4-. Gastina: Arreglo Temporal | Lemon

4-. Gastina: Arreglo Temporal

La joven toco despacio a la puerta mientras un rubor se apoderaba de sus mejillas. Se acomodo la peluca y procuro qué su atuendo luciera bien, puso su mejor sonrisa y largo un extenso suspiro con obvio nerviosismo.

—Roller Track —el joven se acomodo la camisa y abrió la puerta emocionado.

—Felicity.

Saludaron ambos con aparente impaciencia.

Falto que la muchacha castaña solo cruzara el umbral para que él la agarrara bruscamente de la cintura y juntara sus labios con los de ella.

—Juro que si tardabas 5 minutos más me iba a buscarte a tu casa.

— ¿Tan desesperado estas por un poco de faje?

—Yo, ¿desesperado? ¡Pff! —se burlo—. Bueno, un poquito si mi amor.

Ella sonrió coqueta y lo choco a la pared para aumentar aún más la cercanía entre ambos.

—Al parecer yo no soy el único desesperado.

—No dije nada —contraatacó ella sonriente.

Juntaron sus frentes para recuperar el aire perdido e intentaron quitarse las piezas superiores del atuendo. Prenda por prenda iban dejando en el suelo mientras encontraban el camino a la habitación.

Una vez que encontraron la puerta que los conducía a su paraíso exclusivo tropezaron una vez mas y cayeron al suelo envueltos en risas y mordiscos.

— ¡Ay! —largó ella un chillido por la inesperada mano invasora en su falda-. No vayas tan rápido galán que tiempo es lo que nos sobra.

Se levantaron del suelo y se dirigieron a la cama, ella lo beso y le acarició el pecho de manera sensual, luego lo empujo a la cama y comenzó a gatear a horcajadas sobre él para provocarlo más. Este solo le dirigió una lasciva mirada deleitándose con aquel juego erótico que ambos crearon.

Nina había inventado a Felicity para poder mostrarse como ella misma, pero nunca imaginó cruzarse a Gastón en el camino.

Gastón había inventado a Roller Track para escaparse de la vida que el mismo se creo, sin mostrarse en realidad como él era, pero nunca imagino cruzarse con ella.

Tanto Nina como Gastón descubrieron sus identidades sin siquiera tener intenciones de ello. Ambos a cambio de guardar el secreto del otro llegaron a un acuerdo, mejor dicho, a un Arreglo Temporal.

Algo que les cambiaría radicalmente la vida.

Desde entonces, cada viernes apartaban un bloque en su agenda para las necesidades carnales del otro, y a cambio, toda esa tensión sexual acumulada en la semana se iba de su sistema.

Era algo humano, algo sano, y algo que mejoro su estilo de vida.

Nuevamente, después de dos meses practicando su erótico y sensual juego se reunían para proporcionarse eso que tanto les hacía falta.

Y en un día lluvioso que más adecuado que horas y horas de sexo duro, lujuria y placer.

La habitación empezaba a calentarse, el sudor recorría sus extremidades, el libido crecía y la vista de ambos se nublaba radialmente. Mientras las prendas eran cada vez menos.

Cuando ambos amantes estuvieron totalmente desvestidos se dedicaron a unir sus labios fugazmente y rodaron sobre la cama. El la sujeto de la cintura con una mano, y con la otra dio un recorrido que empezó en su cuello, paso por el valle de sus senos y se detuvo justamente en el monte de Venus.

Acarició suavemente su anatomía, deleitándose con las plácidas reacciones de ella. Una vez mas era él quien tenía el control. El tenía el control en ella, en su centro, en su cuerpo, y avivadamente en su forma de pensar.

Masajeo de una forma constante su clítoris, haciéndola largar numerosos gemidos. Ella ya estaba por llegar al abismo, pero no se lo permitió. Se separo bruscamente de el y rodaron sobre la cama, aprovecho el movimiento y fue bajando lenta y provocativamente a la zona de el.

Lo toco ligeramente y sonrió de manera tímida. Y ahí estaba ella indecisa, no se lo debía preguntar dos veces, el ya sabía lo que su acompañante haría.

Sin cavilar más movió la cabeza y por consiguiente su miembro estaba en su boca, masajeaba con ambas manos el resto de su anatomía y lamia lujuriosa lo que quedaba en su cavidad bucal. De nuevo, uno de ellos estaba al borde del abismo.

El no aguanto más y se sentó sobre la cama agarrándola de los hombros, le sonrió con satisfacción aparente y se deslizaron sobre las sabanas.

Ella no supo cómo ni en qué momento se puso el condón pero lo hizo, y sin que se lo esperara la penetro con fuerza, haciéndola soltar una incomprensible oración que solo interpreto como aceptación.

Y justo cuando ambos estaban por llegar al clímax, unos fuertes golpes en la puerta los interrumpieron.

—Amigo, no es que me quiera meter en tus asuntos y que tampoco quiera molestar pero... a tu amiga le molestaría baja un poco el tono de sus adúlteros y guturales gem— gémi— Sonido esforzado con que se expresa dolor, pena o placer.

Los dos amantes rieron e hicieron caso omiso a las peticiones del muchacho detrás de la puerta.

...

...

...

...

Llenos de sudor, acalorados, vulnerables y con el libido a tope se encontraban ellos.

Nina sintió como sus paredes se contraían y sus pupilas empezaban a dilatarse. Sin poder aguantar más se abrió paso un orgasmo explosivo y seguidamente grito del nombre del muchacho con cansancio.

Solo basto que Gastón le diera un par de embestidas más para terminar vaciándose por completo.

Se acomodaron sobre la cama y se sonrió el uno al otro agotados.

Y como acostumbraba él al finalizar el acto sexual, le quito la peluca y limpio la frente, le dio un beso en las sienes y la recostó sobre su pecho.

...

Al día siguiente después de un baño con "hidromasaje" ( ͡° ͜ʖ ͡°) y un desayuno acompañado de risas infantiles y juegos con serias insinuaciones. Ambos se despidieron con un dulce beso y acordaron verse la semana siguiente.

— ¿Nos vemos la semana que viene? —le pregunto él.

—Todos los días si quieres cariño -le respondió ella con un muy buen humor. Se dieron un último beso y ella cruzo el umbral de la puerta sonriente.

—Hasta mañana, Nina.

—Hasta mañana, Gastón.

Y por sí falta aclarar, estos dos se veían todos los días, ya sea por sus trabajos, o por tener amigos en común. Pero no hace falta resaltar que ambos se tientan el uno al otro cada vez que se ven.

Sumiéndose cada vez más en ese lujurioso, libertino y, —aunque no lo admitieran— enamorados juego que ellos crearon.

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