CAPITULO 1
Época actual...
CONNOR
- ¡Felicidades! - Una palmada en mi espalda y una felicitación, sale de la voz de mi jefe antes de retirarme de mi hora laboral en la tienda de comestibles y mostrarle con orgullo el diploma en mi tecnicatura de mecánica.
Casi tres años pasaron que ya me mudé de la casa de mi hermana y vivo en un pequeño monoambiente que alquilo no muy lejos de la zona.
Como también mismo tiempo que todavía, pero siguiendo ahorrando cada centavo que me permito, para que un día no muy lejano pueda costear toda mi carrera universitaria sin quitarme el sueño por preocupación, si tengo para pagar el semestre siguiente.
Tiempo asimismo, que me gané en el local de aparte ser empleado en atención al público, también el de encargado y por ende, un generoso aumento hace pocos meses a mi sueldo, aunque debo sumar unas horas más cada día a lo acostumbrado antes.
Pero no me interesa ello, ya que el lugar como ambiente es agradable y sobrándome el suficiente tiempo por las tardes, de no solo seguir estudiando por más que no curso las materias.
Incluso para dedicarme gracias al papel que sostengo entre mis dedos y aunque está lejos de ser a nivel facultativo, su curso de casi un año avala que soy técnico en mecánica y puedo buscar trabajo sea en un taller en mi ratos libres o por qué, no?
Abrir el propio mío.
Grandes pero a pasos pequeños de tortuga, progresos satisfecho.
No soy conformista, nunca lo fui.
Pero sí, muy agradecido con lo que logré.
No me sobra nada en la vida, pero tampoco me falta.
Y sonrío como agradeciendo a mi jefe, juntando mi mochila tras el mostrador al ver llegar a mi compañero de reemplazo a tiempo.
Pero antes de irme y ya colgando mi mochila en mi espalda y tomando una de las canastas de compras, hacer algo de eso en la tienda antes de ir a casa.
Solo lo básico y necesario.
Mi eternas latas, cual algo fans de ellas con embutido de carne picada, un par de galletas de agua, botella grande de agua mineral y de los pocos gustos que me doy.
Un paquete de caramelos masticables de frutas, para regalar a mis sobrinos cuando los visito siendo su golosina favorita.
Entre góndola y otra de la sección higiene buscando pasta dental, me detengo en la de cosméticos.
El área predilecta en lo femenino por el surtido en maquillaje y cosas para ellas.
- El celeste, iría con la camiseta que llevas... - Me dice.
Cierto y me modifico, lo que mencioné antes.
Área preferida del campo femenino y.
Lo miro sin ganas.
De Fresita.
Estos casi tres años el mencionado, también cliente arduo como muchos por tener su galería de arte a poca distancia.
Siendo Demian alias Fresita en el ambiente artístico, un muy reconocido pintor.
- No es para mí... - Respondo a su burla mientras se apoya a placer contra el escaparate y notar que sostengo en mi mano un esmalte de uña en tono púrpura. - ...es para mi hermana. - Ni sé, porque se lo comento.
Y como siempre, ignoro su presencia poniendo el brillo de uña entre mis cosas de compra y acomodando mejor en mi brazo la canasta en el proceso.
Veo que toma ese esmalte que supuestamente me aconsejó con su color, para ponerlo por tener también una canasta, muy a lo diva y como solo él lo llevaría haciendo lucir la simple canasta de plástico en color rojo, como si fuera una de esas finas y elegantes carteras que pueden diseñar Prada o Gucci, mientras yo abriendo unos de los refrigeradores, saco dos botellas chicas de yogurt bebible.
Me agrada beber algo dulce en las noches, mientras leo en mi cama.
Desde esa situación años ya atrás, nos acostumbramos a la presencia del uno con el otro.
Demian con dije, cliente de la tienda y yo, el empleado que atiende en los horarios nocturnos, ya que su ataques artísticos le agarran durante la noche y en sus madrugadas muchas de las veces y con ello, su siempre tardía hora de cena baja en sodio y pocas calorías buscada a esa hora en la tienda.
No somos amigos, ni siquiera conocidos le pondría de título.
Solo un prestigioso como gótico cliente vestido hoy, con un por demás traje oscuro al igual que su eterno maquillaje y cerca de lo victoriano su diseño como camisa bajo él, con un simple empleado de comercio.
Tras pagar en la caja a mi compañero seguido a poner todo dentro de mi mochila y despedirme de él, minuto después estoy afuera y bajo uno de los árboles desatando la cadena de mi última adquisición que compré par de meses antes.
Una bicicleta.
No es nueva, pero lo suficientemente ligera como cómoda para llevarme y traerme de donde sea.
Minuto y medio después, también Demian sale de la tienda y cargando su bolsa en papel madera con cosas que compró.
https://youtu.be/3f0W5cabXqI
El sonido de su alarma suena a mi lado, por su prestigiosa como elegante camioneta 4x4 desactivando su alarma y tan negra como su vestimenta al estar estacionada junto a mi bicicleta.
