17. Queens of the Night | SL Tree Shot Multicouples

Queens of the Night | Soy Luna Cast Tree Shot Multicouples

Ah... la época Victoriana, conjunto del largo reinado de Victoria I, monarca de Inglaterra. Sin duda beneficiada al nacer en la dichosa revolución industrial.

Hoy en día solo recordada por algunos...

Pero sin embargo aún algo está presente, la doble moral sexual es propia de la era victoriana. La noche se encargaba de ocultar los vicios de las personas: en el Este londinense se albergaban muchos burdeles, salones de espectáculos, salas de juego, espectáculos del tipo erótico.

En un barrio llamado el East End y origen de Jack el Destripador, se aloja un pequeño bar franco-canadiense que tiene por objetivo recrear aquel lado oscuro de la época.

La dueña del bar promete brindarle a su destacada clientela un mundo lleno de desenfreno y placeres ocultos. ¿Te atreves a entrar?



Parte I-. A Puerta Cerrada

A puerta cerrada pueden ocurrir muchas cosas, un sinfín de secretos del que el ojo humano es completamente ajeno. Donde se esconden lágrimas, roces pasionales e innumerables abusos.

La única regla del bar "The French Kiss" es a puerta cerrada, no debes divulgar lo que ahí sucede y te ves obligado firmarlo en contrato, de lo contrario, lo que te suceda será una simple casualidad. Desde una golpiza con varias costillas rotas, hasta la misteriosa embestida de un coche a toda velocidad. Y en el peor de los casos, el conocido beso de la muerte.

A puerta cerrada podían suceder muchas cosas, y la señorita 'O' estaba muy al tanto.

A puerta cerrada demostraba ser una mujer de negocios.

A puerta cerrada era la mama gansa y los clientes sus huevos de oro.

A puerta cerrada se envolvía en su exótico plumaje y escondía el corazón en una dura coraza.

A puerta cerrada preparaba los más exclusivos espectáculos y presumía la belleza de sus afamadas "Queens of the Night".

[...]

Eran las 6 de la mañana cuando Maryse despedía a su clientela del fin de semana, había sido una noche ajetreada y estos eran los últimos usuarios en irse.

Se cubrió con la fina bata de seda color marfil y sacudió la mano diciéndole adiós sus generosos clientéle. Cerró la puerta y se despojo de su sonrisa.

Fue a la barra y se sirvió un trago de whisky.

— ¿Noche dura? —le pregunto una de sus pupilas, quien había hecho acto de presencia con una prenda igual a la suya, la bata estaba desamarrada y por ende daba una vista muy apreciada de su ropa interior de encaje.

—No tienes idea —ella suspiro cansada mientras dejaba que el licor quemara su garganta—. Debería tomarme unas vacaciones, y tú estarás a cargo Jazmín.

—Ya te dije que odio que me digas así, llámame por mi nombre Maryse, soy Katja —dijo la mujer a su lado dejando salir de lleno su acento irlandés.

— ¿Si tanto te molesta para qué te pusiste ese nombre artístico? —pregunto la dueña del bar con aparente desdén en su voz.

La mujer de cabello anteriormente naranja le iba a responder cuando fueron interrumpidas por el estruendoso estallido de una ventana rota, alarmadas, se dirigieron al salón para encontrar a otra de las reinas con una escoba en la mano y un pie sangrante.

— ¿Qué diantres ha pasado aquí? —grito la dueña escandalizada—. Hoy habrá un show importante y no podemos recibir a los comensales con una ventana rota, ¡el primer ministro viene hoy!

—Chiara y yo estábamos practicando la rutina cuando accidentalmente nos pusimos competitivas y...

—Basta, yo llamare a entretien, mientras ustedes arreglen este desastre, y Caro, tu guarda reposo y venda ese pie, no podemos permitirnos la ausencia de una de las reinas —su orden se hizo cumplir casi de inmediato. Maryse agradeció que el día pasara sin ningún otro inconveniente. Caída la noche, ella junto a sus pupilas se preparaba para abrir el bar cuando la pequeña Karol apareció.

La miro enfurecida y camino hacia ella no sin antes empujar a toda la que se le cruzara en medio.

—Alguien está en problemas —canturreo una muy complacida AJ Lee que se abría paso entre todo el gentío, le tenía cierto rencor a Karol desde que se quiso robar a uno de sus más fieles clientes. El bartender —y su mejor amigo— Big E trato de salir y parecer ajeno a la situación, pero cuando escuchó aquel familiar sonido se preparo para lo peor.

Cuando Maryse pudo apreciarla mejor le obsequio una escandalosa cachetada que de seguro le dejaría marca. La menor no tardo en sentir el escozor en su mejilla y le devolvió el golpe.

