubrir que te amo mucho, Connor...

Su hombro y por un movimiento, se separa de la puerta para caminar hasta donde estoy.

- ¿Es porque antes, no sentí esto por un hombre? - Me pregunta.

- ¿Eras hetero, no? - Digo y otra vez se encoje de hombros. - ¿Estuviste con mujeres?

- Un par. - Sincero y flexionándose frente a mí, para nivelar nuestras alturas. - ¿Qué con eso, Demian?

Tomo su mejilla.

- Soy gay y no quiero confundirte... - Me atrevo, apenas a besar su boca con la mía. - ...yo nunca voy a mirar una mujer...

- Y yo a ningún hombre... - Lo que me murmura sobre mis labios, es su decisión y deseo, haciendo que sonría. - Nunca me llamó la atención el amor, Fresita... - Habla. - ...mi mente y cabeza, solo estudiar para salir adelante en este país. Practiqué el sexo por deseo, pero por amor nunca... - Me confiesa. - ...y lo sentí, al empezar a conocerte...

CONNOR

Su confesión sincera llega hasta partes de mí, que no sabía que podían hacerlo.

Lugares que ni existían de mi ser, pero me embargan y llenan cada parte con sus palabras dicendo.

- ...yo, jamás me definí. - Prosigo y también, atreviéndome con una caricia a tocar su pelo como mejilla. - Pero... - Una amplia sonrisa juega en mi boca. - ...si amarte es ser gay, homo o la etiqueta que la sociedad ponga, entonces lo soy. - Río. - Pero mi género nunca va a dejar de ser masculino y hombre... - Imposible, no dejar de serlo. - ...uno... - Hombre. - ...que ama a otro... - Termino con un beso.

El mismo beso que jamás debió acabar y ahora continuamos antes de ser interrumpidos, mientras recuesto a Demian contra la cama como encima de él y ambos jadeamos excitados.

Él, por sentir lo que a duras penas contuve bajo la ducha.

Mi erección creciendo nuevamente, bajo el precario género de la toalla y que duramente se frota contra la suya luchando en salir de su pantalón de vestir.

Y yo inexperto en este campo, pero con hambre de probar, mientras desabotono su camisa y mi boca tras acariciar su lengua con la mía, baja para besar su pecho mientras lo despojo de la ropa.

Sonrío sobre la suavidad de su piel al contacto de mi lengua descendiendo y recorriendo cada centímetro de ella y Demian sobre sus manos en mi espalda dibujando cada contornos, mientras desabrocho el botón de su pantalón para liberar su pene tan duro y excitado como el mío.

Y un calor me embarga viéndolo y tomando su duro pene erecto.

Es también suave, grande y aterciopelado al tacto.

Que sobre mi pulgar jugando con las pequeñas gotas preseminal de su glande, me hace mojar con él parte del largo de su pene, bajando a su base como subirlo y reteniendo las ganas de llevarlo a mi boca y chuparlo, causando que gima fuertemente por esa leve masturbación y causando que crezca más.

En realidad nos embarga mirándonos, mientras me despoja de la toalla y los dos estamos desnudos uno arriba del otro.

Piel con piel.

Sintiéndonos.

Empujándonos.

Y va más allá de toda excitación, aunque está lleno de eso.

Porque esto, es simplemente amor...



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top