CAPITULO 2
FRESITA
Mi vista se fija en el espejo retrovisor mientras manejo, observando o mejor dicho dejando a mi vista la parte trasera de Connor en como y sin dejar de pedalear esa vieja bicicleta y con precaución en dirección contraria a la mía, se va por la acera de forma tranquila esquivando algunos transeúntes que caminan por ella.
Niego, volviendo mi mirada al frente.
Mucho tiempo que ya nos conocemos y aprendí cosas de él, pero siempre la misma temática.
Entrar a la tienda de comestibles, comprar, burlarme algo para hacerlo reír.
Cosa, que fracaso siempre.
Seguido a soltarme unas de sus burradas con colores de rechazo a una amistad, pagar, recibir el ticket como bolsa de compra y fin de la situación.
Callado, serio, de otro país, fuertes convicciones por lo que noté y como única familia, descubriendo una nochecita llegando a la tienda por mi cena light de siempre y fuente de energía e inspiradora, frente a mi caballete con paleta de pantones.
Que poseía una hermana.
Y cual, acosador desde el interior de mi coche.
Pero uno con estilo y glamour, no lo olviden ese detalle.
Lo que duró esa visita percibí mirando, sobre esa frialdad que el chico ante los demás presenta, Connor es cálido con su familia.
Y ríe.
Sip.
Ríe y mucho, descubriendo una linda sonrisa a este muchacho que y aunque no es feo para nada, pero sí, le hace falta algo de vida a su vestuario como unos cuantos platos de sopa.
Niego nuevamente, recordando su base de comida con ese fanatismo por el embutido de carne y galletas de agua.
Que lo hace a eso de sonreír y solo se relaja con su familia.
Lanzándolo de bonito pero peligroso, en esa fase que no muestra a nadie.
Y así, descubriendo a esa hermana maternal, cual esa vez convirtiéndome en un potente acosador.
Repito, pero con encanto muy a lo Fresita.
Fui testigo de una escena que me enterneció, donde ella, ya que no sé su nombre, sacando de una vieja bolsa de compra le dejaba sobre el mostrador e intentando no interrumpir su trabajo, un pequeño tapper con comida casera envuelto prolijamente en un repasador de cocina y hasta con cubiertos y todo.
Causando que suspire sobre el volante de mi camioneta apoyado, no solo por recordarme mi época universitaria, cual en los horarios de almuerzo en el campus, con Juno disfrutábamos de ese estilo de comida hecha por su nana Marcello, anexando otra porción suculenta para mí, sabiendo que en mi casa no existía ese tipo de cosas.
También.
Por ese clima que se percibía en ese corto momento que ambos disfrutaban con conversación de por medio y que notaba desde mi distancia.
A familia.
Todo lo acusaba, como esa comida casera y humeante, estilo estofado de carne con verduras que despedía al abrirlo Connor y al probarlo gustoso con cada cucharada, mientras ella sin dejar de hablarle y sacando otra vez de esa vieja bolsa de compra, lo que era un termo con algo caliente.
Supongo.
Para luego.
Y eso sí, me llamó poderosamente la atención hasta el punto de cambiar mi postura para mirar mejor desde la ventanilla del acompañante.
Lo que parecía.
Guau, porque nunca vi eso.
Un cuenco de metal tipo vaso luego y lo que parecía un sorbete también metalizado dentro, seguido a envases plásticos conteniendo azúcar y...
Pestañeo.
¿Césped, cortado dentro?
Y descansé toda mi espalda contra mi asiento en la camioneta, lleno de posibles conclusiones pensando por uno coherente.
Pero, sacudí mi cabeza sin una concluyente mientras encendía mi coche para irme.
Ya que, no se me ocurría ninguna y lo mejor, volverme.
No interrumpir con mi presencia, ante lo que parecía.
Reí, sin saber el motivo.
Una especie de macumba vudú, cual entre Connor y su hermana con esos bártulos últimos, hacían una especie de ritual extraño y personal, bebiendo del cuenco y sorbete metálico con césped dentro y lo que parecía, algo líquido y también humeante sobre él.