—Se me hizo tarde, deja que me dé un baño rápido y abriré el show como de costumbre.

—Bendita la hora en la que apareces, 3 días Karol, 3 días sin saber nada de ti. Y ahora vienes y te haces la inocente queriendo abrir el show como si de las reinas se tratase... ¡esto es inaudito! Big E, escóltala a su cuarto y enciérrala, me encargare de ella más tarde.

El corpulento muchacho obedeció y se encargo de cumplir la orden de la señorita O.

—Señoritas, hora de abrir. Recuerden, no somos prostitutas, elegimos con quien congeniar y a quienes ignorar. La regla universal es ver pero no tocar y a puerta cerrada todo se debe quedar. ¡Enorgullézcanme!

Y así, una vez más "The French Kiss" abría sus puertas, dejando salir a sus damiselas una por una, desde Giovanna, Summer y Paige, hasta Liv, Peyton y Ember.

Sus amadas protegidas fueron las últimas en salir, vestidas con ajustadas y singulares prendas color carmesí que hacían resaltar su escote y formaban juego con sus tonos piel.

Su más frecuente clientela no se dio a desear y casi por inercia cada mujer eligió a su presa.

[...]

—El señor López llegara dentro de poco Yam... —animó Jazmín a su amiga mientras le servía una bandeja con fruta a su cliente de esa noche, el señor Sebastián Villalobos, Villalobos era administrador en una pequeña empresa textil al norte de Londres y frecuentaba el bar dos veces por semana, también —como la mayoría de los espectadores— estaba encarcelado en un matrimonio infeliz. La castaña se acerco a dama de cabello rubio y la abrazó, después le dio un largo y pasional beso en los labios, luego le dio dos palmaditas en el trasero y se alejo. Todo aquello para mantener contentos a sus clientes, quienes disfrutaban mucho de aquellas demostraciones de afecto entre compañeras. Claro que esas dos tenían su rollo oculto.

—Si nuestra querida Nina no intenta quitármelo tal vez tengamos algo de diversión esta noche Jaz, y si no, estoy segura de que el señor Penagos no perderá tiempo en contratar mi compañía —respondió la chica cuando se recupero de su erótico trance, una picara sonrisa se apodero de ella mientras le servía el trago a uno de sus clientes más habituales, le guiño el ojo al ya conocido Agustín Bernasconi, pero Paige fue más rápida que ella y se sentó sobre sus piernas.

El señor López era abogado en una de las más prestigiosas firmas en todo Londres, frecuentaba el bar una vez por mes y cada vez que venía pedía los exclusivos servicios de alguna de las reinas, claro, si estas ya no estaban apartadas. Contadas son las veces en las que le ha tocado salir de "The French Kiss" con las manos vacías.

Penagos solía visitar el bar de una a tres veces por mes, dependiendo de lo que acumulase su bolsillo en quien sabe que negocios estuviera metido el hombre, nadie, ni siquiera Carolina que era la más persuasiva había podido sacarle —a voluntad propia— el negocio al que se dedicaba; y los rumores entre compañeras no tardaban en ser generados apenas el hombre dejaba el bar. Además de eso disfrutaba mucho de las juergas sexuales mixtas y en más de una ocasión había invitado a su fiel amigo Esteban Velásquez al bar; pero este tipo de jaleos y diversiones no eran las favoritas de ella, y si no estaba dispuesta, a Penagos y a Velásquez no les queda de otra que buscar la compañía de otra cortesana.

Bernasconi venia cada vez que podía, era contador en una compañía pesquera y un gran amigo de Lionel, ¿qué lazos los unían? Ninguna mujer lo sabe, pero Ferro fue quien atrajo a Bernasconi al bar; y la señorita O estaba agradecida, dejaban buenas propinas.

—Yamila, todos en este bar me buscan a mi porque saben que soy la más bella —presumió su compañera y amiga.

—Lo único que tienes más que yo, querida Nina, son años... —respondió y las risas no tardaron en escucharse.

[...]

—Damas y caballeros, destacada clientela, amigos de años y... cortesanos. Para quienes no me conocen yo soy la señorita O, "The Sexiest of the Sexy" y dueña de este prestigioso bar, ahora, con mucha modestia, permítanme presentarles a mis amadas protegidas, y las futuras dueñas de este glorioso establecimiento, quienes van a mantener la tradición y me darán grata satisfacción... ¡The Queens of the Night! —la mujer bajo del pequeño escenario entre aplausos y se sentó a un lado de la barra esperando a que su más añorado cliente apareciera.

