Capítulo 5
—¿Qué? —Su cara expresa confusión—. ¿Chamuyarme a alguien?
—Sí, boludo, ligarte a alguien, tirarle algún piropo pedorro, algo de eso —Unos cuantos segundos en silencio son suficientes para entender la respuesta—. Tiene sentido...
—¿Ah, sí?
Su inocencia me causa una mezcla de ternura y pena. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI exista alguien como él? En especial siendo de mi generación o de una no muy lejana. Nadie que yo conozca puede ser tan ingenuo sobre el chamuyo como lo es Ignacio Leyes. Creo que por esa misma razón es que prefiero dejar el tema por ahí.
La parejita está a puro "bla bla bla" y "ja ja ja", confirmando mi teoría de que en realidad nuestra presencia fue una excusa para encubrir esta segunda cita. Hasta un ciego puede ver las ganas que se tienen esos dos. Sonrío. Ojalá que las cosas sigan así para ellos, en especial para Nati quien se merece todo lo bueno de este mundo.
—¡Eu! —Mi amiga nos observa. Lanza una mirada que identifico como pregunta de "¿todo bien?". Asiento con disimulo—. ¿Les parece si compramos helados en el súper? Porque la heladería de acá solo abre en verano.
Todos respondemos positivamente a la propuesta, así que los dos tortolitos se unen a nuestro ritmo de caminata, cada uno al lado de su perrito guardián, digo, de su compañero. El silencio que se produce logra que el ambiente esté algo tenso.
—¿Le contaste a Adelina que ves anime? —tira la primera piedra Emiliano—. ¿Y que la primera vez que fui a tu casa no podía creer que tuvieras pósters de monos chinos? —Estira el cuello hacia adelante con la cabeza girada en mi dirección, para hablar directamente conmigo—: le pregunté tipo "¿por qué estamos acá?", pensando que era el cuarto de una de sus hermanas, "¿el tuyo está desordenado o algo? Porque sino tranqui, el mío es un desastre universal". ¿¡Cómo iba a saber yo que era el cuarto de Nacho si no tiene pinta de ser otaku!?
—¡Totalmente entendible! —coincide Natalia y luego estalla en carcajadas que pronto se transforman, otra vez, en su risita de chanchito audible de acá a 200 kilómetros a la redonda.
En tanto, el otro paleta¹ y yo cruzamos miradas por unos segundos, ya que él es quien aparta los ojos y decide concentrarse en la calle asfaltada. Noto su rostro enrojecido. ¿Se siente avergonzado de sus propios gustos o no está cómodo con que Emiliano ventile su vida frente a dos personas que apenas conoce? Sea cual sea el motivo, entiendo que haya reaccionado de esta manera.
Coloco una mano sobre su hombro, amistosa.
—Nunca vi uno completo, onda creo que no paso de haberme visto más de cinco capítulos de diferentes Pokémon y uno de Súpercampeones... Pero no tengo drama en que me recomiendes alguno como para que pruebe —La sonrisa tímida que despliego no está dentro de mis planes, así que quedo al descubierto, con dos pares de ojos curiosos sobre mí. Se suman otros, solos que estos me observan agradecidos tras el vidrio con graduación.
—¿De verdad?
—Posta te lo digo. Aaaaaaunque... Tengo una condición.
—¿Cuál es?
—¿Una condición? —pregunta Natalia por encima de mi hombro. En vez de contestarle que es tremenda chusma², prefiero ignorarla.
—Que no tenga más de 30 capítulos, porque sino va a ser ALTO VIAJE mirar tanto.
Es entonces que su dentura parece brillar y convertirse en la protagonista de su reacción. Una exhalación, cercana a una risa silenciosa, la acompaña.
—Pensaré uno para ti. ¿Puedo tener tiempo hasta mañana?
—Sí, sí, obvio, sin apuro, tenés todo el tiempo del mundo para decirme.
—Bueeeeeno, todo el tiempo del mundo no —interrumpe ella—, porque ya estamos frente al súper y hay que centrarse en entrar y fijarse qué helados quieren comer.
—Tomar —corrige Nacho por lo bajo, aunque los tres logramos escucharlo.
—Comer, tomar, chupar... Es lo mismo, ¿no? —respondo yo—. Lo que importa es que Nati no elija alguno que tenga menta o menta granizada.
—¡Por fin alguien con buenos gustos! —Emi palmea mi hombro.
Es así que los dos tortolitos comienzan una discusión infantil sobre el tema mientras nos adentramos en el local.
Sin embargo, mi mente pronto se encuentra más allá de las góndolas³ medio vacías; no sé qué pensar respecto a la conducta del Carancho frágil frente a mí. Bueno, puede que "frágil" no sea el término correcto para describir lo que acaba de suceder, más bien sería... ¿Ilusionado? No tengo ni idea. Onda, no me estoy por llevar Literatura solamente porque la profesora me odia, y aún más después que le fui sincera a través de un poema, ¿no?