Que gente extraña...
Estacionando mi camioneta al llegar a la editorial, minutos después y saliendo del ascensor una vez dentro, aparezco en el piso de redacción de Cael.
Cual este y su equipo muy concentrados, algunos sentados y otros de pie, organizan el plan a seguir en cuanto al lanzamiento de la revista Féminan por la temporada Primavera/Verano que está llegando.
- ¿Estás listo? - Tras saludar a cada uno, Cael me dice desde su asiento sin dejar de mirar unas series de hojas, no solo con bocetos de diseños como escritos organizando el día de las sesiones de fotos para la portada.
También, unas tres de mi autoría con posibles prototipos de pinturas que hice solamente para la portada.
Ángela presidenta de la editorial y madre de Cael, tanto ella como él mismo y bajo la aprobación alegre de Justo, su padre.
Me ofrecieron incluirme en este proyecto, mediante la fusión de lo que es el mundo del magazine con el arte.
La disciplina de los pinceles con sus colores, el lienzo y mi firma como artista reconocido con la moda.
- Of corse, querido... - Es mi respuesta, tomando asiento en la silla libre y sacando del interior de mi saco oscuro, mi abanico del mismo tono, pero con encaje para darme algo de aire.
Cael me sonríe dando vuelta mis hojas con los posibles diseños para la portada, mientras escucha como uno de los gemelos, Santiago, terminando de colgar una llamada telefónica nos mira.
- El agente del modelo dice que están a 17km del aeropuerto Václav Havel... - Chequea la hora. - ...a tiempo para la sesión. - Confirma sonriente y tanto Cael como Matías suspiran relajados.
Ya que, aunque había tiempo de sobra sumando las horas de vuelo y un pequeño descanso del jet lag, la adrenalina del tiempo por la puesta de escena sumado a la organización que lleva eso, siempre es apuro y a contrarreloj.
CONNOR
Encadeno mi bicicleta por seguridad sobre la acera y a los pies de un poste de luz, frente al viejo edificio de departamentos donde vive mi hermana.
Subo las escaleras hasta su piso de dos en dos sin soltar mi mochila, recibiéndome al abrir la puerta el griterío de mis sobrinas al verme llegar, saltando de sus sillas por estar desayunando.
El mayor al despeinar su pelo, me sonríe sin dejar de comer su cereal y seguir concentrado en un juego de su celular.
Mi hermana se asoma de la cocina, sorprendida de verme temprano y a salida de mi turno, ya que por lo general mis visitas cuando es día de semana son por la tarde y antes de entrar a trabajar a la tienda.
- Pasé solo un rato a dejar esto. - Le digo sacando del interior de mi mochila la bolsa de caramelos en la mesa, mientras ella pone en las de los chicos sus viandas con almuerzo para el colegio y entrega a cada uno que ya se preparan con sus uniformes escolares para ir a clases. - Para postre... - Les advierto a las nenas, notando sus ganas de abrir el paquete y llevar varios a la escuela.
- Fruta... - Cristina eleva y les muestra las manzanas que también guarda, ganándose los pucheros, pero aceptando la palabra de su madre.
- ...y esto... - Murmuro, mostrándole lo que tenía en el bolsillo de mi camiseta.
El esmalte de uña en tono celeste.
Y me gano por segunda vez su mirada curiosa al verlo, sirviéndose un mate recién hecho.
Se sonríe desatando el delantal de cocina que lleva puesto y colgarlo en un esquinero, para luego mirar sus uñas.
- Mucho que no me pintaba... - Me dice, tomando con cariño el esmalte. - Va perfecto con el blanco... - Me señala la casaca prolijamente planchada y de ese color tan puro, que parece pecado ponérsela.
Es su uniforme de cocina a juego con un pantalón.
Mi hermana pese a que es una excelente costurera y trabajó muchos años en una fábrica textil desde que llegamos acá.
Nunca pudo ejercer lo que estudió y amaba.
La cocina.