Poco a poco, la cortina se iba desplegando y las siluetas apareciendo, una a una, las reinas daban inicio al entretenimiento de aquella noche. Katja, Chiara y Carolina con sincronizados y provocativos movimientos al ritmo de la música, las reinas daban vida a uno de esos muchos espectáculos a los que ya estaban acostumbradas.

Cuando la pegajosa melodía de "you could be my muse" empezaba nuevamente el coro, las reinas se dejaron caer como marionetas al suelo y dieron paso a la siguiente escena de la función, en donde las demás tomaban el protagonismo y entretenían al enardecido público.

[...]

—Magnifico, simplemente magnifico —aplaudió el chico de cabellos castaños y ojos cafés a su cortejada Emilia —mejor conocida como Giovanna—, quien bajaba del escenario, esta se sentó sobre sus piernas y le dio un casto beso en los labios.

Pasquale era Chef en un restaurante a las afueras de Londres y solía visitar el bar muy a menudo, pero en las últimas semanas Emilia se tuvo que conformar con la compañía de Ferro y Sami Zayn, a quienes no despreciaba pero presumía a Pasquale como todo un León en la cama, por eso era su cliente favorito.

Cuando su cliente le pidió disfrutar de su compañía más a fondo ella le sonrió con un leve sonrojo adornando sus mejillas y le sujeto la mano para guiarlo a la zona de las habitaciones.

—Tenía usted tiempo sin visitarme, señor —le reprocho intentando parecer molesta—. Pensé que tendría que buscar a otro para cortejarme.

—Sería capaz de matar si eso sucediera mi querida Emilia.

La joven dejo escapar una sonrisa y siguieron caminando, no faltaban ni dos puertas para llegar a su habitación cuando observo a Valentina servirle un trago a alguien muy distinguido y casi inmediatamente se sintió alarmada.

—Oh, no te aconsejo que te le acerques mucho Valu, el señor Mike es cliente exclusivo de la señorita O —le advirtió la jovial Emilia que estaba abrazada a la cintura del señor Pasquale.

—Oh, pero si yo solo les estoy ofreciendo una copa a este apuesto caballero... —respondió sonriente y acto seguido le guiño el ojo al cliente.

En el bar, solo las reinas podían usar un seudónimo, y debían hacer honor a este.

A las demás se les era exigido usar su nombre de pila, pero como Giovanna era próxima a convertirse en reina... se hacía una pequeña excepción con ella.

—Oh, no te preocupes Emilia, estoy disfrutando de la compañía de esta encantadora dama —respondió el señor Mike acariciándole el mentón a la rubia y sujetándola de su barbilla para depositar un beso en sus labios. Emilia no se sintió indignada, solo sonrió y siguió caminando a su habitación con Pasquale detrás. Ya estaba advertida, no podía hacer más.

Mike era conocido por su egocentrismo y su audaz argumento a la hora de cerrar un negocio, era gestor de activos de bienes raíces en Brighton y tenía un negocio de pastelería muy exitoso en Oxford, en donde ofrecía trabajo a algunos de los universitarios. Un cliente de muy buena estima en el bar, y adorado por Maryse. Era ella quien se veía beneficiada de sus numerosas visitas, los vestidos caros, las joyas, las salidas a cenar... tenía miedo de ser cambiada de la noche a la mañana por cualquier ingrata que no lo supiera apreciar.

Pero la hermosa Maryse se percató de lo que estaba pasando a su alrededor, y Valentina estaba en problemas, eso era seguro. El miedo no se había dispersado, puesto que Valentina no era cualquier chica, sino que ahora era su competencia, y no se la pondría fácil.

Cada vez que la señorita O notaba que una de sus cortesanas era muy reclamada le ponía el ojo encima y empezaba a prepararla para convertirla en su nueva reina, Chiara había sido la última en integrarse al antes cuarteto de las reinas, lugar que anteriormente ocupaba la problemática Karol; pero el grupo se vio obligado, no sólo a reducirse, sino a renovarse, así que ahora era un trío de reinas, una trinidad, una terna. Pero eso no dura toda la vida, una vez que el público se aburre de alguna le quita su titulo y la hace una más del montón.

Claro que con sus pupilas era diferente, hablaba en serio cuando dijo que serian sus herederas.

Cada una con una cualidad que las hacía únicas, tan diferentes y tan hermosas, tan testarudas y tan adiestradas, tan creativas y tan vivaces, tan talentosas y tan innovadoras. Se complementaban a la perfección, y sabía que su amado bar quedaría en buenas manos con ellas a cargo.

"But that ain't what you ate, no. We been busy doin' all Fifty Shades. While we listen to Drake.

We on that hot love and emotion".

Lamentablemente no todo era paz esa noche, y los problemas se acumulaban por lote.

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