Aunque no tenga muchas certezas, hay una que puedo darles: Natalia la está pasando muy bien junto a Emiliano. Tanto es así que por momentos se olvida dónde está y quiénes la rodean, concentrándose en su propia burbuja donde solo caben ellos dos. No recuerdo haber presenciado algo como esto, menos viniendo de ella, por lo que creo que este panfleto va a terminar convirtiéndose en algo más que la obsesión del mes de Natalia. Ojalá la trate como la reina que ella es, porque sino voy a ir y lo voy a...
—¿Ignacio? —Reconozco la voz masculina detrás de nosotros dos—. ¡Tú también, Adelina! ¿Cómo están?
Al girarme, me encuentro con el mismísimo profesor de Música, Martín Iglesias. En su mano lleva un paquete de pan y algunos tipos de fiambre. Además, su cabello naranja lo tiene alborotado como si hubiese pasado un huracán por ahí, así que asumo yo que se acaba de levantar de la siesta para comprar la merienda.
—¿Se conocen? —Mis ojos van del colorado al morocho y viceversa. ¿De dónde caranchos se junan estos dos? ¿Qué pueden tener en común un profesor de Música y un alumno callado de Humanístico?
—¿No debería preguntar lo mismo? Es decir, no es que me sorprenda que se conozcan, pero...
—¿Pero...?
—...pero no son del tipo de personas que saldrían juntos —completa la frase Nati, a quien no escuché llegar—. Buenas, profe, ¿todo bien?
—No es necesario que me digas "Profe" fuera del ámbito liceal, puedes decirme Martín —Sus labios se curvan en una pequeña sonrisa—. Y estoy bien, ¿ustedes? ¿Disfrutan su juventud?
—No tenés ochenta años, Martín, apenas vas a cumplir treinta y dos. No te tires tan abajo, ¿o las nuevas generaciones de tercer año te están haciendo sentir viejo?
Los dos ríen y continuan la conversación, mientras mentalmente me alejo de ellos.
Nacho parece estar prestando atención, aunque no emite ningún tipo de comentario. Solo está ahí, en silencio, escuchando y observando lo que ocurre. Nota que mis ojos están sobre él, por lo que mi primera reacción es desviar la mirada hacia la góndola de galletitas. ¿¡Cómo que están a cincuenta y cinco pesos las Lulu de anillos!? ¡En mis tiempos salían quince! Bueno, perdón, son los nervios. Pará, pará... ¿Nervios? ¿¡Estoy nerviosa!? No, no, no. Capaz que "vergüenza" lo define mejor. Sí, me siento avergonzada porque seguramente piense que soy medio acosadora o algo así, no sé. No parece del tipo de persona que se monte películas en la cabeza, tampoco. Y hablando de tipos de personas, ¿tan obvio es que Nacho y yo somos opuestos? "No son del tipo de personas que saldrían juntos", es cierto lo que dijo ella, y con más razón afirmo que nos invitaron a esta salida para disimular que es su segunda cita. Pero bueno, vale la pena si a Nati le hace bien.
—No los retengo más. ¡Disfruten la tarde, chicos! —se despide Martín. Los tres agradecemos y continuamos nuestro camino por la góndola.
—¿Dónde está Emi? —pregunta Carancho de pronto. Es verdad, ¿qué le pasó al segundo tortolito?
El suspiro de ella me sorprende.
—Afuera, o eso espero. Se cruzó con Leandro y me obligó a quedarme con ustedes.
No logro entender qué murmura el chico, pero la expresión preocupada en su rostro no ayuda.
—Un Máxima de dulce de leche para mí, ¿sí? —Me entrega la plata—. No lo culpes por haberte alejado, Natalia, él te aprecia y no quiere que te involucres en esto. Ya regreso.
Y se va, veloz, cual ave rapaz dirigiéndose a su presa.
¿Qué mierda está pasando?
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¹· Paleta: en este caso, paleta se refiere a aquella persona que no forma parte de una pareja, pero está presente en el mismo sitio y es testigo de lo que ocurre entre estos.
²· Chusma: Persona entrometida.
³· Góndola: En Uruguay, una góndola es un tipo de estantería, utilizada en supermercados, para exhibir productos en venta. En otros países se lo conoce como "Anaquel".
¡Buenas, personitas del multiverso! ¿Cómo están?
¿Qué opinan de este capítulo? ¿Imaginaban que Nacho era otaku? ¿Alguna teoría sobre quién es Leandro? Cuéntenme en los comentarios, como siempre. ✨
No duden en preguntar si no conocen el significado de alguna palabra, porque a veces se me pasa el lenguaje uruguayo, jajaja.
Por cierto, Lulu es una marca de galletitas y Máxima es una marca de helados de acá. En Multimedia les dejé una imagen de las galletas que menciona Adelina por si quieren curiosear.
¡Muchas gracias por leer!
Saludos desde las nubes, Nadia.
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