Pero ahora con los niños grandes y después de años de sacrificio y estando en el lugar como momento indicado, conoció las personas correctas para que le ofrecieran en un reconocido Hotel de cuatro estrellas de una cadena hotelera, ser el segundo chef de la cocina de tal.
Por eso mi apuro en salir de mi trabajo.
Por eso mi pequeño regalo como duda de color, frente a la góndola de productos cosméticos de la tienda.
Un humilde presente de mi parte de algo personal para ella, ya que siempre y por nosotros, se dejaba a segundo plano para ella.
Yo pensaba que un bonito rojo en sus manos era el correcto por su tono y brillo, cúpula de la feminidad y la pasión, pero notando mientras me ofrece un mate, cual lo tomo sediento y con ganas, creo que Demian le atinó al ver como con cuidado lo prueba en uno de sus dedos, seguido a extenderlo y mirar con satisfacción como le queda ese lindo celeste pastel en su uña.
No tengo idea como el chico gótico siendo un color algo complejo de elegir, adivinó que a mi hermana le gustaría y quedaría bien.
Como también, que tengo una.
Aunque la curiosidad me mataba, jamás cedería a esa duda de preguntarle hoy cuando nos vimos.
Y no es, porque me desagrade o tenga desconfianza de él.
Simplemente, que no debo.
Niego.
Yo nunca, debo salirme de mi eje de futuro.
De mis anhelos y metas.
¿Mis principios?
Recibirme.
¿Una amistad?
Piedra en el camino de demanda y compromisos innecesarios.
Así, de simple.
No puedo ningún tipo de relación por ahora, sea de camaradería y lo que más rechazo y a ciencia cierta jamás lo he pensado mucho en profundidad.
Una relación.
Forjar con una chica, cosa que oportunidades nunca me faltaron, porque sucede que me han visto en ese área atractivo, un idilio de carácter amoroso por más que muchas me resultaron bonitas y agradables.
Pero, repito.
En este momento, no.
FRESITA
Ya en mi taller, habitación contigua a mi galería y tras un almuerzo en la cantina de la editorial después de toda la mañana deliberando en equipo, el plan de la ya con puesta en escena para la portada.
Algo cansado pero con ganas a solas de dedicarme y trayendo conmigo el que Cael como Matías sobre la supervisión aprobada de Ángela, eligiendo una de mis ideas, me dedico al diseño a explayar, mirando todo.
Tanto la mesa que me acompaña con los bocetos en diferentes escalas para una mejor visualización del vestuario seleccionado y diseñado por Charly con su sello personal, algo alocado y muy de pasarella, como los apuntes como a tener en cuenta con puño y letra de Cael, continuo a lo que sería el storyboard por los gemelos como escenario de todo e incluyendo y unido en una esquina, media docena de fotos por el modelo masculino seleccionado.
Cual lo separo de estas, para mirar cada foto de él, en detalle y con ojo clínico.
Francés y muy reconocido en el mundo de la alta costura.
Grandes firmas de la moda como marcas de cosméticos, se disputan por él y que su rostro aparezca en ellas.
Inclino mi cabeza ante la tercer foto de él, posando en lo que parece sobre la rivera de un río que con sus murallas en piedra, cruza un lindo y pintoresco pueblo europeo.
Si, es guapo.
Muy llamativo por más que carece de una belleza perfecta, ya que todo él, lo es en una exótica.
Y suspiro dejando las fotos sobre la mesa, para hacerme una media cola con mi pelo por llevarlo algo largo, así no me molesta, ahora y con ya medianas ideas en mi cabeza mientras tomo uno de mis pinceles mirando mi lienzo en blanco descansando sobre el caballete.
Juego con él, entre mis dedos.
Colores primarios, invaden mi mente.
Mucho de solo ellos, ya que el vestuario de la mano de Charly está compuesto en su mayoría por los complementarios.
Un traje de tres piezas de tonos vivos, alegres y puros en su génesis, para dar la bienvenida al estío con su temporada.
