CAPITULO 16
CONNOR
Dejé la taza de té caliente para que beba la llorona gótica que asustó a mi barrio, que sentado en una de las sillas en mi mesa y ya en mi casa, envuelta en una cobija que puse sobre sus hombros.
Ya que, no sabía si ese temblor que todavía reaccionaba su cuerpo, era por el fresco de la noche que padeció lamentándose cual dramático, pero logrando sobrevivir esas dos cuadras que caminó convaleciente desde la distancia de su camioneta abandonada hasta que lo encontré o por padecer hambre.
Deposité también un plato de fideos con manteca para que coma y tomando asiento casi en frente y mi otra silla, solo lo observé cruzando mis brazos sobre la mesa, mientras veía como devoraba y sin pensar en las calorías que engullía por ser puro carbohidratos.
- Espero, que esté bueno... - Digo por la escasa cena.
Y balbucea algo, que no logro traducir por su boca llena que sigue llenando de más fideos y ayuda a que circule con un poco de té.
Pero que me confirma que le agrada, porque al casi estar vacío y rodeando con ambas manos el plato, me pide un segundo.
Y tapo mi risa con un puño, aunque elevo un dedo al traste.
- ¿Seguro? - Insisto. - La harina con aceite no es bueno en la noche... - Bromeo. - ...despertarás con el rostro hinchado, Demian...
Bebe más té y termina de limpiar el plato, seguido de insistir por repetir.
- Corazón, me vale si mañana no solo amanezco con la cara como globo y hasta con una docena de granos... - Me dice, mientras tomando su plato voy a la caserola y la lleno con más cucharadas. - ...el lunes comienzo... - Augura su purga o dieta y me hace sonreír.
- ¿Qué hacías por este lado de la ciudad, Demian? - Vuelvo a mi duda trayendo la bebida a medias que dejé para servir en dos vaso, cual en uno bebo y el otro se lo ofrezco tomando asiento otra vez.
Ya menguando su hambre y pavor, me termina de relatar tranquilo lo sucedido de su camioneta tras beber unas cerveza con los chicos de la editorial, como la incorporación de un nuevo miembro de apodo Elvis y que.
Carajo...
Por la forma en que lo detalla como describe, lleno de simpatía, mucho cariño y hasta sin darse cuenta con una sonrisa que solo se la vi yo.
Para sorpresa mía, me encuentro con mi pecho que aprieta de forma descontrolada por celos estúpidos.
¿Quién mierda, es ese Beto alias Elvis y que tanto agrada a Demian?
- ¿Pasa algo? - Me dice al notar mi silencio y ver lo que no me había dado cuenta.
Que revolví mi pelo con ambas manos por pensar ello, seguido de dejar deslizar pesadamente estas por mi rostro negando.
- Nada, Fresita... - Murmuro y me mira de lado al escucharme.
Hace a un lado el plato y la uña con esmalte en tono oscuro, me señala.
- Me llamaste Fresita...
Lo miro raro.
- Si, ¿qué con eso? - Porque no comprendo.
Y esa mano va, bajo su barbilla acompañado de una leve sonrisa de felicidad, mirándome de lado con inteligencia y alzando una de sus delicadas cejas.
- Me decías así... - Y su color de persona, cubre sus mejillas. - ...cuando me querías... - Delata.
Y dejo caer el peso de mi rostro a mi mano, que apoyé en la mesa.
- Demian... - Suspiro sincero. - ...yo siempre te amé y lo sigo haciendo... - Sincero como siempre.
Y su color de persona, aumenta dos colores más.
Que lindo es.
Pero así, como sincero, también realista y por eso, proseguí.
- ...solo que ya te expliqué el por qué, de...
- ...no volver a estar juntos? - Sigue por mí.
Y no deseo, volver a evocar los motivos y ahora sumándose de mis dudas, las de él, como ese tal Elvis.
- Termina de cenar, si? Así, me indicas el lugar donde quedó varado tu camioneta... - Cambio el tema, yendo hasta la baja mesita de mi cama para buscar algo de su interior.
FRESITA
Su departamento aunque es pequeño y un solo ambiente, debo reconocer que más espacioso como bien administrado cada ubicación.
Me siento débil.
Demasiado y por culpa no solo de mi trágico altercado que padecí.
Sino, también.
Por este muchachito que vuelvo a repetir y lo ayuda esta noche, los dos grandiosos platos de suculento como calóricas porciones de espagueti que devoré sin cargo de conciencia hasta ahora.
Que me va a envejecer.
He dicho.
Y no hay cremas como productos orgánicos que puedan contra este bello, terco como deslumbrante hombre y que ahora mismito, lo quiero como postrecito y a cucharaditas por como se ve y no se da cuenta de ello.
Ya que y en su inocencia cumple la fantasía, tanto de mi gremio como el femenino, vestido con esa vieja camiseta blanca manchada de aceite de motor y haciendo juego con sus rotosos jeans claros que le calzan de muerte y solo emanan la orden de arrodíllate y chupa.
Y niego, buscando mi abanico de un bolsillo y sacudiendo mi cabeza por aire fresco, mientras lo veo irse hasta donde se encuentra su cama y flexionado como espalda a mí, de un cajón de su mesa de noche busca algo.
- Deja de mirar mi trasero, Demian... - Suelta, sin dejar de hurgar dentro. - ...no seas chiquilín...
Oculto mi risa.
- No es cierto... - Si lo es, imposible en esa postura no mirar su ir, si lo tengo en frente.
Me hago más aire con mi abanico.
- ¿Qué tienes? ¿Ojos en la espalda? - Respondo con otra pregunta y sus hombros tiemblan.
