25. Emitteo: Sin Pijama Pt. III


25. Emitteo: Sin Pijama Pt. III

Nota: Parte final cortesía del remix de 'Mi Mala' de Mau y Ricky, y 'Amantes' de Greeicy.

—Matteo, no, no, no —la mexicana se rió al sentir los dientes de su acompañante sobre su cuello—. Sabes que odio eso...

—Pues a mí me encanta —aquella voz tan rasposa y sensual la hizo soltar un suspiro.

Emilia se posicionó en la cama quedando justo a su lado y dejando ligeros besos en su cuello y mentón.

—No me digas que estás borracha... —el italiano se había decepcionado pensando que la chica no tendría fuerzas para continuar. Si apenas seguían con la ropa puesta.

— ¿Y dejar esto así? —Con una mano atrevida se movió hacia su miembro y lo apretó por encima del pantalón—. Lo siento, pero esta noche no se hizo para dormir —desabrochó el pantalón del italiano y se subió en su cintura, haciendo fricción.

El opuesto no se esperó que ella se deshiciera tan rápido de su vestido, quedando solo en ropa interior. Una bonita ropa interior de encaje color blanco, dándole un toque coqueto y angelical.

La mexicana sonrió acomodando su cabello encima de su hombro y mirándolo a los ojos.Paso una mano por su ombligo llevándola hacia su boca y mordiendo ligeramente su dedo.

Solo ella podía hacer algo tan sexy y lucir tan tierna al mismo tiempo.

Matteo solo podía observar hipnotizado y muy excitado por todos los movimientos de la chica, era un afrodisíaco.

Se agachó quedando casi a la altura de sus labios y comenzó a repartir besos desde su clavícula hasta su nariz y terminando por unir sus bocas, el beso era lento y ardiente. Sin apuros.

Matteo no resistió más y la sujetó de la cintura, dándose vuelta y quedando encima de ella. Lo ayudó a quitarse la camisa y en cuestión de segundos el pantalón salió volando.

Acarició sus piernas y abdomen contemplándola y devorando su cuello, arrancándole varios suspiros en el proceso.

Deslizó las tiras de su sostén y sin mucho esfuerzo lo desabrochó, tenía práctica. Cuando intento deshacerse del brasier se dio cuenta de que un paquetito brillante cayó de este, la miro alzando una ceja y ella solo le sonrió fingiendo inocencia. Siguieron con lo suyo.

Para entonces Emilia comenzaba a desesperarse, él estaba masajeando sus senos y mordisqueando sus labios como si del manjar más dulce se tratase. Se sacudió en la cama y lo empujó, dejándolo un poco desconcertado. La mexicana se deshizo de sus bragas y lo obligó a terminar de desvestirse; se relamió los labios ya un poco doloridos y lo miró de arriba abajo, Matteo no sentía vergüenza alguna, adoraba que la mexicana se lo comiera con la mirada.

La rubia se acomodó en la cama y comenzó a estimularlo, el italiano miró hacia el techo disfrutando de aquella sensación y luego la beso en los labios pero ella no detenía su erótico masaje. Se separó de sus labios y fue repartiendo besos nuevamente y haciendo el camino hacia su miembro; Matteo ya sabía lo que se avecinaba, por lo antes de que ella siquiera reaccionara él enredó su cabello en sus manos y se preparó para uno de los mejores sexo oral que había recibido en su vida.

A veces pensaba que Emilia era una actriz porno retirada, porque con esa boca sabía hacer más cosas que comentarios sarcásticos.

—Emilia, esta mañana desayuné una hamburguesa, no creo que te agrade lo que viene a continuación —murmuró él ahogando un gemido.

—Ay, ¡Matteo! ¿Por qué matas el momento? —La rubia se puso a su altura y se limpió la boca con asco, intentando deshacerse del sabor de pre-eyaculación, el italiano ignoró esto y la sujetó de las mejillas besándola con desesperación.

Se dejaron caer sobre la cama y Matteo se posicionó entre sus piernas mientras Emilia se preparaba para recibirlo. Sujeto el paquetito brillante y lo abrió, arrancándole una risotada a la mexicana.

[...]

— ¿Quinto round?

—Matteo, ¡no siento las piernas por amor de Dios! —la mexicana se rió cansada dio media vuelta quedando cara a cara con él—. Te debo un orgasmo,en donde tú quieras, solo déjame dormir un rato....

Le susurró antes de acomodarse en su pecho y esconder la cara en su cuello, aspirando su aroma varonil e implorando que el sudor de sus cuerpos no los hiciera separarse, adoraba acurrucarse con él después del sexo.