Y como tal, totalmente descartando los ocres en su viejos dorados o colores fríos, preparo lo contrario en mi paleta de madera que tomo también de la mesa a mi lado.
La sesión fuera de lo que pensé, que sería en un lugar abierto.
Parque o lugar óptimo bajo la luz del sol, no se tuvo a consideración.
La temática en un lugar cerrado y el mismo estudio de fotografía y producción.
Uno excelente, debo recalcar.
Que la editorial posee.
El modelo de turno de fama mundial y como telón de fondo el verde, siendo más fácil para editar, filmar y agregar los efectos especiales.
¿Estos?
Mi obra de arte, cual voy a diseñar exclusivamente para la portada.
Y exhalo un aire con paleta como pincel en mano, frente a mi gran lienzo todavía en blanco.
Algo así, como tres minutos pasan que no formulo ni movimiento ni pincelada.
Estoy estático.
Inaudito.
La idea está, pero jodidamente mi mano con el mando de mi pincel.
Mierda.
No quiere cooperar.
Mi vista baja a mi vientre, por el leve gruñido de mi estómago.
¿Será por hambre?
CONNOR
Tras irme de la casa de mi hermana, pero sin desearle un agradable día a mis sobrinos en su escuela como mucha suerte en en su primer día a Cristina.
Mi día transcurrió tranquilo.
Llegando a mi pequeño departamento y con una ducha rápida, me recosté para dormir y recuperar algo de sueño.
Seguido después de unas buenas horas reparadoras, tomar asiento en la única silla que compone lo que sería mi comedor y abriendo el periódico sobre la mesa y con un vaso de leche y un par de galletas, merendar mirando la sección de clasificados, por la latente posibilidad de encontrar otro trabajo de medio tiempo en algún taller mecánico como ayudante.
Las ansias me superan, ya que el título que guardé lo avala terminando el curso y demás decir como bien lo mencioné antes.
Motivación para aumentar mis ahorros y en un tiempo prudente, aparte de seguir guardando para la universidad, también mudarme a algo un poco más grande.
Lo suficiente con otro ambiente, tal vez un pequeño garaje donde pueda particular ofrecer mis servicios mecánicos.
Tercer ingreso económico, dándome la posibilidad de comprar más herramientas de las que ya poseo.
Pero me desinflo notando que esta semana la demanda en el oficio tampoco nada y cierro el periódico, recostándome más sobre mi silla y mirando el techo.
Me encojo de hombros, ya que decaer y vencerme no es lo mío.
La semana que viene, me digo esperanzado y poniéndome de pie para salir.
Es viernes y mañana no trabajo en la tienda.
Mis días libres varían, ya que siendo aparte el supervisor a cargo, dependo de los que se toman mis compañeros dándoles la prioridad.
Muchos con responsabilidades o familia, cosa que yo no y por eso, intento para armonía del trabajo, acomodarlos a sus necesidades.
Que atinado a veces a mi favor, el mío es mañana y por eso libre se podría decir como en plenitud, casi el fin de semana.
Y tomando un libro de ingeniería a medio leer, seguido a meterlo en mi mochila, hago lo que más me gusta en mis días de descanso.
Dejar que el tiempo vuele, leyendo al aire libre.
FRESITA
- ¡Oh my God! - Me sale sin poder disimular mi exclamación, al escuchar a Cael del otro lado del celular cuando me lo comenta lleno de preocupación.
Y para no, menos.
Porque resulta que el modelo presentó un cuadro de infección con molestias y perdieron el vuelo al estar en observación clínica hasta nuevo aviso en un nosocomio de Praga.
- ¿Y qué, vas hacer? - Le pregunto sin soltar el móvil, caminando entre góndola y góndola de la tienda de comestibles y observando que Connor no está en la caja.
Mueca.
Porque, tenía un genial chiste que contarle, a ver si lograba hacerlo reír o en su defecto, molestarlo por deporte.