Abre el acompañante para dejar la bolsa mientras hace un lado con sus uñas perfectas en tono azul noche, una onda de su pelo castaño de su rostro muy dramáticamente por interponerse en uno de sus ojos, al inclinarse y buscar algo de la bolsa como recordando algo.
Y una disyuntiva.
No sé, si reír o rodarle los ojos.
Pero opto por lo segundo guardando la cadena en un lateral de mi mochila, continuo a montarme en mi bicicleta.
- Pica...pica... - Su queja detiene mi primer impulso de irme como pedaleada, mostrándome su rostro.
Mejor dicho, uno de sus azules ojos que no deja de batirmelo.
Lo miro raro.
- ¿Me estás guiñando el ojo? - Le digo retrocediendo.
- No, pica... - Se hace aire el ojo. - ¿Se me corrió el maquillaje? - Me lo palpita arrimándose más y empujo mi espalda hacia atrás sobre mi bicicleta.
No invade mi espacio, pero lo siento extraño.
Y Dios, porque no tengo idea de eso.
A ciencia cierta, creo que jamás vi a Demian a rostro lavado todo este tiempo.
Siempre maquillados de sombra como delineador oscuro, vacilando en la gama de los grises y negro sus ojos, acentuando más el azul de su mirada.
Acotación aparte, tampoco vistiendo digamos sin ofender, "normal."
Me refiero a simples camisetas y jeans, fuera de esos exuberantes como costosos trajes de sastre y gusto particular, donde lo negro y ciertos brillos predominan en sus géneros.
Por tal y muy lejos de eso, no tengo la más remota idea de lo que carajo me está preguntando.
- ¡Deja de guiñarme! - Le reclamo.
- ¡No te guiño! ¡Algo me molesta!
- ¡Entonces no hagas eso cerca de mi rostro!
- ¡Que no lo hago! - Me exclama, procurando acomodar o limpiar su pestaña.
¿Jódanme, que usa postizas?
- No lo son... - Me murmura muy orgulloso y como leyendo mi duda, sacando un pañuelo de seda gris y pasar suave en su ojo.
Y suspira aliviado al notar que con la barrida, el microcópico pelo que le molestaba el ojo ya no está y pone ese lado de su rostro frente a mí.
- No traje mi bolsito de cosméticos y no tengo tiempo de ir hasta mi casa por él, tendrás que corregirme si se me corrió el maquillaje, porque ya estoy retrasado en una importante reunión en una editorial.
- ¿Qué?
- Tienes la culpa... - Me acusa.
- ¿De qué, rayos hablas? - Me niego y señala mi trasero en la bicicleta.
- Me desconcentró papasito tu postura al salir de la tienda y por eso al inclinarme me entró un pelo en el ojo.
- ¡Demian! - Grito enojado, causando que ría.
Apoya una de sus manos, la que tiene el pañuelo de seda en su mejilla nostálgico.
- Amo, cuando me llamas Demian... - Me dice tierno.
- ¡Demian! - Amenazo en irme haciendo fuerza en el pedal, pero me detiene riendo más.
- Okey...okey... - Se excusa divertido. - ...lo haré yo... - Da vuelta uno de mis espejos y se retoca con cuidado el maquillaje bajo sus ojos.
Acto seguido, lo vuelve a poner como estaba la princesa de las tinieblas, continuo a entregarme algo y dando por finalizada esta rara y como siempre viniendo de él, situaciones.
Es el esmalte en color celeste y cual me había aconsejado.
- Yo no uso esas cosas. - Le vuelvo a recordar como minutos antes y se sonríe negando.
- Corazón si quisiera darte un regalo, precisamente no sería un esmalte... - ¿Qué? - ...es para la cuñada que todavía no tengo el placer de conocer...
- ¿Quién? - Pregunta idiota y como tal me mira.
- Tu hermana. - Pero, me lo contesta igual.
- ¡No es tu cuñada! - Pone el esmalte sobre mi queja, en el único bolsillo delantero de la camiseta polo que uso, seguido a golpear mi pecho a modo dando la razón.
- Cierto que eres hetero... - Me dice como esa vez, girando para cerrar la puerta del acompañante, para luego rodeando su camioneta para abrir la del conductor, pero se detiene de subirse para finalizar. - ...aunque no la conozco, la veo en ti... - Me mira con cariño. - ...natural y espontánea. - Sus ojos bajan al bolsillo donde quedó el esmalte. - El celeste pastel le deben quedar muy bonito, entonces. - Y sin más, se sube, enciende el motor y sobre un saludo ligero de su mano hacia mí ya dentro, bajando la ventanilla de mi lado, se marcha.
Lo veo como se va y pierde entre el tránsito.
Como bien dije, Demian y yo, no somos nada.
Ni amigos.
Ni siquiera conocidos.
Solo un excéntrico y alegre chico gótico que ama el arte y yo, un simple empleado de comercio que algún día va a cumplir su sueño de ser Ingeniero Mecánico.
Pero que varios días de la semana nos cruzamos por tal, causando que siempre en este último tiempo, reaccione a sus ocurrencias contradictoriamente sobre su diversión en envolverme en ellas.
Bufo, ante el comienzo de mi pedaleada a casa.
Pero reconociendo.
Sonrío.
Que a veces me hace reír...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top