capítulo 1

La tranquilidad dependía del estado de ánimo, ese día estaba tranquila hasta que esa notícia llego a mis oídos, nunca quise que las cosas fueran así.

—¿Pensando en eso de nuevo? —dijo Jesy

—Sabes que jamás lo olvidaré —susurró

Era verdad, ese día jamás saldría de su mente, cada detalle, cada recuerdo, día a día dolía cómo el infierno, ¿Pero que se hacía? Exacto, nada.

—Mejor, Cuéntame ¿Cuál es ese secreto que tanto guardas? —alzó una ceja y la castaña suspiró rendida

—Yo se que haz escuchado sobre ella, sobre esa dj —suspiró —Yo soy Dj Faith

 —¿Que? — soltó un gritó causando que todos los clientes del café las vieran

—Por Dios callate Jesy, nos correrán y esto es importante —bufo

—¿Por que?

—Un clud me ha contratado, pero tengo qur conseguir el equipo adecuado para comenzar a trabajar —sonrió

—Este siempre ha sido tu sueño entonces, por más tonto que suene —dijo riendo —¿Cómo harás para que el no se enteré?

—No lo se Jesy, pienso trabajar sólo dos noches a la semana, pero primero quiero conseguir el equipo.

—Déjame ayudarte

—No  — negó repetidas vives —Quiero hacerlo Solá

—Por favor, cuando ya seas más famosa me recompensaras, ahora déjame ¿si?—insistió y Jade rodó los ojos
 

—Está bien, pero cuando tenga mi primer sueldo te lo pagaré

—Si—sonríe y la abaraza—vamos, quiero que comiences a trabajar cuanto antes—se puso de pié y comenzó a arrastrarla.



Cuando ambas llegaron a la tienda, Jesy dejó un momento a Jade para que eligiera con calma y tranquilidad el equipo perfecto.



Jade, estaba indecisa, un sinfín de aparatos, todos llamaban su atención, ya poseía un pequeño piano que le obsequiaron sus tías para navidad, el junto a su laptop eran testigos de los mejores tracks de la joven, amaba y cuidaba cada detalle, cuando miró el que le gustaba se dirigió con Jesy para pagarlo y ambas irse al club a arreglar los pagos y días de presentaciones.



—Así que tu eres dj Faith—dijo el señor—Una mujer quién lo diría, tienes un gran talento, Ojalá llegues lejos, trabajaras los fines de semana de once a una de la madrugada, la paga es muy buena, llegarás a las diez para ponerte cómoda,  ¿Tienes dieciocho ya?

—Voy a cumplir veinte—murmuró

—Perfecto, te quiero puntual

—Una cosa, nadie tiene que saber mi identidad.

—Yo no diré nada, tu hazte cargo de ocultar tu rostro—se puso de pié y ambas jóvenes  lo imitaron para luego salir.



—¿Por que no quieres que sepan?


—¿Será por que nadie lo debe de saber por aquello?—hizo un mojin y la castaña asintió dándole la razón.



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