Capítulo 7

Martes

     Apenas escucho al profe de Historia del Arte, la verdad. Sus clases se basan en que él hable y hable y hable, hasta que de repente escribe algo en el pizarrón como para que nuestra atención regrese al aula.

     —Entonces, ¿recuerdan alguna vez haber dado sobre el barroco? —pregunta, luego de anotar el título con su característico marcador verde gastado.

     Silencio absoluto. Por suerte, una mano tímida se levanta en el centro del salón.

     —¿El barroco no es... emmm... una época oscura donde los artistas hablaban de monstruosidades y lo mezclaban con la belleza o algo así? Como que hablaban del miedo a la muerte y tal —responde la chica que acaba de salvarnos.

     El profesor la felicita y comienza de nuevo su cháchara, en donde capto algunas palabras y conceptos.

     Me enredo en los nudos de mi cabeza por un momento, hasta que escucho algo que me genera interés:

     —Los bodegones y las vanitas están relacionadas, Torres. Uno eran pinturas de vegetales, flores y objetos; naturaleza muerta. Y las vanitas son una variación de esta, donde se pintan objetos como velas consumiéndose y calaveras, buscando de esta forma representar la fugacidad del tiempo. Recordemos que durante esta corriente se habla de ello, así como también del temor a la muerte y la convivencia de la belleza con lo monstruoso.

     Miedo a la muerte, fugacidad del tiempo, belleza y monstruosidad...

     Mis neuronas logran formar una idea vaga, pero que puede ser útil para el trabajo de Literatura. Le envío un mensaje a Nacho, contándole que tal vez esos conceptos pueden servirnos para relacionarlos con el dilema de Creonte.

     —Buenas tardes a todos, chiquilines, ¿cómo están? —La adscripta dirige su mirada hacia mí, a lo que yo suelto enseguida el teléfono y le sonrío con inocencia—. Solo pasaba a avisarles que el profesor de Inglés está con licencia médica hasta mañana inclusive.

     —¿Y no nos adelantan? —pregunta uno de mis compañeros. Carolina niega.

     Las quejas no se hacen esperar. Sin embargo, estas son opacadas por el timbre y la manada de elefantes se retira hacia el recreo, evitando quedarse ahí un minuto más.

     Guardo mis cosas con parsimonia y cuelgo mi mochila de un solo lado. Me junto con Nati en la puerta, para luego irnos juntas al patio del fondo.

     Reconozco la espalda no muy ancha de Ignacio, quien se encuentra sentado en uno de los bancos de calidad dudosa, atento al partidito de fútbol que están jugando los quintos y los sextos. Entre ellos, como no puede ser de otra manera, está Emiliano.

     —Hola Nacho, ¿todo bien? —saluda mi amiga antes de sentarse junto a él.

     Decido lanzar la mochila en el otro costado, utilizándolo como un muro que nos separa. No es que me incomode estar a su lado, pero prefiero mantener algo de distancia después del papelón que hice el domingo, y, si es posible, evitar cualquier tipo de mención sobre ello en la conversación actual.

     —La verdad que juega re bien... —comenta Natalia—. El otro día me dijo que le encanta el fútbol, desde chiquito y eso.

     —Pues sí, y ahora es delantero titular en un equipo de la zona —responde orgulloso Nacho—. He ido a varios partidos suyos y es impresionante la habilidad que desarrolló durante estos años. No tengo conocimiento práctico en deportes, pero sus movimientos cuando lleva la pelota son precisos y seguros. Es un jugador con gran potencial.

     —Ojalá lo descubra un cuadro de la primera —me sumo a la charla.

     —Ojalá que sí, porque se lo tiene recontra re merecido mi nene.

     —¿Tu nene, Natalia? —Levanto las cejas repetidas veces, provocándola.

     —No empecemos, Adelina Clavijo, porque te estás metiendo en un quilomboooo... —me advierte.

     —Como si no me gustara meterme en quilombos. Y por eso mismo ahora ando en la cuerda floja con Literatura...

     —Uuuuhhh, es verdad, ¿cómo van con eso?

     Nacho y yo le contamos sobre nuestros avances. Además, aprovechamos para hacer una pequeña lluvia de ideas respecto al trabajo, escrita en el teléfono de Ignacio. De paso le preguntamos cómo va ella con Emiliano, a lo que nos comenta que todavía "están en eso", para luego guiñarme un ojo.

     Ay, ay, ay, Natalia y sus indirectas...

     —Che, Carancho, ayer me vi el primer capítulo —tiro casual.

     Su mirada se transforma en la de un cachorrito recién adoptado.

     —¿Es de tu agrado? ¿Prefieres que te recomiende otro o...?

     —Naaah, tranqui, me encanta la personalidad de Yato. Él y yo podemos tener algo en común —Me levanto y hago una pose exagerada frente a él—. Eeeuu, ¿qué te reís, che? Seguro que hasta es tu personaje favorito y no me lo querés decir.

     —Pues... Mi personaje favorito toma relevancia más tarde. En el opening aparece, excepto que es solo por unos pocos segundos y... ¿Ocurre algo, Ade?

     —¿Con "opening" te referís a la intro del anime? —Asiente—. Aaaaah, bien, bien. ¿Y quién es? Ahora quiero saber.

     Él hace una búsqueda rápida del personaje. En pantalla veo a un joven de cabello castaño y lentes, el cual, menciona Nacho, se llama Kazuma y es un Shinki.

     —Un Shinki era de estos pibitos medio armas, ¿no? Como la que aparece en el primer capítulo y que renuncia.

     —Mirala a ella, toda otaku ahora —tira Nati haciéndose la nunca vista. Le lanzo mi mochila a los pies como forma de advertencia, pero segundos más tarde me arrepiento.

     Si me vuelvo a sentar, no hay muro. Y si no hay muro, entonces no hay distanciamiento. Y si no hay distanciamiento, entonces...

     Mierda.

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¡Buenas, personitas del multiverso! ¿Cómo están?

No sé si lo notaron, pero este capítulo es mucho más cortito que el anterior.

En fin, ¿les gustó? ¿Reconocieron qué anime le recomendó Nacho a Adelina? Hace unos días les di una pista en mi Instagram (AtrapanubesNDI, síganme para saber todas las novedades y algunos adelantos) y varios acertaron. Una última pregunta: ¿les molesta si hago varias preguntas al final de los capítulos?

Los voy a estar leyendo y responderé sus comentarios. No se olviden de darle al botoncito de la estrella, ¡se agradece mucho!

Saludos desde las nubes, Nadia.

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