Por reír en silencio, mientras voltea al encontrar lo que buscaba del cajón.
Me mira.
- Míos, no...los tuyos, sí... - Ríe y yo también.
Y por un momento y ya fuera de ese cierto estado de incomodidad por volver a vernos, pero notando, que tanto Connor como yo, felices de este extraño encuentro.
Por lo menos yo y sé, que él también.
Disfrutamos de lo que pasa hoy.
El ahora.
Desliza su silla rodeando parte de la mesa hasta donde estoy y tomando asiento casi frente mío, deja sobre la misma lo que trajo.
Una crema y un paquete de mediano tamaño y uso.
Desenrosca la crema, mientras me habla.
- No es de marca y supongo, lejos de estar compuesta con productos orgánicos que estás acostumbrado, Demian... - No deja de hablar, mientras deposita la tapa a un lado y del paquete de algodón saca un poco, para luego humedecerlo al pasar el mismo por el ungüento en tono rosa claro y que huele a flores. - ...mi hermana me lo dejó, para que todas las noches pase por mis manos y la callosidad de mi trabajo no las arruine... - Me comenta y para mi asombro y como si fuera su actitud lo más natural del mundo, apoyar con cuidado el algodón en una de mis mejillas, continuo a comenzar a arrastrar con delicadeza en mi piel.
Lo dejo.
Y sonrío.
- ¿Tengo la piel seca? - Susurro.
Y niega divertida como en silencio, por concentración en lo que hace.
- Se te corrió el maquillaje por lo que sufriste, Demian... - Habla, cuando repone con más crema del frasco el algodón y ya, lejos de burla.
Más bien, lleno de preocupación por lo que pasé y sabiendo que por más drama que hice, yo lo padecí.
Porque, no estoy acostumbrado a esto.
Vuelve a apoyar el algodón con crema, pero ahora del otro lado de mi mejilla y noto que se le escapa un suspiro bajito.
Uno casi audible, pero que siento en cada fibra por tenerlo a centímetro su rostro del mío.
- ...cierra los ojos, Fresita... - Me pide como esa exhalación.
También bajito.
CONNOR
Fui por algodón y una crema que me regaló mi hermana y sobre su consejo que con lavada de manos y ducha, pasara esta por ellas y hasta cuerpo, para ayudar contraindicación de lo que es la dureza de mi trabajo.
Demian no lo sabía, pero su sollozo y pasarla mal, hizo que su siempre como prolijo maquillaje gótico de sombras oscuras bajo sus azules ojos, se escurriera y lo convirtiera, no solo en lo que la mujer como nieta lo bautizaron.
Aguanto mi risa.
En la llorona.
También, en lo más parecido a un integrante de K.I.S.S o modo simpático en Po, el protagonista de Kung Fu Panda.
Y por ello y yo mismo como si nada, comencé con la limpieza.
Pero la poca distancia.
Observar que a gusto, se dejó conducir por mí.
Y tras limpiar la mitad de su rostro y ver yo, tan cerca su mirada limpia y como lejos uno de sus ojos y cual sobre su natural palidez, la misma del mismo como en al sesión de fotos en la galería.
Lejos de todo maquillaje.
Y mirándome como lo estaba haciendo yo.
Profundamente, cual lo disimulé desviando mi vista al frasco por más crema en el algodón.
Y que al girar, tuve que rogarle que cierre los ojos.
Porque, si no, iba a fracasar en el intento...
FRESITA
- ¿ Lo necesitas para el otro ojo? - Consulto extrañado, ya que con el primero no lo necesitó. - ¿Es molesto? - Insisto.
Y me niega serio.
Seguido a suspirar, mirando hacia abajo.
Para luego y acto seguido, divertido y con aún, ese húmedo algodón cremoso en mi rostro, mirarme a través de sus lindas pestañas castañas por apenas elevar su mirada en mismo tono, dibujando una sonrisa que alzan las comisuras de sus labios.
Y apareciendo su color de persona en ese instante, como en los tiempos de la galería y dándome cuenta con eso, lo mucho que extrañaba ver su pantone de vida.
- ¿Molestar? - Me dice otra vez negando por ser lejos eso. - Mírame, Demian...te parece eso? - Y su sincerisidio de siempre, aparece para indicarme con su barbilla hacia abajo y lo hago.
A su entrepierna, donde la dureza de la erección que lucha abultado contra la tela de sus jeans, me indica su excitación.
Toma mi abanico de mi mano y se intenta ocultar, para poder terminar lo que comenzó y reniego, porque malditamente.
Cruzo una pierna sobre la otra, para ahorcar lo que puede ser la mía.
Yo, necesito más que nunca aire.
- ...si no cierras tus ojos, Demian... - Habla, largando aire y buscando concentración. - ...voy a olvidarme de buscar tu camioneta y sin importarme con la seria posibilidad de lo que es la zona de este lado de la ciudad, que mañana la encuentres no solo abierta. También sostenidas por cuatro pilas de ladrillos... - Me confiesa.
Y yo no contesto, pero hago dos cosas.
Sacar su abanico de su erección que nunca bajó, para dejarlo sobre la mesa y por ello, solo me mira.
Para luego obedecer en cerrar mis ojos.
Pero, no para que siga desmaquillando parte del rostro que todavía faltó.
Si no.
Para chocar mis labios con los suyos.
Por un entrañable y necesitado beso, que tampoco me lo niega y responde con más amor que inclusive yo...
Capítulo que viene, el erótico.
Y como los siguientes, pisando su final como también, un prólogo y a lo mejor otro con un extra de regalo sorpresa.
CRISTO.
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