- Por lo pronto, Matías procurando localizar a otro modelo... - Me dice con su voz medio perdiéndose, por notarse que sigue en la editorial y a su vez, hablando con Megan. - ...pero todos... - Resopla agotado y hasta juraría por más que no lo veo, con el tic de llevar su pelo para atrás. - ...muy apretadas sus agendas, ya que la temporada lo demanda... - Suspira nuevamente. - ...hasta Vanessa lo está...
Y mi pecho se estruja por su voz de decepción.
- ...o sea que este finde, tampoco lo de la declaración? - Pregunto, abriendo uno de los refris para sacar dos cajas de leche de soja saborizadas bien frías.
- En realidad, la otra... - Me informa. - ...esta imposible por la sesión de fotos... - Apagado. - ...pero le surgió un trabajo en el exterior...Francia... - Continúa. - ...y regresa principio de mes siguiente...
- Lo siento tanto, corazón... - Lo consuelo sincero, porque sé lo mucho que Cael, no solo ama a Vanessa, también la idea a futuro de formar una linda familia.
Pero ríe del otro lado y sonrío con él, porque si Cael tiene y le sobra.
Es optimismo y buena persona.
- Será cuando vuelva... - Me dice alegre y sobre sonidos de hojas que tal vez chequea. - ...me da la oportunidad... - Prosigue mientras yo me tiento por unos dulces que veo y que acompañarían muy bien a mis cajas de leche de soja saborizadas. - ...tengo la idea y ahora con ese tiempo, de anexarle a mi pedido de matrimonio el lanzamiento de algunos fuegos artificiales que me recomendó Matías de un anuncio.
- ¿Se dedican a ello? - Pregunto curioso, ya encaminándome a la caja a pagar.
- Parece... - Responde. - ...según su flyer publicitario, es algo muy romántico... - Y quiere seguir comentándome, pero algo que uno de los chicos le notifica hace que suelte una maldición.
- ¿Sucede algo?
Resopla.
- Este modelo, tampoco puede... - Gime ante esa posibilidad descartada, mientras pago al muchacho y tomando mi compra, encaro la salida.
Me detengo, ahora sí, preocupado.
La sesión estaba agendada para el domingo y estando a casi dos días, el pronóstico no augura nada bueno.
Y lo acompaño en su suspiro desolador con mi vista perdida en la gran vidriera de la tienda y que da a la calle y su gente pasando.
Seguido a mi camioneta estacionada, casi en su frente.
Abro mis ojos, sin poder creer.
Porque, luego a lo que mi vista me regala tras ella y a la distancia.
Diría al parque o espacio verde cruzando esta y a los pies de un pequeño edificio de condominios departamentales.
Sonrío.
Ya que en ella y bajo un árbol, se encuentra Connor en su sombra leyendo un libro y a metro de él, su vieja bicicleta a su espera.
Una postal.
Un agradable cuadro natural como toda la simpleza que Connor es, irradia de la perspectiva que lo veo y como segunda vez acosador, soy testigo de ello.
Pero ahora, uno lleno de colores y con mis manos picando por la necesidad imperiosa por tomar mis pinceles como paleta y comenzar desde este lugar si fuera posible, en solo explayar la grandiosa idea que me nace.
Me miro perplejo.
¿Del corazón?
No lo sé.
Pero sí, de poner en movimiento todo mi arte.
Uno que va ser muy grande.
Y no le encontraba dirección con el modelo Francés, pero con Connor, sí.
Uno de mis delicados dedos con esmalte en azul noche, se apoyan en mi labios que todavía no dejan de sonreír a mi vista mientras mi hombro descansa contra el gran vidrio sin dejar de mirarlo.
Se me escapa un suspiro, pero con inteligencia.
- ¿Qué pasa si te digo querido amigo, que conseguí el modelo masculino que necesitas?
Y sonrío más, cuando solo escucho por Cael un enorme qué interrogante, que sale de su boca sin comprender.
- Te vemos en un rato... - Es solo mi respuesta a modo colgar y sacando las dos cajitas de bebida a base de soja.
¿Lo más loco?
Miro a Connor, ya abriendo la puerta para ir a su dirección.
De sabor fresa...
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