Por supuesto que después de su último roce con Lunita su intención esa noche fue delatarlo, pero habían tenido tan buena jornada que estaba considerando no hacerlo. Hasta que el italiano en sueños mencionó a la chiquilla y su dote de maldad salió a la luz, se salió de la cama con sumo cuidado y se puso una bata de satén que el chico le había obsequiado para las noches en las que se quedaba con él, bajo la bata de modo que sus hombros estuvieran descubiertos y luego buscó su celular, una vez que lo encontró se tomó una foto en el espejo cerciorándose que el castaño apareciera en el fondo.

Posteándola en su Instagram con el hashtag de #AfterSexSelfie. Uy Luna, pobre, tu niñero no cuidara más de ti, pensó ella con una sonrisa macabra. Subiéndose a la cama y recostándose junto a él nuevamente, recobrando el sueño.

Ya se encargaría de sus problemas cuando fuera el momento.

[...]

Despertó al sentir el calor del cuerpo ajeno alejarse de ella, se removió en la cama y abrió los ojos con pereza mientras se estiraba. Tenía las piernas algo doloridas pero era normal después de haber tenido al italiano en una dieta sexual durante casi un mes, según él, se lo merecía.

—Hola guapo —saludó acomodándose la bata y saliendo de la cama. Caminó hacia él y le dio un besito en los labios antes de abrir la puerta y bajar hacia la cocina.

Si no se equivocaba el servicio tenia día libre, por lo que podía pasearse por la casa de Matteo con total libertad sin miedo a que sus padres descubrieran la clase de travesuras que hacia su hijo.

Sus sospechas fueron confirmadas cuando encontró una nota en la nevera que decía 'Recalentar', metió la comida en el microondas y se preparó un café. Se sentó a la mesa y esperó a que Matteo bajara, cuando lo hizo este no tenía muy buena cara. Creo que he sido descubierta... pensó la rubia. Solo esperaba que el italiano no la echara de su casa, como sucedió una vez en la que Lunita se apareció para una visita sorpresa; nunca pensó que podía aguantar la respiración tanto tiempo bajo el agua.

Su opuesto se sentó a su lado y la miró de soslayo con una mezcla entre fastidio y burla.

— ¿A que no adivinas quien me llamó? —le preguntó con aquella voz rasposa de recién levantado,oh, esa voz tan sensual...

—No lo sé, niñero. —murmuró ella con sorna.

—No, fue Ámbar —la mexicana se atragantó con su café, eso no se lo esperaba.

—Dice que te vez matadoramente sexy en esa foto, -opino lo mismo- y que Luna dio el grito al cielo cuando se la mostró. —Emilia no pudo evitar reír, aquella situación era muy graciosa a decir verdad—. Pero no creas que te vas a salvar eh, Emi... me debes un orgasmo.

— ¡Matteo...! ¿En serio no lo olvidaste? Jesús, María y José —se "quejó" ella.

Iban a seguir conversando hasta que escucharon la puerta abrirse y el sonido de unos tacones que caminaban apresurados a la cocina.

—Así los quería encontrar.

—Hola Luna —saludo ella con una sonrisita burlona agitando su mano como una princesa.

[...]

—Matteo, no, estamos en el Roller... alguien nos puede ver —la mexicana intentaba escaparse de los brazos de su ahora, ¿novio? Distaban mucho de eso, aquella relación solo era carnal.

El italiano la tenía sujeta de las caderas, empotrada contra la mesa de uno de los reflectores.

—No, tú señorita, te has portado muy mal últimamente, y hace un par de noches me dijiste que-

— ¡Si ya sé lo que te dije! —susurró ella a modo de reclamo.

—Bueno, me apetece tomarte la palabra justo ahora...

—Matteo —replicó ella en forma de súplica, alargando su nombre.

No esperaba que el italiano le mordiera el lóbulo de la oreja y acariciara su brazo desnudo, subiendo su falda –que convenientemente él eligió para ella ese día- con la otra mano y contorneando sus esbeltas piernas. Emilia se mordió los labios intentando contener un suspiro.

El castaño ignoró todas sus querellas y abrió sus piernas posicionándose entre ellas, Emilia no podía hacer nada, estaba aprisionada y también poseída por el placer. La adrenalina del momento no la dejaba pensar con claridad.

Eso hasta que el europeo hizo a un lado su ropa interior... sacó fuerzas de donde no sabía y se dio vuelta encarándolo. Se bajó la falda y lo empujó caminando a la salida del camerino, pero este tenía el pestillo puesto, una sonrisa curvó su rostro. Ay, Matteito...

—Un rapidito —se auto convenció a si misma volteándose y acercando su cuerpo al de él comenzando a besarlo fervientemente.

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